Fantasía (1: La amiga de mi Hermana 5)

Inconcluso pero me voy de vacances asi os dejo parte de la continuación.

Cuando Mónica llegó a casa nos saludamos con un apasionado beso, ella llegaba agotada y durante la cena le explique que tenía una entrevista de trabajo. Que posiblemente era la definitiva, me habían llamado y debía presentarme mañana. Aquella noche dormimos en la misma cama, pero manteniendo la serenidad pues el trabajo agotaba a Mónica y yo respetaba eso al máximo.

Volví a pasar casi otra noche sin dormir pensando en que querría Arturo exactamente, volvían a mi cabeza las imágenes del video, la imagen de María reflejada en los espejos y mi racha de mala suerte en los trabajos. Estaba impaciente por saber que me deparaba el futuro.

Llego la hora de levantarse de Mónica, se vistió rápidamente. Yo hice como que estaba dormido. Tras unos minutos y muy silenciosamente Mónica entro en la habitación me besó suavemente y me deseó suerte en la entrevista.

Pasaron las horas y llegó la hora convenida. Yo estaba en la ventana esperando ver llegar el coche. Con extrema puntualidad aparcó en la puerta un coche de lujo con los cristales oscurecidos, era mi cita.

No quise demostrar impaciencia, así que, baje con tranquilidad al encuentro del vehículo. Al verme, el chofer bajó y me abrió la puerta de la parte trasera. Le había visto en la empresa muchas veces, era el chofer personal de Arturo.

  • Buenos días.
  • En el asiento trasero tiene una carta de Don Arturo. Yo espero fuera a que me diga su decisión.

Entré en el coche y cogí la nueva carta, esta estaba manuscrita. La caligrafía era perfecta, diría yo que no era natural, estaba extremadamente calculada.

"Gracias por estar leyendo esto María,

Para mí significa mucho. Quiere decir que hay algo en ti que también te impulsa a acercarte a mí. Sé que quizá es una situación un poco forzada y puede parecer un chantaje, pero no es así. Como te dije, ahora tendrás otra oportunidad de dejar todo como estaba. Espero que no sea así.

Si continuas, mi chofer te llevara a otra ciudad, en la costa, cerca de mi residencia de verano. Te pondrás en manos del mejor y más discreto equipo de estética que conozco. Estarán preparados para tu llegada. Allí vas a entrar como Mario y saldrás como María, la María que conocí y de la que me enamoré.

Estarás allí unas cuantas horas, después, te llevarán a mi casa en la costa donde tengo algunas personas trabajando. Serás recibida como si fueras la Señora de la casa. Son personas que llevan conmigo muchos años y están incluso tan ilusionados como yo.

Allí encontraras todo lo que puedas imaginar y estará todo a tu disposición hasta que llegue yo, en unos días. El domingo, como máximo, deberemos regresar, ahí estará tu última oportunidad para dejar todo atrás. Si no funciona como esperamos para cualquiera de los dos, el lunes volverá a lucir el sol para ti como el día anterior a conocernos. Esto, que puede parecer una promesa que no cumpliré, es tan cierto como que además te compensaré por las molestias que te haya ocasionado. De todos modos estoy convencido de que no hará falta.

Bien, ha llegado el momento de que decidas, si decides continuar díselo al chofer, prepara una maleta con algo de ropa, poca pues no la usarás, y dile a tus familiares y amigos que te vas a una entrevista de trabajo importante fuera de la ciudad, que si vas superando las pruebas deberás estar al menos hasta el próximo lunes y que si consigues el trabajo vas a tener que viajar al extranjero. Así todo va a ser lo más correcto posible.

Deseo de todo corazón que decidas darnos una oportunidad, a ambos, de conocernos de verdad, ver si somos compatibles y si tú quieres ser María definitivamente.

Con todo mi amor,

Arturo"

En el asiento de atrás de aquel coche de lujo, el vello se erizo y una sensación de calor que surgía de mis entrañas apareció súbitamente. Debía de estar profundamente colorado pues las mejillas me ardían. Estaba entre alagado, sorprendido y furioso.

Con un nudo en el estomago, me dirigí al chofer y le dije.

-Me voy con usted, espere 10 minutos mientras preparo la maleta y bajo.

En cinco minutos ya estaba listo, sabía que no la iba a necesitar, pero debía coger mi ropa para evitar suspicacias por parte de Mónica o mi hermana. Le entregué la maleta al chofer y yo abrí la puerta del coche de nuevo. Antes de subir miré hacia la ventana de Mónica como si tuviera la premonición de que iba a tardar mucho tiempo en volver a aquella casa. Estuve a punto de llorar pero resistí el golpe emocional.

