Extraña proposición
Ante una extraña proposición de una alemana treintañera, le fuí infiel a mi novia, quien es ahora mi esposa.
En primer lugar quiero enviar un cordial saludo a todos los lectores de TODO RELATOS, que tan buenos ratos me hace pasar desde que descubrí por casualidad esta página y agradecerles que me haya leído, me hayan votado y hayan hecho sus comentarios en mis anteriores relatos. Muchas gracias a todos. Y en segundo lugar, sin mayor demora, paso a presentarme. Mi familia y amigos me llaman Tony, tengo en la actualidad 47 años, estoy casado con una magnífica compañera y tenemos una preciosa hija de 9 años, que nos hace felices y dichosos. Por lo demás, creo que somos una pareja de lo más normal en todos los aspectos cotidianos de la vida. El relato que deseo contarles no es actual, me sucedió hace justo por estas fechas 25 años. En aquella época, terminado el servicio militar, estaba trabajando en una oficina de una importante entidad financiera española en Madrid. Vivía solo en esa ciudad ya que soy natural de una población, digamos "provinciana" y es en ésta ciudad donde vive toda mi familia. Mi novia, la que hoy es mi esposa, residía en otra ciudad de una pequeña provincia catalana en la que residimos en la actualidad. El hecho de vivir solo y de tener la novia tan lejos, indudablemente tiene ventajas y también inconveniente. El principal inconveniente de tener la novia lejos, ya que como podrán imaginar, mi economía no estaba para muchas alegrías y los viajes para estar con mi chica, no eran todo lo seguidos que me hubiese gustado que fuera. Como supondrán, con 22 "tacos", me excitaba hasta viendo un buzón de correos por la calle y no podía bajar mi calentura cuando quería, solo cuando podía. Las ventajas... que podía hacer lo que quisiera en mis ratos libres, que eran bastantes. Pero bueno, vamos a lo que nos interesa... Ya he comentado que trabajaba en una entidad bancaria, en una oficina de un populoso y céntrico barrio madrileño. Me pusieron a trabajar inicialmente en el ordenador de caja, siendo el encargado de grabar tanto los cheques como los ingresos de efectivo de los clientes. Obviamente, la clientela era de lo más variopinta. Entrañables ancianitas, magníficas amas de casa, y también bellísimas jovencitas. Bueno también venían señores, muchos señores... pero éstos no me interesaban para nada. Marchábamos a desayunar los compañeros de la oficina por turnos, y cuando el colega de cuentas corrientes salía, yo me tenía que hacer cargo de mi puesto y del suyo durante media hora aproximadamente. Como es lógico, y dada la gran afluencia de clientela que constantemente acudía a la oficina, durante el horario del almuerzo, se solían organizar algunas colas de pacientes clientes esperando su turno. Al levantar la vista mirando la fila que se me había montado, al final de la misma vi a una señora que me llamó poderosamente la atención. Tenía 36 años y se llamaba Heike (lo vi en su pasaporte instantes después) Su cabello apenas rozaba sus hombros, tenía el color del trigo a punto de ser recolectado. En su cuerpo nada destacaba pero la armonía y proporción del conjunto, la hacía resaltar del resto de mujeres. Sus ojos y su sonrisa dejaban entrever una personalidad cálida, casi infantil, pero al mismo tiempo pícara y juguetona. Su voz sonaba dulce, muy suave y embriagadora, a pesar de pronunciar unos arrastres en las terminaciones de las palabras, típicas de los alemanes cuando hablan castellano.
