Falsa novia. VII

Estoy aquí, contigo.-Tomando su mano.-Y sí algo empieza a resultar mal, yo me encargo de que desaparezcamos de aquí en el menor tiempo posible.

Llegó el día de salir a la boda. Desde el último encuentro que habían tenido, Sam y Vico no se habían visto, sólo mantenían comunicación por mensajes de texto, de voz o redes sociales. Vico salió de la escuela, iba arreglando unos papeles desordenados mientras caminaba entre los padres que recogían a sus hijos. De la nada sintió que una mano sujetaba la suya, jalándola hacia un lado de la calle.

-Eli, no tienes que ser tan…

-Wowow… No soy Eli, soy tu nueva novia, nueva falsa novia para ser precisas, y lo seré por 4 laaaaargos días, ¿crees que podrás soportarlo Bettancourt?- Guiñando el ojo.

La cara de Vico se iluminó al ver que se trataba de Sam. Ésta llevaba una playera blanca ligera y un pantalón tipo cappri. Vico apretó su mano al reconocerla.

-Las vas a fracturar Vico, recuerda que vivo de mis manos.

Vico trató de safarse, pero Sam la detuvo.

-No dije que me soltaras, sólo sugerí que no me la rompieras.- Mostrando una hermosa sonrisa. Vico estaba que se moría.- ¿Me extrañaste? –Con una media sonrisa en su rostro.

-Tonta.- Agachando la cabeza.

-Yo sí te extrañe.

Vico se mantuvo callada. En su interior se estaba llevando a cabo una fiesta. Cómo quería a Sam.

-Bueno preciosa, es hora de ir por las maletas. ¿Preparaste algo?

-No Sam, no tuve tiempo, todo sigue en las bolsas.

-¡Perfecto!

-¿Uhmm?

-¡Vámonos!

-Traigo mi coche Sam.

-Ok, te sigo entonces.

-¿Trajiste la moto?

-Noup, traigo el jeep.

-Ok.

Salieron con rumbo a la casa de Vico. Sam tomó las bolsas y las metió en su auto.

-Preferiría meterlas en la maleta.

-No, ya no queda tiempo.

-No tengo hechas maletas Sam.

-Mete lo elemental: ropa interior y cepillo de dientes. Lo demás está en las bolsas.

-No, sólo son 2 cambios.

-…

-¿Qué?

-Tienes razón…

-Bueno, dame 10 minutos.

-Ok. Bueno… Oye Vico… Este… ¿Cómo está Elizabeth?

-Ella está bien, ¿por qué la pregunta?

-Curiosidad…

-Vuelvo en seguida.

En media hora Vico salió con unos shorts cortos y una blusita sin mangas a juego con unas sandalias. El cabello recogido y unos lentes oscuros. Todo aquel look le daba un toque muy coqueto. Sam no pudo ocultar su impresión ante aquella Vico, y es que ya le gustaba, pero con aquel outfit, su imaginación empezó a volar.

-¿Sam? Oye Sam… Sam a la tierra- Tronando los dedos.

-¿Qué?

-Te fuiste Sam. Jaja, ¿qué viste?

-¡Nada! ¿Nos vamos? El avión sale a las 5:40.

-¿Y dónde vamos a dejar los carros?

-¿Los carros? Sólo llevaremos el mío. Se queda en el estacionamiento del aeropuerto.

-¿Segura? ¿Y si mejor tomamos un taxi?

-Vico, ¿me estás llevando la contraria?

-No Sam, pero ¿no sería más fácil un taxi?

-¿Y dónde dejaría mi jeep?

-Pues... Aquí.

-Tu cochera es para un auto. Y no es que desconfíe de ti, pero desconfío de tu vecindario.-En tono burlón.

-Eres insoportable.

-Así es. Jajajaja! Ya, mete las maletas, vamos tarde.

En media hora ya estaban en el aeropuerto. Inmediatamente corrieron a hacer el trámite para dejar el equipaje, y todavía les sobraban 30 minutos antes de abordar.

