Falsa novia. V

-Victoria, por favor, es la última cosa que te pido. Después de esto no me vuelves a ver.

Sam sabía que tenía que darle tiempo a Vico de pensar, de haber estado en su lugar, eso hubiera querido, así que se abstuvo de llamarla por una semana.

Pasada esa semana, Sam no contempló que tendría una racha de trabajo increíble, el traumatólogo de base había salido de vacaciones, dejando sus cirugías, las cuales se irían recorriendo a los residentes.

Sam iniciaba su jornada a la 1 de la tarde, suponiendo que así el trabajo se aceleraría, cosa que no pasaba, puesto que el trabajo siempre se alargaba y terminaba saliendo a las 11 o 12. Esto la mantuvo ocupada durante un mes.

El médico de base volvió de sus vacaciones, y con este suceso, daban inicio las vacaciones de Sam. Su primer día de vacaciones se levantó temprano, hizo ejercicio, tomó un baño y desayunó. Realizó ciertos pendientes, lavó su camioneta y la moto. Era casi medio día, cuando tomó su moto y salió con rumbo a la primaria donde enseñaba Vico.

No había recibido una llamada, mensaje o señal de vida de ella. Ya en el colegio estacionó la moto. Se paró en lo que parecía la entrada. Le estaban sudando las manos. -Cálmate, te vas a disculpar y a pedirle que salgan. No es nada difícil.- Tocó el timbre. Una mujer de corta estatura, cabello rizado y largo, y de gafas enormes abrió la puerta.

-La salida es a las 2:30 señora, espere a su hijo afuera. -Estaba a punto de cerrar cuando Sam detuvo la puerta

-Eh, en realidad no estoy aquí para recoger a alguien- La pequeña mujer la veía directamente.- Tengo entendido que aquí trabaja la señorita Victoria Bettancourt, ¿será posible que pueda verla?

-No.

-¿No?

-Así es, no.

-¿Por qué?

-Está en horario de trabajo, además los profesores no deben recibir visitas, ellos lo saben bien...

-No no, no es culpa de ella, en realidad vine sin avisar.

-Con menos razón puedo dejarla pasar, ¿algo más?

-Soy médico.

-¿Y?

-Bueno, soy especialista en traumatología. Viéndo la forma en la que se para, puedo notar que tiene un problema en la cadera, ¿o me equivoco?

-Pues últimamente me está dando muchas molestias...-Sobándose la cadera-

-Lo imagino, mire, le propongo algo. Si me deja pasar, le doy una consulta en el hospital del centro, ¿tiene seguro?

-Sí.

-Perfecto, el día que pueda me marca, le doy mi tarjeta, y me dice cuando va, así no espera meses para que le den la cita, ¿qué dice?

La mujer entrecerró los ojos un momento. Pensaba bien en lo que había dicho Sam.

-Pero sólo 15 minutos.

Sam necesitaba más que eso.

-¿Sólo 15 minutos?

-Cerca hay una plaza, si quiere vaya ahí y mate el tiempo de alguna manera.

-Ok, 15 minutos

-Ni más, ni menos. Pase.

-Muchas gracias.

-Espere mi llamada.

-Ok.

Ya adentro, Sam notó que aquella escuela era inmensa. Llevaba jeans y una blusa ceñida y blanca, así como el cabello suelto. No sabía por dónde empezar, iba a perder los 15 minutos que le habían dado. Entonces vio acercarse una figurita corriendo hacia ella. Era Paco, El Niño que hizo que se reencontrara con Vico.

-¡Doctora!- Abrazándola

-¡Hola!, ¿Paco verdad?

-Sí.

-¿Cómo sigues campeón?

-Muy bien doctora, después de que me lo quitaron ya ni me dolía ni nada.

-Jajajaja, muy bien pequeño, me alegro mucho.

-Sí, todo gracias a usted que es la mejor.

-Sí, también gracias a eso. -Le guiña el ojo.

-Ya me voy doctora, ¡adiós!

-Adiós Paco... ¡No! Espera, ¿sabes dónde está la maestra Victoria? ¿La que te llevó el día que te fracturaste?

-Ah sí, me está dando clase.

-Perfecto, ¿puedo ir contigo?

-Sí. ¿Son amigas? -

-Algo así Paco.

Avanzaron unos cuantos metros cuando Paco se detuvo frente a una puerta.

-Miss, May I come in?

-Of course Paco.

-Thank you.

Sam se paró en la puerta. Vico estaba metida en su trabajo, pedía que repitieran las palabras de un vocabulario. Sam se aclaró la garganta. Vico volteó.

-Excuse me teacher, can I talk to you?

-No miss, you can't. And I'm sorry, but I am in class, so please go away.

-It will be just a moment. Please?