  • Me alegro que haya decidido venir, a Don Arturo le hace falta alguien a su lado. Hace tiempo que estaba absorto pensando en ud.

  • ¿Conoce Ud. Toda la historia?- pregunte muy sorprendido.

  • Por supuesto, en casa de Don Arturo no hay secretos, trabajamos allí pero somos como una familia.

  • Por cierto, ¿Como se llama Ud.?

  • Miguel, señorita.

Me había dicho señorita, debía estar ciego. Aunque desde luego estaba al tanto de todo.

-Miguel por favor, no me trates de Ud.

-De acuerdo, tú a mí también me puedes tutear. Bien. Ponte cómoda porque tenemos unas cuatro horas de viaje hasta llegar a nuestro primer destino.

  • Haré una llamada y después intentare dormir un poco.

Mientras el coche arrancaba, aproveché para llamar a Mónica y contarle que me iba toda la semana, pues una empresa internacional me había seleccionado para hacer pruebas de aptitud, fuera de la ciudad. Fue una conversación corta, me despedí con algo de tristeza y Mónica me deseó mucha suerte. Esperaba que las cosas se arreglaran aunque yo tuviera que ir a vivir a otra ciudad. Le pedí además que se lo dijera a mi hermana y mis padres.

La parte de atrás del coche estaba separada por una mampara de la zona del conductor, además estaba completamente oscurecida, nadie iba a verme, así que me tumbe en aquel espacioso asiento e intente dormir un poco.

En unas horas habíamos llegado a nuestro primer destino. Miguel me dijo que esperara en el coche pues iba a avisar de nuestra llegada. En seguida me despeje. Y los nervios volvieron a aflorar en mí.

Miguel me abrió la puerta y tres chicas estaban en la puerta de aquél centro de estética esperándome. Una de ellas, que debía ser la jefa, se adelanto para recibirme.

  • Buenos días María, estábamos esperándote.
  • Buenos días.- Dije rascándome la cabeza
  • Que chico tan guapo, que lastima que perdamos un ejemplar así. Tenemos todo dispuesto con las instrucciones que recibimos de Arturo. Acompáñanos por favor.

La impresión que me dio aquel sitio fue tremenda. Parecía más un hotel de lujo que una clínica. Llegué hasta una habitación impresionante, tenía un pequeño espacio con un salón en el que había revistas, una televisión y un bar, en la otra parte había una cama espectacular.

Me pidieron que me acomodara allí. Que me quitara toda la ropa y me pusiera un albornoz y unas zapatillas que encontraría en el baño de la habitación. Tenía preparada la bañera de hidromasaje para relajarme y estar bien aseado antes de aplicarme los tratamientos.

Me metí en aquella bañera apoyando la cabeza, cerrando los ojos y pensando en disfrutar al máximo de aquella oportunidad que me estaba dando la vida en ese momento. Estuve unos quince minutos y vinieron a llamarme. Salí de allí nuevo con un olor corporal de lo más femenino y sensual. Me gusto sentir aquella fragancia que manaba de mi piel tras aquel reconfortante baño. Me puse el albornoz y seguí a la chica que me acompañaba por un largo pasillo hasta una sala enorme que era una mezcla de salón de belleza y quirófano.

A lo largo del paseo no hubo conversación, ni siquiera en la sala. Las personas que allí había llevaban un trabajo frenético preparándolo todo. Yo no sabía bien que decir pero me dejaba guiar.

Me quitaron el albornoz y comenzaron a medirme el cuerpo, observaron el vello de mi cuerpo y me estuvieron analizando las facciones de la cara. Una de las mujeres iba apuntando en un ordenador portátil. Por fin se rompió el silencio y se dirigieron a mí.

  • Muy bien María, tenemos los datos necesarios para comenzar con tu transformación temporal. Todo lo que aquí te vamos a realizar es temporal, en unos días irán desapareciendo los efectos del tratamiento que vamos a aplicar.
  • Bien – Contesté en un tono bajo.
  • Además vamos a poner a su disposición la ropa necesaria para salir de nuestro centro, ahora ira una compañera a comprar todo lo necesario.¿ Esta Ud. de acuerdo?
  • Si, si
  • Bien pues firme este documento por favor y comenzamos.

No quise leerlo y lo firme sin pensar. ¿Acaso iban a mentirme? Arturo había dejado escrito que al final de la semana todo podría volver a la normalidad.

