Familia VillaDuero. D. José, el padre.

D. José es un hombre adinerado, esposo y padre ejemplar...que tiene unos secretillos que ocultar

Episodio 5

—Venga dejad tranquilos los libros un rato y vamos a comer los tres juntos… os invito.

D. José, el padre de Carlos es un hombre que pasa de los cincuenta,  conserva  una buena planta, resultado de una vida fácil que le ha permitido no hacer nunca ningún ejercicio que no sea por deporte o por salir al campo de caza.  Es el cabeza de familia, es un hombre muy rico de cuna, que ha heredado privilegios por pertenecer a una estirpe de baja nobleza.

Carlos me ha advertido muy seriamente sobre su padre para que tenga cuidado con él. Todo el mundo sabe que sexualmente es muy voyeur, y que aunque puede ser despótico con el servicio, luego busca su perdón haciendo favores a las mujeres y si hay algún jovenzuelo lo busca para una buena mamada.

Sin duda lo que le pone mas es fingir que debe castigar a alguien por algún error supuestamente cometido por la victima que debe ser solventado con una buena azotaina. Lo que le lleva a revivir los castigos que le propinaba la abuela cuando era niño. ¡que zapatillazos en el culo tan intensos recibía sobre el regazo de su severa mamá! Y que burro dicen que se pone cuando tiene oportunidad de vivir situaciones parecidas.

En el restaurante, bastante lujoso por cierto, lo reciben como el buen cliente que es. Rápidamente nos conducen a una mesa situada en una zona más reservada y tranquila.

—Excelente elección, como siempre…D. José— dice el maitre después de tomar nota.

—De vino ..les pongo el de siempre, ¿no? — pregunta el camarero que nos atiende y que parece conocer al padre de Carlos de visitas anteriores.

­—Si, si… claro… el de siempre — afirma con rotundidad D. José — Para mi hijo y su amigo lo mejor de la casa!

Comemos el primer plato…el segundo…y vamos bebiendo vino. Antes del postre el caldo ha hecho efecto y tengo un buen mareo, pero entra tan bien…que no puedo dejar de dar sorbos a la copa de fino cristal que tengo delante. Quizás es el mejor vino que he probado…estar junto a esta familia me va a permitir darme unos lujos que de otra manera solo puedo ver en los demás.

—Y …bien, ¿Qué me podéis contar de vuestras conquistas?... ¿os lleváis a las chicas al apartamento?...yo a vuestra edad era un «donjuán reconocido» y un buen partido para todas las chicas— dice mientras se hincha de orgullo y vanidad.

—Tuve una juventud muy divertida y emocionante…me pasaba por la piedra todas las que podía y no eran pocas — añade sin pudor.

—Eso duró unos años… luego conocí a tu madre y la diversión se terminó…para siempre— afirma para convencernos de que es un esposo fiel y comedido, aunque se nota que es mas falso que un billete de cuatro euros.

—Tu, hijo mio…¿Cómo lo llevas?... follas mucho o sigues igual de “blando” que cuando eras pequeño.

—Alguna va cayendo… aunque ahora estoy muy centrado en los estudios— le miente sabiendo que su condición de gay no está todavía aceptada por su riguroso y carca padre.

Para desviar la atención de su persona, no se le ocurre otra cosa que meterme en medio de la conversación haciendo alarde de mis proezas, asignándose el papel de coparticipe de mis aventuras.

—Quique sí que es un ligón de cuidado. Anda cuéntale alguna de tus conquistas… cuenta aquella de la chica rellenita que vino acompañada de una amiga tuya— me anima a contar — vamos cuéntale a mi padre la historia que es muy divertida... o cuéntale como te has follado a una madurita que podría ser tu madre…jejeje.

Solo referir esos episodios me provoca un nudo en la garganta…si ellos supieran que la mujer mayor es la señora Julia, su esposa y su madre, y que la amiga de la chica rolliza es Marta…seguro que me mataban aquí mismo. Menos mal que no sospechan nada y creen que las protagonistas de las historias son mujeres de otras casas. Elijo la historia de una compañera de clase que tuve la suerte de poder follarmela durante un fin de semana que estuve solo en casa pues Carlos estaba en el pueblo.

