Falsos técnicos violadores.
Una chica caprichosa que vive sola llama al técnico de servicio de cable sin imaginarse lo que le ocurrirá cuando él llegue. Ojo: contiene violencia y sexo forzado.
Domingo a las 11:40 a.m., Inés vive sola en su casa de dos pisos, tiene 26 años y acaba de levantarse; anda descalza y vestida solo con una camiseta blanca con un logo desteñido al frente; no le importa que se vean sus hermosas y bien torneadas piernas y su cuerpo casi perfecto. Tiene una tremenda cruda de la fiesta a la que fue el día anterior. Se acostó a las 4:50 a.m. enciende la cafetera y se vuelve a acostar, dejando caer su largo cabello negro sobre la almohada. Toma el control remoto del televisor y lo enciende. Sus ojos azules no entienden porque en el aparato se ven únicamente puntos y suena un horrible ruido de estática que le molesta. Intenta cambiar de canal y ve exactamente lo mismo; aprieta el botón de “mute” pues no soporta el ruido. Se levanta molesta, se acerca al aparato e intenta entender la maraña de cables que hay detrás a ver si moviendo alguno se mejora la señal… nada.
Caprichuda y consentida como ella sola, hace pucheros al ver que no podrá disfrutar de una tarde de domingo sola viendo televisión, que era su idea después de la fiesta-orgía del día anterior. Piensa unos segundos y decide llamar a la compañía de cable para ver que sucede con la señal. Escucha la clásica molesta grabación: “Gracias por llamarnos, su llamada es muy importante para nosotros, por favor no cuelgue”… después tres o cuatro largos minutos de anuncios de la programación de diversos canales de la compañía de cables… canales que ella no pude ver en ese momento le dirá a la persona que la atienda en la compañía, claro, cuando la atiendan y si es que la atienden en algún momento… otra grabación: “Le informamos que esta llamada puede ser grabada para fines de calidad en el servicio”… tres minutos más de anuncios y de nuevo: “Gracias por llamarnos, su llamada es muy importante para nosotros, por favor no cuelgue”… Inés hace cara de enojo y le grita al teléfono: ¡Si quieren dar calidad en el servicio y si mi llamada es importante, contéstenme!
Afortunadamente el teléfono es inalámbrico, así que cuando el café está listo, Inés puede apagar la cafetera y servirse una taza; derrama un poco y le cae en el pie derecho. Lanza un grito de dolor al sentir el líquido hirviendo en su pié desnudo. Cada vez se enoja más y piensa desquitarse con quien le conteste.
Después de 23 largos minutos de grabaciones y anuncios, se escucha la voz de un tipo del otro lado de la línea: “Gracias por llamar a su compañía de cable, le atiende David, ¿en que puedo ayudarle?” Inés está como energúmena y le grita al pobre chico: “¡¿sabes en que puedes servirme inútil?! ¿Sabes?!” El chico se saca de onda y apenas le contesta: “le ruego que no se moleste ni me insulte por favor” Inés sigue gritando: “¡Yo te insulto y te grito lo que me da la gana, estúpido, que para eso pago tu sueldo, muerto de hambre; ahora mismo me vas a escuchar!” el chico de nuevo suplica: “Mire, estoy para servirle, pero si insiste en insultarme tendré que colgar”; por lo que Inés de nuevo explota: “¡Mira idiota, ya estuve esperando casi media hora a que me contestaran, si no me atiendes ahora mismo te reporto con tu jefe y hago que te corran de ese estúpido trabajo que tienes! ¿Entendiste imbécil?”. El chico se queda callado unos segundos pensando en colgarle a Inés, pero decide atenderla mientras piensa como se vengará de ella.
