Fallándole a mi esposo (Final)
Claro que por más puta que me crea y morbosa que pueda llegar a ser, al final siempre elegiré a mi esposo.
Desde la tremenda cogida que me dieron mis instructores del gimnasio, los días pasaron y ellos me manoseaban cuando iba hacer ejercicio y me terminaban cogiendo de la manera más rica que me hacían sentir su perra personal.
Mientras tanto mi vida con mi esposo era de lo más normal, era muy cariñoso conmigo, me decía comentarios como “ya se notan los efectos en el gimnasio, ya te vez más delgada” y cosas por el estilo y claro que él estaba en lo correcto pero mi perdida de peso no era por hacer ejercicio en el gimnasio, si no porque sudaba mucho cuando me cogían. Yo con Sebastián llevaba una vida sexual bien, pero me gusta más que me humillen y él no lo hace, él solo es muy romántico y eso no me prende para nada y en la mayoría de los casos solo termino con un falso orgasmo y el colmo de todo es que él se cree un tigre en la cama.
Recuerdo que un día que el descanso del trabajo me llevo hacer las compras y el mandado personal, me llevo a comer helado y ese día me estaba consintiendo mucho y de lo más lindo. Cuando llegamos a la casa él me preguntó.
--Oye amor ¿Cómo te va en el gimnasio?
-Muy bien cariño, ¿Por qué la pregunta?
--¿Qué te parecen los instructores?
-Pues son buenos instruyendo la clase.
--Pero me refiero físicamente.
-Me parecen normales mi amor ¿a qué quieres llegar?
--¿No te sientes atraída por ninguno de ellos?
-Mi amor ¿Estas celoso?
--Solo un poco
-No te preocupes amor, yo solo los veo como mis instructores y ya.
--¿Y ellos como te ven?
-He notado unas miradas indiscretas, pero nada de lo que te tengas que preocupar.
--¿Qué te ven?
-he notado que ven mis senos y mis pompis.
--Hasta cierto punto lo comprendo.
-si quieres ya no voy.
--No es eso, pero es que ya estas con un cuerpazo y pienso en que alguien más me lo podría quitar.
-Te digo que no te preocupes amor.
--Esta bien, te haré caso.
La conversación con Sebastián me hizo pensar en que tal vez el ya estaba empezando a sospechar de lo que estaba pasando en el gimnasio y sin pensarlo 2 veces decidí que ya no iría más. Ese mismo día yo fui a dar clases y ya era alrededor de la 1 de la tarde y recibo un mensaje de whatsapp de Juan.
--Hola mi puta tetona.
-Hola Juan ¿Qué quieres?
--Mamarte esas ricas ubres y darte mi pito.
-Es una gran lástima porque ya no voy a ir al gimnasio.
--¿Por qué ya no vas a venir? Y ¿Por qué es una gran lastima?
-Ya no voy a ir porque creo que mi marido empieza a sospechar de lo que hacemos en el gimnasio y es una gran lástima porque voy a extrañar tu gran y jugosa verga.
--Eres bien puta, pero está bien, tu ven al menos a darte tu despedida.
-¿Qué me van a dar?
--Zorra, no hagas preguntas si ya sabes que te vamos a meter un cogidón y vamos a jugar con tus tetas y tu culo.
-Bueno esta noche voy, pero me dan mucha leche de cenar.
--claro que si perra, tu ven por verga.
Ahí terminó la conversación y claro que iba a ir a probar esa deliciosa verga por ultima vez, termine de dar clases en la escuela, salí a mi casa y comí con Sebastián y le dije que ya no iría al gimnasio y que ese sería el ultimo día que iba y solo para decir que ya no iba a poder ir, él se sintió un poco culpable pero lo tranquilice y le dije que no era su culpa, le dije que iba a salir con unas amigas esa tarde y fui con mis amigas a perder el tiempo al centro comercial, platicar de nuestras aventuras, de nuestros viajes y cosas de más. Al final que se retiraron ellas ya faltaban menos de 30 minutos para la clase en el gimnasio y yo estaba muy ansiosa, así que decidí calentar a un desconocido, fui a comprar un helado de pistacho y me fui a un jardín que estaba cerca de ahí, me senté en una de las bancas y en frente de mi estaban dos mujeres platicando con unos chicos como de 18 o 19 años y que me observo desde que llegué a sentarme, su vista no la podía disimular y a pesar que volteaba a otro lugar siempre volvía a verme, yo lo observe con una vista seductora y empecé a pasar mi lengua alrededor de la bolita de helado, él me observó y pasando mi lengua por mis labios simulando que estaba limpiándome del pistacho baje un poco mi blusa para que el muchacho notara el tamaño de mis tetas, él estaba completamente embabucado y las otras señoras estaban en el completo chisme sin prestar atención a su alrededor, ya tenia al mocoso al 100 pues ya se le notaba un poco el bulto entre sus pantalones, al final decidí irme pues ya solo faltaban unos minutos para la clase de gimnasia.