-Vamos a comer algo hermosa. - Vico se sonrojó.

-Creí que la farsa iniciaba hasta que llegáramos.

-¿Cuál farsa?

-La de la falsa novia.

-Ah, bueno, ese es el plan. Si te digo hermosa es por el hecho de que eres una mujer bastante hermosa Vico, no por seguir el juego de la novia de a mentiras.

-...- Sonrojada todavía más.

-Ahora pareces un hermoso tomate.

-Jeje

-En serio.

  • Tonta. Pero tienes razón, tengo un poco de hambre. Vamos por unos sandwiches a una maquinita.

-Ay Vico. Además del ejercicio que realizo todos los días, este cuerpo se mantiene de alimentos de verdad. Así que, si me permites escoger, vamos a un restaurante, hay varios aquí.

-Sam...

-No quiero pretextos. Pagaste tu boleto de avión porque no me dejaste hacerlo a mí, por lo menos déjame invitarte la comida, además ya me invitaste una vez el desayuno.

-Pero tú una vez me invitaste a cenar.

-Y cometí muchos errores ese día. -Mirándola directamente a los ojos.

-Lo sé.- Se miraron en un silencio.

-Si me sigues mirando así...

-¿Qué?

-Nada. Vamos a comer, ¿comida italiana?

-Me parece bien.- Con decepción en su rostro.

Ambas se dirigieron al dicho restaurante. Tomaron una mesa de sillones. Vico se metió primero y quedó junto a la ventana, esperaba que Sam se sentara en frente. Cuál fue su sorpresa cuando a su lado se acomodó Sam. Inmediatamente se acercó una morena con rizos alborotados a dejarles la carta.

-Regreso en 10.- Dirigiéndose a Sam, con una sonrisa de oreja a oreja.

-Por su puesto.- Contestó Sam.

Vico quedó mirando a la mesera con los ojos entrecerrados.

-¿Qué vas a ordenar?

-Lo que sea.

-De eso no hay.

-Pues... Una pasta.

-¿Te pasa algo?

-No.

-¿Vico?

-No.

-¿Qué?

-Te voy a ayudar con tu farsa de ser una relación Sam, pero sí coqueteas con cualquier mujer en aquel evento al que vamos, nadie nos va a creer.

-¿A qué viene todo eso?

-¡A que tienes que aprender a controlarte!

Sam dio un salto.

-¿Controlarme cómo?

-¿Ya decidieron qué ordenar?- Interrumpió la mesera.

-Spaguetti a la bolognesa. Para las dos.- Dijo Sam.

-¿Y de tomar?

-Vino, ambas.- Decía Vico mientras veía a Sam.

-¿Algo más?

-No. -Las dos al unísono.

-¿Algún postre?- Viendo a Sam.

-Por ahora nada.

-Ok. Regreso. - Al decir esto tomó el hombro de Sam.

-¡Ves!

-¡¿Qué Vico?! ¡No te entiendo!

-Pues la mesera esa, ¡no pierde el tiempo! Y tú siguiendo la corriente.

-¿Cuál corriente? Sólo le contesté lo que me preguntó.

-¡Hasta te tocó!

-Dios mío Victoria, ¿estás celosa?

-¡No! Obvio no.

-¿Segura?- Acercándose.

-Sí.

-¿Segurísima?- Mientras le tomaba la barbilla y le levantaba la cara.

-Aquí están, bolognesa y vino. Provecho.- Guiñándole el ojo a Sam, pero Sam no dejaba a Vico.

-Gracias.

-¿Algo más?

-La cuenta, ya vamos retrasadas.- Sin dejarla.

La camarera se retiró con gesto enfadado.

-¿Contenta?- Por fin soltándola.

-No.

-En estos momentos yo no tengo ojos para nadie, Vico. No quiero ver a nadie.

-¿Ya tienes una novia?

-Pues actualmente estoy con una falsa, y yo siempre respeto mis relaciones.

-Graciosita.

-Jajaja, ya, comamos rápido, porque sino perdemos el avión.