Inés le vuelve a gritar: “¡Contéstame imbécil, no te quedes callado!”. David contesta –trinando de coraje, pero disimulando- : “Si, dígame en que puedo ayudarla por favor”. Inés le explica el problema y el chico le solicita información de su número telefónico, domicilio y nombre; verifica en su computadora la suscripción y que está al corriente en sus pagos; entonces le da indicaciones a Inés de que se acerque al decodificador, que lo desconecte de la corriente eléctrica, que lo vuelva a conectar, ella lo hace y prueba… sin señal aún, molesta, le indica a David que no funcionó, entonces el le pide que desconecte el decodificador de señal y la televisión de la corriente y también el cable que va del decodificador al televisor, que espere 20 minutos y los vuelva a conectar y que si con eso no se recupera la señal, entonces le vuelva a llamar. Inés enojada le dice: “¡Pero volver a llamar es esperar otros 30 minutos en el teléfono hasta que se te de la gana a ti o a alguno de tus tontos compañeros atenderme!”. Entonces David le dice que no se preocupe, le da otro número telefónico y le dice que en ese número el la atenderá de inmediato, pero que le llame en 20 minutos, porque el sale de trabajar a la 1:00 p.m. Inés, un poco más calmada le agradece y le dice que llamará en 20 minutos.
Inés, enfadada, hizo todo lo que David le indicó, desconectó los aparatos con bastante trabajo, pues era una maraña de cables la que había detrás y en lo que halló los indicados y entendió como quitarlos se tardó un poco, además que la espantosa cruda que traía hacía que y mientras pasaban los 20 minutos, se puso a leer una revista.
Entretanto, David hizo una llamada telefónica, le llamó a su amigo Enrique y le dijo que se le estaba ocurriendo un a idea para ir a coger con una vieja; le explicó lo que había sucedido con Inés y entre los dos planearon hacerle una visita. Enrique pasaría por él a la una de la tarde a su trabajo y de ahí se irían a la casa de Inés. David sabía que lo que le indicó a Inés que hiciera no resolvería el problema que tenía de señal, porque en su computadora vio que había una falla general en la zona donde ella vivía. Se rió para sus adentros imaginándose a la chica moviendo los cables sin saber que no lograría nada, eso era parte de su venganza por el trato que ella le dio.
Faltaban 5 minutos para la una de la tarde cuando sonó el teléfono de David, el vio el número y lo comparó contra el de Inés, vio que era ella y le contestó amablemente. Inés enfurecida le dijo que había hecho todo lo se le había indicado y no funcionó. David se aguantaba la risa y entonces le dice a ella que como no se resolvió el problema va a enviar unos técnicos a su casa para que chequen la falla. Inés aún enojada le dice: “¡Carajo, ¿cuánto se van a tardar?! ¡Porque vivo sola y súper aburrida y me urge!”. David le dice que lo espera un poco porque va a revisar la disponibilidad de los técnicos y le pone la grabación que ya Inés se sabe de memoria, ella hace gestos e imita con voz burlona los mensajes de la grabación. Entretanto, David ve que no hay técnicos cerca de la casa de Inés y no pasa ningún reporte ni anota nada en la computadora.
Unos segundos después, David le dice que le va a mandar unos técnicos de inmediato, que llegarán en 20 minutos y que apunte el número de referencia que le va a dar porque solo con ese número podrán los técnicos entrar a su domicilio. Inés toma papel y lápiz y apunta el número que le da él; ya más calmada se despide y le da las gracias.
A la una en punto llega Enrique en su camioneta por David, este antes de salir pide prestada una escalera y la sube a la camioneta; David le dice a Enrique la dirección y que se apure para sorprender a Inés. En el camino le explica todo su plan, ambos ríen y comentan que ojalá la mujer no se una “gorda fea y bizca” porque mejor ni entran.
Inés se apura a ponerse un short, se lava la cara, se peina y se maquilla un poco contra su voluntad, porque ella tenía planeado estar todo el día tirada en su cama viendo televisión semidesnuda y ahora tendrá que recibir a los técnicos en su casa y esperar a que arreglaran la falla.
