Falsa novia. III

-Viene la mejor parte- Decía Sam con los ojos brillantes de lujuría.

Aquella chica y Vico se vieron. Vico se levantó de un golpe, tomó su bolso.

-No sabía que estabas ocupada Samantha, vendré otro día.- Algo molesta

Sam pausó su juego. Se levantó. Caminó hacia aquella chica y le dio un pequeño beso en la boca.

-Ok, te llamo luego. - La chica asintió y Sam la acompañó a la puerta.

-Con permiso. -Decía la muchacha.

-Propio. -Contestó Vico.- Yo también me retiro- mirando a Sam.

Antes de que Vico lograra salir, Sam puso su brazo impidiendo que Vico saliera.

-¿Y mi desayuno?

-Parece que ya desayunaste.

-Jajajaja, ¿celosa?

-¿Yo? ¿De qué? -decía Vico claramente hirviendo en celos.

-De mi agradable compañía. - Con tono burlón.

-Ni un poco. Déjame pasar por favor.

-No. Quiero mi desayuno. Me gruñe el estómago, tengo mucha hambre.

Vico intentó empujar el brazo de Sam para pasar, pero Sam era bastante fuerte y la acorraló contra la pared.

-Soy más fuerte.

-Felicidades, ¿me dejas ir?

-No, ya te dije, muero de hambre.

-¿Tu novia no sabe cocinar?

-¿Mi novia? Pff, jaja, no ella no se queda a desayunar.

-Samantha por favor, basta.

-¿Hoy ya no jugamos a ser novias? - Mientras Sam se acercaba lentamente a Vico, Vico empezó a sentir aquella corriente de electricidad otra vez. Intentó empujar a Sam poniendo sus manos con su abdomen, pero sólo empeoró la situación. Aquel contacto con su abdomen tan bien marcado hizo flaquear sus piernas.

-Sa... Sa... Saman... Samantha por favor, basta

-¿Me vas a invitar el desayuno?- Con sus labios contra la frente de Vico.

-Sí.

-Ok.- Sam se quitó. Vico intentaba recuperar su respiración normal.

-Espera un poco, sólo guardo unas cosas, y me pongo algo.

Sam entró en una de sus habitaciones. Vico esperaba junto a la puerta.

-¡Listo! - Apareció Sam con un pans flojo y una sudadera sin cierre y con gorro. Llevaba una maleta deportiva.

-Dije desayuno, no viaje

-Después de desayunar iré al gym.

-¿En domingo?

-Este cuerpo no es gratis -Con una sonrisa.

Vico vio que Sam tomaba su casco.

-Vamos en mi carro.

-No será necesario, el restaurante de aquí abajo es bastante bueno.

-¿El de la esquina?

-Ajá.

-¿Y el casco para qué?

-El gimnasio no está en la esquina- Esbozando una de sus encantadoras sonrisas.

Ambas entraron al elevador. Bajaron hasta el lobby. Antes de que se abrieran las puertas, Sam se puso en frente de Vico.

-Espera- Se acercó poco más, y delicadamente le acomodó el mechón de pelo a Vico detrás de la oreja.

-Mucho mejor. - Vico no hablaba. ¿Qué intentaba Sam? Vico no sabía si Sam hacia todo aquello con intención, lo único que sabía era que estaba cayendo redondita en sus encantos.

Las puertas se abrieron y salieron.

La chica de la recepción levantó la mirada.

-Buenos días Sammy

-Casi tardes Lu- Regalándole una sonrisa

-Parece que tu amiga te encontró

-Sí, es perseverante

Vico apartó la mirada de Lu, cómo le reventaba aquella chiquilla.

-Nos vemos al rato Lu

-No tardes Sammy- Mientras le guiñaba el ojo.

Salieron del edificio, Vico echaba fuego por los ojos.

Entraron al restaurante. Era más una cafetería, una casa cafetería, había sillones con mesitas de centro, mesas con sillas y mesas de esas pegadas a la pared con sillones. Sam eligió una mesa.

Silencio.

Sam colocó su codo sobre la mesa, recargando su cara sobre su mano. Miraba fijamente a Vico. Vico trataba de evitar los ojos de Sam.