Terminaron de comer y la camarera les trajo la cuenta. Sam pagó. La insistente mesera se acercó demasiado a Sam mientras se levantaba. Vico se levantó detrás de Sam, y al ver lo que hizo la chica morena, tomó a Sam del rostro y le plantó un beso en los labios.

-Gracias por la comida amor, estuvo deliciosa. Siempre sabes a qué lugar venir.

Aquella acción tomó por sorpresa Sam, quien no supo que actitud tomar; sólo se quedó parada un momento asimilando lo que había pasado. Vico la quedó viendo mientras, y después de un rato, Sam respondió con una sonrisa y abrazó a Vico por la cintura.

-Todo sea por ti, amor.- Y le dio un largo y apasionado beso.

La camarera tomó la cuenta y se alejó soltando chispas del lugar. Al darse cuenta de ello, Sam soltó a Vico que se quedó con los ojos cerrados como pidiendo más.

-Ya se fue.

-¿Qué? ¿Quién?

-La chica.

-Ah...- Tomando compostura.- Ya vámonos.

-Sí.

Ambas chicas emprendieron camino hacia la sala de pasajeros. Apenas llegaron y se anunció que su vuelo iniciaba abordaje. Ya en sus asientos, Vico inicio la plática.

-Hay que ir viendo los detalles de nuestra... Relación.- Levantando los dedos simulando comillas.

-Les contamos la verdad.

-¿La verdad?

-Sí. Ya nos conocíamos, nos reencontramos hace... Digamos que hace 6 meses, y desde entonces no nos hemos soltado.

-¿Esa es la verdad?

-Bueno, dejando de lado lo de los 6 meses, sí.

-Esta bien, eso diremos entonces.

-Perfecto.

El avión sólo hizo 2 horas, en las cuales Sam y Vico iban platicando hacerca de su semana. Vico no hablaba de Elizabeth, parecía que ya se le había olvidado. Una de las sobrecargo anunció la llegada al destino señalado.

Ya con sus maletas se disponían a salir para tomar un taxi.

-¿Será en un hotel?

-En la invitación decía que habrá cierto tipo de recepción hoy y viene la dirección de un lugar, que supongo, es el hotel, hasta el domingo es la boda.

-¿Recepción? ¿Y podemos llegar con esta ropa?

-Pues no lo sé, pero no entiendo cual es el problema, te ves muy bien.

-Es en serio Sam. Sí es una recepción, debimos traer algo más elegante que esto, nuestra ropa es súper casual.

-Toda una fashionista eres Vico, jajaja, pero esta bien, vamos a comprar algo.

-No, podemos usar de lo que compramos...

-No.

-¡Sam!

-¡Taxi!

Un taxi se detuvo.

-Llévenos a una plaza comercial, la que quede más cerca.

En un momento llegaron a una enorme plaza comercial. Inmediatamente en la entrada se encontraron con una boutique, ingresaron. En media hora ambas salieron con vestidos iguales, amoldados en el pecho pero de tela suelta debajo del mismo. El de Sam era amarillo y el de Vico azul. Ambas iban con unas sandalias adornadas con pedrería.

Nuevamente tomaron un taxi, y le indicaron la dirección.

-Van a la boda de Gerardo Fuentes ¿no?

-Así es.- decía Sam.

-Es increíble lo que hace el amor, ¿no? Ese muchacho era un mujeriego de lo peor, y de pronto, conoce a Karen y todo cambia, ¡hasta se nos casa!

-Sí, qué cosas.

-Deben ser amigas de la novia, ¿son damas de honor?

-No, más bien amigas del novio.

-Oh, vaya, ¿no habrán sido ex novias de él? Jajajajaja, es broma es broma.

-Ja ja, sí, sería muy gracioso.- Mientras volteaba a ver a Vico.

-Bueno, deben ser amigas muy cercanas a Gerardo, a esa boda no invitaron a cualquiera.

-En realidad sólo ella es amiga de Gerardo, yo no lo conozco.

-UUUUY señorita, esperemos usted no sea motivo de discordia, el joven Gerardo es muy coqueto.