Unos minutos después, Inés escucha el timbre de la puerta y va a abrir; antes de hacerlo, por seguridad, pregunta quién es y el número de referencia. Enrique le contesta (acordaron que David no hablará para evitar que Inés reconozca su voz) “somos del servicio de cable, el número es…” Inés abre con toda confianza y deja entrar a los dos chicos vestidos con una playera que tiene el logo de la compañía de cable, jeans, gorra y anteojos oscuros. Ellos preguntan donde está el decodificador, Inés los lleva a su recámara; ellos intercambian miradas y sonrisas sin que ella los vea; su plan no podía ir mejor, además de que ven que Inés está buenísima. Al entrar a la recámara se dirigen a la televisión, colocan su caja de herramientas en el suelo y hacen como que revisan; desconectan cables, los vuelven a conectar, apagan, prenden, se agachan, se levantan, se hablan entre susurros mientras Inés los ve sentada en la cama. Enrique se dirige a ella y le pregunta si pueden subir a la azotea porque necesita revisar la conexión donde entra el cable. Ella se levanta y le dice que la siga; ambos salen.
Cuando se van, David abre la caja de herramientas y saca de ella cinta para empaque, sogas y un par de navajas grandes.
Enrique sube con Inés a la azotea; ella está un poco preocupada porque el otro chico se quedó solo en su habitación y le da miedo que le robe algo; así que deja a Enrique y regresa a la recámara. No se da cuenta que Enrique la sigue en silencio.
Cuando Inés llega a la recamara, entra y ve a David de frente… ¡completamente desnudo, excepto la gorra y los anteojos! Asombrada, va a gritarle, pero en ese preciso momento Enrique la toma desde atrás y le tapa la boca; el factor sorpresa ayuda a que ella no atine a defenderse. Entonces David rápidamente toma a Inés de las piernas y entre los dos la llevan a la cama. La colocan boca abajo y mientras Enrique la sostiene, David toma ambas manos de la chica y se las ata atrás; le da a Enrique un trozo de cinta y él lo utiliza para taparle la boca a Inés que se retuerce tratando de que la suelten; está entre indignada y asustada por lo que está sucediendo, pero no piensa hacerles las cosas fáciles a los dos tipejos.
La voltean boca arriba y Enrique se monta sobre su estómago; le enseña una navaja y le dice amenazadoramente: “Mira pendeja, aquí mi amigo y yo vamos a divertirnos un buen rato contigo y más vale que te estés quietecita, sino, cuando terminemos te voy a enterrar este fierrito en el culo hasta que te desangres; así que flojita y cooperando si quieres seguir viviendo, ¿oíste?”. Inés está muy asustada y solo atina a mover la cabeza afirmativamente. Enrique se baja de la cama y entre los dos comienzan a desnudarla; fácilmente le quitan los tenis y el short; con una navaja le rasgan la camiseta y la dejan completamente desnuda. Inés quiere gritar o correr, pero está inmovilizada y a merced de los sujetos. David le dice al oído a Enrique que quiere quitarse la gorra y los anteojos y le sugiere que le venden los ojos a Inés; él está de acuerdo y rompe la camiseta de ella de tal forma que fabrica una venda; levanta la cabeza de Inés y se la pone. Entonces ellos con más libertad se quitan las gorras y los anteojos oscuros.
Como no estaba incluido en el plan vendar a Inés, los chicos platican entre ellos si será mejor cogérsela de una vez entre los dos o si pasan uno por uno. Ven que tienen tiempo de sobra, así que deciden gozarla uno por uno despacio. A David se le ocurre que mientras uno está con Inés el otro puede aprovechar para juntar cosas de valor de la casa y llevárselas “de recuerdo”. Enrique está de acuerdo; le dice a David que tiren un volado para ver quién se coge primero a Inés, pero este último le contesta que él ya está desnudo y Enrique puede ir subiendo las cosas a la camioneta pues está vestido. Enrique ríe amigablemente y le dice a David que “le da chance”, pero que le apure porque “la vieja está muy sabrosa y ya tengo la verga bien parada”. Él se sale dejando a David solo con Inés.
