Extraño, demencial, pero cierto intercambio (2)

Al fin, continuacion de la primera parte.

Extraño, demencial, pero cierto intercambio (segunda parte)

Cuando aquel tipo separo las piernas de Marisa y comenzó a penetrarla sin contemplaciones, algo me impulso a levantarme de la butaca y me situé en cuclillas sobre la alfombra cerca de la pantalla. En la esquina superior, (creo que izquierda), de la pantalla, un primer plano del rostro de mi esposa mostraba a las claras que por encima de su miedo y angustia se sobreponía una excitación máxima, un morbo brutal.

El tipo seguía bombeando con brutalidad, al tiempo que con acento sudamericano le decía a un tal Carlos que se fuese preparando que ahora iba el.

Marisa parecía un muñeco y toda ella era zarandeada a cada embestida al tiempo que un jadeo acallado por la mordaza comenzaba a hacerse cada vez más notorio y audible.

Se esta corriendo. Aseguro uno de los tipos que sobaba las tetas de mi Marisa.

Vale pues sacadle eso (refiriéndose a la mordaza) y meterle una polla en la boquita, venga, dale.

Ciertamente creo que Marisa se estaba corriendo como una loca.

Al verse libre de la mordaza, y después de tomar una gran bocanada de aire, Marisa , jadeando como una posesa intento balbucear algo cuando se encontró con la boca llena de polla. – Ni se te ocurra morderme si quieres volver a tu casa, ¿me entiendes?. Venga chupa, chupa.

Y Marisa chupaba y jadeaba al tiempo que el fulano que se la estaba follando se corría dentro de su coñito con grandes aspavientos.

-Venga Carlitos dale caña a la nena.

Y el tal Carlitos con una polla no muy larga pero si muy gorda, ya estaba empujando como un loco.

Para entonces yo ya había vuelto al sofá y no podía apartar la mirada de la pantalla. En una de las esquinas de abajo y en el plano más general de la escena podía ver a todos los que estaban en la habitación. En un principio me pareció que eran 7 o más, ahora sabía que eran 5 y las dos tías que había conocido en el bar.

Uno de ellos, el mas viejo, el que nos invito a las bebidas, tenia una polla que colgando le llegaba a la rodilla, yo solo había visto algo así en algunas películas porno que siempre creí que eran falsas.

Recostado en un sofá , la mayor de las mujeres solo dejaba de lamerle y chuparle la polla para meterse rayas de coca que el viejo y otro mas joven preparaban cada dos por tres.

Marisa aullaba y se estremecía esposada a la camilla, su rostro parecía iluminado y cada vez que perdía la polla que chupaba la buscaba a ciegas y con ansias. Francamente parecía disfrutar.

Yo me preguntaba cual de las tres puertas que existían en las inmediaciones de la pantalla seria la habitación donde estaba mi Marisa. El alto volumen del televisor y el hecho de que seguramente la habitación debía estar insonorizada no me permitían detectar el origen .

Unos gritos desaforados – Me corro, me corro

Retumbaron en el televisor y abrazado a las piernas en alto de Marisa y con unas brutales y últimas envestidas se corrió dentro de mi mujercita.

El tipo al que Marisa le estaba chupando la polla se apresuro para ocupar el sitio ahora vacante, cuando el viejo, que parecía ser el jefe, le llamo la atención – Eh, Espera un momento no corras tanto

Pensé que reclamaba el turno y que se disponía a meterle aquella cosa a mi Marisa y la verdad me acojone, pensé que la iba a destrozar.

También aquel fulano pensó que su jefe quería el turno y se lo cedió sin chistar, pero no era eso lo que el viejo pretendía. Con un gesto confuso le indico al más joven que dejase la coca tranquila un rato y fuera a hacer algo.

El joven pareció divertido, y rápidamente se levanto y salio del plano de la cámara.

De repente la puerta que estaba justo frente a mí se abrió con mucho ruido de cancelas y pestillos y apareció el joven que pocos segundos antes había visto en la pantalla.

Le basto un gesto para que comprendiese que pretendía y le obedeciese rápidamente. Me estaba invitando a entrar, y sin pensarlo entre.

En la habitación un pequeño monitor mostraba imágenes de las butacas y el sofá donde yo había estado todo el tiempo. Todo el tiempo habían sabido de mi presencia y actitud.

Nadie, incluido yo, dijo ni una palabra. Todo fue por señas, aquel tipo me estaba invitando a follarme a mi mujer.

Marisa seguía sobre la camilla, esposada, con los ojos cubiertos, las piernas abiertas, el coño rezumante de leche y jadeando y ronroneando como una gata en celo. En su silencio parecía interrogar ¿Qué pasa, es que nadie mas me va a follar?.

El viejo se acerco a la camilla y después de sobar las tetas de Marisa , rozo con su polla la mejilla de mi mujer. Marisa busco con ansia con la boca abierta de par en par hasta que con sorpresa encontró el glande del viejo que le colmo la boca desmesuradamente abierta de Marisa.

Marisa lanzo una mezcla de suspiro y jadeo al tiempo que lamía con deleite el enorme falo.

-Venga metesela ya que se enfría.

Me espeto sonriente el viejo. Aun no comprendo como fui capaz pero lo cierto es que me saque la polla y sin pensármelo dos veces se la metí a Marisa.

Cuando ella se saco la polla de la boca para decir – Follarme, follarme con fuerza .

Con el tono de voz más persuasivo que he oído en mi vida algo estallo en mi cabeza y comencé a follar como nunca lo había hecho en mi vida.

Ahora no puedo, pero lo terminare en unos días(fin 2º parte)