Extraños siniestros (fragmento)

Traducción de un fragmento ofrecido libremente por PF. Sesión compartida

Extraños siniestros (fragmento)


Título original: Sinister Strangers

Autor: Paul Moore (c) 2002

Traducido por GGG, agosto 2002

Era un juguete ridículo y pequeño, una parodia de látigo, pero Keri no se reía. El haz de tiras finas de ante no era más largo de seis pulgadas (unos 15 cm), pero Keri quedó impresionada por su feroz aguijón cuando Sophie las estrelló cruzando su pecho. Keri aulló, sorprendida por el inesperado asalto. Había supuesto hasta ese momento que algunas partes de su cuerpo eran demasiado delicadas para semejante castigo. Era aterradoramente consciente de hasta que punto estaban desprotegidas sus zonas más tiernas. Este látigo ofrecía terroríficas posibilidades.

Sophie se rió del aspecto ofendido de la cara de Keri. "¿Te gusta?"

"¡Es horrible!" dijo Keri. "¡Por favor, no lo uses conmigo!"

Sophie golpeó el otro pecho, observando con interés como Keri se retorcía contra sus ataduras, como si pudiera darse la vuelta o bajar un brazo para protegerse. Ambas maniobras eran manifiestamente imposibles. Todo lo que consiguió fue balancear su cuerpo como una rama agitada por el viento. Los brazos estirados de Keri tensaban la piel de sus pechos ciñéndola a sus costillas, creando una condición de máxima presentación y mínima protección. Sophie se aprovechó a fondo de esa exposición. Para cuando hubo recibido una docena de golpes, Keri estaba soltando roncos ladridos de angustia.

Sophie hizo una pausa, sujetando de nuevo el vello de Keri para tranquilizarla. "Pronto notarás que el ante es ligeramente abrasivo. Cuanto más trabaje contigo más sensible se volverá la piel. Pronto estarás muy tierna."

Keri protestó mientras las lenguas lamían su pezón. "¿No preferirías hacer que te comiera el coño, Ama?" preguntó esperanzada.

La respuesta fue otro golpe, más duro, en el otro pezón. Keri soltó un alarido, reaccionando más por frustración que por dolor. No sería seduciendo que saliera de este tormento. Sophie obviamente quería que ella recibiera todo el tratamiento. Keri no podía regatear cuando todo lo que tenía ya lo había dado.

"Quizás debería desollarte el trasero en su lugar," dijo Sophie. Ahora estaba golpeando justamente con las punta de las tiras. Los pechos de Keri estaban empezando a ponerse al rojo por los rápidos mordiscos. Keri echó atrás la cabeza con un gemido apagado, planteándoselo. Granizo, pensó. Una dura, áspera lluvia cayendo sobre mí. Dejándose llevar murmuró, "Quizás debieras."

Una mano en su cabello la hizo regresar. Sophie miró a los ojos a Keri, mientras seguía descargando el látigo con la otra mano. "No me abandones," gruñó Sophie. "Quiero que observes todo lo que pase."

Desesperada como estaba por poner fin al dolor enloquecedor, Keri se encontró transfigurada, adorando su terrible belleza, temiendo su poder, hundiéndose en un sueño febril donde todo era posible y todo podía soportarse.

Empezó a suplicar a Sophie, ofreciéndose sexualmente de todas las formas que podía imaginar.

Sophie se reía y sugería algunas inimaginables.

El látigo zumbaba y se estrellaba mientras las proposiciones frenéticas de Keri se transformaban en un mantra.

"Por favor, honra el culo de esta humilde esclava." Jane miraba al suelo mientras hacía su petición, con expresión remota, como si la mente hubiera asignado a sus labios una tarea que preferían rechazar. "Por favor, folla mi pequeño y prieto agujero con tu polla dura."

