Extrayendo líquidos de aquella vieja manguera.
Tome justa venganza la dulce violación de aquel viejo puritano, aunque siéndoles sincera disfrute yo también mucho con aquella doble mamada.
Nos habíamos quedado solos mi marido y yo en casa después de las jugosas visitas que tuvimos y ahora estaba dispuesta a dar justa venganza a ese viejo vecino que en el ascensor días atrás me había forzado con el consentimiento de mi marido y un poco del mío, pues el morbo y su rabo hicieron el resto para doblegarme.
Prepare de la manera más concienzuda y rebuscada la forma de hacerle pasar un rato apurado y que sufriera un poco pero también dándole lo que más le gustaba y para ellos conté con la ayuda de Paco que al oír mi proyecto acepto encantado.
El Plan se los iré delatando a la vez que cuente como sucedió todo.
Todo comenzó una mañana que subí a su casa para invitarles a tomar café una tarde pues hacía tiempo no nos habíamos visto por culpa de nuestras visitas, encontrándome con su mujer que fue la que me abrió la puerta, aceptando esta rápidamente, sin darle tiempo a su esposo a declinar la invitación, pues su cara delataba algo de duda y temor a una encerrona.
Cuando llegaron por la tarde, habíamos planeado que los recibiera Paco alegando una excusa momentánea de una pequeña ausencia mía tras una llamada urgente de una amiga para ayudarle un momento en su casa, aunque realmente yo estaba en casa, y oculta preparando mi morboso plan.
Paco los invito a entrar diciendo que poco tiempo yo regresaría sentándolos en el sofá mientras preparaba algo de café, hablando los tres de forma relajada, pues yo oculta escuchaba toda la conversación.
Tras unos minutos Paco invito al viejo vecino a sentarse en una mesa camilla grande que teníamos con unos largos faldones que arrastraban hasta el suelo , para echarse una partida de domino mientras esperaba mi regreso, dejando a su mujer viendo la tele enfrente de él, pero ella aun en el sofá.
Una vez sentado y tapado con el faldón de la mesa, comenzó mi dulce venganza, pues como todos habrán adivinado yo estaba oculta debajo sentada sobre el soporte de madera que tiene en el centro para apoyar los pies.
El susto que recibió el viejo al sentir mi mano sobre los muslos fue mayúsculo, pensando en primer momento que era Paco el que le tocaba, pero saliendo rápidamente de dudas al ver las manos de este sobre la fichas de dominó.
Metió una mano levantando un poco la faldón para mirar con disimulo viéndome a mí con cara picarona sentaba entre sus piernas y lanzando rápidamente mano a su paquete, agarrándolo fuertemente para palpar sus gordas pelotas y ese rabo ahora morcillón y asustado que tenía.
Palideció al momento e hizo ademan de levantarse con disimulo, pero mis manos sujetando su aparato lo impedía, y más cuando Paco le dijo; si quiere agua yo se lo traigo de la cocina, pues parece le sentó mal el café, está un poco pálido.
Su mujer lo miro y le dijo, si pareces un poco paliducho, ¿ qué te paso?, mira que te digo que no tomes mucho café ni comas con exceso que luego te sienta mal todo .
El viendo la encerrona y que no podía levantarse ni que su mujer se acerara, le dijo, no ya se me pasa fue un momento de bajón creo..
Yo ya le había desabrochado la cremallera y soltado el cinturón y abriendo el pantalón tenia ante mí su asustado rabo y sus enormes pelotas colgando, a las que ya daba cuenta con mi boca y mano, todo con sumo cuidado y sigilo de no hacer ruido.
Paco miraba de reojo como mi cabeza asomaba un poco entre el fardón, mientras ya chupaba esa morcilla de burgos que iba tomando forma poco a poco, mientras el pálido viejo disimulaba haciendo que jugaba al domino, sin saber realmente lo que hacer ante aquella jugosa trampa.
Como la mesa y la tela ocultaban mi presencia, y la vieja no veía ni notaba nada, esta hablaba con Paco de cosas triviales esperando mi regreso, mientras yo seguía chupando ahora la cabeza de ese pollon que ante el sabio acoso de mi boca iba creciendo rápidamente.
No dejaba de sobar a la vez esas colganderas pelotas que se iban recogiendo con la crecida de aquel viejo mástil, que aunque el abuelo trataba de controlar para minimizar esa incómoda situación, la excitación que le producía mi sabia comida le hizo desistir en la resistencia, y ahora ya abría las piernas instintivamente para dejar que yo degustara más cómodamente.
Le baje los pantalones hasta los tobillos, y esto le hizo ponerse a sudar casi, pues me imagino que pensaría si lo ve su mujer así, que estaba a tres metros de él.
Ahora tenía ya libre y cómodo aquel rabo que comia como si fuese un caramelo, lamiendo con mi lengua su rugosa cabeza como si de una piruleta se tratase, a la vez mí una mano subía y bajaba por toda la longitud de aquel falo duro ahora como una roca, pajeandolo levemente mientras la otras jugaba con sus gordos huevos y su peludito ano.
