F.A. IV: El garaje de la perversión

Nico, Aitor, Diego y Víctor deciden quedar en el garaje para follar. El morbo aumenta por la posibilidad de que alguien les descubra.

Tras contemplar el trío entre Nico, Rubén y Rober, los mayores hicimos lo propio y nos montamos un trío en el que nos follamos los unos a los otros. Acabamos todos con el culo rojo y llenos de lefa. Pero eso es una historia contaré en otro momento, ya que lo que pasó al día siguiente es más importante.

Habíamos quedado con Nico en que follaríamos con él. Los cuatro estábamos deseándolo, pero no estábamos seguros de que fuera a ocurrir, ya que ninguno tendría la casa sola aquel día. De modo que en la piscina nos tocamos disimuladamente los rabos entre nosotros, pero la cosa no fue a más. Al salir del agua, observamos que el socorrista bajaba unas escaleras que conducían al baño, a la pequeña enfermería que había montada y, lo más importante, al garaje.

Se nos ocurrió entonces que podíamos esperar a que cerrara la piscina a mediodía, que era cuando el socorrista se iba a comer por ahí. Aprovechamos el momento y bajamos al garaje. Los cuatro íbamos vestidos únicamente con el bañador.

-¿No nos pillarán? -preguntó Nico, algo asustado.

-Esperemos que no -contestó Diego-. Además, eso le da más morbo. Pensar que te pueden pillar en cualquier momento…

-Hombre, morbo da -contesté yo-. Pero como nos pillen, a ver qué les decimos a nuestros padres.

-Os estáis preocupando por cosas que no van a suceder -replicó Aitor-. Simplemente acomodaos y comencemos la fiesta.

Aitor tenía razón. Nos situamos en un rincón apartado por el que nunca pasaba nadie y dispusimos las toallas a modo de colchón, ya que el contacto directo con el suelo podía ser un problema.

-¿Quién empieza? -preguntó Nico un poco cohibido.

-Calla y observa -respondí.

Lo primero que hice fue tumbar a Diego y Aitor junto a mí. Acaricié sus cuerpos desnudos durante unos segundos. Pellizcaba sus pezones con suavidad mientras ellos mezclaban saliva en un dulce beso. Yo ya estaba a cien, por lo que decidí ir bajando mis manos hasta sus bañadores.

Primero palpé sus bultos -bastante grandes ya- por encima de la prenda, rozando esta contra sus penes. Eso les excitó, ya que ambos soltaron un breve gemido. Miré a Nico, que contemplaba la escena con la boca algo abierta y la mano dentro del bañador.

-Acércate -le dije-. Vas a poder ver de primera mano las pollas que se gastan estos dos.

Nico obedeció y se arrodilló junto a mí. Lentamente fui tirando del bañador de Aitor, mostrando centímetro a centímetro su cipote. Cuando apenas quedaba un poco del glande por salir, la tensión hizo que su polla saliera disparada y chocara contra su barriga.

-No está nada mal, la verdad -admitió Nico.

-Pues espera a ver la de Diego -contesté.

Tal y como había hecho con Aitor, fui destapando, muy poco a poco, cada milímetro del cipote de Diego. Esto hacía que Nico babeara. El muy cerdo ya quería meterse su polla en la boca. No lo culpaba, la polla de Diego era deliciosa.

Seguí el mismo proceso que anteriormente y, de igual forma, la polla de Diego quiso ser liberada por completo cuando apenas quedaban escondidos un par de centímetros. El sonido de su cipote contra su trabajado abdomen hizo que Nico salivara todavía más.

-Joder. Menuda polla. ¿Cómo coño es tan gorda?

-No te sorprendas, capullo, que la tuya es prácticamente igual de larga y te saco dos años.

-Aún así, me sorprende el grosor que tiene. ¿Cómo ha conseguido tu hermano tener esa polla dentro suya?

-Es que mi hermano es el mayor cerdo de nosotros. Le encanta comer pollas.

Nico sonrió y, sin pensarlo, agarró ambas pollas y comenzó a masajearlas. Yo, por mi parte, empecé a acariciar la espalda de Nico, que se dejaba hacer. Y joder, menuda espalda tenía. Se notaba a la perfección cada rincón de esta, ya que estaba muy trabajada por las clases de natación que hacía.