-Cambiaste mucho.

-Tú también.

-Lo sé, ahora soy más guapa- Sam se río.

-También eres egocéntrica, creída, insoportable, sangrona...

-Sexy, graciosa, inteligente,encantadora y bastante agradable. Todo un partidazo. ¡Jajajaja!

-Antes eras linda, adorable.

-¡Iiuugh! ¿Adorable?

-Sí, así te conocí, así me gust...- Vico no acabó la frase

-¿Te gustaba?- Con una sonrisa de medio lado y levantando la ceja.

-Da igual, eso fue hace mucho. ¿Qué te pasó?

-Aprendí a quererme. -Vico la miró dubitativa.

-Me di cuenta que lo que hacia era buscar siempre alguien con quien estar, buscaba cariño, un noviazgo, ya sabes. Cursilerías de adolescente casi adulta joven. Je. Pero siempre terminaba con el corazón roto, triste, y siempre amando de más. Un día me cansé, y decidí preocuparme sólo por mi, empecé a cuidarme para gustarme a mí, no a nadie más. Cuidé mi aspecto, cambié mi forma de vestir, entré a un gimnasio, apareció mi padre, me dio loft, me ofreció carro. Todo cambió. De un momento a otro empezaron a llegar mujeres. Te juro que no hacía nada, simplemente aparecían. Mira, por ejemplo, aquí estas tú. -

-Yo te estoy pagando un favor

-Jaja, sólo bromeo.

-No eres graciosa.

-Rompes mis ilusiones, uno de mis sueños era ser comediante- Sam hizo un gesto se tristeza que sacó una risa de Vico.

-No has perdido esa gracia.

-Sólo la uso cuando me gusta ver la sonrisa de alguien.

-¿Te gusta mi sonrisa?

-Bastante, los hoyuelos que se forman en las mejillas me ponen mal. Y tú tienes un par.

Se miraron fijamente.

Su momento fue interrumpido por un mesero alto y bastante guapo que puso dos cartas sobre la mesa.

-Sammy Sam, ¿y eso que trajiste a una chica aquí? Hace tanto que no lo hacías.

-Nunca lo había hecho Ricardo

-Oh, tienes razón, ¿es algo tuyo?

-Una amiga que me está pagando un favor, así que no saques conclusiones.

-Ash, qué delicada ¿Y quién es tu amiga?

-Victoria, un gusto. - Respondía Victoria mientras le daba su mano al chico.

-Hermoso nombre, bastante fuerte, me gusta.- Decía el muchacho ofreciendo una sonrisa de oreja a oreja y saludando a Vico.

-Gracias.

-Bueno, les menciono, tenemos el desayuno americano, también hot cakes, nuestra especialidad del día, omelette de salmón con espinacas.

-Yo quiero café y hot cakes de Mora azul

-Excelente elección Victoria

-Qué confianzudo Ricardo, la acabas de conocer

-Pues ya hicimos click, no seas celosa- dándole a Sam una palmadita en el hombro

-Yo quiero fruta, ya sabes como, un jugo de naranja y el omelette, Ricardito.

-Muy bien, en seguida se los traigo chicas.

-Jaja, que sonriente tu amigo

-Podría presentártelo, pero...

-¿Pero? ¿Ahora eres tú la celosa?

-Jaja, no, lo que iba a decir es que Ricardo sería como una más de tus amigas. Es gay a más no poder, no sé sí lo notaste.

Vico se sintió tonta, porque sí trataba de poner a Sam celosa, pero le salió el tiro por la culata. Para desapercibir, cambió el tema de inmediato.

-Entonces aquella chica ¿era tu novia?

-Ah ah- moviendo su dedo índice indicando negación

-¿Tu roomie?

-Tampoco.

-¿Entonces?

-¿Por qué tanta curiosidad?

-No quiero darte problemas con ella, tal vez es tu novia y se haya molestado...

-No, nada de eso, es sólo una amiga.

-¿Con la que pasas la noche?

-Sí, algo así.

-¿Tienes una novia?

-Sí, una falsa.