-Esperemos que no.- Sam sintió un poco de angustia. Gerardo, como decía el taxista, era un hombre mujeriego. La idea de que tratara de conquistar a Vico la ponía mal. Vico se dio cuenta de que Sam estaba muy pensativa, y para relajar el ambiente cambio de tema.

-Oiga señor, ¿entonces la dirección es la de un hotel?

-No, es una hacienda.

-¿Una hacienda? Sam, no creo que nos podamos quedar ahí, hay que buscar un hotel antes.

-No se preocupe señorita, si las citaron desde hoy es porque son invitadas especiales y se van a quedar ahí. Hay suficiente espacio es esa hacienda.

-Sabe demasiado de ese evento, ¿no señor?

-Trabaje un tiempo con esa familia.

-Ah... Ok.

-Bienvenidas señoritas.- Anunciaba aquel taxista mientras se paraba frente a una reja. Las chicas bajaron las ventanas del taxi y sintieron la brisa del mar, que a pesar de que no se veía, se oía claramente el chocar de las olas. Bajaron sus cosas. Pagaron al taxista y éste se retiró. Sam tocó un timbre, e inmediatamente por una bocina debajo del mismo se olló la voz de un hombre maduro.

-Hacienda Fuentes.

-Emmm... Sí, hola, mi nombre es Samantha Buenrostro, y vengo a la boda. Tengo una invitación que dic...

-¡Señorita Buenrostro! ¡La esperábamos!

-¿Ah sí?

-Por supuesto. En 10 minutos llegará un vehículo por usted, ¿cuánto equipaje trae?

-Una, bueno, vengo acompañada.

-¿Son dos personas?

-Así es.

-Ok. Le mandamos el vehículo.

Vico y Sam se quedaron mirando.

-Te estaban esperando.

-Ya sé, esto es muuuuy raro.

-Siento que no le agradó que vinieras acompañada.

-Ese no era Gerardo.

-Hablando de... Nunca me has dicho cómo es, de ninguna forma.

-Es guapo.

-Ok, ya es algo.

-Ummm... Es insoportable.

-Tenían algo en común entonces.

-Ja ja ja. Muy graciosa Victoria.

-Ahora yo también puedo ser comediante.

-No, no puedes.

-¿Por qué?

-Porque lo digo yo, amor.

Un pequeño auto de golf se detuvo en la puerta, de él un muchacho joven se bajó, abrió la reja y saludó a las chicas.

-Bienvenidas señoritas. ¿Ese es todo el equipaje?

-Sí.

-Suban por favor, yo me encargo de sus maletas.

Recorrieron un largo camino, hasta que llegaron a las puertas de una mansión enorme.

-Su equipaje será colocado en una de las habitaciones que después se les indicará dónde está. Por ahora pasen y disfruten de la fiesta señoritas.

-Gracias.

Las dos se pararon en la puerta de aquel casi castillo.

-Estoy... Nerviosa. Hace mucho que no lo veo, ¿y si arma un escándalo? ¿Y si cancela su boda por berrinche? Es un hombre impredecible. No hubiéramos venido, perdóname por presionarte para que te presentarás, todavía podemos irnos.

-Jejeje.

-¿Qué pasa?

-Nunca te había visto tan nerviosa. Pero tranquilízate Sam, estoy aquí, contigo.-Tomando su mano.-Y sí algo empieza a resultar mal, yo me encargo de que desaparezcamos de aquí en el menor tiempo posible. -Entrelazando sus dedos con los de Sam. La mirada de Vico a Sam era tan cálida. Ninguna de las dos podía ya negar lo que sentían, todo aquel sentimiento las invadía y era difícil ocultarlo. Sabían lo que sentían, pero no se atrevían a confesarlo.

Sam tocó la enorme puerta con (...).

Se abrió la puerta y una joven mujer, de piel cobriza, ojos miel y cabello ondulado, vestida con un ceñido vestido rosa miró a las chicas. La cara de Vico era de total incredulidad. No podían creer lo que miraban sus ojos.

Continuará.