Extraño despertar (3)

(extraño relato)... Si Ed, si quiero, y tu, ¿quieres?

Quizá se parezca a la sensación de quien esta muriendo. Un automatismo en el proceder, una alienación, la pérdida de la integridad de la conciencia como al entrar al sueño profundo, o al inicio de la embriaguez. El paso del tiempo, como un oleaje tempestuoso, voraz y dinámico, pero no nos toca. En estos momentos le vemos ajeno, carente de importancia, inverosímil.

Cual fantasma, bajo las escaleras, camino las varias decenas de metros que lo apartaban de la parte frecuentada del campus, no tuvo miras en pisar el césped, no saludo a quien hubo de encontrarse en su camino. Ed, absorto en el insimismamineto, no recordando, nada de lo que le habia sucedido en aquel tan peculiar día. Solo caminaba automático a suerte de la programación que tan eficientemente puede desprender a la conciencia del medio y llevarla a otras esferas de conciencia.

Cuando hubo regresado en si mismo, se dio cuenta con gracia de la maravillosa capacidad de automatismo de su mente. Ahora se encontraba sentado en una banca, blanca y largo, con otros compañeros enfermizos, Ordenados de esta manera, los del extremo de la banca entraban la puerta blanca, donde después de dar su clave universitaria y apellidos, se les otorgaba una somera consulta por un mediquillo de tercera, si no es que de alguna enfermera animosa. Faltaban sólo dos personas antes de su turno, otros tantos después de el. Se preguntaba si alguno de los que allí se atenderían tendrían algún problema tan grave como el suyo. Seguramente no.

Se abrió la puerta y entró el siguiente. Ahora solo faltaba uno. Podría predecirse que tardaría poco por la cara de dolor de cabeza. Dos aspirinas y seria su turno. Poco a poco iba creciendo el miedo de Ed. ¿Qué encontraría el doctor? ¿Seria algo grave, sencillo, reversible o permanente?

Recetar aspirinas para jaqueca tensional, nunca había sido tardado, salió el paciente y entro el último antes que Ed. No tardaría mucho Que pasaría si fuera el primer caso que ve y no tiene respuesta. ¿Cómo le explicaría todo lo que le había sucedido? ¿Habría que confesar todo? ¿Hasta lo inconfesable?

Breve, como se podía prever, salio el ultimo enfermo y era su turno. Vacilante, entro al consultorio, el olor a alcohol y benzal le hacia temer aun mas. Pero su temor se convirtió en sorpresa y timidez al percatarse de que el Doctor se había ido a un congreso y había dejado suplentes.

-¡Hola! Soy la Médico Interna de Pregrado Lucil H. y ella es la Dra. V. también interna. Díganos, ¿en que le podemos ayudar?

El hablar de usted entre personas de edad tan cercana suena ridículo, y que bien pudieran ser compañeros de salón.

-Fíjese que me duele la cabeza

La parte de su mente que se encarga del automatismo había recibido nuevas instrucciones. Fingir un dolor de cabeza, aceptar un par de aspirinas, escupirlas afuera del consultorio antes de que se disuelvan en su boca y caminar hacia la siguiente clase que le correspondía después de las dos que ya había perdido ese día.

Ed era presa de un encantamiento, pensó que posiblemente su estado se estaba agravando. Antes de ese dia, incluso horas antes le seria totalmente irracional lo que estaba a punto de hacer. Hubiera preferido morir antes de hacer lo que ahora iba a hacer.

-¿Dónde has estado Ed? ¿Piensas volarte todas las clases del dia?

-Me dolía la cabeza y fui al consultorio. Pero ya estoy bien

-¿Entonces vienes al básquet?

-Si vamos

Ni el mayor capricho de la naturaleza mental podía haber logrado semejante decisión en un muchacho como el, hace poco adolescente. Estaba por exponerse a algo parecido a un juego de la ruleta rusa, donde lo que peligraba no era su cabeza, si no quizá, su dignidad, o su imagen o su hombría ahora mermada. Tal vez producto de la enfermedad con la que había amanecido ese día, había decido sí acudir al partido de basquet. Pero lo preocupante, no era en si la contienda deportiva, si no los rituales posteriores. Nadie nunca dejar de bañarse después de un partido.