Cuando mas interesante estaba la historia, D. José empezó a preguntarme por los detalles más morbosos y… me puso la mano sobre el muslo, al principio simulando un movimiento esporádico y casual, como para reforzar la confianza, mientras yo seguía contando mis peripecias con la chica. Luego fue moviendo la mano hacia mi entrepierna, sin dar motivos para la sospecha de su hijo presente en la mesa, me metió mano al paquete, acompañando su hazaña con una amplia sonrisa.

No supe reaccionar, me sentí atrapado…¿Qué pretendía D. José?... ¿al «hombre machote y varonil» héroe de mil conquistas le gustaba tocar mi polla?... no me lo podía creer… si decía algo seguro que lo negaría y se iría mi relación con la familia VillaDuero por el retrete. Tras sopesar los pros y contras le deje que jugara una rato con mi polla…eso si sin bajarme la cremallera…¡hasta ahí podíamos llegar!

Terminamos la comida sin más contratiempos, D. Jose pidió la cuenta, cuando el joven camarero la trajo le dejó una generosa propina, y muy discretamente le guiño un ojo a lo que el joven respondió con una amplia sonrisa. Meses más tarde me enteré que D. José había cambiado sus conquistas femeninas por chicos jóvenes… unos con apariencia aniñada como la que tiene su propio hijo, y no le hace ascos a otros bien musculados y peludos. Deduzco que le gusta tanto dar como recibir.

En el viaje de vuelta a casa, Carlos se acomoda en el asiento trasero, que es el que habitualmente ocupa cuando viaja la familia junta. Yo me asiento en el sitio del acompañante lo que aprovecha D. José para volver a meterme mano en cada una de las paradas que hace durante el recorrido. Lo hace con disimulo a escondidas de su hijo pero con mucho desparpajo como si fuera la cosa más normal del mundo.

—Ya hemos llegado…os dejo que todavía tengo que conducir un buen rato hasta estar de vuelta en el pueblo— afirma lo que me contenta mucho pues veo próxima mi liberación de su acoso.

—Quique… ¿puedes quedarte un momento?... quiero preguntarte una cosa y no quiero que Carlos se entere

—Papá… ya te he dicho que no necesito nada… no me compres nada especial para mi cumpleaños

—Tu déjame a mi… que para eso soy tu padre y tengo dinero para poder pagar lo que quiera— le responde con un cierto enfado.

En realidad lo que pretende es estar a solas conmigo y no sé qué más. Enseguida que Carlos desaparece escaleras arriba se abalanza sobre mí con intención de meter su mano debajo de mis pantalones. Me resisto aunque esto no lo detiene ni lo más mínimo.

—¿quieres que te haga una mamada? ¿quieres chupármela a mí? — me pregunta sin ningún pudor y saltándose todas las convenciones sociales. Parece que esta como loco…lleva un calentón tremendo.

No sé lo que habrá creído de mi… estoy viviendo con su hijo que es gay…me ha metido mano en el restaurante y yo no he rechistado…cuando me ha pedido que me quede con él, le he obedecido… seguro que cree que lo tiene fácil conmigo y querrá que le haga una mamada o algo así.

—Mire…D. José… a mi este rollo no me va… y espero que Ud. lo entienda— le digo tratando de apartar sus manos de pulpo.

—No me jodas…yo creía que tú…siendo tan buen amigo de mi hijo.

—No…D. José… perdone el equívoco…pero no me va nada, yo soy muy macho.

—Me has dejado descolocado. Sin embargo, no te preocupes… si no quieres…pues nada…lo dejamos y ya está. Eso si…me tienes que guardar el secreto… nadie de mi familia lo debe saber— vuelve a su asiento y añade —¿pacto de caballeros?

—Ok. Nunca nadie sabrá nada por mi boca. Puede confiar en mi…ni a su hijo ni a nadie contaré nada de lo que ha pasado ni de lo que sepa de Ud.