Inmediatamente empezó el trabajo. Me pidieron que me tumbara en la camilla y comenzaron a aplicarme cera para depilar todo mi cuerpo. Cada tirón era un pequeño suplicio pero seguidamente aplicaban algo que lo hacía desaparecer y me dejaba la piel suave y sedosa. Me explicaron que tenía tres efectos, calmante, suavizante y retardador de crecimiento capilar. Lo suficiente para la semana que tenía por delante. Al llegar a las partes íntimas, no pude evitar tener una erección. Entonces decidieron inyectarme algo en los testículos que acabó con aquel problema. Con gran maestría introdujeron los testículos y el pene en la cavidad pélvica y aplicaron capas de un material, que no podría describir, pero que era similar a mi piel. Todo quedó reducido a un orificio para que pudiera eliminar la orina o, quien sabe, tener una eyaculación. Era algo que había agarrado fuerte a mi piel y que me presionaba, pero entre la especie de anestesia que me habían aplicado y el paso del tiempo olvidé por completo como tenía mis partes íntimas.

Comprobaron el éxito en el trabajo hecho hasta entonces y me ayudaron a levantar para pasar a un sillón de peluquería, me aplicaron varias cremas en la cara después de eliminar también de allí cualquier resto de barba. Me afeitaron de raíz con cremas e incluso llegaron a utilizar cera en algunas partes. Tras ello me delinearon las cejas dejándolas en un estado, digamos, asexuado. Esto me tranquilizó. Pero la siguiente operación no, pues me inyectó algo en los labios que les hizo inflamarse, así como en los pómulos y los ojos. No se exactamente que fue pero aquello cambio un poco mi fisonomía, haciéndome tener un rostro mucho mas femenino y sensual. En el siguiente paso me observaron el pelo y decidieron que podían perfectamente colocarme extensiones con la largura de pelo que tenia así que me tendría que estar un buen rato en aquel sillón. Mientras me ponían las extensiones, me hicieron la manicura y me colocaron uñas postizas. Casi dos horas más tarde trajeron unos pechos de un tamaño medio, con un aspecto increíblemente real y aplicándome un pegamento a mi cuerpo y los pechos junto al material que ya habían utilizado con mi pene me los colocaron quedándome perfectos. Yo me miraba y no creía lo que veía. Ahora sí que se podría equivocar cualquiera.

En aquel momento decidieron que el trabajo allí había concluido y me llevaron de nuevo a la habitación asignada. Me trajeron algo de comida y bebida y me pidieron que descansara pues la tarde iba a ser un poco ajetreada también. Me pidieron que no me moviera mucho durante un tiempo para que los pegamentos utilizados terminaran de secarse y me dejaron en la soledad de aquella habitación.

No tenía mucho hambre, así que, me limite a engañar un poco el estomago y a beber agua. Sin querer mirarme me tumbe en la cama con el albornoz. Notaba el peso de aquellos pechos pues me tumbe boca arriba y el efecto de la anestesia en la zona testicular empezaba a pasarse, así notaba la presión de la piel en mis genitales y el pene. No obstante, el cansancio hizo que me durmiera. Unas dos horas después me desperté bastante relajado y decidí mirarme en el espejo.

Lo que vi me dejó atónito, mi cara había cambiado lo justo para estar más femenina, tenía una melena larga del mismo color que mi pelo, con un peinado de flequillo recto. A mi cuerpo delgado se habían adaptado aquellas tetas postizas como un guante, mis piernas se veían largas y perfectas, brillantes, suaves.

Aquella visión me hizo excitarme, entonces al no poder salir el pene de su encierro empezó a dolerme mucho. Tuve que llamar para que vinieran a asistirme. Vino una mujer que todavía no había visto, le explique lo sucedido.

  • Vaya, espera un momento que consulto con la doctora y vuelvo.

Aquellos cinco minutos fueron como una hora, finalmente volvió la enfermera.

-Bien, vamos a solucionar el problema. Túmbate boca abajo en la cama sin el albornoz.

Obedecí de inmediato, me dijo que levantara un poco la pelvis y en ese momento me aplicó gel lubricante en el ano. Yo me volví preocupado y vi el enorme consolador que traía con ella.

En ese momento me volví a excitar más y tuve que gritar del dolor que me supuso el nuevo intento de erección. Ella rápidamente me introdujo con delicadeza el instrumento y fue buscando el punto perfecto para darme el máximo placer en el mínimo tiempo. Fue rápido, ella metía y sacaba aquel aparato lentamente pero vibraba como un demonio y en pocos segundos por el orificio que tenia de salida apareció una eyaculación tremenda.

  • Bien, ya está resuelto de momento. Le dejo la medicina por si vuelve a aparecer la molestia. - Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Yo estaba muerto de éxtasis, entre el placer del orgasmo y la desaparición del dolor era una persona nueva. Nunca mejor dicho.

.. sigue