A primeras horas de la mañana de ese día, al darse cuenta de su condición, consideró acudir al hospital, quedarse en cama, con un psicólogo, a pedir perdón a la iglesia, o perderse en las calles a meditar; pero nunca paso por su mente acudir a un partido de básquet. Ahora no solo estaba determinado a jugar, si no a tomar una ducha después del partido, en los vestidores, con todos sus compañeros, donde usualmente se paseaban desnudos y bromeaban con sus cuerpos. Acudiría a tal lugar, donde era infinitamente probable que se dieran cuenta de sus cambios.

Con argumentos locos que generó su mente desfigurada por la locura que le había producido ese día, despertó de su automatismo con el silbatazo que iniciaba el partido de básquet. Mientras corría en el partido, pensaba en la sensación debajo de sus shorts, diferente y extraña. Aun con expectación, había perdido el miedo de la mañana, auque no sabia nada del porvenir de su estado, había llegado a disfrutar el momento.

Mientras estaba apuntando al último tiro libre que le daría la victoria a su equipo, la iluminación llego a su mente. Había acabado el partido a favor de su equipo pese a que había estado tan distraído que había fallado gran número de pases y tiros. Mientras abandonaban la cancha y se dirigían a los vestidores el miedo que había estado escondido en lo profundo de su mente, salía con furia. Sentía mas fuertes sus latidos ahora que en el partido.

Estuvo a punto de huir, romper con la tradición, correr a su casa; pero con sus últimas fuerzas se determino a quedarse, sin embargo tuvo su costo. El estrés del partido y la explosión de miedo acabaron con la poca azúcar que su escaso desayuno le dejo en la sangre. Apenas pudo aferrarse a su amigo Mat cuando empezó a ver blanco, oír zumbidos y a temblarle las piernas.

Ahora Ed no sentía nada., excepto un dolor en el estomago y los brazos de alguien que seguro había evitado su caída al suelo. Cuando pudo por fin, recobrar conciencia, lo primero que vio fue un refresco de Cola que le habían mandado traer y estaba recostado sobre una banca del vestidor y varios de sus compañeros expectantes hacia el suceso junto con el enfermero de las canchas que preparaba un algodón con alcohol. La vergüenza hizo que se incorporara rápidamente.

-Tranquilo Ed. ¿Qué paso? No desayunaste o que. Nos diste un susto. Ya vez que hay jugadores que se mueren de repente.

-No no he comido, lo siento.

-No deberías jugar así, me asustaste

Su compañero Mat, atento y cuidadoso del estado de su amigo el. Lo sostenía por la espalda. Varios de los compañeros reanudaron su rutina mientras hacian chascarrillos sobre Ed.

-Perdón no se que me pasó. He tenido un día raro.

-Entiendo. No te preocupes. Pero mejor descansa un rato y tómate todo el refresco.

-Si esta bien. Gracias por agarrarme. Si no hubiera azotado

-No hay de que. Para eso estamos los amigos. Aunque tu no me consideres tu amigo

-Claro que te considero mi amigo, que te pasa.

-No sé, es que siento que eres frío conmigo y tu me caes bien, muy bien.

-¿En serio?

-Si en serio

-Tu también me caes bien

-Oye ¿quieres un sandwich?, has de tener hambre.

-Si si tengo hambre y mucha

-Voy por el.

-Oye pero y que vas a comer tu, con el refresco es suficiente, ademas te tienes que ir a bañar

-No te preocupes, al rato como en mi casa, además no te puedo dejar aquí, capaz que te desmayas otra vez. Mejor te espero y ahorita nos bañamos.

-Bueno, como digas.

Ed había olvidado en su desmayo ese detalle; el baño, la desnudez y su secreto. Pero quizá no habría tanta gente como en un principio. Los otros ya se habían metido a bañar y no tardaría en vaciarse el vestidor. Solo Mat seria su cómplice.