Alan estaba sentado, inmóvil. La máscara era implacable, pero bajo ella Alan hacía muecas. Estaba enfadado consigo mismo por haber caído tan completamente en la trampa de Miko. Arrastrado por la aventura se había permitido ser empujado a este escenario sin un guión. Se había tomado en serio hasta ahora los votos de su matrimonio, y se las había apañado para racionalizar las sesiones de Sophie con Keri pensando en ellas como una especie de terapia.

¿Era esta realmente una situación diferente? Más pronto o más tarde tendría que entender la pasión que dominaba a su esposa, incluso aprender a participar de ella, y nunca encontraría mejor escuela que esta. Con toda probabilidad nunca volvería a ver a esta mujer. Lo que ocurriera entre ellos nunca saldría de esta habitación. Su cuerpo podía apartarse pero su corazón no.

La voz de la esclava parecía seria, aunque sus ojos intentaban enviar mensajes que sus labios no se atrevían a expresar. Alan se preguntó cuál sería el terrible precio que tendría que pagar ella si él la rechazaba. Ella cerró sus ojos engañosos con fuerza, de manera que no pudiera cuestionarse su sinceridad.

"Por favor, fóllate mi culo."

"Muy bien," dijo, preguntándose si se esperaba una respuesta más formal.

Su asentimiento era todo lo que Miko necesitaba. Tomó a la esclava por el cabello y la arrastró a una picota.

"Déjame solo que la caliente un poco antes." Le dijo Miko a Alan hablando por encima del hombro mientras bajaba la cabeza de la chica hasta las fauces abiertas. Jane estaba aparentemente familiarizada con el chisme. Colocó las muñecas en los semicírculos del yugo junto a su cuello sin esperar a que se lo dijeran. Miko lo cerró con cuidado, deslizando el collar de acero de Jane hacia arriba bajo su barbilla para mantenerlo fuera del camino. Encajaba muy ajustado y no quería provocar ningún daño a la columna de Jane o a las frágiles muñecas por cerrarlo de golpe. Pasó una clavija a través del cierre para bloquearlo.

"Mira esto." Miko sonrió a Alan mientras manipulaba una palanca en un lateral del dispositivo. Los ejes del soporte eran en realidad un par de pistones hidráulicos. Miko podía controlar con facilidad la presión para elevarlos y bajarlos. A modo de demostración elevó a Jane hasta las puntas de los pies. La tensión de la esclava era evidente. Jane tosió mientras la presión ascendente amenazaba con estrangularla y dislocarle los hombros. Alan estaba a punto de protestar cuando Miko se rió e invirtió la palanca.

El yugo descendió con un siseo, primero hasta una posición más cómoda, luego más abajo, hasta que Jane se vio forzada a separar las piernas y doblar las rodillas para poder soportarlo.

"Llamo a esto el agache del quarterback (defensa de rugby)," dijo Miko.

Jane estaba bien presentada para cualquier intención íntima y diabólica que pudiera tener Miko. La carne de encima de sus caderas estaba muy tensa por la postura. Su trasero empujado hacia arriba y ampliamente abierto, haciendo una obscena oferta de sus agujeros. La tensión de sus muslos haría doblemente doloroso cualquier castigo corporal. Cuando Miko tomó una ancha tira de cuero Alan comprendió que el castigo corporal era exactamente lo que tenía en mente.

"Ahora durante algún..."

"...Verdadera diversión"

Los pechos de Keri estaban erizados de pinzas de la ropa, de plástico brillante. Sophie las había clasificado por colores mientras trabajaba, rojas en el pecho izquierdo y azules en el derecho. La pauta era la misma en cada uno, un anillo a lo largo del perímetro y una pinza en cada pezón. Keri había gimoteado cada vez que cada nueva pinza agarraba otra porción de su piel ya enrojecida. Cada par de fauces que la pellizcaban había multiplicado el dolor. Podía mirarse a sí misma y observar el crecimiento del bosque, encontrando repelente la visión y fascinante el proceso. Sophie había terminado un lado antes de empezar con el otro, de modo que Keri sabía exactamente lo que le esperaba.

