Fabuloso reencuentro días antes de la Navidad.

Un Proyecto Navideño da paso a un reencuentro muy caliente.

Antes de comenzar con este relato quiero desearles a todos mis lectores una feliz Navidad y un próspero y caliente 2019.  Muchas gracias por todo su apoyo y lindos mensajes.  Si pudiera, le daría a cada uno de ustedes una rica mamada como regalo de pascuas.

Fabuloso reencuentro días antes de la Navidad.

Florida, US 22 Diciembre, 2018

Para no aburrirme de mis quehaceres domésticos mi hijo me sugirió incorporarme más afondo en asuntos comunitarios.  Desde ya unos meses atrás he formado parte de grupos caritativos con proyectos que beneficien al público con menos recursos. Siempre en esta temporada navideña organizaciones benéficas recaudan dinero, juguetes y ropa pero todos estos recursos son donaciones privadas.  Este año me tocó a mí ser la organizadora de un evento en una gran hotel de Miami con una cena formal, una subasta silenciosa con todas las ganancias para mis organizaciones benéficas favoritas.

El evento de este año en particular tuvo un desfile de modas con 10 hermosas modelos, con todas esas ganancias yendo a un refugio para mujeres maltratadas en nuestra área. Era un evento de corbata negra y todos se vestían para impresionar.

El entretenimiento era generalmente adquirido local, pero esta vez me las arreglé para asegurar a Javier Dávalos, un artista relativamente famoso que había crecido en nuestro barrio en Nueva York junto con Gabriel y lo conocía desde su infancia, era unos años mayor que mi hijo y acaba de salir de una gira y coincidía que su último concierto era en Miami. Cómo hice para que me aceptara la invitación todavía no estoy segura, pero no iba a quejarme de mi suerte.

He tenido un amor platónico con este muchacho durante mucho tiempo, por supuesto con la gran diferencia de edad y conociendo a sus padres nunca pasó por mi mente tener nada íntimo con él. De niños Gabriel y Javier eran muy unidos y él se pasaba en mi casa casi todas las vacaciones escolares. Debo admitir que desde su adolescencia siempre tuvo un físico atlético gracias a las clases de natación que sus padres le pagaban.  Era alto, de piel morena con pelo rizo, unos ojos cafés que penetraban el alma cuando te miraban.  Y una sonrisa encantadora.  Era muy atento y educado y eso siempre me gusto de él.  Muchas veces nos acompañaba a todos lugares, uno de sus favoritos era la playa.  Debo ser sincera y admitir que me gustaba mucho como me miraba cuando vestía mi traje de baño, en esos tiempos atrás tenia mejor cuerpo y me daba el lujo de usar bikinis.  Por supuesto muchos hombres en la playa no me quitaban los ojos de encima, pero yo era más esmerada en los ojos de mi hijo y su amigo.  Para mí fue siempre un objeto de orgullo que ellos me mirasen así.

Estaba segura de que Javier pasaría la noche entera con las muchas modelos de moda que competirían  por su atención, sin embargo el no se fijaba en ellas, y lo tuve en mi mesa cuando era el tiempo para cenar.

Gasté una fortuna en un vestido negro de Armani, pero valió la pena, sé que me veía muy bien y me sentía muy bien, ya que también había perdido algunas libritas recientemente, por el escote profundo de mi vestido por atrás y por adelante no podía usar sostén y me era algo dificultoso ocultar mis pechos, algún movimiento rápido dejaría expuestos mis senos.  El vestido era apretado a mi cuerpo dejando a la vista todas mis curvas especialmente lo rotundo y grande que es mi trasero.  Solo llevaba una pequeña tanga de seda negra y un ligero elegante para sostener las medias de seda negra que cubrían mis piernas, me encantaba como me veía y más todavía me encantaba la reacción de algunos de los esposos de mis amigas que orbitaban hacia mí para poder ver si acaso una de mis tetas salía de mi descote.  Creo que un par de ocasiones si llegaron a ver lo rosadito de mis aureolas.

Bajé al salón de baile para esperar a que llegara Javier. La sala se llenó al máximo una vez que se enteraron que la sección de entretenimiento comenzaba pronto. Finalmente, llegó. Javier se veía increíble, tenía una presencia digna del escenario. Todas las mujeres presentes se derretían por él, yo solo me acordaba de aquel niño amable que se pasaba los veranos con nosotros. Era tan bello.