-Graciosa.

-Lo sé.

-¿Por qué no te había visto hasta ahora?

-Me la paso trabajando, y no vivía aquí.

-¿Y dónde?

-Estaba haciendo la especialidad. Me movían de hospital en hospital en diversas zonas. El último año me lo dieron casualmente aquí.

-¿Cuánto llevas aquí?

-6 meses.

-¿Y te vas a quedar? -Preguntaba un poco avergonzada, estaba aunando mucho en la vida privada de Sam.

-Muchas preguntas Vico.

-Lo siento, tienes razón.- Agachando la cabeza

-Tal vez, es mi último año. El hospital de aquí tiene mucha demanda en mi especialidad por situarse en un lugar céntrico.

-Ya, ya.

-¿Y tú? ¿Novio o novia?

-No, nada.

-Ummm... ¿Por qué?

-No sé.

-Sigues siendo igual de extraña. Una extraña rompecorazones.

Ricardo llegó con el café, el jugo de naranja y la fruta.

-Gracias Richie

-De nada bebé- le contestaba a Sam, mientras se iba de nuevo.

-¿Ya no te ha molestado tu amiguita?

-Me mandó un mensaje en la mañana. Dice que nuestros nombres están en su lista de invitados.

-Claro, su fiesta.

-Sí. Le dije que no iríamos.

-Bien.

-Aunque...

-¿Sí?

-No sé, sería ya como la prueba de oro Sam. Pensé que tal vez podríamos ir, sería un último favor.

-No me parece una buena idea. ¿Dónde será?

-En el antro Inferno.

-Definitivamente no.

-¿No te gusta?

-Hay gente que me conoce ahí Vico. Bastante, de hecho. Nuestra mentirita blanca podría ser todavía menos creíble.

-¿Conocer cómo?

-No entremos en detalles.

-Ok, no iremos. Perdón por insistir tanto. - Vico se puso seria.

La insistencia de Vico tenía dos objetivos: que su mentira ante los ojos de Renata luciera lo más real posible y, por otro lado, pasar más tiempo con Sam.

Ricardo llegó con el resto de la orden.

-Provecho señoritas.

-Gracias- Contestaron al unísono.

Ambas empezaron a comer en silencio. Sam de pronto puso su tenedor en el plato.

-Me estoy arriesgando mucho.

-¿A qué? -Decía Vico con mermelada de mora azul en la comisura de la boca.

Sam río despacio.

-A ver.- Estiró su mano con una servilleta y le limpió la boca con mucha delicadeza, mientras Vico mantenía la respiración por aquella clase de atención.- Y decías que yo era la adorable, mira quién se mancha como una niña.-Vico volvió en sí.

-No es necesario que me limpies, podía hacerlo yo misma. -Algo sonrojada.

-Ok, Ok.- Le dio l servilleta.

-¿En qué estás arriesgándote?

-En ir.

-Pero no iremos.

-Cambié de opinión. Pero debes saber que me debes una bastante grande.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión?

-Bueno, yo me metí en esto contigo, te voy a ayudar hasta el final.

-¿Sólo eso? ¿En serio?

-Ummm...-Sam jugaba con el tenedor en sus labios

-¿Sam?

-Tal vez después necesite un favor, y no será un desayuno.

Vico inmediatamente se sonrojó. ¿Qué favor podría pedirle después Sam? Sus pensamientos fueron interrumpidos por la risa de Sam.

-¡Jajajaja! No te preocupes, yo no cobro con favores sexuales. Claro, a menos que tú lo propongas.

Vico abrió los ojos, le explotaban las mejillas.

-¡JAJAJAJA! Tranquila, tranquila. Ya sé que no soy tu tipo. Me lo dijiste hace años.

-Tonta. ¿Qué clase de favor?

-A su tiempo lo sabrás. ¿Entonces el jueves llego al Inferno?

-No, paso por ti. Se verá mejor si llegamos juntas. ¿A tu casa?

-Salgo a las 9:30. Podría bañarme en el hospital y cambiarme también. Pasa por mi a eso de las 10. Te marco por cualquier inconveniente.