Sophie se echó atrás para admirar su trabajo, tomando de nuevo el pequeño gato de colas.

Keri tuvo un momento para pensar que Sophie encontraría difícil flagelar ahora sus pechos. Las tiras del látigo se engancharían y enredarían en las pinzas.

Luego se agitó y tiró de sus ligaduras cuando Sophie bajó el látigo silbando contra su coño.

"¡Deja de lloriquear!" gruñó Sophie. "Aprende a..."

"...Disfrútalo!" Miko recalcó su orden con otro duro golpe.

El culo de la esclava, ya amoratado tras una semana de abusos repetidos, era un brillante balón de dolor. Sus gritos se habían convertido en súplicas desesperadas. Lloriqueaba de forma incoherente. Su rostro estaba rojo y surcado de lágrimas.

Miko se detuvo. Con todo su valor simbólico, el traje de gata de cuero era demasiado cálido y ceñido para hacer una labor tan dura. Se lo quitó con impaciencia y lo arrojó a un rincón de la habitación. Su piel ámbar estaba reluciente.

Se secó el sudor de la cara con una toalla. Luego se le ocurrió pasar también la toalla por la cara de Jane. Este detalle pareció calmar a la esclava. Miko equilibró la temblorosa barbilla en el centro de las garras y habló como por casualidad mientras estudiaba las reacciones de su víctima.

"La señora que será tu ama húmeda (contrapuesto a "ama seca", nota del traductor) es una vieja amiga mía. Conozco todos sus juegos favoritos. A partir de mañana por la mañana empezaré a enseñártelos. Vas a aprender capacidades y controles que no sabías que tuvieras. Vas a aprender a ordeñar una polla con los dos extremos. Puedes empezar el entrenamiento para eso ahora, a menos que decida buscar una vara y empezar a trabajar de verdad.

Jane eliminó los sollozos de su voz y dijo con voz temblorosa. "Por favor, ¡fóllame ahora! ¡Por favor! Necesito realmente sentirte en mi culo."

Alan no podía decir si le estaba suplicando porque estuviera realmente excitada o si solo consideraba la sodomía preferible a las atenciones sostenidas de los juguetes de Miko. Esta mujer o bien estaba desesperadamente ansiosa por recibirle o era una actriz convincente. La vara que Miko empezó a agitar en el aire a modo experimental, buscando el mejor punto de equilibrio, proporcionaba una buena razón para suplicar de modo convincente.

Alan estaba listo realmente, al menos lo estaba una parte de él. Bajo los firmes golpes, Jane había ejecutado una danza erótica primaria que habría excitado a un cadáver. Sus pies sin atar habían permanecido sobre el suelo y él solo podía imaginar la pena que pagaría ella por ceder a la tentación natural de dar una patada. En vez de ello había movido las caderas al ritmo del látigo, levantándolas para ir a su encuentro cuando Miko lo ordenaba, luego retirándose de los impactos cuando estos llegaban. Cualquier culpa que hubiera podido sentir él por su sufrimiento fue racionalizada inmediatamente. Ella lo había pedido, después de todo. Keri debía estar probablemente en una situación similar justo ahora. Se preguntaba si soportaba también esta obscenidad en su aflicción. Se levantó de la silla y dio la vuelta para ver el rostro de la chica. Ella dirigió sus súplicas a él, como si fuera el amante perdido hace tiempo - o la única forma de librarse de la vara de Miko.

Miko captó los ojos de Alan y le hizo un guiño. "Creo que a él no le importará esperar solo un poco más. El espectáculo estaba empezando a ponerse interesante."

Alan, aturdido, se pilló asintiendo, sabiendo que acababa de confirmar la sentencia de la chica. Se dijo a sí mismo que la esclava solo iba a conseguir lo que había pedido antes. Nadie la engañaría.

Miko sonrió señalando la erección de Alan. "La necesidad es una madre."

Se volvió a tirar de las botas y levantó la vara.