Efectuamos las pertinentes burocracias para realizar un cambio de cheques de viaje en marcos a pesetas (en aquella época aún no se había inventado el "euro"). Me resultaba agradable atenderla, su proximidad, separados por el mostrador donde la atendía. Me preguntó si estaba allí habitualmente. Yo le contesté que solamente de 10:00 a 10:30 horas. Nos mirábamos constantemente, ella de forma pícara, con sus preciosos ojos chispeantes, llenos de vida. Daba la sensación de que estábamos únicamente los dos. Cuando le indiqué que podía pasar a la ventanilla de pagos, me lanzó una maliciosa sonrisa acompañada con un pícaro guiño. Una vez cobrado su dinero, se dirigió hacia la puerta y, sin poder evitarlo, la fui contemplando mientras caminaba: era una delicia mirar ese bello cuerpo. Su culito resultaba de lo más gratificante, redondito, ligeramente respingón, la terminación ideal de unas piernas perfectamente torneadas. Y no fui el único que se quedó prendado de esa mujer . Observé que varios clientes también dirigieron su mirada hacia sus curvas. De pronto se giró, mirándome directamente a los ojos, me sonrió nuevamente lanzándome un guiño. "Lástima, no creo que tenga una nueva oportunidad de verla" El resto de la mañana pasó con la monotonía característica. No volví a pensar en Heike, al menos durante esa mañana. Por la noche, ya en mi habitación, su imagen me vino a la mente. Dios mío, que mujer la valkiria esa de ésta mañana. Estaba como un auténtico queso. ¿Cómo estaría en ropa interior?... y ¿desnuda? ... ¿Le gustará el sexo?... Uuuuffff, me estaba poniendo como un búfalo en tiempo de apareamiento con todas sus hembras en celo... Me costó muchísimo conciliar el sueño. Y mi "pequeña" empeñada en no ceder ni un ápice de su erección... ¡¡qué calentón llevaba encima!!. Y lo peor de todo, seguro que siendo alemana, estando haciendo turismo por España. en esos momentos no sabia si sola o acompañada. Tuve el convencimiento que jamás volvería a verla. Pasaron un par de días, con la misma monotonía de costumbre en el trabajo, desde las 8:00 AM, a las 15:00 PM. Por las tardes, nada que hacer. Pasear bajo el agobiante sol de Julio. Ir al cine... la verdad, todo me aburría. Pensaba en mi novia... ¡¡¡Dios del cielo, como la echaba en falta!!!... Al tercer día, todo el panorama se presentaba como los anteriores... Hasta que vi en el reloj que marcaba las 9:55 horas. En esos momentos ocupaba mi puesto en el ordenador de caja, grabando documentos, entregando saldos y movimientos de cuentas a los clientes que así me lo requerían.. La rutina diaria... De pronto escuché: - ¡Buenos días! Alcé la mirada y... ¡¡Heike estaba delante de mis ojos!! - ¡¡Heike!!! Buenísimos días tengas... dije levantándome de la silla, haciendo de forma inconsciente, un conato de estamparle un par de besos en sus mejillas. - No porrr favvoorrr, continua con tu trrrrabajo, no quisierrra molestarrrte. ¿Puedo terrrminar de esskribir esta tarrjeta aquí? preguntó con el característico acento germano. - Por supuesto que sí Heike, para mí es un placer tenerte aquí Puedo asegurar que me salieron las palabras de los más profundo de mi corazón. Mi compañero de cuentas corrientes, me indicó que marchaba a desayunar. En ese momento no había ningún cliente en ese mostrador. Automáticamente, me levanté y pasé a ocupar el puesto dejado por mi compañero. Heike, casi al mismo tiempo que yo, se desplazó a la zona del mostrador donde yo me había ubicado. -¿Puedes cambiarme estos cheques? -Claro... ¿me dejas tu pasaporte? -¿cuándo sales de trabajar? Me dijo... -A las tres de la tarde, con un hambre de lobo comenté entre extrañado y sorprendido.
