Falsa novia. IV

Recordó de golpe que Sam no era mujer de una sola persona. Sam no podía ser de Vico. ¿Pero Vico podría ser de Sam?

Hola! Soy Sabine ;) Es la primera vez que me dirijo a ustedes y es como raro jajaja. Sé que merezco el peor de los castigos por tardar para esta entrega chicos, y me disculpo por eso, pero soy una chica universitaria que tiene muchas responsabilidades :C Muchas gracias por sus comentarios y espero sigan leyendo mis relatos. Trataré de no tardar mucho para traerles la siguiente entrega de Falsa novia. Disfrútenla y saludos!

Vico estaba atrapada en el sillón bajo el cuerpo de Sam. Comparado con lo que había calculado cuando la llevaba casi arrastrando del coche al loft, el peso de Sam sobre su cuerpo era mayor. Siendo bastante cuidadosa empezó a moverse para liberarse del cuerpo de Sam, pero a cada movimiento que hacia, ambos cuerpos semidesnudos se rozaban, y esto le quitaba el aliento a Vico. Estaba a mil, y no podía evitar sentirse con culpa, pues se estaba excitando a costa de una Sam inconsciente.

Después unos cuantos movimientos, y suspiros que se le escapaban, terminó cayendo al suelo sobre su trasero.

-Auch- Muy bajito.

Tomó su vestido y se cambió rápidamente. Luego volteó a ver a Sam. Podía contemplarla toda la noche si se lo proponía. Cuando dormía, su picara cara coqueta y chispeante desaparecía, para dar lugar a una expresión que le hacía recordar a la antigua Sam, la de rostro adorable y expresión que transmite paz a cualquiera. Soltó un largo suspiro. Luego se dirigió al cuarto de Sam en busca de algo para taparla. Era una habitación grande con las paredes verdes, una gran cama matrimonial con colchas blancas. En la pared estaba un clóset de madera bastante elegante. Vico lo abrió para buscar una cobija. Al abrirlo se encontró con sacos, suéteres y batas colgadas con el nombre de Sam bordado. Vico pasó sus dedos por aquel nombre. Siguió mirando y encontró unos pequeños estantes, uno con blusas, otro pantalones y en lo alto uno con cobijas. Vico alcanzó aquel estante, y al jalarlo algo calló al suelo. Era un brasier. Lo tomó, y por lo que había presenciado hacia rato, se dio cuenta que no era de Sam, era más grande.

Bufó. Recordó de golpe que Sam no era mujer de una sola persona. Sam no podía ser de Vico. ¿Pero Vico podría ser de Sam? Una exquisita sensación de electricidad recorrió su cuerpo y la hizo estremecer.

Recobró compostura, y con la cobija en las manos se fue directo a la sala. Sam seguía boca abajo noqueada por el alcohol. "-Claro, ¿a dónde podrías haberte ido?-", pensó sarcásticamente Vico para sus adentros. Le puso la cobija a Sam encima y la acomodó como si arropara a una pequeña. La miró otro rato y le quitó los mechones sueltos que estaban en su cara acomodándolos atrás de su oreja. Se agachó y le plantó un beso en la mejilla. Sam suspiró y sonrió. Seguía dormida. Vico tomó sus zapatos y salió al elevador. Miró su reloj, eran las dos de la mañana. En 5 horas tenía que estar en el trabajo, la idea la abrumó.

Al siguiente día Vico ya se encontraba en su trabajo, estaba en el verbo to be. Los niños estaban atentos a la clase. Vico dejo una actividad y se sentó en su escritorio, seguía cansada. En su bolso empezó a vibrar su teléfono. Miró el número. "Número privado" podía leerse en la pantalla de su celular. "Sam", pensó, miró el móvil un momento, pero no contestó. Estaba molesta con Sam, se puso más que borracha esa noche, y el brasier. También estaba celosa.

Sonó otras tres veces. Vico se moría por contestar, pero tenía que mostrar un poco de orgullo, ¿no? Luego cesaron las llamadas. Saco su teléfono y vio que tenía un mensaje de texto.