-Esta bien. Entonces le diré a Renata que cambiamos de opinión.

Sam asintió con la cabeza y siguió comiendo. Vico terminó de escribir el mensaje en su celular y lo envío. Ambas continuaron comiendo.

-Así que pediatra, ¿eh?

-Umhum...-Asentía Sam con comida en la boca.

-¿Por qué niños?

-Mñé. Pues los niños son más sinceros con sus dolencias, no te exigen medicamentos que leyeron en páginas de internet, y son más agradables que los adultos, por lo menos para mí.

-Entiendo.

-¿Por qué maestra?

-Me gusta mucho enseñar. Y enseñar niños resulta más fácil. Tienen una capacidad de retención extraordinaria.

Sam la miró fijamente un rato y Vico le sostuvo la mirada.

-Niñas, puedo sentir su tensión desde la caja, dejen de mirarse así o váyanse a un cuarto, Jajajaja- Ricardo las interrumpió.

-Ay Richie, no alusines.- Mientras Sam hacía los ojos en blanco y cruzaba sus brazos.

-¿Les retiro los platos?

-Claro.

La mesa quedó limpia. Ricardo les dejó la cuenta, Vico pagó.

-Tu cambio Victoria, fue un placer conocerte, ojalá vengas más seguido.

-¿Tan rápido me cambiaste Richie?

-Ash, no empieces Sam.

-¿Oíste Vico? Yo digo que no le sea propina.

Victoria sonrió ante las ocurrencias de aquellos dos mostrándo sus hermosos hoyuelos. Sam mostró una media sonrisa como respuesta.

Ambas salieron del local

-Entonces me marcas en la semana para quedar bien.

-Sí.

-Bye

-Bye

Vico se acercó a Sam para darle un beso en la mejilla y Sam iba a hacer lo mismo, pero en un movimiento extraño casi se dan un beso en los labios. Ambas rieron nerviosas y mejor sólo se despidieron con un movimiento de mano. Vico se dirigió a su carro, y antes de meterse miró como Sam se ponía su casco, acomodaba su maleta en la moto y se montaña en la misma para empezar a ponerla en marcha. La vio alejarse. ¡Cómo la volvía loca aquella mujer, ese olor a fresas que desprende de su boca, eso labios tan lindos y jugosos, ese cabello rebelde y aquel cuerpo!

Vico se metió a su carro y se dirigió a su casa.

Ese día era día de despensa para sus papás. Como su mamá se había lastimado, aún la consentían mucho y le compraban la despensa ella y su hermano. Estaban ya en la tienda donde llevaban a cabo dicho ritual, Vico iba escogiendo pastas mientras su hermano, con cara de fastidio manejaba el carrito con la cabeza recargada en ambos brazos sobre la agarradera.

-Podrías poner mejor cara hermanito.

-No.- Enfadado- Además, mamá y papá ya pueden venir, ¿por qué lo seguimos haciendo nosotros?

-Porque es una buena acción, déjalos descansar Eddie. Eddie de repente se paró derecho, hizo un gesto de peinarse y se arregló la camisa.

-Samantha Buenrostro

Al oír este nombre Vico inmediatamente volteó y ahí estaba Sam, sonriendo como de costumbre.

-Hola Vico.

-Sam.

-Si mal no recuerdo, es tu hermano, ¿no?

-Sí, Eduardo, ya nos habían presentado, la otra noche que...

-Qué sorpresa Vico, venía pensando en ti.

Vico se puso roja como los tomates que llevaban en el carrito.

-¿Qué me pongo para la fiesta? ¿Estaría bien un vestido?

-Sí.- Vico imaginaba a Sam en vestido. Era obvio que se le vería bien, todo se le ve bien a Samantha Buenrostro. Incluso vestida con una bolsa de plástico luciría espléndida con aquel cuerpo.

-¿Tú qué llevarás?

-No sé, creo que también un vestido.

-Muy bien, muy bien. Bueno, te llamo entonces. Bye Vico. Adiós Edmundo.

-Eduardo

-Sí, como sea. Adiós.-Sam siguió su camino por el pasillo.

