Falsa novia xii final

Creo que hemos arruinado una boda.

Sam cerró la puerta.

  • Creo que hemos arruinado una boda. - Miraba a Vico con una sonrisa pícara.

  • No seas cruel, ella estaba muy ilusionada.

  • Sí, pero no enamorada.

  • No la culpes. Pobre chica…

  • Le hemos hecho un bien. No va arruinar su vida por ese tonto.

  • Es verdad… - Sam ya se había posicionado junto a Victoria, rodeando su cintura con sus brazos y balanceándola de un lado a otro lentamente.

  • Entonces… - Decía juguetona.

  • Entonces… - Respondía Vico igual. No podía creerlo, ahí estaba, junto a la mujer de la que huyó hace unos años, abrazándola y coqueteando como dos adolescentes. - Te amo mucho.

  • ¿Ah sí? - Sam levantó un ceja. - ¿Cuánto? - Vico sonrió ante la actitud de su novia.

  • Déjame pensar… - Vico tomó de la mano a Sam y la dirigió a la cama. - No sé, ¿de aquí a casa? - Sentó a Sam en la cama.

  • ¿Tan poquito? - Decía Sam, hipnotizada por la otra.

  • Es verdad… - Se subió sobre Sam. - De aquí a… ¡China! - Dió un beso rápido en los labios de la otra.

  • Me sigue pareciendo poco. - Sonreía como boba.

  • Eres muy exigente. - Vico hizo una señal para que Sam se pusiera en medio de la cama aún sentada, y con ella encima. - De aquí a… - Dejaba otro beso. - No hay medida Sam. - Se puso seria y tomó la cara de la chica. - No sé decirte hasta dónde porque no puedo medirlo, sólo puedo sentirlo, y diablos, siento demasiado por ti. - Sam se abrazó de Vico.

  • Yo también te amo. - Los besos cortos se acabaron y dieron lugar a uno con más urgencia. La lengua de Sam se hundía en la boca de la morena, disfrutando de la calidez con la que la recibía. Sam pasaba sus manos por el cuerpo de Vico, y ésta clavaba sus dedos en el cabello de Sam. Había hambre y lujuria en aquel beso, y lo mejor de todo es que no estaban fingiendo para nadie.

Se separaron un momento viendo como sus respiraciones eran aceleradas y torpes. Vico sonrió.

  • Para mi siguiente acto, requiero que te quites los pantalones.

  • Uy, empieza la magia. - Sam obedeció inmediatamente quedando en ropa interior.

  • Eso fue rápido. - Se rió Vico, quien lentamente se fue quitando la blusa y los pantalones. Volvió a acomodarse sobre Sam, abrazando con sus piernas su cuerpo.

Nuevamente comenzaron a besarse, pero a diferencia de hace rato, esos besos eran lentos, profundos. Vico acariciaba el cuello de Sam, su cara, su cuerpo, mientra hacía movimientos de atrás hacia adelante, rozando su sexo con el de la otra. De la nada, sus dos manos apretaron el trasero de Sam, provocando que el roce entre sus centros fuera más fuerte y haciendo a Sam gemir. Sus lenguas se exploraban con paciencia, no había ninguna prisa por acabar el momento. Sam se dejó caer lentamente, con Vico aún encima que seguía moviéndose lenta y peligrosamente. Entonces, de la nada se separó bruscamente de Sam.

  • Esto podría ser un sueño.- Vico jadeaba con la mirada llena de pánico.

  • Por supuesto que podría. - Respondía con una sonrisa de medio lado, disfrutando de la vista.

  • No, no Sam. Oh por Dios, pellizcame para saber que es real. - Vico sin duda seguía temerosa de la pesadilla que había tenido.

  • ¿Qué?

  • Hazlo por favor, esto es demasiado perfecto, no puede ser real. - Sam sonrió con ternura ante las ideas de la maestra.

  • Ok, ok, pero en lugar del pellizco, tengo una mejor idea. - Vico no tuvo tiempo para replicar cuando una sonora nalgada se instaló en su glúteo izquierdo, haciéndola gemir y saltar por la sorpresa. - ¿Suficientemente real para ti? - Sonriente.