Miró por encima de sus hombros, hacia la puerta. No había ningún cliente en las proximidades y mis compañeros estaban a una distancia prudencial, sentados en sus mesas. -¿Comes solo? me preguntó -Sí. Vivo solo desde hace tres años. Desde que vine a Madrid por el trabajo. ¿Tu también comerás sola? -No, yo comeré acompañada. dijo con una maliciosa sonrisa. Pero... a las 5:00 p.m. Podríamos tomar un café o una copa... ¿no crees? Mi cara debía ser un poema en esos momentos... Lo deduje por sus risas... Dios mío que mujer, que mirada... me volvía loco solo con mirarla... Y lo peor de todo, es que debía de comportarme y mantener el tipo... -Me encantaría poderte invitar a tomar esa copa... ¿Te parece en el "Marius"?, Está justo al girar la esquina... - Sí, ya sé, pase ayer por delante... Quien sabe... quizá esté... quizá no... Dijo con una mirada y una sonrisa sumamente enigmática. Le entregué la documentación y con la misma enigmática sonrisa, fue hacia la caja a cobrar sus cheques, no sin antes hacerme un gesto con sus labios en forma de beso. Cuando salía hacia la puerta, se giró en redondo, dando dos pasos de espaldas mientras me miraba sonriente y me guiñaba un ojo y poniendo sus labios en punta me envió un beso al tiempo que levantaba su brazo y extendía la mano mostrándome sus "cinco dedos". Girándose nuevamente y desapareciendo por la puerta. ¿Es posible que una señora de "treinta y tantos", se haya fijado en mí? ¿Realmente había quedado con Heike a la 5 de la tarde en el Marius? ... ¿Vendría sola? ¿Acompañada por un alemán enorme y musculoso? ¿Quizá acompañada por una amiga? ... ¿Con una amiga y hacer un trío? .... ¡¡Que morboooo!! ... Y mi pequeña haciendo de la suyas nuevamente, y yo allí, de cara al público por delante, 4 compañeros a mi espalda y mi pantalón a punto de explotar por las costuras debido a mi erección. Mente calenturienta la mía. Casi sin darme cuenta se había hecho la hora de salir del trabajo. Solo quedaba ir a casa, ducharme, comer un poco y salir nuevamente hacia el "Marius". Cuando crucé el umbral de la cafetería, sentía palpitaciones y un enjambre de abejas cabreadas en mi estómago de los mismos nervios que tenía. Miré brevemente a todas las personas que allí se encontraban y no vi a Heike. Seguro que no vendrá, pensé. ¿Cómo una señora de treinta y pocos se puede fijar en mí?... Mario, el propietario del local sin tan siquiera preguntarme, me puso un café irlandés. En su cafetería siempre tomaba eso. Siempre he dicho que es el mejor café irlandés el preparado de forma magistral por Mario. Tomé un sorbo y no me percaté que tenía algo de nata en el labio superior. El puñetero de Mario, tampoco me lo indicó a pesar de que estábamos charlando. De pronto un dedo menudo y muy suave acarició mis labios de lado a lado arrastrando con él la nata del irlandés. Seguí con la vista el dedo que terminó introduciéndose de una forma sensual en la boca de Heike, cuyos labios lo envolvieron durante unos instantes mientras hacía un movimiento de vaivén, estimulando mis instintos de "búfalo en celo". Sinceramente me quedé absorto con esa imagen... Y no fui el único, Mario la miraba como si de una aparición mariana se tratase... y eso que sabía perfectamente que su rollo no era el de las mujeres precisamente. Heike, sin terminar de sacarse el dedo de su boquita, dijo un ¡¡HOLA!!, Con una sensualidad que en muy pocas mujeres he podido apreciar. Sin poder ni querer evitarlo, me levante de taburete en que me encontraba y apoyando mi mano sobre su hombro acerqué mis labios buscando la mayor proximidad posible a las comisuras de su preciosa boca y estampaele dos besos. Su reacción también fue inmediata, apoyando su mano en mi cintura, y girando su cara hizo que en lugar de besar sus comisuras, besara directamente sus labios. No me lo podía creer. Mario tampoco. Se convenció definitivamente que a partir de ese día que de nada le serviría mostrarse tan cariñoso y afectuoso con mi persona. -Quiero tomar lo mismo que tu. Dijo Heike. De forma automática, y sin que tuviera que pedírselo, Mario confeccionó un nuevo café irlandés para Heike. Cuando se lo estaba sirviendo, le pregunté al bueno de Mario -¿Podemos bajarnos a la planta de abajo? - Solamente porque eres tú quién me lo pide. Sabes que no se abre hasta las siete de la tarde. Me contestó Mario con una irónica sonrisa de complicidad. - ¿Vamos? -le indiqué a Heike mientras tomaba un café en cada mano, indicándole con un gesto de mi cabeza hacia las escaleras de bajada. Sabías perfectamente que durante al menos dos horas estaríamos allí los dos