David también tiene la verga parada en toda su extensión, pero quiere disfrutar del perfecto cuerpo de Inés, además de que quiere vengarse de las humillaciones e insultos que ella le hizo por teléfono; así que se toma una navaja, se acerca a Inés y la coloca en su cuello; siente como la chica brinca del susto; él va recorriendo el cuerpo de ella con la navaja; disfrutando con el miedo y los gemidos apagados de la chica. Inés no sabe que hacer, piensa que si se opone la van a matar, pero tampoco quiere ser violada, puesto que, aunque es una mujer sensual, cachonda y a la que le gusta el sexo, no le agrada ser forzada como a ninguna mujer; pero rápidamente evalúa la situación y se da cuenta que no puede hacer nada; está sola, desnuda y atada en su cama con dos tipos que no conoce y que nadie más sabe que están con ella más que el chico con el que habló en la mañana por la falla del cable. Ni siquiera se imagina que David es el que está allí en ese momento, por lo que decide quedarse muy quieta y esperar que suceda algo que haga que los tipos se abstengan de violarla. “Ojalá llamara alguno de los chicos con el que cogí anoche en la orgía o alguien de la compañía de cable”, piensa. Por cierto que ni siquiera recuerda los nombres de ninguno de ellos, aunque a todos les dio su número telefónico.
David pasa la navaja por las tetas de Inés y las pica un poco, le agrada que ella brinque, luego sigue por su vientre y las piernas, baja el arma hasta sus pies y la vuelve a subir, con una rodilla la obliga a abrir las piernas y pasa la navaja por dentro de sus muslos hasta llegar a su concha. Toma una pequeña mata de vello púbico, la levanta y comienza a cortarla con la filosa navaja. Inés empieza a sudar y temblar, preocupada por lo que el chico hace. David, tratando de disimular la voz le dice: “No tiembles mamacita, ya temblarás cuando te la meta y te vengas junto conmigo”. Inés sabe que ha escuchado esa voz antes, pero no la ubica y en ese momento es lo que menos le preocupa.
David termina de cortar el vello y lo avienta encima del cuerpo de Inés. Los pelitos se desparraman y David se queda embelesado viendo el cuerpo de ella. Decide que ya es tiempo de follársela y se sube a la cama; mete sus rodillas en medio de las piernas de ella para que las abra, dirige su verga a la entrada de la vagina de ella y sin más ni más empieza a metérsela con fuerza, salvajemente. Inés se queja dolorosamente, pero solo se escucha un: “¡Mmmmmmmggggg!” eso le agrada a David, sabe que la está haciendo sufrir y disfruta de su venganza por la humillación recibida; sabe que ese momento es único y decide disfrutarlo con todo, además de que el cuerpo de Inés es una hermosura; bronceada, de tetas firmes y redondas, vientre plano, piernas torneadas y fuertes, nalgas redonditas y bien paradas, un monte de Venus pachoncito y velludito y sobre todo, una panocha apretadita y suave que en ese momento estaba volviendo loco a David, que jamás había tenido una hembra así y sus traumas le impedían acercarse a las mujeres, por eso había planeado la venganza en contra de Inés, porque siente mucho odio hacia ellas y más por la forma en que ella se comportó.
David metió su verga hasta el fondo de la panocha de Inés y luego empezó a bombear con fuerza, entrando y saliendo de ella salvajemente, disfrutando con su dolor; luego empezó a lamerle las magníficas tetas; las lamió, las chupó, las mordisqueó sin dejar de moverse adentro y afuera de ella, luego dejó su verga adentro y se movió en círculos, lo que provocó que Inés se quejara aún más porque era más doloroso que cuando solo entraba y salía. “¡Mmmmnnnnngggg!”, volvió a escucharse. David imprudentemente acercó su boca al oído de Inés y le susurró: “Te esta gustando, ¿verdad mamacita?” error fatal. Inés reconoció la voz del tipo con el que había hablado por teléfono a la compañía de cable y aunque no podía hacer nada en ese momento, supo que lo atraparía.
David gozó el cuerpo de Inés como quiso, cuando estaba a punto de venirse, se salió de ella y esperó un poco, una vez que se controló, la colocó de lado y se acostó detrás de ella; le levantó una pierna y la penetró desde atrás por la panocha; con la mano libre le acarició y pellizcó una teta, jugueteando con el pezón.
David sudaba copiosamente por el esfuerzo y el goce; Inés sudaba y lloraba por el dolor, también se quejaba pero la cinta no permitía que sus gritos se escucharan. Suplicaba que se detuviera, pero era inútil, David estaba como loco y a ella nadie la escuchaba pedir auxilio. ¡Mmmmnnnnnggggg pppppppppppppffffffffffff!