  • Perfecto. - Respondió y volvió a lo suyo. - No puedo dejar de tocarte. - Le dijo separándose para tomar un poco de aire. - Me he vuelto… una adicta. Te necesito siempre.

  • Y yo a ti. - Sam la tomó del cuello para acercarla nuevamente y recibir su lengua gustosa. Pequeños gemidos salían de la boca de ambas.

Vico volvió a separarse y bajó un tirante de Sam, descubriendo uno de sus senos. Se saboreó y lo tomó un pezón con la boca, haciendo que Sam se retorciera de placer sobre su espalda. Le sabía dulce, a gloria. Lo soltó haciendo un sonido de ventosa y volvió a besar a Sam.

La mano de Vico fue bajando, acariciaba el vientre de Sam, luego los vellitos del pubis, hasta instalarse en el sexo de la médico, que comenzó a acariciar. Ante esta acción, Sam dejó de besar a Vico para gemir en su boca.

  • Vi… Vico… Ahhh…

  • Shh… - Indicaba Victoria mientras acariciaba el clítoris de la otra. Sam abría sus piernas y levantaba las caderas contra ella. Y volvió a besarla. Vico vio que Sam estaba  mojada, y fue tentando poco a poco su entrada con un dedo, para lo cual Sam gimió. Metía y sacaba, las caderas de Sam pedían más, y Vico se lo dio introduciendo uno más. Al sentir esto, Sam se apoderó de un labio de Vico y la mordió, haciéndola gemir.

El meter y sacar iba subiendo de intensidad, los gemidos de Sam cada vez eran más altos, y Vico seguía besándola como si no hubiera mañana. Sam acariciaba sus senos para una mayor estimulación y Vico, al verla, gimió también. Entonces sintió como las paredes de Sam se contraían a su alrededor.

Sam se puso rígida, se abrazó del cuello de Vico, y luego de una ligera convulsión, se soltó para seguir besándola.

  • Eso fue… estoy sorprendida. - A Sam le faltaba el aire.

  • De nada amor. - Se reía Vico. mientras se acomodaba a lado de Sam.

  • Espera, no creas que eso fue todo. Yo aún quiero jugar. - Sam se puso encima de Vico, en cuatro. Arrancó el sostén de la misma y contempló esos hermosos pechos que le encantaban. - Te lo juro, son de campeonato. - Vico sonrió sonrojada. Comentarios como aquel nunca la iban a aburrir. Sam la besó. Su frente, su nariz, su boca, sus mejillas, el cuello, los pechos, y en estos se tomó su tiempo. Enredaba su lengua alrededor del pezón de manera experta, sin descuidar al otro que estimulaba con la mano. Lo torcía de tal manera que le sabía delicioso a Vico, lo jalaba. Con la boca lo mordía y lo atraía a ella.

Vico se retorcía, jalaba las sábanas. Y quería más.

  • Sam…

  • ¿Sí?

  • Dámelo.

  • Pídemelo amor.

  • Quiero… llegar.

  • Esa es mi chica. - Sam siguió su camino, obedeciendo a Vico. Besó ahora su abdomen, y llegó a la cadera. donde se detuvo para bajar las bragas de la morena. Las terminó lanzando a una esquina de la habitación y regresó a lo suyo, plantando besos y ligeras mordidas en los muslos de Vico, que clavaba la cabeza en la almohada muerta por la expectativa, gimiendo y suspirando..

Sintió la boca de Sam completamente abierta sobre su clítoris. Vico soltó una maldición que bien pudo haber resonado en toda la mansión. Luego sintió un lametón por todo su sexo, y casi se desmaya del placer. Vico estaba empapada, y Sam estaba sedienta.

Sam continuó con su tarea, su lengua se paseaba por los pliegues de Vico, recogiendo los rastros de sus fluidos para bebérselos como si de un elixir se tratase.

