Falsa Novia. XI

- Acepto.

Vico se desmayó.

  • Victoria. Vico, despierta por favor.

Vico abría los ojos lentamente.

  • Oh por Dios, soñé que Elizabeth venía por mí porque te ibas a casar Sam... No... - En frente de Vico se encontraba Elizabeth arreglando unas maletas.

  • Ojalá haya sido una pesadilla Victoria, ahora por favor cambiate.

Gruesas lágrimas corrían por las mejillas de Vico, que no sabía qué hacer.

  • Esto no puede estar pasando, ella... Nosotras recién... No... No... - Elizabeth abrazó a Vico.

  • Ya Vico, apresúrate. Ahora por favor cambiate.

  • ¿Tú lo sabías? ¿Sabías que Gerardo quería hacer esto? - La inconsolable chica cuestionaba acusadoramente a la otra.

  • Por supuesto que no. Ni siquiera sé cómo consiguió mi número. Ayer por la noche me llamó diciendo que urgía que viniera por ti.

  • No... No puedo irme así, la acabo de recuperar, no la volveré a perder. - Elizabeth dejó de guardar cosas. - Lo siento Eli, pero la amo, y no puedo darme por vencida justo...

  • Se están casando. - Decía sécamente la abogada.

  • ¿Qué?

  • La boda se está llevando a cabo ahora mismo.

Vico se levantó, tomó un par de pantalones y una blusa.

Cuando estaba a punto de salir de la habitación, Elizabeth se atravesó en su camino.

  • No vale la pena, es posible que ya estén unidos.

  • Correré el riesgo.

  • Victoria, por favor.

  • No Elizabeth. Así que, sí me permites, tengo una boda que detener.

Vico movió a Elizabeth para abrirse camino. Al bajar las escaleras dio con el salón donde un par de días antes había sido la recepción. Ahí yacían unas cuantas personas acomodadas en un par de hileras, y al fondo, una escena que le rompió el corazón, de nuevo.

Samantha iba vestida con un hermoso vestido blanco. El corsé cubría su pecho,  dejando al descubierto sus hombros. La tela se abrazaba a sus curvas, teniendo una hermosa y larga caída que formaba la larga cola. Se veía a ella con el cabello recogido y un maquillaje que resaltaba sus ojos miel con un lipstick rojo. Para Vico, Samantha lucía hermosa. Pero luego miró a la persona que la acompañaba. Gerardo. El hombre se veía impecable en su smoking negro, parecía nervioso y sobre todo feliz.

  • Samantha Buenrostro, ¿aceptas a Gerardo Fuentes como tu esposo?

Vico evitó que un sollozo se le escapara cubriéndose la boca con ambas manos. Sentía como su corazón  se presionaba contra su pecho, quería gritar.

Para Samantha no pasó desapercibida la presencia de la otra chica.  Giró para encontrarse con los llorosos ojos de quien hace unas horas se había convertido en su novia. Suspiró y le dedicó un triste sonrisa. Sus ojos lucían apagados.

Vico alcanzó a ver como gesticulaba algo: Lo siento. Luego Sam agachó la mirada y con el dedo limpió una lágrima. Tomó aire y volvió a mirar a Vico: Te amo. Luego miró al padre otra vez y dijo la palabra que terminó a Vico: Acepto.

Vico dejó caer sus brazos. Sus lágrimas caían como fuentes.

  • ¡NOOOOOOO!

Otra vez perdió el conocimiento.

  • ¿Vico?

  • No... No... No... No puedes casarte, te amo. No lo soportaría.

  • ¡Vico!

Vico abrió los ojos. Sonrió con lo que vio. La preocupada cara de Sam mirándola fijamente.

  • ¿Estás bien? No dejabas de gritar ni de... - Vico rodeó a Sam con sus brazos y la besó, la besó como nunca antes. Luego la soltó y revisó sus ropas, al percatarse de que no había ningún vestido de por medio, suspiró. - Ow... - Samía seguía sorprendida por aquel beso.

  • Prométeme que nunca te casarás con Gerardo. - Soltó de la nada Vico.

  • ¿Bromeas no? Por eso estamos aquí, para que ese sujeto se case con otra chica, que no soy yo.

  • Sólo promételo Sam.

  • Ok. Prometo nunca casarme con Gerardo. Uy, hasta sentí escalofríos.

  • Jajajajajaja. Ven aquí. - Vico jaló a Sam para que cayera sobre ella y la siguió besando.