Llevé poco a poco mi mano hasta el bañador de Nico y liberé su bestia al instante.

-Madre mía, vaya pollón gastas -admití.

Nico decidió tumbarse boca arriba y le indicó a Diego que situara su polla a la altura de su boca para poder comérsela. Del mismo modo, yo decidí hacer lo mismo con la suya y me la metí en la boca. En cuanto a Aitor, este decidió levantarse para que Diego pudiera chuparle la polla a él. Cerramos así el círculo del vicio.

Lo cierto es que tener la polla de Nico en la boca era una sensación increíble. Era un cipote venoso que no paraba de palpitar. Además, apenas tenía vello, ya que debía haberse depilado días antes, por lo que estaba muy suave. Yo agarraba sus huevos y me los metía los dos en la boca, succionando sin parar. Menuda delicia.

Mientras tanto, Nico se la chupaba a Diego, quien estaba disfrutando bastante, ya que la cara que ponía no dejaba lugar a dudas. Se ve que el rubito estaba hecho una buena putita.

-¿Seguro que no has hecho esto antes? -le preguntó Diego a Nico.

Hubo un breve momento de silenció, hasta que Nico confesó.

-Lo cierto es que ya había tenido relaciones sexuales con un primo que tengo. Pero tiene doce años, así que su polla no es muy grande. Aún así, nos la hemos chupado varias veces, así que tengo algo de técnica.

-Joder, ya decía yo -dijo Diego entre risas-. La chupas demasiado bien para ser tu primera vez.

Nico se sonrojó.

-Déjame probar esa mamada -le pedí.

Diego intercambió su posición conmigo, de modo que Nico me la chupaba a mí, Diego a Nico y yo a Aitor. No recuerdo la última vez que me metí la polla de Aitor en la boca, pero recuerdo que fue asombroso. Me dispuse a darle placer, y el cabrón estaba disfrutando.

-Cómo te gusta mi polla -me decía-. Te gusta comerme la polla ¿eh? Quieres que te dé pollazos, ¿verdad?

Yo asentía con la cabeza y recibía las embestidas furiosas de Aitor, que no paraba de follarme la boca. Mientras tanto, Nico jugaba con mi glande con una dulzura impresionante. Se notaba que lo había hecho más veces, ya que aquel control de la mamada no era normal.

Introdujo mi glande en su boca y comenzó a lamerlo, dando vueltas en círculos con su lengua.

-Dios, menuda zorra eres, Nico.

-¿Te gusta, Víctor? Llevo meses pajeándome pensando en ti. Me veo sobre ti, cabalgando tu cipote y besándote con lujuria. Pero ni en mis sueños me habría imaginado que podía hacerse realidad.

-Tranquilo, que te voy a meter la polla hasta el fondo. Vas a gozar como la zorrita que eres. Es más, vas a tener no doble, si no triple penetración. Así que, Diego, ve dilatando ese culito rubio.

Diego sonrió y comenzó a chupar el agujero de Nico.

-Oh, joder, ¡qué puto placer! ¿Por qué nunca le pedí a mi primo que me comiera el culo?

Nico volvió a su trabajo y se metió mi polla de golpe en la boca. Al capullo no le cabía entero, pero el tío lo intentaba hasta el punto de que se atragantaba.

Aitor apartó su polla de mi boca y se situó junto a mí, ofreciéndole su pene a Nico. Este no dudó ni un instante y, mientras Diego le comía el culo, se metió la polla de Aitor en la boca. Esta sí que le cupo entera. Yo sujeté a Nico del pelo y comencé a besar a Aitor mientras marcaba el ritmo de la mamada.

Unos segundos después, noté cómo el rubio se metía las dos pollas de golpe en la boca.

-Madre mía, Nico, vaya putón estás hecho -dijo Aitor, sorprendido.

Diego ya había empezado a introducir dedos en el culo de Nico, que empezó a quejarse.

-Para, por favor. Duele mucho.

-Tranquilo -contestó Diego-. Duele solo al principio. Luego vas a acabar suplicando que te follemos entre los tres, ya verás.