La electricidad que emanaba de su centro al resto de su cuerpo fue tal que Vico sintió como si se saliera de su cuerpo. Gimió tan alto que sitió que se le salía el alma por la intensidad.

  • Mierda. - Dijeron las dos al mismo tiempo, dejándose caer sobre la cama. Luego se miraron y comenzaron a reírse. Sam pasó su brazo alrededor de la cintura de Vico y la arrastró lo más cerca que pudo a su cuerpo para besarla. Paseó su lengua por los labios de su ahora Vico, y ocupó su boca explorando la de la otra.

  • Te amo. - Le susurró.

  • Yo te amo. - Respondió Vico. Volvieron a sonreír y se entregaron al sueño.


knock knock

Vico abrió perezosa los ojos. Se estiró de a poco. Seguía cansada, y sonrió al recordar por qué. A su lado descansaba su ahora novia, con todo el cabello en la cara y la boca entrabierta con un hilillo de baba. Vico sonrió.

knock knock

Frunció el ceño. ¿quién podría estarlas molestando justo ahora? Tomó una bata y se la colocó para disponerse a abrir.

La hermana de Gerardo, Lucía, estaba en el marco de la puerta, con un elegante vestido.

  • Ya veo de dónde venía el escándalo. - Decía, mirando en dirección a Sam. Vico se sonrojó. - Mi hermano casi manda a investigar qué sucedía, menos mal lo detuve, jajajaja.

  • ¿Qué pasa? - Vico quería que la chica se fuera.

  • Ah, sí, emm… La boda es en unos minutos. No aparecían y Gerardo se puso como loco.

  • ¿Habrá boda?

  • Por supuesto.

  • ¿Por qué nos quiere tu hermano ahí?

  • No lo sé, pero no te preocupes, no creo que tenga planeado hacer alguna estupidez. - Vico miró pensativa a la chica, ¿qué tan de fiar era?

  • Bajaremos en un momento.

  • Ok, nos vemos. - Antes de dar media vuelta, Vico llamó a la chica.

  • Lucía, emm… yo… quería disculparme por mi comportamiento. Me porté muy grosera contigo ayer y…

  • No tienes por qué hacerlo Victoria. No soy rencorosa. - Guiñándo. - Las espero abajo.

Vico suspiró. Bien, probablemente lo más sensato era tomar un ducha. Sonrió para sí misma y entró al baño.

Al salir se encontró con Sam sentada en la cama.

  • Hola. - Saludó tímida.

  • Hola. - Sonrió Sam.

  • Deberías tomar una ducha, hay una boda a la que debemos asistir. - Sam se dejó caer en la cama.

  • ¿Hay boda?

  • Estoy tan sorprendida como tú. Anda… - Vico fue jalada de la mano, dejándo caer su toalla y cayendo de lleno sobre Sam.

  • ¿Y si nos quedamos todo el día en la cama? - Susurró la médico en la boca de Vico, haciéndola sonreír.

  • Creeme que lo consideré, hasta que vino Lucía a decirme que Gerardo quería decirnos algo. - Y se puso de pie.

  • Viniendo de él, no debe ser algo bueno. - Sam se cruzó de brazos.

  • Vamos Sam. Es por eso que vinimos, ¿recuerdas?

  • ¿No vinimos sólo para enredarnos? - Juguetona.

  • También eso, pero principalmente la boda. - Sam torció los ojos y finalmente se puso de pie.

Ambas entraron la sala donde la ceremonia se llevaría a cabo. Sam estaba nerviosa, diferencia de Vico.

Victoria había comprobado que Sam la amaba, con sus acciones, sus palabras, con la forma en cómo la miraba. Ya no tenía dudas, y por tanto, ya no tenía miedo. Apretó la mano de Sam, que al sentirla, levantó su mirada y sonrió.

Tomaron asiento. Inmediatamente la música nupcial, ofrecida por una pequeña orquesta en la orilla de la sala, comenzó sonar.

Nadie aparecía. Ni Gerardo, ni la futura novia.

De pronto, al final de la fila donde estaban las chicas, apareció nuevamente la hermana del novio.