solos. Mario se encargaría de no dejar pasar a nadie. Una vez acomodados en un cómodo diván, pude apreciar de cerca y sin prisas a Heike. Vestía de forma muy informal, como corresponde a una persona que se encuentra de vacaciones. Un pantalón corto de algodón de múltiples bolsillos, parecidos a los militares y una camiseta de la talla XXL enorme, cuyas mangas, a pesar de ser cortas, le cubrían casi en su totalidad sus brazos hasta los codos. La llevaba anudada de tal manera, que dejaba ver su cintura al completo. El agujero por donde se introduce la cabeza, era de tan grande que cuando efectuaba algún movimiento y se le desplazaba, dejaba al descubierto alguno de sus hombros por completo. No pude apreciar en esos momentos tira alguna que correspondiera al sujetador. ¿Iría sin esa pieza tan erótica? Instantes después pude corroborar que así era, ya que al inclinarse para coger su copa de café irlandés, y dado lo enorme de la camiseta pude ver con toda claridad su pecho. Sin marca alguna causada por tomar el sol sin la parte superior de bikini. Su pezón puntiagudo ligeramente más oscuro que el resto de su piel y casi del mismo era la aureola. Se pueden imaginar como se puso mi pequeña... En esos momentos y en cuestión de tan solo unos segundos se encontraba en disposición de penetrar en cualquier sitio. Hablamos de un su viaje turístico, de a qué se dedicaba por su país. Su castellano era perfecto, salvo por su acento. Había estudiado años atrás en Valladolid. En ningún momento entramos en temas personales. Vivía en un apartamento de una amiga de la universidad, que ahora se encontraba de vacaciones con su familia y se lo prestaba a ella durante ese mismo periodo. Habían pasado unos 45 minutos desde que bajamos. Yo no sabía si atacar "a saco" o simplemente esperar plácidamente a ver como se desarrollaba todo. Por un lado los besos en los labios. Quería sentirlos nuevamente rozando los míos. Quería saborear su boca... quería todo... mi cabeza un auténtico torbellino, y yo... no tenía mucha experiencia que digamos como Don Juan. Mi mano se acercó hasta su cara y con las yemas de los dedos, acaricié lo más suavemente que pude sus mejillas. Heike, cerro por unos instantes los ojos entreabriendo sus labios y presionando ligeramente su cara sobre mi mano. Fueron unos instantes tan sensuales y con tanta dulzura... Mis labios se acercaron a los suyos... Cuando entraron en contacto una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo, como si de una potente eyaculación se tratara. Pude apreciar la suavidad húmeda de su boca... Continuamos por unos minutos con ese juego dándonos suaves mordidas mutuas... en ningún momento se encontraron nuestras lenguas... era solo un juego de labios que nos estaba disparando a niveles insospechados nuestra respectiva calentura.
De forma instintiva por mi parte, comencé a rozar levemente su camiseta a la altura de sus pechos, sin llegar a tocarlos en ningún momento. Heike me comenzó a acariciar, tan suavemente como yo lo hacia siempre por encima de la ropa... pero nuestra piel notaba esos primeros escarceos eróticos como si realmente nos estuviéramos acariciando piel con piel... Las sensaciones que me transmitían al cerebro las terminaciones nerviosas, eran indescriptibles... Pasamos un rato imposible de precisar... Finalmente nuestras miradas se encontraron nuevamente y nuestras manos se quedaron estáticas en el mismo sitio donde unos segundos antes se encontraban. No nos dijimos nada, solo con la mirada estábamos diciéndonos todo. Sus ojos miraron unos instantes a mi entrepierna... No valía la pena disimular... mi erección era mayúscula. Por mi parte también miré a su entrepierna... Una mancha oscura sobre su pantalón marrón claro me daba una clara idea de cómo estaba ella... ¡¡Heike tampoco llevaba bragas!!. Nuestros labios se volvieron a rozar levemente, y de forma automática, sin mediar palabra alguna nos levantamos y cogidos de la mano subimos la escalera de caracol accediendo a la puerta de la cafetería. Instintivamente dirigí mi mirada a Mario, no había pagado las consumiciones. Me hizo una señal con la mano con una pícara sonrisa reflejada en su rostro... Mañana pasaré a pagarle. En eso no había ningún problema. Nos pusimos a caminar rápidamente, como si alguien nos persiguiera. No habíamos cruzado una sola palabra desde hacía más de media hora... sin embargo ambos sabíamos perfectamente que sucedería dentro de unos pocos minutos. Inconscientemente, nos dimos cuenta que ya no caminábamos ¡¡estábamos corriendo como si participásemos en una carrera de 100 