Ya cuando llegué cabe aclarar que no iba con la ropa de gimnasia pues le había dicho a Sebastián que solo iría a decir que ya no iba a ir, pero me fui vestida un poco sensual, llevaba mi ropa con la cual voy a dar clases, una camisa de tirantes negra que me hacen un gran escote, un chaleco blanco que es imposible cerrarlo de mi pecho, unos pantalones de mezclilla y unos tacones. Allí estaban los tres entrenadores y también estaba haciendo ejercicio el otro hombre que siempre que voy esta ahí y se sale a media clase. Me acerqué a juan y después de intercambiar algunas palabras me dijo que esperara en la mesa de striptease y me dijo que me cambiara de ropa, yo pensé que era en lo que se iba el otro tipo así que fui a cambiarme y me mantuve esperando por un tiempo. Ellos llegaron y prendieron la música y yo les comencé a bailar, no fue por mucho tiempo ya que Arturo fue el primero que se saco la verga y me acostó en la mesa boca arriba y me metió su verga hasta la garganta, con una mano en mi barbilla, la otra en mi nuca y sus huevos en mi nariz me empujaba la verga de una manera brutal que sentía que me moría por no poder respirar, sentí que alguien me abrió las piernas y me empezó a penetrar por mi culo, tomó mi cintura con sus manos y me la empezó a meter fuerte, el otro me empezó a mamar mis tetas, me las apretaba hasta que en un momento sentí que me puso algo en el pezón que me dio mucho dolor pero me dio más placer. Arturo me da una fuerte cachetada y me dice “Pinche vaca tetona ¿te gusta cómo te cogemos?” yo le respondí “me encantan sus vergas, denme mucha leche”. Luego de decir eso me cambiaron de posición y yo quede sentada arriba de Aturo y por atrás mío estaba julio dándome por el culo y Juan en mi boca ya estaba loca de placer y vi que lo que me habían puesto en mi pezón era una pinza de colgar ropa, Arturo me comienza a azotar las tetas con la palma de su mano, Julio me comienza a dar nalgadas y Juan me cachetadas, no aguante y tuve un orgasmo, Julio dejo que se iba a venir y de mi bolsa saque un vasito tequilero y le dije que los echara ahí, cambiamos de posición y ahora estaba de espaldas de Arturo metiéndomela en el culo y Juan metiéndomela por la vagina, aun juan seguía dándome cachetadas y Arturo me apretaba mis tetas y al mismo tiempo me las jalaba, “si papitos, que ricas vergas me están cogiendo”, eso era lo que decía cuando estaba en pleno segundo orgasmo, Arturo no aguanto más y me quito de encima de él para poderse venir en el vaso tequilero. Volvimos a cambiar de posición, esta vez era muy extraña la posición en que me puso pero voy a tratar de describirla lo mejor que pueda, quede en el sillón con mis piernas arriba en la cabecera y mi cabeza en el asiento, Juan agarro mi culo y lo llevo hacia él pero se quedo quieto por unos instantes, tomo su pantalón y saco el celular, pensé que era para grabar lo que iba hacerme pero para nada que fue así, llamó a Sebastián y empezaron a platicar de mi salida del gimnasio, me la metió por el culo y me comenzó a dar fuerte y ya tratando de no gritar para que Sebastián no escuchara, después me la metió en la vagina y después me la acercó a mi cara para mamársela y así estaba intercambiando de agujeros, los otros dos al ver la escena morbosa que estaba pasando me comenzaron a magrear las tetas uno de cada lado, Juan termino de platicar con Sebastián y al final termino en el vaso tequilero. Me pusieron de rodillas y se las comencé a mamar a los dos y finalmente terminaron en el vaso.
Al final de todo me dijeron que si quería volver por verga lo podía hacer, pero ya no estaba en mis planes por el momento, me despedí de ellos con un beso en el cachete y ellos se despidieron de mi con unas nalgadas. Me lleve el vaso con la leche a mi carro y pase al Oxxo a comprar un café y claro que le puse la leche de mis entrenadores, la leche que aún no salía con mi dedo la saque y la lleve al café y finalmente me limpie mi dedo con mi lengua. Si se preguntan que tanto estaba lleno el vaso, debo decirles que estaba muy lleno y creo que un poco más de la mitad de leche, así que era mucha.
No me tome el café hasta que llegué a la casa, me senté en la mesa del comedor, Sebastián se sentó en frente de mi con un sándwich y comencé a tomar del café mientras él me veía y me hacia platica. Y así fue como terminó esa parte de mi vida, pero claro que tengo muchas más cosas por contar y que en un futuro las publicaré.