David cada vez empujaba más fuerte, seguía entrando y saliendo de ella salvajemente; estaba a punto de venirse cuando la puerta de la recámara se abrió y entró Enrique. David se salió de Inés por el susto y no se vino. Enrique le dijo: “Pensé que ya habrías acabado, te tardas un buen”. David le responde: “Ya iba a acabar, pero me espantaste guey”. Enrique le hace señas para que se calle y David entiende, espera que Inés no se dé cuenta de quién es él, demasiado tarde. Enrique le dice que se apure y se empieza a desvestir. David se levanta y se acerca a él; le dice al oído: “Se me acaba de ocurrir una idea, tu cógetela y yo hago que me la mame para acabar en su boca, ¿Cómo ves?”. Enrique ya desnudo sonríe y le dice que esta bien, pero que no la deje gritar. Ambos se acercan a la cama y Enrique le dice a Inés, pasándole la navaja por el cuerpo: “Te vamos a destapar la boca, pero solo para que le mames la verga a mi amigo, si se te ocurre gritar, te entierro la navaja en el culo, ¿entendiste putota?”. Inés, aguantándose el asco y la furia de saber que la iban a humillar de esa manera, tuvo que asentir de nuevo.
Así que jalan a Inés hasta la orilla de la cama y Enrique se sube a ella, le abre las piernas a Inés y comienza a meterle fuerte la verga por la panocha, mientras David colocado junto a la cama le arranca de un jalón la cinta, haciéndola llorar más, todavía se le ocurre decir despacio: “Depilación instantánea”; Enrique se ríe del chiste y David de inmediato toma el cabello de Inés y mete su verga en la boca abierta de ella. Inés siente deseos de mordérsela, pero no quiere perder la vida y lo piensa un poco más, decide mejor obedecer y comienza a mamarle la verga como ella sabe hacerlo, ya tiene experiencia en el trabajo y quiere que David se venga pronto para que la deje en paz.
David entra y sale feliz de la húmeda cavidad y dos minutos más tarde se viene y le sostiene la cabeza a Inés obligándola a tragarse el semen; ella tiene asco y casi vomita, pero se lo traga casi todo, un poco escurre por la comisura de sus labios y su barbilla, pues la venida de David es fenomenal. Él aprieta la cabeza de ella contra su vientre, haciéndola tener toda su verga adentro de la boca. ¡Ggggggg! Se escucha la queja de Inés. David se queda así unos segundos, aún cuando su verga ya está flácida hasta que por fin le suelta la cabeza y se retira con su verga chorreante. Inés aprovecha su boca libre para suplicar como niña mimada: “Ya por favor, ya no, ay déjenme por favor se los suplico, ay, ay, uf, uf, uf”. Enrique se ríe y le dice: “No mamita, hasta que acabe, gózalo, te va a gustar y cállate si no quieres que te vuelva a amordazar o te clave la navaja en la panocha”, Inés entiende que no puede hacer nada y se queda callada, pero se queja cada que Enrique se la mete… “mmm, mmjm, ayyy”.
Ni Enrique ni David se dan cuenta de que con el movimiento a Inés se le mueve la venda y por un hueco alcanza a verlos; a Enrique en primer plano cogiéndosela y a David detrás de él viendo como el otro se la coge. Decide grabarse muy bien sus rostros para después.
Enrique le dice: “Creo que ya estás muy cogida por la panocha, se te abre mucho, mejor voy a perforarte por tu otro agujerito, el de atrás”. David hace cara de morbo e Inés empieza a suplicar: “¡No, no, por favor, por ahí no, me va a doler, no, por favor, soy virgen de ahí, te lo suplico!”. Eso excita más a Enrique, pues aunque es mentira que Inés es virgen del culo, él no lo sabe, ella lo dijo para ver si él se compadecía, pero fue contraproducente porque lo excitó más.