-Ten aquí esta el sándwich, también hay unas papas por si quieres.

-Órale, gracias.

Ed devoró sin mayor espera su improvisado almuerzo, las emociones del día ameritaban una carga extra de energía de la que no se había provisto, además de que ya había superado su temor, se sentía a gusto con su amigo-enfermero que parecía muy atento

-Ten tu refresco

-Gracias

Mat le acerco el refresco a Ed, auque era innecesario ya que bien lo pudo haber alcanzado estirando la mano. Pero cuando Ed tomo la lata de las manos de Mat sintió algo, un levísimo contacto, como cuando una mirada dura décimas de segundo mas de lo que debería durar, un roce tan sutil, veloz, pero profundamente meditado de los dedos de Mat con los de Ed, que bien pudo ser imaginación de éste o simplemente obra del azar, que sin embargo sembraba en el la incógnita.

-¿Que tal estuvo el sándwich?

-Muy bueno gracias.

-¿Quieres papas?

-Mejor al rato que acabemos de bañarnos

En todo el tiempo que tardo en comer el sándwich y beber el refresco, Mat no dejo de ver a Ed, ni de estar sentado frente a el ni por un segundo cual si fuera un televisor con alguna final de copa futbolera. Parecía enternecido y feliz ante la imagen del maltrecho Ed. Mat quizá no había notado su persistente estado, pero en Ed habría conseguido despertar su curiosidad.

-Ya te sientes mejor

-Si ya. Que. ¿Nos vamos a bañar ya?

-Si si quieres

-Si, ya acabaron casi todos de bañarse.

Se levanto lentamente Ed banquillo que le sirvió de camilla y se dirigió al locker. Lo abrió, busco su toalla pero recordó que la había sacado para lavarla y no tenía otra. Los vestidores rara vez contaban con toallas, por lo que no podía depender de tales. Mas allá de lamentar el carecer de toalla para secarse, debía tener algo con que tapar su secreto. En otro día antes que aquel, hubiera ido a las duchas prescindiendo de la toalla pero ahora no era posible.

-Oye Mat. ¿Me prestas una toalla? Es que no tengo aquí la mía y no quiero salir sin secarme

-Si, pero solo tengo esta otra que es muy chica, pero servirá para que te medio seques, además no creo que quieras taparte.

-Bueno esta bien, con esta me tapo

-Si te hace falta, te presto esta que traigo para que te acabes de secar.

La toalla era realmente pequeña y bien pudo ser para secarse las manos o el pelo, pero le daría la vuelta apenas a su cintura para cubrir su secreto. La tomo y tras diez segundos de meditación, decidió quitarse la ropa con discreción y dando siempre la espalda a su amigo cuya mirada sentía todo el tiempo. Si se volteaba por un momento seria visto y su secreto quedaría revelado ante los ojos de su mirón amigo. La toalla resultó ser muy pequeña y apenas y alcanzaba a abrazarle la cintura y era tan angosta que parecía mas chico que una minifalda. Pero maniobraba para afianzarla fuertemente a su cadera y que no se cayera en un momento crítico.

-¡Que buen culo tienes Ed!

-¿Qué? Jaja.

-Si,. Haces ejercicio ¿verdad?

-Pues si algo

-Pues yo con esas nalgas si te….

-Jajaja. Me pones nervioso

Aunque ese tipo de chascarillos se acostumbraba entre amigos sin querer decir nada, había algo en la voz de Mat que parecía gritar que no era un chascarillo si no el mas fuerte de sus deseos. Ed, por su parte, sentía que el aprecio de su amigo iba mas allá, siempre había sentido que Mat le era débil, y a el tampoco le era indiferente. La idea se su sutil cortejo le excitaba demasiado, pero aquel día, por mas excitado que estuviese, no habría forma e hacerlo notar.

-Te queda bien chica la toalla, casi ni te tapa, solo lo importante.

-Si, pero es para que no me veas, no se te vaya a antojar.

-Demasiado tarde amigo.

-Ja ja. Estas loco

-¡Mira!, Que milagro, esta prendido el vapor. ¿Vamos?