La cara de él era todo un poema, pues trataba de disimular el placer que recibía, sin apenas hacer muecas, ni mover el cuerpo, tragando saliva fuertemente ante mis acometidas, y dejando escapara alguna gota de sudor por su frente ante esa morbosa pero placentera situación.
Paco lo miraba picaronamente a la vez que jugaba una partida con él, y hablaba con su mujer, que ahora se recreaba en un programa de la televisión, a la vez que esta, ocultaba un poco el ruido de mi mamada, pues a veces era tanta las ganas de chupar aquello que me descuidaba y soltaba algún ruido con las lamidas y absorbidas de aquella cabeza.
La vieja se estaba impacientando un poco pero mi marido la calmaba diciendo que regresaría en breve, miraba la polla del viejo y mi cabeza como estaba sobre ella, y le decía a su mujer: “ Creo que estará acabando ya seguro, no creo que tarde mucho y vera como viene rápido, no se mueva de ahí que si no se me va a enfadar y va a decir que no los atendemos bien, y a ella le gusta bien atender a sus invitados.”.
El viejo estaba ahora ya tensando el cuerpo con disimulo, pues mi comida le estaba haciendo ya llegar a una corrida inminente, pues su rabo ya llevaba tiempo soltando los primeros jugos por esa rugosa pero atractiva cabeza que tenía.
Yo viendo que estaba apunto y para no derramar gota que lo manchara, me posicione con toda la cabeza dentro de mi boca, y ahora pajeaba más fuerte ese mástil, que en segundos comenzó a soltar ráfagas de cremosa y espesa leche en el interior de la misma, con tanta fuerza y cantidad que me asusto el no poder tragar toda, mientras el mantenía su terso cuerpo sin mover, aunque su cara pasaba de pálido a rojo en segundos, y sus dientes rechinaba de lo apretados que los tenia para amortiguar los efectos de esa explosiva corrida que estaba teniendo.
Soltó tal cantidad que me hizo pensar que ese viejo no había descargado desde mi dulce violación en el ascensor.
Yo no sin algo de esfuerzo conseguí tragarme todo lo que soltó aquel dragón por su boca esa tarde, recreándome al final con dulces lametones, mientras bajaba aquel monstruo su cabeza, arrugándose toda sobre ese gran escroto que contenía aquellos dos buenos depósitos.
Una vez que vi este se había recuperado, lo dejo en esa posición sin subirle los pantalones para que sufriera un poco más, mientras ahora girándome con cuidado pase a devorar el rabo de mi marido, que estaba duro como un mástil y pasando envidia al ver su vecino como había sido tratado.
Este no necesite mucho tiempo para que soltara su rica leche en mi boca, pues la excitación que había llevado viendo como a su lado yo me comía otro, le había puesto en una posición tan caliente que a los pocos chupetones me aviso iba a soltar todo.
Y como no podíamos jugar con fuego y hacer esperar más a la mujer de aquel sorprendido pero placido viejo, mi marido comenzó a derramar todo el contendido esas dos bolsas en mi garganta, tragándome todo nuevamente.
Espere unos minutos que emplee en subir la cremallera de mi esposo, mientras con la otra mano seguía agarrando las pelotas de aquel viejo que con su mirada pedía clemencia para que lo liberara de aquella incómoda situación.
Me fui otra vez a su lado y comencé picaronamente a comer nuevamente aquel rabo ahora todo dormido y asustado. Él pensó que no aguantaría otra mamada así, pues ya con voz casi temblorosa le dijo a Paco: “¿Cuánto crees que va a tardar tu mujer? “, que se nos va a hacer algo tarde.
Su mujer rápidamente respondió, diciendo que no se apurara que no teníamos prisa, diciéndole que se relajara y disfrutara de la partida, que encima que nos invitaban no ibas a ser descorteses con ellos.
Yo seguí un rato degustando aquella morcilla pero ahora vi que tardaría mucho en volver a ponerla en forma, y tampoco quería le diera a aquel viejo algún amago de infarto en la situación que estaba, por lo que pare y me puse a subirle el pantalón y atarle el cinto con cuidado.
Paco entonces le dijo a su mujer que le ayudara un momento en la cocina para preparar otra cafetera y unas pastas mientras él me llamaba a mí por teléfono para ver lo que faltaba.
Aprovechando su mujer se fue a la cocina, Salí de debajo de la mesa para ir a la puerta con disimulo y hacer que llegaba, no sin antes sentarme sobre aquel abuelo, y darle un soberano beso con sabor a las dos cremas que había degustado.
El ahora rio un poco picaronamente, reconociendo que mi venganza había sido buena.
Hice ruido con la puerta como que entraba y pase a saludar a aquella inocente abuela que en el fondo sentía haber engañado, y me disculpe por mi ausencia y la demora, quedándonos el resto de la tarde charlando los cuatro relajadamente, viendo como recobraba el color aquel viejo vecino, que había un rato amargo aunque con final dulce y placentero.
Se despidieron al marcharse, aunque la mirada de aquel abuelo, vislumbraba una dulce venganza que morbosamente deseaba cumpliera pronto, pues tanto a Paco como a mí nos encantaban esas situaciones, y creo que vosotros lectores de nuestros relatos, también, y si les gustan espero no los pidan con sus comentarios para seguirle deleitando con nuestras humildes y calientes historias.