De alguna manera logré saludarlo y llegue a presentarlo a las pocas personas importantes que estaban allí antes de que comience la cena. En la cena, conversamos y charlamos un poco de nuestras vidas personales y de cómo termine viviendo una vez más con mi hijo en la Florida. (Por favor lean mi primer relato para que tengan un conocimiento de mi historia).  En poco tiempo estábamos disfrutando de un momento fabuloso, él era tan bien hablado para un hombre de apenas treinta años.  Le asentaron muy bien sus años en la universidad,

Después de la subasta silenciosa y el desfile de modas, cantó varias canciones para nosotros y me dedicó una especialmente. Mi corazón se saltó unos cuantos latidos mientras caminaba fuera del escenario y sostenía mi mano mientras cantaba.

Apenas lo vi después de que terminó el programa, firmó autógrafos con amabilidad y tomó fotos para donaciones a las causas que apoyábamos. Lo dejé ser asaltado por una multitud de bellezas que competían por su atención.

Por todas las tareas que eran requeridas por el evento decidí quedarme en el hotel donde fue organizado el banquete.  Fui a mi habitación y estaba parada en mi balcón recordando a Javier y lo exitoso que fue la noche cuando escuché un golpe en la puerta.

"Buenas noches, servicio."

¿Servicio de cuarto?  Yo no he pedido nada, pensé.

Abrí la puerta y, para mi sorpresa, allí estaba Javier con dos copas y una botella de champán.

"¿Qué tal una copa?"

“Por supuesto Javier”, le dije.

Servimos el champán y nos sentamos en el balcón hablando y riéndonos de la noche, cuando de repente se inclinó y me besó.

"He querido hacer esto toda la noche. Quiero besarte y abrazarte y nunca dejarte ir. Quiero hacerte el amor toda la noche Marlene".

Solo lo miré y pude ver que vio en mis ojos exactamente lo que estaba pensando.

"Sé lo que estás pensando. Todo esas bellezas abajo, ¿qué está haciendo aquí conmigo?"

"Tienes eso correcto," susurré.

Sus ojos de ensueño me hipnotizaban y me costó decir las palabras.

"Hiciste de esta una de las noches más encantadoras de mi vida. No solo eres muy hermosa, muy sexy y emocionante, ¿alguna vez has pensado que me gustaría estar con alguien como tú y no solo con esas chicas que si son bellas pero se pasan en lo absorbidas con su apariencia?

"Pero tengo edad suficiente para ser..." comencé.

"Oh, Marlene, que rico si lo fueras. No sabes la envidia que tenia de Gabriel por tenerte a ti como madre.  ¿Nunca pensaste porque me quedaba el día entero en tu casa y por muchas ocasiones hasta a dormir me quedaba. Como te veía y no quitaba mis ojos de tu cuerpo cuando íbamos a la playa? Por favor, déjame quedarme, déjame hacerte el amor".

No pude decir una palabra, me abrazó, me tocó la cara y me besó, violándome la boca con su lengua. Enredé mis manos en su hermoso cabello y le devolví el beso, lamiéndole el cuello y la oreja y mordiendo juguetonamente sus labios.

Estaba mareada del placer. Él acarició suavemente mis hombros, mi espalda desnuda por el profundo escote de mi vestido, sus labios nunca dejaron los míos. Bajó la cremallera de mi vestido y lo dejó caer de mis hombros al piso, dándose cuenta de lo poco que llevaba debajo de la prenda.

"Oh Marlene, es usted una mujer tan seductiva". Él me llevó al dormitorio.

Continuó mirándome con esos ojos oscuros y sentí que me estaba ahogando. Vi cómo se quitaba el esmoquin y se acostaba a mi lado.

Me tocó la cara, me susurró al oído. Sus labios dejaron un rastro por mi cuello y sobre mis pechos. Lamió y chupó mis pezones hasta que estuvieron duros como piedras y sentí que podía correrme con las sensaciones que él estaba creando.

Le pedí dulcemente que se recostara y me dejara mirarlo. Quería tocarlo, tocar cada centímetro de su cuerpo con mis manos, con mi boca. Ya no tenía cuerpo de niño, era todo un hombre, varonil y supremamente encantador.