Vico puso su libro de lecciones en su escritorio y ordenó a los niños continuar leyendo la lección en la que estaban. Camino hacia Sam, y ya afuera cerró la puerta tras de sí.

-¿Qué pasa Sam? No suelo dejar a mis alumnos solos.

-Me doy cuenta que eres muy dedicada. Mira vine hoy a...

-¿A disculparte? Siempre disculpas contigo. Pero no te preocupes, yo tampoco reaccioné bien, es más, ni siquiera sé por qué reaccioné de esa manera ese día. Puedes estar tranquila, y disculpa aceptada. Ahora, si tú me disculpas a mí, tengo trabajo, y supongo que tú igual.

-Estoy de vacaciones.

-Entonces puedes hacer lo que quieras.- Vico dio media vuelta y estaba dispuesta a entrar a su salón, cuando sintió la mano de Sam tomando la suya. Se congeló.

-Por lo menos dime si te gustaron mis flores.

-Sí, eran hermosas.

-Tenemos que hablar Vico, dame una oportunidad. Vamos a comer, esperaré que salgas, por favor.

-Sam, ya estoy saliendo con alguien- Soltó de pronto Vico. Sam sintió que el corazón se le hundía. Vico se liberó de su mano.

-Adiós Sam.- Y entró a su salón.

Sam no sabía que decir. Su mente estaba en duda respecto a cómo sentirse. Hacia tanto tiempo que no la rechazaban, desde su adolescencia para ser precisos. Recordó el amargo sabor de que le dijeran "No". Se llenó de rabia. "Por eso tú no te enamoras." Se decía a sí misma. Y a la vez se sentía triste. Se había enamorado de la misma mujer que le había el roto corazón, y ésta lo había hecho de la misma manera que en aquel entonces.

Salió de la institución casi corriendo, al llegar a la entrada sólo vio como la mujer de la puerta decía palabras que no pudo comprender y sólo atinó a asentir con la cabeza. Llegó a su moto, notó que algo recorría su mejilla. Era una lágrima. Sam estaba llorando. Con una mano se talló el rostro, tomó aire y trató de tranquilizarse. No podía manejar en ese estado. Cerró un momento los ojos. Le dolía mucho todo aquello, ¿cómo pudo confiarse de nuevo en Victoria? Luego sacudió su cabeza.

"No puedo permitirlo. No me lo volverá hacer. No se lo voy a permitir. No, esta vez no Victoria." Pensó.

Sam se revisó el maquillaje en el espejo de la moto. Todo en orden. Se paró nuevamente en frente de la escuela, pero esta vez se quedó afuera mirando.

Pasaron un par de horas y por fin sonó la campana que anunciaba la salida. Vio que Vico salía con otra chica. Corrió a su encuentro.

-¡Victoria!

-¿Sam? Creí que te habías ido. Y creí haber sido clara.

-Sí, lo sé, sólo me quedé para decirte que aún me debes algo, espero no lo hayas olvidado.

-No sé de qué hablas Sam.

-Todavía me debes un favor Victoria.

Vico no supo qué decir. Era cierto. Todo aquel enredo inició por un favor que Sam accedió realizarle a Vico. Todo lo que estaba pasando era a consecuencia de las acciones de Vico. Ella había provocado toda esa situación.

-Sí, casi lo olvido. ¿Te importaría si vamos a discutir de qué trata el favor que necesito? Espero que tu amiga no se incomode, por cierto, mucho gusto, Samantha Buenrostro.

-Yo soy Laura, y no te preocupes, Vico me ha hablado de ti. Bueno amiga, nos vemos mañana. Un gusto Samantha. Adiós.

-Bye.

Vico seguía sin decir palabra.

-¿Y bien?

-Estoy dispuesta a hacer lo que me pidas, siempre y cuando me prometas algo.

-Dime.

-Que cuando termine, vas a salir de mi vida.

Sam no se esperaba eso. Su corazón, que ya había salido un poco de aquel abismo, se hundió nuevamente.

-Está bien, si así lo quieres.

Vico asintió.

-¿Y de qué se trata?

-Me gustaría que fuéramos a un lugar más cómodo, ¿te apetece ir a comer?

-Ya quedé con alguien de salir hoy, ¿te parece otro día?

-Pero tu amiga se acaba de ir.

-No era con ella.

-Cancélalo.

-No puedo.

-Alarga la hora.

-No Sam.

-Por favor.

-No.

-¿Dónde se verán?

-En el restaurante Rissotto.

-¿A qué hora?

-A las cuatro.

-¿Y qué pensabas hacer mientras?

-Ir a mi casa a dejar mis cosas y arreglarme.

-Así te vez hermosa.

Vico se sonrojó.

-Tenemos una hora. Vamos a Rissotto, pedimos algo de tomar nada más, hablamos en lo que llega tu acompañante y cuando se presente, yo me retiro.