Enrique se baja de la cama y le dice a David: “Tápale la boca no vaya a gritar”. Él toma cinta y corta un pedazo muy largo, se acerca a Inés que sigue suplicando: “¡No, no, no, detente, no, por favor se los suplico!” pero de nada valieron sus súplicas, David le puso la cinta en la boca y le dio dos vueltas alrededor se su nuca. De nuevo se apagan sus súplicas: “¡Mmmmnnnnggggg! ¡fffffmmmm!”.
Entre los dos voltean a Inés, que se retuerce tratando de evitarlo, pero David la sostiene con fuerza y Enrique se sube de nuevo a la cama; abre las piernas y las nalgas de ella, escupe en medio de ellas y coloca su verga en la entrada; empieza a empujar ante el dolor de ella que se queja: “¡Mnnnnnnn!” a David se le desorbitan los ojos al ver como la tremenda gruesa verga de Enrique comienza a abrirse paso en el redondo culito de Inés. Él se pone rojo por el esfuerzo, pero logra penetrar y mete su verga hasta el fondo, haciendo llorar a Inés de nuevo.
Una vez adentro, Enrique se detiene unos segundos y luego empieza a bombear, gozando como nunca el culito apretado de ella. Entra y sale, entra y sale, entra y sale un sinnúmero de veces, luego siente que el ano de Inés se ha convertido en una suave funda para su verga y lo hace gozar más. Tarda más de veinte minutos en venirse, lo que hace que a Inés se le haga eterno y sienta demasiado dolor y coraje. Cuando Enrique se viene lo hace de una manera espectacular, grandes chorros de semen entran en los intestinos de Inés.
Enrique se baja e Inés está a punto de voltearse cuando siente que no puede hacerlo, pues David sigue sosteniéndola, ya que cuando vio como Enrique se la cogió por el culo, se le volvió a parar la verga y quiso hacer lo mismo, así que cuando su amigo se bajó, el se colocó en su lugar y rápidamente metió su verga en el adolorido culo de Inés, el cual está lleno de una mezcla de sangre y semen. Ella trata de evitarlo, pero de nuevo no puede hacer nada y solo se queja cuando siente el duro pene como hierro caliente entrando en su ano: “¡Mmmmmnnnnnn!”.
David decide hacerlo despacio para gozar el mayor tiempo posible del culo de Inés y para hacerla sufrir más, por eso empieza a bambolearse lentamente, metiendo su verga hasta el fondo y sacándola luego también muy despacio. Inés se desespera porque siente que así se va a tardar horas en terminar y empieza a agitarse. David se da cuenta que ha logrado su cometido al desesperarla, pues sabe que ella es así desde que la atendió en el teléfono y sonríe maliciosamente. Enrique ve la escena sentado en un sillón rosa que tiene Inés en su recámara, le dan ganas de orinar así que va al baño, luego regresa, se viste y empieza a hurgar en los cajones del tocador y del clóset con el fin de llevarse más objetos de valor; toma todos los anillos, aretes y collares que encuentra, así como la ropa que le parece de mejor calidad, incluyendo abrigos y chamarras.
David sigue ensimismado con los ojos cerrados entrando y saliendo del culo de Inés despacio, con calma, casi con parsimonia ante la desesperación de Inés que además se da cuenta de que le están robando sus cosas y quiere evitarlo, pero nada puede hacer y se lamenta por haber sido tan estúpida de haber dejado entrar a dos tipos sin confirmar con la compañía de cable. Ahora solo quería que acabaran para que se largaran y poder denunciarlos.
Pasaron 20 minutos y David seguía con el mismo ritmo lento, pasaron otros diez minutos e igual y luego otros diez y seguía igual. Ya Enrique había sacado todo lo que encontró de valor o le gustó y se fue a la sala a ver la tele, que para ese entonces ya tenía señal.
Una hora y dieciséis minutos después, David siente que le llega el orgasmo y suelta toda su leche dentro del culo de Inés, con una venida tremenda que hizo que el semen de nuevo llenara los intestinos de la chica.
David se bajó, se sentó en el silloncito rosa a contemplar lo que había hecho con Inés y sonrió. Inés no se mueve, le duele demasiado el cuerpo, la vagina y el culo, después de haber cogido un día antes durante varias horas, estar cruda y luego ser cogida a la fuerza por dos patanes, se siente demasiado cansada para moverse.