En ese momento me sentí coqueta, caliente, Javier prefirió estar conmigo en vez de tanta muchacha linda que andaba por el hotel. Me di la vuelta muy deductivamente para mostrarle mis nalgas que solo llevaban un diminuta tanga negra y el ligero acentuando los cachetes blancos de mi trasero. Quería mostrarle a este bello hombre que definitivamente su atrevimiento seria premiado con el gran placer que le otorgaría mi cuerpo en la cama. Sus ojos grandotes como platos estaban pegados a mi culo.

Me senté a su lado y pasé mis dedos por su espalda, por su trasero, por sus piernas, por sus testículos y en todos los lugares donde mis manos iban mi boca los seguía.

Lamí su enorme pene y le pasaba la lengua alrededor del glande como una niña lamiendo una paleta, hasta que él gimió y me pidió que por favor lo llevara a mi boca. Tengo la boca pequeña y trate y trate y no pude introducírmelo completamente, el solo se rio y dijo, “está un poco grande, discúlpame.”  Lo lamí y continué acariciando su muslo interno al mismo tiempo. El cabrón sabía que la tenía enorme.

Podía sentir que sus músculos se tensaban cuando estaba llegando a su orgasmo, busque de lo más profundo de mi ser mis habilidades de buena traga-verga y no me fue difícil traer a la luz mi lado de puta caliente succionando y besando su lindo glande hasta que estalló regalándome su tibia semilla varonil.

La emoción en su rostro no tenía precio. Me atrajo hacia él y me acostó boca arriba, su boca aún violaba la mía.

Continuó lamiéndome y besándome los pezones, el estómago hasta que finalmente le pedí que dejara de torturarme de esa manera, no podía soportarlo más.

Se arrodillo sobre mí, sentí sus manos abrir delicadamente mis piernas con el objetivo de encontrar el tesoro que tanto añoraba.  Se tumbó entre mis muslos besándolos y trazando con su lengua un delicioso caminito de saliva hasta encontrar mi clítoris listo para su lengua. Lo chupó y lo lamió hasta que entro en su boca.

Javier dejo de atormentar mi clítoris y alzo su cara llena de mis jugos íntimos y con una sonrisa me dijo, “Marlene, he soñado con este momento desde que era un niño, no sabe la cantidad de veces que me masturbe pensando en usted. Y ahora la tengo aquí, solo para mí.”

Yo solo gemía del placer que Javier me daba.  Me llevaba mis manos a mis senos, estiraba y piñizcaba mis pezones hasta hacerlos doler.  El me acariciaba las caderas y apretaba mis nalgas con mucha fuerza.

“Marlene me encantan sus nalgotas, siempre me tenía empalmado cuando la veía caminar por su casa con esos pantaloncitos cortos y esas falditas que dejaban ver su tanguita.”

“Mmmmm que rico. Me veía el trasero y lo deseaba desde niño.” Pensé.

Antes de que pudiera recuperarme y responderle, me montó y embistió esa hermosa verga en mí. No podía respirar de tanto placer, este joven que vi crecer junto a mi hijo ahora me tenía desnuda, chillando y gozando, clavada por su enorme pene. Era tan grande que apenas cabía en mi vagina y el gemía al sentir lo apretada que estaba. Gabriel tiene un buen pene, pero este jovencito era un gigante en comparación. Envolví mis piernas alrededor de su cintura, lo jalé hacia mí por el pelo y le pedí que me lo diera todo. Me dio unas cuantas embestidas pero la sensación de estreches fue demasiado para él. Los dos estábamos cubiertos de sudor cuando él tuvo su segundo orgasmo.

“Que rico me la metiste mi amor, si hubiera sabido lo rico que coges te hubiera metido en mi cama muchos años atrás.”

Sentí su enorme verga calmarse y salir de mi vagina. Nos acostamos uno al lado del otro en la cama y él me seguía acariciando, mirándome y diciéndome que deseaba que pudiéramos pasar más tiempo juntos, él y yo.

"Eres todo lo que siempre he querido en una mujer". Nos besamos por un largo rato y al final nos quedamos dormidos del cansancio abrazados uno con el otro.