—Perdóname, oyendo vuestras historias me he puesto muy “burro” y ya ves lo que pasa… últimamente me pone mucho oír y ver lo que hacen otros…me he convertido en un “voyeur” — afirma como fuese una nueva virtud.

—Espiar al servicio me encanta, veo películas porno que me traen de Suecia…me gustaría mirar por un agujerito y ver follar a otras parejas, incluso me gusta mirar a escondidas cuando D. Julia se desnuda y se baña pensando que está sola.

—¿en serio?...¿espía a su esposa? — le pregunto muy sorprendido.

—Es lo que más me pone…mi esposa es muy fogosa y yo ya no tengo veinte años…así que ella tiene algunas “necesidades” que satisface ella misma en la ducha o en la cama. Me escondo para verla en acción…me pongo muy verraco, incluso me la imagino follando con otro tío…y eso me enciende todavía más.

Esta confesión  ha añadido presión a mi cabeza, siento que me va a estallar. Se ha formado en mi cerebro la imagen siguiente: Doña Julia sobre la cama en cuatro, yo detrás dándole duro, con fuertes embestidas y sonoras palmadas en la nalga, mientras que su esposo contempla la escena escondido tras la cortina de su dormitorio. Ufff… Ufff… se me ha puesto dura y no quiero que piense D. José que es consecuencia de sus tocamientos.

—Yo de esas cosas no se nada…soy un principiante y me dejo guiar por quien sabe, así que no se preocupe Ud. sus secretos están a salvo, y claro está que quiero que me enseñe.

En ese momento no creo conveniente informarle que su mujer ya me ha follado y que su hija Marta es una verdadera golfa, que le gusta follar más que comer, y que siente debilidad por mi polla. No sé si más adelante habrá ocasión de revelar este secreto y si en el fondo le gustará saberlo…creo que si.

—Bien hecho chaval…creo que nos vamos a entender bien… y yo te voy a ayudar con “tus cosillas”, será como tener un pupilo a quien enseñar y acompañar…ya que con Carlos no va a ser…lo haré contigo.

—Gracias …muchas gracias D. José… primero por aceptarlo y segundo por ofrecerme esta oportunidad.

—Bahhh… no seas tan escrupuloso… lo hago también por mi interés, quiero que me cuentes tus aventuras con las chicas, con esa mujer casada que me habéis dicho, y si conoces algún chico “guapo” que le vaya el rollo, que me lo presentes…haremos una buena asociación tú y yo…

—No se preocupe Ud… creo que nos vamos a llevar de coña… a los dos nos gusta mucho el juego y nos podemos ayudar mutuamente… y además Ud. tiene mucha pasta…jejeje… para facilitarlo todo— le digo para ponerle la miel en los labios y establecer alguna condición.

—Tengo varios amigos “guapos”, que estarán encantados de aceptar su ayuda y seguro que son muy serviciales. Un día quedamos y se los voy presentando…son colegas…y de confianza.

—Jajaja…que cabroncete eres…ya lo estoy deseando…jajaja, se me hace la boca agua.

—Bueno, ya que lo hemos aclarado todo…ahora me tengo que ir. Carlos estará arriba preguntándose por que tardo tanto.

—Si, si… vete ya — me dice fingiendo un gran esfuerzo de resignación — ¿y no te da tiempo de hacerte una pajilla delante de mí?... para que yo lo vea…jejeje…como sello de nuestro pacto.

—Es Ud. muy malo…dejémoslo para otro día…ya le buscaré un “pichoncito” para que se entretenga…mientras tanto podría pensar en comprarle un coche a su hijo para poder pasearnos por el campus…

—Eso está hecho… vosotros decidme la marca y el modelo y  yo me encargo del resto. Bienvenido a la familia VillaDuero… considérate de la familia.

—Muchas gracias D. José…haré todo lo posible por caer bien al resto de la familia —le digo sin revelar las relaciones que ya mantengo con su esposa e hijos.

Deverano.