"Victoria, contesta el teléfono por favor."

Vico se sentía confundida por el "Victoria" del mensaje. Éste tenía impreso dos probables causas, molestia de parte de Sam porque no le contestaba las llamadas, o tal vez cierto aire de disculpa, por su comportamiento.

-Pero Sam no tiene porque disculparse, me hizo un favor.- Se decía Vico. Sólo quedó la otra opción, tal vez Sam estaba molesta.

El teléfono sonó otra vez, y de nuevo Vico lo dejó pasar. Dos, tres, cuatro veces. Sonó la alarma y Vico tenía que dirigirse al siguiente salón para dar la siguiente clase. Su teléfono vibró una vez más. Lo miró y era otro mensaje.

"Comunícate conmigo. Te dejo mi número..."

Vico no cabía en la impresión (y alegría). Samantha, quien no le da a cualquiera el número, se lo acababa de facilitar. Tal vez era importante lo que quería decirle. ¿Y si le había pasado algo y no tenía a quien llamar? Pero en ese caso, ¿por qué con ella? Era Vico, una amiga, no más. Dejo sus pensamientos un momento, guardó el teléfono en su agenda y marcó.

-¿Victoria?

-Sam, ¿estás bien? ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta insistencia?

-¿Por qué no contestabas?-Sonaba preocupada

-Estaba en clase Sam.- Utilizando el tono más convincente que pudo encontrar.

-Ajá. - Poco crédula.

-¿Y bien?

-Tengo que hablar contigo, ahora mismo no puedes, ¿me equivoco?

-No.

-Ummm... ¿Tienes planes para la noche?

-Pues... No.

-Ven a cenar a mi casa.

Vico no contestó, ¿y si Sam planeaba terminar lo que quedó pendiente en la noche? Una sensación intensa la recorrió de arriba hacia abajo.

-¿Vico?

-¿Qué?

-¿Sí vienes? Pizza y vino, y hablar. Por favor. -Con tono suplicante.

-Ummm... Ok Sam, ¿a las 10?

-Hoy saldré temprano, ¿te parece bien a las 8?

-Ahí estaré.

-Gracias Vico, nos vemos al rato entonces. Adiós.

-Bye.

Vico se quedó pensativa. Cómo la ponía Sam, tan sólo recordar la noche anterior la dejaba sin aliento.

-¿Quién te pone así Victoria? La mayoría de veces eres tú la que los tiene así.

-¿Cómo?

-Pues soltando suspiros y poniendo cara de desolación por las horas que faltan para verle.

-No sé a qué te refieres Laura.

-A mi no trates de engañarme, mejor cuéntame ¿quién te ha robado el corazón? -Tocándose con ambas manos el pecho, en tono burlón.

-Nadie.- Con las mejillas rojas.

-Ummm... No te creo.

-Mejor tú cuéntame, ¿cómo te fue en la entrevista? Se me había olvidado preguntarte.- Tratando de desviar la plática.

-Yo siento que bien, pero no me han llamado. Pff, no saben de lo que se pierden.

-Jajaja ¿quién no querría una enfermera como tú en su hospital?

-Lo sé, lo sé.

Ambas rieron.

-Entonces no me vas a contestar, ¿verdad Vicky?

-No la conoces.

-¡Oh! Así que es una chica. ¿Está guapa?

-Más que eso.

-Vaya.

-¿Qué?

-Debiste ver tu cara. Amiga, estas enamorada. ¿Cómo se llama?

-Samantha.

-¿Ella te corresponde?

-No. No sé. Es que... Ah.... Es complicado.

-Tenemos tiempo después de la escuela, vamos a comer y me lo cuentas tooodooo. Con lujo de detalles eh.

Saliendo de la escuela, como habían quedado, Vico salió con Laura a un pequeño restaurante cerca de ahí, donde servían comida casera. Vico le empezó a platicar todo. Desde cómo conoció a Sam, cómo huyó de ella, su reencuentro y el asunto de la "Falsa novia". Laura escuchaba atenta mientras comía. Vico terminó contándole lo que había pasado en el departamento de Sam.