David sale desnudo y va a buscar a Enrique, lo encuentra dormido en el sofá y decide ir a seguir humillando a Inés. Regresa a la recámara y ve que Inés sigue en la misma posición. Piensa unos minutos y va de nuevo a la sala, busca en una de las cajas que Enrique llenó con cosas y encuentra la cámara digital de Inés; regresa a la recámara y comienza a tomar fotos de la chica desnuda, la toma de varios ángulos, la hace moverse y abrir las piernas para tomarle fotos de la panocha. Inés no hace nada, solo escucha los clics de la cámara y se deja mover como David quiera, se ha abandonado a esperar a que se vayan.
David termina su sesión de fotos y se acuesta en la cama junto a Inés, se pone a ver las fotos en la pantalla de la cámara y sin darse cuenta se queda dormido. Inés intenta levantarse, pero no puede; se siente muy cansada y poco a poco también se duerme.
Enrique despierta primero y se da cuenta de que ya oscureció; se levanta y va a la recámara; encuentra a David dormido abrazando a Inés y a esta misma dormida boca abajo; de nuevo se le antoja al verla atada, amordazada y vendada, así que despierta a David y le propone que se la cojan por última vez, pero juntos, este acepta y entonces David se acuesta en la cama, mueven a Inés colocándola en posición para que se clave en la verga parada de él; ella medio despierta y no entiende que sucede; de repente siente como la verga de David empieza a penetrarla y recuerda todo; intenta quitarse, pero no puede moverse, ellos la forzan y la colocan sobre él; la empinan y Enrique se coloca detrás de ella, coloca su verga en posición y comienza a metérsela también, de nuevo ella se queja: “¡Mmmmmm mmmmmm gggggg MMMM NNNNN!”, pero nada puede hacer; las vergas de los dos chicos ya están entrando y saliendo de ella por ambos lados, provocándole un ardor inaguantable. Inés se mueve tratando de sacárselas, pero solo logra que ellos sientan mayor placer y crean que se mueve por que le gusta, así que se las meten con más fuerza, lo que le provoca mayor dolor y empiezan a escurrir de nuevo lágrimas de sus hermosos ojos.
Las vergas entran y salen sin compasión, David termina rápido, solo cinco minutos bastaron para soltar su leche dentro de la vagina de Inés, se sale de abajo de ella y, viendo lo que hace Enrique, toma la cámara y toma fotos de la cogida que le está dando por el culo. Enrique tarda un poco más, cerca de 15 minutos, pero de igual forma suelta toda su leche dentro del culo de Inés.
Cuando Enrique se sale, Inés queda desmadejada en su cama, como una muñeca rota; no podía más. Enrique y David se vistieron, este último se sale y empieza a poner lo que se robaron en la camioneta y el primero se acerca a Inés; le dice: “Ya nos vamos mamazota, la pasamos muy bien contigo, pero te quiero decir varias cosas: primero, no vayas a ir de chismosa con la policía ni con nadie porque venimos a partirte tu madre con más cuates y después de partírtela te cogemos otra vez, ahorita que te soltemos te esperas quince minutos antes de moverte de la cama, porque si te mueves antes y te vemos, te clavamos las navajas para que te desangres, ¿entendiste pendeja?” Inés dijo que si, pero aún no sabía que haría.
Enrique la desata y le ata una sola mano a la cabecera de la cama; luego sale corriendo.
David y Enrique se van corriendo, suben a la camioneta y arrancan rápidamente con un rechinido de llantas; mientras, Inés trata de deshacer el nudo que Enrique le hizo; cuando por fin se desata, se quita la venda y la mordaza. Se queda sentada desnuda en su cama sin saber que hacer. Decide no ir con la policía, piensa que será más difícil para ella demostrar la violación y sabe que es más humillante pasar por todo el proceso. Sabe como vengarse cruelmente y no piensa descansar hasta lograrlo. Se mete a bañar para quitarse la suciedad que sentía y luego se duerme, al día siguiente tiene que trabajar.