  • Sam, ¿tienes un momento?

Sam entró a una habitación, con Vico aún de su mano.

  • Por fin. - Decía Gerardo. Sam paró en seco, pero luego ubicó al lado del hombre a Karen. - ¿Qué hace ella aquí? - Refiriéndose a Vico.

La chica propinó un codazo a su novio. - Como sea…

  • ¿Ahora qué Gerardo?

  • Lo siento…

  • Si esta es otra de tus… ¿Qué?

  • Lo siento, ¿ok? Lo siento. No debí chantajearte ni traerte de la manera en la que lo hice. Tenía miedo. - Giró para ver a la chica en vestido de novia. - Tenía miedo de equivocarme, de que ésta fuera sólo otra decisión estúpida entre todas las que había tomado, un juego más. Pero luego me di cuenta que alguien iba a terminar con el corazón roto, y me viniste a la mente. Todo iba a ser más fácil si aparecías y ella se convencía de que la culpable de que éste compromiso se rompiera eras tú.

  • Ok, no sé de qué manera crees que esto está arreglando la situación…

  • No he terminado. - Interrumpió el muchacho. - Entonces, esta mañana se presentó ante mí, decidida, y mirándome como sólo ella me mira, y me dijo que no podíamos casarnos. - todas escuchaban atentas. - Dijo que ella no podía obligar a alguien que no la amaba pasar su vida juntos. Que no me preocupara, porque ya encontraría a alguien más. Y… bueno, tuve más miedo que antes. Ésta mujer, segura de sí misma, independiente, y hermosa como ninguna no iba a tardar en conseguir a alguien mejor que yo. Y sentía morirme. Alguien que la viera recién levantada y notara esas pecas que odia tanto. Que disfrutara con cada una de sus sonrisas al deleitarse con sus hoyuelos. Que se perdiera en lo profundo de su mirada. El corazón se me partió. Y estoy mal, pero, bueno, abrí los ojos. La amo. - Tomando la mano de Karen. - Me siento estúpido porque necesité todo este enredo para que me quedara claro, y por eso también te debo una disculpa, Karen. Te amo. Y entenderé si aún quieres cancelar este compromiso. - La chica en vestido de novia luchaba para que las lágrimas no le arruinaran el maquillaje.

  • Te amo Gera, y aún quiero casarme contigo cielo. - Abrazó al muchacho para besarlo.

  • Disculpa aceptada. - Se adelantó Vico. - Nosotras también aprendimos mucho de este viaje, y no estamos para juzgarte. ¿Verdad que aceptamos sus disculpas Sam?

  • ¿Qué? - La médico quiso replicar, pero la mirada de Vico la hizo cambiar de opinión y sonrió. - Quiero decir, sí. Disculpado.

Gerardo tomaba a Karen de la mano. Y salieron para finalmente iniciar la ceremonia.


El taxi dejaba a las chicas en la casa de Vico. La ceremonia había ocurrido sin contratiempos. Al menos no para los novios, pues a mitad de la fiesta, Sam y Vico huyeron a su habitación y no salieron hasta el día siguiente.

  • Bueno… - Sam rascaba su mejilla. - Yo… - Los labios de Vico se recargaron en los de ella, colgándose de su cuello.

  • ¿Tú? - La maestra se separaba, rozando aún los labios de Sam.

  • Será tan difícil no estar junto a ti.

  • No lo hagas difícil.

  • No, en serio, ¿Cómo…

  • No, no lo hagas difícil, y quédate.

  • Y mañana.

  • También. Y pasado, y toda la semana, el mes… - Sam levantó a Vico entre sus brazos.

  • ¡Te amo!

  • ¿Cuánto? - Sam sonrió.

  • ¿Te parece si lo discutimos en casa?

FIN.


CABE ACLARAR QUE ESTE RELATO LO TERMINE EL AÑO PASADO EN OTRA PLATAFORMA... EN FIN.

GRACIAS INFINITAS POR SEGUIR MI RELATO. ESPERO MÁS ADELANTE HACER MÁS HISTORIAS.

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