-¿Por qué no has huido de esta mujer?

-Porque no puedo. Ya lo hice una vez, pero ahora no puedo, ni quiero.

-¿Qué hace a esta chica diferente?

-No sé, es... Graciosa, linda.

-¿Y está buena?

-¡Laura!- Sonrojándose todavía más.

-Jajajaja ¿Qué?

-...

-¿No?

-Sí, tiene un cuerpo increíble.

-Jajaja. Ay amiga, y... ¿Ya estuvieron juntas?

-No- Más roja todavía.

-¿Crees que recuerde lo de anoche?

-No, ella estaba muy borracha.

-¿Segura? A lo mejor te quiere ver hoy para acabar lo que dejó ayer- Guiñándole el ojo.

Vico enrojeció. ¿Y si Laura tenía razón?

-No Laura, no.

-Bueno, eso no lo sabrás hasta hoy en la noche.

-Pues sí.

Dieron las 8 y Vico ya estaba en la entrada del edificio de Sam. Estaba nerviosa, todavía se cuestionaba sí entrar o mejor irse corriendo de ahí, aún tenía tiempo. Sin darse cuenta, mientras pensaba todo eso iba avanzando al elevador, y ya estaba frente a él. Las puertas se abrieron. Ya no había vuelta atrás. Entró y presionó el número del piso de Sam. El elevador timbró anunciando su llegada al loft 10. La puerta estaba entrecerrada. Vico se limitó a tocar.

-¡Está a abierto Vico! ¡Pasa! ¡En un momento salgo!

Vico entró y se quedó parada en la puerta, miró el sillón y recordó lo que casi pasaba ahí. No se movió. Sam salió de su baño con una toalla muy corta, que cubría desde sus senos hasta poco bajo de su sexo, y con otra en la cabeza. Sonrió al ver a Vico, y caminó a abrazarla.

-Pensé que no vendrías. Después de lo de ayer temía que me odiaras.- Aún abrazándola.

-¿Ayer?- Vico trago saliva. Al parecer Sam sí se acordaba de lo que hizo.

-Sí. -Soltando a Vico.- Dame 5 minutos y me cambio, mientras ¿podrías checar el horno? Ya deben estar las pizzas.

-¿También cocinas Samantha?

-Hay muchas cosas que hago y no sabes Vico- Con una mirada sugerente.- Ya vuelvo.

Sam se retiró a su cuarto y Vico fue a ver las pizzas. Olían bastante bien. El queso aún se estaba fundiendo, así que se quedó al lado del horno para estarlas checando. De pronto sintió la respiración de Sam en su oído, seguido de esto, la cabeza de Sam recargada en su hombro.

-Huele bien, ¿no?

Vico no tenía precisamente en mente las pizzas.

-Bastante.- Se volteó, de manera que quedó de frente a Sam, quien retrocedió un paso.

-Jajajaja, tranquila. ¿Quieres vino?

-Sí, por favor.

Sam sacó una botella y empezó a servirlo en dos vasitos.

-Vico, te cité hoy porque quiero pedirte una disculpa. -Entregándole el vaso.- Lo que hice ayer no estuvo bien, hacerte pasar ese mal rato. Hacia tanto que no tomaba, y pues empecé a beber como campeona, no vi las consecuencias ni en como iba a terminar...

-No pasa nada Sam...

-No, déjame terminar, te armé un numerito en aquel lugar, comportándome así cuando teníamos un trato. Estaba tan mal, te juro que luego de que salimos de aquel lugar no recuerdo nada.

-¿Qué?

-¿De qué?

-¿No recuerdas nada de lo que pasó después de salir de la fiesta de Renata?

-Ummm... No. ¿Hice algo más?

Vico no contestó. Al parecer Sam no recordaba absolutamente nada después de la llegada a su departamento.

-¿Vico? -Mientras la miraba impaciente.

Sonó un click. Era el reloj de cocina, la pizza estaba lista. Sam la sacó y la puso en la barra donde estaban platicando. La partió, llevo platos, y empezó a servir. Vico seguía sin hablar.

-Vico, ¿qué más pasó?-Suplicante.