-Se nota que muere por mi.-

-Ay Eduardo-. Vico siguió con la mirada a Sam hasta que se perdió entre los pasillos. Esperaba con bastantes ansias el jueves.

De pronto la semana pasó muy rápido, y con ella llegó el jueves.

En la mañana Vico recibió una llamada.

-Victoria.

-¿Sam?

-¿A las 10 en el hospital? Por la cafetería.

-Ahí estaré.

-Te veo al rato entonces.

-Adiós. -Vico daba saltitos de gusto. Ya era la gran noche. Iba a ver a Sam, iba a ser su novia una noche más. La felicidad la invadía, no podía creer aquellos sentimientos en ella, las mariposas revoloteaban dentro de su estómago. De pronto la invadió un sentimiento abrumador. Sam no tenía relaciones serias, era una conquistadora, y cómo no creerle cuando era así, tan ella. Se sintió desesperanzada, y pensar que alguna vez pudo haberla tenido para ella, pero eso ya no iba a pasar. Trato de olvidar aquello y empezó su rutina.

Llegó la noche y Vico llegó al lugar acordado. Traía un vestido escotado color azul marino arriba de la rodilla y unos tacones grises altos y el cabello suelto. Estaba escuchando música en su estéreo, cuando oyó que alguien dio golpecitos en su ventana. Sam. Traía un abrigo negro que sólo dejaba ver sus marcadas piernas y sus tacones negros, al parecer hacia frío afuera. Vico quitó el seguro de la puerta y Sam pudo entrar.

-Hace frío afuera- frotándose las manos.-Hola Vico.

-Hola Sam.

Vico prendió el automóvil y salió dirigida al antro del evento.

Encontraron un lugar cerca de aquel centro nocturno, ambas salieron del auto, y antes de irse a las puertas del lugar, Sam se quitó su abrigo. Debajo de aquel abrigo traía un vestido corto color morado con la espalda descubierta. Vico no pudo evitar mirarla de pi a pa. Traía el cabello agarrado en una colea.

-¿Nos vamos?- Interrumpiendo los pensamientos de Vico

-Claro.

Estaban en la entrada del lugar formadas, pronto toco su turno, y el cadenero les pidió sus nombres. Se los proporcionaron y mientras buscaba en la lista...

-Bonito escote.

-Bonitas piernas.

-Gracias, me arreglé para mi novia.

Vico se sonrojó. Esa noche eran novias otra vez. ¿Novias? ¿Por qué no aprovechar aquella situación? De pronto Vico se sintió avergonzada. ¿Ella aprovechándose de Sam? ¡Sí, claro! Sería más probable que Sam lo hiciera de ella. Pero ella lo permitiría.

-Pueden pasar.- Expuso el cadenero.

Antes de entrar, Sam tomó la mano de Vico, entrelazándo sus dedos.

-Así es más creíble.- Le susurró.

Emprendieron la marcha hacia la barra.

-¿Quieres algo?- A Vico

-Lo que tú pidas.

-Dos martinis, por favor. -Recargada sobre la barra. Entonces Sam sintió que alguien le tocaba el hombro, volteó y sintió una bofetada en la mejilla izquierda.

-¡Así que novia eh Samantha! ¡Eso no dijiste la semana pasada!- Aquella chica furica de cabello rizado y largo dio media vuelta y se marchó.

Vico se colocó en frente de Sam, mientras ésta mantenía su mano en la mejilla. Vico le toco la mejilla lastimada, la preocupación se reflejaba en sus ojos.

-¿Estás bien?

-Sí Vico, no te preocupes. Fue un golpecito.

-No debimos venir, vámonos Sam...

-Disculpen aquel incidente chicas, aquella mujer ya fue sacada del lugar, pero me pregunto, ¿qué la habrá puesto tan mal? Da igual, bienvenidas y gracias por venir-Guiñando el ojo, Renata las saludó de beso.- ¿La conocías Samantha?

-Algo así.- Aún sobándose el golpe.

-Bueno, supongo que no es de mi incumbencia. Disfruten de la fiesta, la barra es libre.-

-Sam, vámonos.

-No, vamos a disfrutar de la fiesta.