A las primeras luces de la siguiente mañana sentí a Javier despertarse. Le estaba dando la espalda y él me abrazaba por atrás. Tenía su brazo sobre mi cintura y su mano descansando sobre mi seno. Su pene morcillón clavado entre mis nalgas. Sentía como Javier respiraba profundamente sobre mi cuello, aspirando el aroma de mi pelo, y su pene comenzaba a tomar vida otra vez.  Le oí decir, “que rico saber que no fue solo un sueño.” Su mano que estaba descansando sobre mi seno comenzó a apretar mi pezón haciéndome gemir, moví mi cara para besarlo y mientras nuestras lenguas se daban un saludo matutino me di la vuelta y terminamos cara a cara. Ya había mencionado que Javier es un excelente besador, y mientras nos besábamos el resto de su cuerpo se presiona suavemente contra el mío. No pude resistirme y lo despoje de las sabanas que lo cubrían, cuando vi su pecho desnudo le ataque sus pezones y el gimió ruidosamente. Juguetonamente, me senté sobre él y gemí cuando sentí su inmenso glande rozando mis nalgas.

No estábamos hablando mucho, solo reaccionábamos a la estimulación de nuestra piel expuesta. Cuando tuvo mis senos a la altura de su cara, me dijo "tienes los senos más hermosos que he visto" y luego me los beso, lamiendo mis erectos pezones. Cuando sentí sus labios chupar mis pezones como un bebe hambriento no pude más y deje salir de mis labios un gemido largo y primitivo. Por primera vez lo llame ‘hijo’. “Ohhh hijo me estas matando.”

Estoy bastante orgullosa de mis senos, para ser una mujer de 49 años todavía se levantan muy firmes, no son muy grandes pero le hacen competencia a cualquiera de esas modelos que Javier no escogió, también tienen la piel blanquita y mis pezones rosaditos pero predominantes, son rodeados de areolas medianas del mismo color. Javier chupaba suavemente un pecho, luego el otro y procedía a torturarme con frenesí, mordisqueando suavemente, lamiendo y chupando la carne de mis tetas, finalmente raspando con sus dientes mis sensibles pezones. Tuve un pequeño orgasmo mientras hacía esto, tuve que apartarlo, estaban demasiado sensibles y la sensación era demasiado para mí.

Todavía llevaba mis medias de seda negra con el liguero. Las quitó despacio, tomándose su tiempo admirando mi cuerpo, arrodillándose frente a mí, y finalmente subió por mis piernas luego de quitarlas de mis pies. Sentí que su lengua subía por mi pierna y, finalmente, su lengua larga se acomodó en mi vagina, lamiendo mis labios genitales y, finalmente, succionando suavemente mi clítoris. Mis piernas estaban extendidas, mis manos estaban sobre sus hombros y la parte posterior de su cabeza, echaba mi cabeza hacia atrás en éxtasis. Tuve otro orgasmo; éste era mucho más profundo. Finalmente lo aparté y me arrodillé a sus pies mientras se levantaba.

Mi vista se niveló con su polla y estaba en atención como un soldado, ¡su verga era jodidamente ENORME!

Había estado con muchos hombres que antes consideraba grandes, pero este chico probablemente tenía 25 centímetros de largo y era más gordo que una lata de cerveza. A pesar de su gran tamaño, se levantaba con imponencia y me lo puse en la boca con la palma de la mano. No había manera de que pudiera alcanzar mi mano alrededor de su inmensa circunferencia, y no había forma de poder meter la cabeza del tamaño de una manzana en mi boca. ¡Dios sabe que lo intenté! Javier tomó la parte de atrás de mi cabeza con sus manos e intentó follarme la boca, pero estiró mis labios demasiado y me comencé a quejar no forzó el problema, así que lamí alrededor de su poderoso glande y subí y bajé sobre ese palo gordo. Sus bolas también eran inmensas y traté de chuparme cada una en la boca, pero nuevamente fracasé. Estaba cubriendo su verga con mi saliva y comencé a gotear sobre sus bolas, en el suelo y en mi pecho. Frotaba mis pechos en sus piernas mientras continuaba chupando la parte exterior de su falo, lamiendo cada centímetro de esta poderosa polla. Su polla estaba goteando grandes cantidades de líquido, mezclado con mi saliva. Dios, esto me ponía demasiado caliente. Empujé su lindo culo hacia mí con una mano, la otra usé para agarrar su pene hasta que finalmente me apartó.

Después de que recuperó un poco su compostura, tomó mi mano y me llevó a la cama, Javier me acostó suavemente y se acomodó sobre mí, sus delgadas caderas entre mis piernas abiertas, su inmensa polla empujando mi labia hacia arriba y hacia abajo, provocándome tanto placer que le pedí: "Por favor, cógeme mi amor, quiero que estés dentro de mí, ¡ahora!"