-Sigo opinando que no es buena idea.

-Por favor Vico. -Sam puso los mejores ojos de cachorro que encontró.

-Está bien, espero que seas breve.

-Perfecto. ¿Vamos en mi moto?

-Tengo carro.

-Ok, Ok. Te sigo entonces.

Vico fue a su carro. Qué difícil era ganarle en una conversación a Sam. Además poniendo esos ojos, que de por sí eran hermosos... Interrumpió sus pensamientos. "Sam no es para ti. Sam no es para ti."

Arrancó su auto hacia el restaurante. Vio a Sam por el retrovisor seguirla.

Llegaron en un momento. Ambas aparcaron y se dirigieron al lugar. Ya adentro tomaron una mesa.

-¿Y bien?

-Tranquila, antes, ¿quieres algo de tomar?

-Agua.

-Yo quiero una limonada. Joven, ¿podría traernos un vaso de agua y una limonada por favor?

-Por supuesto señorita.

-Gracias. Ahora sí, ¿en qué estábamos? Ah sí, el favor. Necesito que me acompañes a una boda.

-¿Qué?

-Es una historia un poco larga. Espero que los 40 minutos que nos restan me alcancen para explicarte como está esto.

-Esperemos.

-Hace algo de tiempo, 4 años precisamente, conocí a un chico. Era el hermano de una… emm…

-Entiendo Sam.

-Ok. Al instante hicimos click, nos llevábamos bien. Empezamos a salir, y pues se dio algo.

-Creí que sólo te iban las mujeres.

-Y lo hacen, pero déjame terminar. Se dio una relación entre nosotros. Me sentía confundida, pero después de aquel encuentro me di cuenta que sólo era atracción sexual. Después el tuvo que viajar.

-No entiendo cómo quieres que te acompañe a una boda con lo que me estás diciendo

-¡Espera! Aún no acabo. Cómo te decía, se fue, pero regresaba cada determinado tiempo, y cada determinado tiempo, quedábamos para salir, vernos y tener un pequeño encuentro. Los primeros dos años nos vimos 8 veces más o menos. Para el tercer año lo vi sólo tres y en la última le dije que ya no quería continuar con eso. Lo consideraba un amigo y quería que quedara así. Se puso necio, quería formalizar, se quería casar, pero le explique que ni estaba lista para todo eso, ni era una mujer heterosexual. Después de eso se fue y no volví a saber de él.

-¿Entonces?

-Hace 3 meses, por las fechas en las que nos reencontramos tú y yo, me llegó una invitación, una de boda, la boda del chico del que te hablo. La cosa es que junto a dicha invitación venía una carta. En ella, él me decía que se iba a casar, pero no estaba seguro, porque él me quería a mí, que estaba seguro de poder cambiarme, y que dependía de mí si se casaba o no. Tenía que presentarme al evento acompañada de alguien para convencerlo de que lo mío con él no iba a suceder jamás. Si no me presentaba, simplemente no se iba a casar y me iba a buscar y a insistir hasta que cediera.

-¿Por qué dejas chantajearte por ese tipo? Simplemente no vayas y ya.

-Lo pensé, pero es realmente insistente. No me gustaría que esto acabara con la policía de por medio.

-¿Entonces quieres que yo te acompañe?

-Sí. Y que finjas ser…

-No.

-Mi novia.

-No.

-Victoria, por favor, es la última cosa que te pido. Después de esto no me vuelves a ver.

-¿Por qué no se lo pides a la chica que te visita tan seguido?

-Porque ya no quiere saber nada de mí. Después de… Bueno, simplemente me dijo que ya no podía seguir con eso.

-¿Dónde será la boda?

-En la playa.

-Ahí tienes, no tengo dinero Sam, lo siento.

-De eso no te preocupes, yo me encargo de todo, alojamiento, ropa, y avión. Todo.

-No puedo permitirte hacer todo eso.

-Tú haces todo por mi con tu compañía, por favor di que sí Vico.

-¿Cuándo es?

-En dos semanas.

-Tengo trabajo, lo sabes.

-Será un fin de semana, podemos irnos el viernes cuando tú salgas de la escuela, y regresamos el lunes, podrías pedir un permiso.

Vico lo pensó mucho.

-Debo consultarlo con la almohada.

-¿Sólo con la almohada?

-Sí. ¿Con quién más?

-Tal vez “tu cita”, pero puedes decirle a que es sólo un favor a una buena amiga.

-Mi cita no me manda.

-¿En serio? – Sam iba acercándose instintivamente.

  • Sí.- Vico veía la proximidad de Sam, y como un imán, también se iba acercando.

De pronto, una voz interrumpió el momento.

-¿Interrumpo algo Victoria?