Sam abrazó a Vico, y le dio un largo beso. Vico se sentia mareada. ahora Sam sabía a manzana. Luego tomaron sus martinis. Sam se tomó el suyo de un trago y Vico dio un pequeño trago. El barman ofreció otro martini a Sam.

-Renata lo envía.

-Gracias, parece que Renata quiere ponerme ebria- Y se lo bebió bastante rápido. Vico seguía con su misma copa. Sam ya llevaba tres martinis seguidos.

-Vamos a bailar Vico.- La tomó de la mano y la jaló a la pista. Empezaron a bailar, la música era bastante movida. Sam tomó a Vico de la cintura y la jaló hacia la suya. Empezó a mover las caderas sin despegarse del cuerpo de Vico, bajando lentamente. Vico estaba que explotaba de calentura, y daba pequeños pasos tratando de seguirle el paso a Sam, que ya iba subiendo nuevamente. Tomó las manos de Vico y las pasó por su cintura, luego la tomó del cuello y la acercó a su rostro. Otra vez la beso, pero con más intensidad que antes, ahora recorría los labios de Vico con su lengua, les daba ligeros mordiscos, no saltaba aquella boca. Vico temía desmayarse en aquel momento. No sabía sí era por el alcohol, pero cada beso se Sam era embriagador. De pronto le tomó la cabeza a Sam y la apretó contra la suya como buscando fusionarse en cada beso. La música seguía fuerte y las luces moviéndose al son de la música y las parejas en la pista. Sam dejó de besar a Vico y le puso los brazos alrededor del cuello, mientras Vico le tomaba la cintura.

-Me gusta este juego.- Mirando a Vico a los ojos.

-A mi también.

Sam tomó a Vico de la mano y se fueron a la barra otra vez. El barman ahora le ofreció a Sam una bebida oscura.

-Se la manda la chica de aquel lado. La de amarillo.

Sam no se molestó en voltear a ver quién le había invitado aquel trago. Lo tomó y empezó a bebérselo todo.

Se volteó y otra vez tomó a Vico de la cintura y la acercó bruscamente hacia su cuerpo. Era tan descuidada, tan brusca. Eso le encantaba a Vico. Cada vez que sentía su cuerpo contra el de Sam perdía todo sentido de conciencia y sólo quería tener su boca contra la de ella, sus manos sobre Sam. Se besaron un buen rato. Sam iba bajando las manos hasta el trasero de Vico y lo apretó. Ante este gesto, Vico se liberó un momento de su boca para soltar un pequeño gemido. Sam sonreía. Otra vez se besaban.

-Chicas, consíganse un cuarto. - Renata lucía celosa y molesta.

Sam se rió.

-Sam, iré al baño, ya regreso.

-Ok, Ok, no tardes amor.- Dándole un beso en los labios.

Vico estaba en un sueño. Qué forma de besar. Se sentía bastante mojada. Su sexo estaba que explotaba, no se había dado cuenta que estaba casi jadeando.

Iba de regreso con Sam, cuando vio a la chica de amarillo que hacía rato había mandado una copa a Sam, ahora le estaba bailando bastante sugerente. Sam no hacía nada para detenerla. Vico se acercó rápidamente y quedó en frente de ellas.

-Veo que te diviertes Sam.

-¡Amor!- Ya bastante ebria- Ella es... ¿Cómo dijiste que te llamabas?

-Lucía.

-¡Lucía! Sí, así se llama. Es bastante agradable.

-Sabes qué Samantha, ya me voy. Creo que esto definitivamente no funciona, de todos modos gracias por todo.- Vico decía esto con lágrimas en los ojos. Estaba enamorada de Sam. Locamente. Iba de camino a la salida cuando se encontró con Renata que fumaba.

-¿Qué pasó Vico? ¿Peleaste con tu novia?

-No molestes Renata- Secándose las lágrimas.

-Ya, no te pongas así. Mira que yo sólo se la presenté porque Lucía insistía mucho.

-¿Cómo? ¿Tú se la presentaste?

-Sí, ella encantada eh. Deberías saber que tu noviecita tiene fama en este lugar.