Diego fue introduciendo uno a uno sus dedos en el ano de Nico, hasta que decidió que era hora de meterle la polla. Para ello, posicionó a Nico boca arriba, con las piernas sobre sus hombros, y comenzó a introducir su polla en el agujero del rubito. Lentamente introdujo su glande.

-Joder, duelo muchísimo tío, para ya.

-No queda nada, aguanta un poco.

El capullo de Diego no se daba cuenta de que tenía una polla enorme y no iba para nada con cuidado. Prefirió meterla de golpe, lo que sorprendió a Nico y lo hizo soltar un grito de dolor.

-¡Jodeeeer te he dicho que pares, ostia!

-Perdón, perdón. Pero no te preocupes, que de aquí en adelante todo va a ser placer.

Diego no se equivocaba. Dejó descansar a Nico un minuto, momento que yo aproveché para ponerme sobre él de forma que hacíamos un 69, y me introduje su polla en la boca. Aitor, por su parte, se puso junto a Diego para que este le comiera la polla.

Un minuto después, Diego comenzó lentamente el vaivén de caderas. El cabrón se movía muy bien, y el hecho de poder contemplar cómo se movía me ponía muy cachondo.

Diego aceleró la embestida, haciendo que Nico se retorciera de placer cada vez más. Como consecuencia, su mamada iba cada vez a mejor, y succionaba con fuerza mi polla, haciendo que me corriera en su boca al instante.

-Mira cómo se lo traga, menudo tragapollas eres.

-Soy lo más cerdo de este mundo -reconoció-. Diego, fóllame, fóllame con fuerza.

-Joder, Nico, me estás poniendo muy burro. A este paso voy a tener que follarte todos los días para que estés satisfecho. Joder Nico, me voy a correr.

-Sí, hazlo dentro. Córrete dentro de mí, Diego, que yo también me voy a correr.

Y dicho y hecho, Diego aceleró aún más el ritmo de la embestida y, con un orgasmo como nunca antes había tenido, soltó seis chorros de lefa que quedaron impregnados en el recto de Nico.

La sensación del líquido caliente recorriendo su culo hizo que Nico estallara al momento, impactando en mi cara tres potentes chorros que me llenaron el rostro de su semen.

-Joder, joder, yo también me corro -anunció Aitor.

-Espera, que te ayudo -dijo Diego.

Se metió el cipote de Aitor en la boca justo a tiempo. Este expulsó cuatro o cinco chorros de semen que fueron directos a la garganta de Diego, quien limpió a conciencia todo el tronco y el glande de nuestro amigo.

-Dios, esto ha sido incluso mejor que lo de ayer -comentó Nico.

-No hemos terminado -dije yo-. Ahora vas a sentir tres pollas en tu culo.

Lejos de asustarse, Nico sonrió.

Justo entonces escuchamos unos pasos. Nos vestimos con rapidez y recogimos las toallas lo más rápido que pudimos, subiendo las escaleras para salir a la urbanización. Pero las personas que esperaban fuera no tenían ninguna intención de parar la fiesta.

Rober y Rubén esperaban fuera con los brazos cruzados.

-Bueno, qué, ¿lo habéis pasado bien? -preguntó Rubén irónicamente.

-No sabéis cuánto -contestó Nico-. Pero tenemos cosas pendientes.

-No os preocupéis -añadió Aitor al ver las caras de los pequeños-. Estáis invitados a la fiesta.

Rubén y Rober sonrieron. Entonces, recordé algo.

-Chicos, no quería deciros esto porque no era seguro, pero esta mañana mis padres me han confirmado que… nos mudamos -las caras de todos eran un cuadro-. Lo siento. Nos vamos la semana que viene.

-Entonces -dijo Rober, intentando animar la cosa-, haremos una fiesta de despedida que recordarás para siempre.

Y sonreí. Lo que Rober quería decir era que montaríamos la mayor orgía hasta el momento.


Bueno, pues hasta aquí la nueva entrega. He tardado mucho, pero es que he tenido clases y ahora que llega el invierno y la navidad tendré más tiempo para estas cosas. Como siempre, espero vuestros comentarios. Que tengáis un buen pajote!