Sam fue levantando la blusa de Vico, abriéndose camino con sus manos por la suave piel de la chica.

  • Sam... - Vico arqueó la espalda cuando Sam llegó a sus pechos. Sus dos manos descansaban en ellos, presionándolos suavemente, otra vez Vico se arqueó, provocando que su sexo se uniera al de Sam, que dejó de besar a Vico para también suspirar.

Sam se sentó y estaba a punto de sacarse la blusa, hasta que alguien tocó la puerta. Se detuvo y miró en dirección de dónde provenía el sonido.

  • No te atrevas a abrir Samantha Buenrostro.

  • ¿Y si es urgente?

  • Yo abriré. - Vico no quería correr el riesgo de que su sueño se fuera a cumplir, y muy a su pesar, se levantó de la cama y se arregló la blusa, no sin antes plantar un tierno beso en su novia.

Al abrir la puerta se encontró con Karen, la novia de Gerardo.

  • ¿Karen?

  • Vicoooo... - La chica de abrazaba de la cintura de Victoria, su maquillaje estaba arruinado y los rulos detenidos por tubos estaban a punto de estarlo. Iba en una diminuta toalla que apenas la cubría.

  • ¿Qué pasa? - Vico levantó la cara de la muchacha. No dejaba de sorprenderle el parecido que tenía con Sam. Pensó que tal vez por eso había tenido aquella terrible pesadilla.

  • ¡No soy para Gerardo! ¡Nunca lo seré! ¡Él no me ama!

Sam desde la cama veía la escena. No le hacía gracia que Karen, además de haberlas interrumpido, ahora estuviera estrujando a su novia.

  • ¿Por qué piensas eso Karen? - Vico se mostraba comprensiva ante la novia.

  • ¿No es obvio? Por ella. - Señalándo a Sam.

  • ¿Yo? - Sam se sintió un poco ofendida.

  • Bueno, eso no será posible. - Vico decía despacio y lo más tranquila que podía.

  • ¿Ah no? - Respondía Karen.

  • No, porque esa mujer es mía. - Sam sonrió y deseó que Karen no estuviera ahí para poder besar a Vico. - Debes relajarte, te casas en unas horas, ¿sabes?

  • Es que él es tan complicado, es inteligente, exitoso, y siempre hay mujeres detrás de él. - Vico miró a Sam, ambas hicieron los ojos blancos. -

  • ¿Por qué aceptaste casarte con él?

  • Porque lo amo.

  • ¿Nada más?

  • Creo que… él me ama.

  • ¿Lo crees?

  • ¡No sé! - Y volvía a llorar. - Desde que Samantha Buenrostro llegó no deja de hablar de ella. Ayer apenas me miró, y hoy, ¡HOY! en lugar de decirme que me veía hermosa, que esperaba este día tanto como yo o algo por el estilo, ¿sabes qué me dijo?

  • No tengo ni idea.

  • Dijo: ¿Qué se pondrá Sam hoy?

  • Ya veo…

  • ¡¿Por qué no fui lesbiana?! Todo sería más sencillo.

  • Oh no no, ni te atrevas, eso es lo que que crees, pero no tienes ni una idea. - Decía Sam levantándose de la cama y llegando con Vico.

  • ¿No es fácil para ustedes? - Vico y Sam se miraron y sonrieron.

  • Bueno - Contestaba Vico.- Si te contáramos por la serie de cosas que hemos pasado, te darías cuenta de que no es otra cosa más que complicado.

  • Pero velo así, - ahora hablaba Sam - no importa si eres gay o heterosexual, las relaciones sentimentales siempre son complicadas.

  • ¿Entonces qué hago?

  • No te cases con él.

  • ¡SAM!

  • ¿Qué? Si no está segura que él la quiera, que no se case. No puedes arruinar tu vida uniéndola a alguien que no te ama.

Sam tenía un punto. Vico ya no pudo debatir su argumento, sólo atinó a mirar a la novia de forma maternal.

  • Tienen razón, - Karen limpiaba sus lágrimas - Es hora de arreglar esto. - Y salió de la habitación dejando a Vico y a Sam con una incógnita en mente.

¿Habrá boda?


Ya sé que es muy cortito, PERO YA SE ACERCA EL FINAL! Gracias a los que se tomaban la molestía de leer, comentar e incluso votar por este relato. Saludos! Y no dejen de visitar mis otros relatos ;)