Sentí la cabeza de su polla, resbaladiza con nuestros jugos, separando suavemente mi concha, que estaba hinchada de deseo y sentí que él comenzó a abrirme, a partirme en dos es más preciso en realidad. Cuando su poderosa polla comenzó a penetrarme, sentí que mi clítoris rastrillaba contra su falo, cada vena de su tronco se sentía como un dedo pequeño e inmediatamente comencé a tener un fenomenal orgasmo. Después de lo que pareció una increíble cantidad de tiempo, finalmente consiguió introducir todo su glande dentro de mí y me penetró unos centímetros, mis entrañas se estiraron lentamente alrededor de él, una sensación increíblemente llena me inundó y comencé a tener otro orgasmo casi continuo. Javier suavemente entraba y salía, y finalmente tocó fondo, sus bolas acariciando mis nalgas.

Javier se detuvo, me miró y dijo: “¡Eres una mujer tan increíble, hermosa, muy bien constituida y tan increíblemente apretadita! No quiero lastimarte, por favor, dime si lo hago”. En ese momento estaba en éxtasis y le insté a que me cogiera, y él comenzó un suave movimiento de entrada y salida. Agarré la parte de atrás de sus brazos, me moví hacia su espalda, su trasero, luego alcancé sus brazos y jalé su espalda y trasero hacia mí... ¡No aguantaba más! Javier comenzó a follarme con golpes más largos, más fuerte y más rápido hasta que estuve en un estado de orgasmos casi continuos nuevamente, ¡comencé a gemir muy fuerte y las profanidades que salían de mi boca podían hacer ruborizar al diablo mismo! "Oh, Dios, Javier. ¡Eres un niño increíble! Cógeme... cógeme hijo, dale duro a mami ¡Oh Dios, estoy tan llena! Tu verga es tan grande, oh carajo, eres un semental, me estas rompiendo la concha mi cielo, hazme tu mujer mi amor, hazme tu puta! Joder, joder, joder. Cógemeeee, me matas hijo! Este gentil gigante era lo que quería y quería que durase para siempre.

Finalmente, pero demasiado pronto sentí que mis entrañas se estiraban un poco más a medida que su polla se expandía aún más y sabía que iba a explotar dentro de mi Le pedí que se corriera fuera de mí, quería ver su leche emanar de su cabezota. Javier, siempre considerado, me complació y sacó desesperadamente su polla de mis entrañas y comenzó a verter, lo juro, al menos un cuarto de litro de leche masculina en mi estómago, pequeños riachuelos cayendo sobre mí y sobre las sábanas. ¡Un chorro pintó la parte inferior de uno de mis tetas, incluso alcanzando mi cuello! Javier debió venir por 30 segundos continuos y finalmente los chorros se calmaron y él se acomodó encima de mí. Levanté la mano y lo acaricié, su cara, la parte posterior de sus brazos, su cuello, su espalda... qué sensación tan maravillosa.

Me dijo, “Marlene me encanta que me llames ‘hijo’.  Fantasee mucho que eras tú mi madre cuando me masturbaba de chico.”

No podía dejar de acariciar su rostro. Javier finalmente se recostó a mi lado y pidió una toalla. Me levanté y me puse un paño húmedo, me lavé suavemente y luego volví a limpiar los residuos de su polla, e intenté limpiar un poco la cama. Después de que Javier recuperó el aliento, me abrazó y nos acariciamos por todos lados, muy bien, muy suavemente. Lo cariaba despacito, mis manos finalmente terminaron de instalarse en su polla y esta comenzó a responder después de aproximadamente un minuto se levantaba suavemente una y vez más.

Lo empujé suavemente hacia atrás y bajé la cabeza para tomar su gloriosa polla en mi boca. Sabía que era una misión imposible tratar de meterme semejante tronco  de carne en mi boca, así que tome su glande y con mucho cariño y esmero lo comencé a lamer, sabía un poco de nuestros jugos combinados, pero sobre todo de su sabor dulce. Esta mamada iba a ser buena, decidí, ¡y la primera de muchas durante este fin de semana!  No salimos de me habitación el fin de semana entero, nos pasamos desnudos y jugando y cogiendo día y noche.  Cuando llegue a casa el domingo por la noche está cansada, me dolía todo el cuerpo pero estaba satisfecha y feliz.  Gabriel me saludo y no pude ocultar una sonrisita coqueta, si el pobre se enterara de que su amigo de la infancia se pasó cogiendo a su madre se moriría de celos.