-Nada Sam, y no te preocupes, disculpa aceptada.- La decepción se percibía en la cara de Vico.

Ambas empezaron a comer. Terminando, Sam recogió los platos y siguieron tomando vino y platicando.

-En serio, te juro que no sabía que no era su abuelo, ¡si no su papá!

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Que torpe eres! ¡Jajajajaja!-El banco en el que estaba Vico se comenzó a tambalear, hasta que se volteó y Vico cayó. Sam corrió para ayudarla, pero Vico seguía riendo.

-Jajajajaja, mira, te caíste de la risa, no cabe duda que la comedia es lo mío.

-Jajajajajaja, definitivamente Sam, casi me orino- Vico tomó la mano de Sam para poder levantarse, pero al momento de tomar impulso su zapato resbaló jalando hacia sí a Sam, quien cayó encima de Vico.

Las manos de Sam quedaron recargadas a la altura de la cabeza de Vico. Se quedaron mirando fijamente. Sam se fue acercado lentamente al rostro de Vico, rosó sus labios con los de ella. Vico saboreaba el calor de aquellos carnosos labios. De pronto tomó la cabeza de Sam y la pegó a la suya besándola salvajemente. Ésta no rechazó el beso y dejó caer su cuerpo sobre el de Vico. Paró un momento y miró la cara de Vico, le acarició la cara, pasó un dedo por su mejilla, con su pulgar acarició sus cejas, tocó su nariz, sus labios.

-Eres... Tan bonita...

Vico nunca había sido acariciada de aquella manera, tan tierna, tan llena de ¿amor? Estaba perdida en la mirada de Sam.

Alguien tocó el timbre.

El momento fue interrumpido. Sam salió del trance, y se levantó inmediatamente. Le dio una mano a Vico y la levantó.

-Espera, no tardo. -Sam se alejó para abrir.

-Hola Sam.

-Hola Natalia, pasa.

La chica que había estado con Sam el día que Vico la invitó a desayunar era Natalia. Vico la miró y la chica la vio de regreso. El ambiente se tornó pesado.

-¿Quieres pizza Nat?

-Claro.

Sam le dio un trozo de pizza y le sirvió vino. Vico no sabía que hacer. ¿Qué había sido lo de hace rato? ¿Un sueño? ¿Por qué de pronto Sam la había olvidado?

-Bueno Vico, ya tienes mi número, ¿hablamos mañana sí?

Vico se rompió. Sintió cómo algo dentro de ella se desmoronaba lentamente. Los ojos se le llenaron de lágrimas. No dijo nada, tomó su bolso y salió a toda velocidad a la puerta, dejándola tras de sí con un sonoro asotón.

Las lágrimas recorrían su rostro, le corrieron el maquillaje. Tallaba sus ojos fuertemente como sí esto lograra detener el desbordamiento de sentimientos que estaba experimentando. ¿Era alguna clase de venganza? De pronto se sintió tonta al imaginar eso. Sam ya era así. Sam no le pertenecía. Salieron más lágrimas. Salió del elevador y fue a su carro. Ya en casa, Vico logró conciliar el sueño hasta que sus lágrimas cesaron.

Al día siguiente, muy temprano, Sam tomó su camioneta y emprendió camino a la carretera. Recorrió unos kilómetros hasta dejar atrás la ciudad y entrar en campo abierto. Media hora después paró en lo que parecía un vivero, estacionó su carro e ingresó al lugar. Todavía con las gafas puestas, empezó a recorrer el lugar, oliendo las flores, y deteniéndose en un arreglo para verlo mejor.

-¿Se le ofrece algo señorita?

-Sí, un saludo menos formal Graciela.

-¿Samantha? Jajajajaja. ¡Dichosos los ojos que te miran amiga!

Ambas chicas se abrazaron un rato. Graciela era la mejor amiga de Sam, se conocieron desde la preparatoria y desde entonces se volvieron inseparables, claro, hasta la universidad, aunque aún mantenían contacto después de eso.

-¿Y qué te dio por visitar a tu humilde amiga? Desde que eres médico de renombre no te dignas a visitar a los pobres.