-Si vamos

La toalla era tan pequeña que al sentarse dentro del vapor, se safó, así que Ed, previendo esto la agarró y se cubrió con ella los genitales, como taparrabo. Siendo el vapor amplio y con asientos, Mat se sentó justo al lado de Ed que estaba temeroso ya que lo único que separaba la verdad de los ojos del mundo era una toallita que cubría solamente sus genitales o lo que quedaban de ellos. Bueno, en realidad, solo de los ojos de Mat, que era el único aparte de el en las duchas en esos momentos.

-Oye Ed.

-Que pasa Mat

-Me caes bien

-Si ya me dijiste

-Es que me agrada que seas mi amigo. Me caes bien por que creo que no eres convencional.

-¿Convencional?

-Si, te gustan otras cosas, eres de mente abierta.

-¿Cómo que cosas?

-No se, solo digo que eres una persona que no es borrego como todos, tu piensas en cosas nuevas, diferentes.

-¿Crees eso?

-Si lo creo, por que también soy así, no me gusta lo convencional y te aprecio mucho.

-No sabia que pensaras eso de mi y que me quisieras tanto, yo también te aprecio

-Si, es que estar a tu lado me hace sentir bien. Contento.

-Yo también estoy a gusto contigo.

Mat había puesto una mano sobre Ed, sobre su pierna y la acariciaba, cada vez mas, empezando con una palmadita amistosa, ahora era un masaje provocativo.

-¿Qué haces Mat?

-Nada. Mostrándote mi afecto.

-Demasiado afecto ¿no?

-No seas acomplejado, apoco eres como esos machos que si no se trata a golpes con otros se siente gay

-Oye no pero esto ya es mucho….

-No tiene nada de malo. ¿Cual es la diferencia?

-Pues no se, pero

-¿Por qué los hombres no se pueden mostrar afecto?

-Si pues si

-¿Por qué uno puede acariciar a un perro y a un gato y no puede ni siquiera tocar a un amigo querido?

-Pero el perro no te despierta deseo sexual y tu ya tienes una erección.

-Pero aun así, ¿Qué tiene? ¿Cuándo te masturbas eres gay?

-No, tienes razón….

-Entonces ¿Por qué no te puede tocar un amigo? Es como si fuera contigo mismo. Si estrechamos nuestras manos y nos abrazamos ¿Qué tiene de malo que nos toquemos, o que nos besemos o que nos masturbemos?

-Quieres hacer todo eso conmigo

Mat defendía su punto con celo, parecía hasta enojado, como en un debate político, sin embargo cada vez mas excitado ya que se acercaba cada vez mas a Ed mientras lo acariciaba, y Ed, pese a llevarle la contra, no parecía querer evitar el contacto físico.

-Si Ed, si quiero, y tu, ¿quieres?

-No se Mat.

-Prueba Ed, ándale, por fa, eres mi amigo y te quiero

Mat había cesado las caricias, y ahora, acercaba su boca a la de Ed.

-Cierra los ojos Ed, no pasa nada.

Sus labios suavizados por el vapor, se acariciaban frenéticos y la sensación fue tal, que apenas podían respirar. Las manos de ambos rebosaban en ternura al acariciar la cabeza y pelo húmedo del otro.

Mat empezó a acariciar el cuerpo de Ed mientras lo besaba, pero Ed cubría la toalla que escondía el secreto. De haber sido un dia normal aquel, Ed no hubiera debatido tanto con Mat, hubiera aceptado sus señas desde un principio y se hubiera entregado al sexo. Ahora estaba apunto de hacerlo, pero su pudor exacerbado por su nueva condición se lo impedía, pese a su excitación. Tenía que evitar mas contacto con Mat o seria descubierto.

Mat se había despojado de su parafernalia y se lanzaba por completo sobre Ed, pero Ed lo rechazó y salio del vapor.

-Ed ¿Qué pasa amigo? No te vayas

Salió corriendo del vapor hacia las duchas apenas pudiendo llevar la toallita consigo.