-¿Desde cuándo sabes eso?

-Ya sabes, me gusta investigar con quién sale mi prospecto.

-No cabe duda Renata, eres una maldita loca. - Vico entró de nuevo al lugar. Sam estaba bastante borracha, y aquella chica se le estaba encimando mucho.

-Samantha, nos vamos.

-Pero amor... Apenas voy a bailar con Lucy.

-No, mañana trabajas y además, Lucía ya se iba. - Vico lanzó la peor mirada que pudo. Lucía se retiró no sin antes darle un beso en la mejilla a Sam y mirar despectivamente a Vico.

Vico tomó a Sam de un brazo y la levantó. Vaya que pesaba, sabía que Sam era puro músculo, pero no imaginaba que pesara tanto.

-¡Vico! ¿Estás enojadita?

-No Sam.

-¿Segura?

-...

-Vico perdón, hice lo mejor que pude. Perdón por fallarte.- Sam estaba demasiado ebria.

-No me fallaste Sam, simplemente ya cállate.

-Sólo si me das un beso.

-No.

-Chiquito.

-No.

Se dirigió a su carro, y gracias a extraordinarios esfuerzos logró meter a Sam. Luego Vico se metió. Qué noche. Vico se tomó un momento para arreglar sus pensamientos. Pero la boca le seguía sabiendo a manzanas. Encendió el auto e inició la marcha. Llegaron al edificio de Sam. A esa hora ya no había recepcionista, sólo un portero que al verlas llegar les abrió las puertas y ayudó a Vico a meter a Sam al elevador. Sam iba inconsciente. Las puertas del elevador se abrieron en el loft 10. En tanto entró Vico, Sam iba despertado lentamente.

-Sam, que bueno que despiertas. Vamos, te llevo a tu habitación.

Sam no respondió. Vico la tomó otra vez del brazo para llevarla a su cama. No alcanzó a hacerlo. Sam, como la otra mañana, acorraló a Vico contra la puerta, con sus dos brazos a la altura de la cabeza. Respiraba agitádamente, y ed un golpe pegó su cuerpo contra el de Vico. Vico perdió todo el aire de sus pulmones por el contacto con aquella chica. Sam le empezó a besar el cuello lentamente.

-Sam, no estás bien… Basta… Por favor…

-Me gustas mucho Vico… Mucho…

Vico no aguantó más, se abrazó del cuello de Sam y llevó su boca hacia la suya. Se empezaron a besar apasionadamente. Vico no soltaba el cuello, estaban tan juntas que parecía que se iban a volver una. Vico fue bajando sus manos hacia el trasero de Sam y lo apretó hacia ella. Ambos sexos, con la ropa en medio hicieron contacto. Ambas dieron un gemido bajito y luego continuaron besándose. Ahora Sam bajaba los tirantes del vestido de Vico y dejaba al aire libre sus senos.

-Siempre los imaginé así.

-¿Así cóm…

Vico no acabó la frase, puesto que Sam había atrapado entre su boca la aureola izquierda de uno de aquellos grandes senos. Vico estiraba su cabeza hacia atrás. ¡Qué placer! Sam jugueteaba con la lengua, atrapaba el pezón con los dientes cubiertos por los labios y los succionaba fuerte. Vico no dejaba de gemir. Sam volvió a la cara de Vico y la besó otra vez. Se hizo una batalla de lenguas, Vico succionaba la lengua de Sam, primero despacio, luego rápido, Sam gemía bastante bajito, estaba loca de deseo, quería más, y en un arranque, tomó las piernas de Vico, sin dejar de besarla, y la levantó. La llevó a su sillón y la acostó. Vico esta expectante.

-Viene la mejor parte- Decía Sam con los ojos brillantes de lujuría. Se quitó el vestido dejando ver su cuerpo completamente desnudo, sólo con unas braguitas de encaje. Colocó sus caderas encima de las de Vico y se agachó para besarle el cuello de nuevo. Vico cerró sus ojos dejándose llevar. De pronto sintió todo el peso de Sam encima de ella.

-¿Sam? ¿Saaam?

Sam se había quedado dormida.