-Jajajaja, no digas tonterías Grace, que mira que la que sale en los periódicos y en televisión eres tú.

-No puedo ocultarle al mundo la belleza de mis plantas amiga.

-Jajajaja, definitivamente.

-Vamos a sentarnos, aquí tengo una mesa, acaba de preparar limonada, ¿quieres un poco?

-Claro.

Grace fue por la limonada, Sam se quitó las gafas y tomó asiento mientras Grace servía.

-¿Y cómo vas? ¿Cómo está tu agradable marido?

-Hey Hey, cambia ese tono con mi chico.

-En un celoso psicópata.

-Pues no lo es.

  • El hecho que crea que siempre trato de seducirte lo hace uno.

-Es algo inseguro, pero no para tanto. Y no te preocupes, hoy trabaja hasta tarde.

-UFF, menos mal, me da tiempo para engatusarte.

-Eres de lo peor, mejor cuéntame tú, ¿cómo va el amor?

-No pudiste elegir peor pregunta para el momento.

-¿Por?

Sam suspiró y empezó a contarle su historia con Vico hasta el día anterior cuando salió llorando.

  • ¿La de la preparatoria?

-Ajam.

-Woaho. ¿Y tú que sientes?

-Nervios.

-¿Por?

-Creo que me estoy enamorando de ella.

-Ay amiga, ¿y eso que tiene de malo? Dices que te cela, ¿no?

-Pues algo así, pero me va a rechazar amiga, ya lo hizo una vez.

-¿Estas segura de eso?

-No, pero ¿y si lo hace?

-Hasta que no le preguntes no vas a saber. Además, si sientes todo eso por ella, ¿por qué citaste ayer a Natalia estando con Victoria?

-No sé, no pensé las cosas. Dios, soy una imbécil.

-Sí, lo eres.

-Menos mal que eres mi amiga.

-Ya ya, no hay mejor disculpa, que la que va con flores- Guiñándole el ojo.

-¡Esto sólo es un pretexto para que te compre algo!

-Sí, en parte, pero también sería un lindo detalle ¿no crees? Ya, anda y escoge un arreglo, o escoge las flores que más te gusten y te armo uno, se lo mandamos con uno de mis empleados, una nota, mañana la ves...

-¡NO!

-¿No?

-No seamos tan precipitadas, sólo una nota de disculpa porque invite a alguien más cuando estaba con ella, sólo eso. Todavía no hablemos de sentimientos.

-Ash, esta bien. Escribe tus disculpas en este papelito y luego vas a escoger tus flores.

-Hay algo más.

-¿Más?

-Bueno, no sé, yo creí que había sido un sueño, pero...

-¿Qué cosa?

-El día del evento, perdí la conciencia.

-Sí, no te mediste.

-Ese mismo día soñé que hacía cosas que no debía con Vico. Aunque platicando con ella ayer, ya no sé sí fue un sueño.

-Vaya imbécil que eres amiga.

-¡Oye!

-¿Entonces pasó o no?

-No sé.

-Tienes que preguntarle.

-No.

-¡Dios! Mujeres teníamos que ser.

Tocaron la puerta del departamento de Vico. Ya era la 1 y apenas se estaba levantando. Llevaba un camisón gris y el cabello agarrado en una coleta, no se detuvo a ver su cara aún con maquillaje corrido y con los ojos hinchados en el espejo. Abrió.

-Victoria Bettancourt.

-Sí.

-Le envían esto. -El chico delgado con gorra le entregó a Vico un arreglo lleno de flores con un pequeño sobre en medio.- Firme de recibido, por favor señorita.

Vico firmó. Tomó el arreglo.

-¿Quién las envía?

-No puedo darle esa información. En el sobre dice, señorita, con permiso.

-Propio.

Vico acomodó el arreglo en su mesa. Era bastante bonito. Tomó el sobresito y lo abrió.

"Pedirte disculpas no es suficiente cuando se es una idiota como yo. No he sabido comportarme. Perdona a esta humilde tonta que no sabe lo que hace. Sam"

Vico suspiró.