metros lisos!! ... todo de forma automática y natural, como si los dos pensáramos lo mismo en cada segundo. Llegamos a un portal jadeando tras la carrera, sacó unas llaves y accedimos al interior, subimos un par de rellanos rápidamente sin soltarnos de la mano, jadeando y sudando. Su rostro estaba salpicado de gotas de sudor como perlas de rocío y sus mejillas encendidas de un rojo intenso, que hacía su rostro más infantil si cabe. Cuando abrió la puerta del apartamento, al tratarse de un edificio antiguo, notamos un frescor natural muy agradable que nos envolvía. Cerramos la puerta y nos fundimos en un largo y apasionado beso pero con suavidad, como si temiésemos rompernos mutuamente. Ahora sí. Nuestras lenguas comenzaron un baile sensual, cálido, dulce, muy dulce. Nuestras manos en ningún momento pasaron de sutiles caricias, ahora ya sí piel con piel. Sus pechos al ser acariciados por mis manos se tornaron duros y su tacto similar a la piel de un melocotón maduro. Nuestra ropa se mantuvo muy poco tiempo en su sitio. Jamás me han desnudado con tanta sutileza y erotismo. Tengo que reconocer que yo tampoco lo había hecho así hasta ese día. Sin despegar nuestros labios, fundidos en ese maravilloso beso y largo beso, sin dejar en ningún momento de acariciar nuestros cuerpos, entramos en la alcoba y nos acomodamos rápidamente sobre la cama, que nos mecía como si estuviésemos subidos den una barca posada en un lago con un leve oleaje... ¡¡tenía un colchón de agua!!. Desde hacía más de una hora, no nos habíamos dicho ni una sola palabra... Tumbados en la cama, abrazados, con nuestros cuerpos totalmente envueltos en sudor, agradecimos el frescor que nos proporcionaba el ambiente y el propio colchón. Mirando a Heike directamente a sus ojos, me atreví a decir rompiendo nuestro silencio: - Pellízcame en el brazo por favor... no puedo creer que esto esté sucediendo realmente... - Te haré una cosa mejor que darte un pellizco... Comenzó a recorrer todo mi cuerpo con su lengua bajando paulatinamente hacia mi "pequeña", que estaba como loca... Sus uñas, producían por todo mi cuerpo un agradable cosquilleo y continuos escalofríos... Dios había llegado a la altura de mi ombligo y pensé que no le daría tiempo a llegar a mi miembro, estaba seguro de que me correría antes... No sé como pude lograr evitarlo... pero no, no había llegado aún mi momento de alcanzar el máximo gozo... aún me quedaba mucho por disfrutar. Note sus cálidos labios rozando mi bello púbico que transmitía fielmente todas sus caricias a mi piel... sus manos aún se encontraban haciéndome cosquillas a la altura del ombligo. Cuando noté que sus labios comenzaban a acariciar mi glande, totalmente brillante y lubricado por liquido preseminal que estaba emanando desde hacía un buen rato. Mis sentidos y mis pasiones se despertaron totalmente cuando comenzó a introducir mi miembro en su boca... quería levantarme y terminar de una vez con ese delicioso suplicio pero no preferí seguir disfrutando cada segundo. La lentitud de sus movimientos, su habilidad con su lengua y la profundidad de su garganta, que se engullía los 17 cm. de mi miembro en su totalidad, hasta el mismo nacimiento... No aguantaba más, notaba mi inminente eyaculación y Heike también lo notó. Acomodando sus manos en mis nalgas con un movimiento de su cuello sentí sus labios haciendo ventosa en el mismísimo nacimiento de mi pene justo cuando solté no menos de 5 ó 6 chorros de leche directamente en su garganta. Siguió en esa posición si moverse durante unos instantes, levantando a continuación su mirada sin soltar en ningún momento mi "pequeña" de su boca. Me sonreía deliciosamente. Esa imagen la tengo grabada en mi memoria a fuego... es imborrable. Poco a poco fue deslizándose sobre hasta quedar su cabeza sobre mi hombro. Pensé que no podría aguantar otro asalto como ese pero, mi miembro, aplastado entre su cuerpo y el mío, se negaba a arriarse. Quedamos en esa posición durante unos minutos, hasta que se normalizaron los latidos de mi corazón... En cuanto Heike se percató de esa normalidad, dándome un fuerte tirón y girando sobre sí misma, invirtió nuestra posición, quedando ella con su espalda sobre la cama... Las ondulaciones proporcionadas por el colchón de agua con un mínimo esfuerzo, hicieron que nuestros sexos se frotasen uno contra otro, recordándonos mutuamente el motivo por el que estábamos allí... alzando mis caderas un poco, no tuve la más mínima dificultad en encontrar la entrada a su vagina... pensé en penetrarla con brutalidad pero, la sensualidad y delicadeza que ambos habíamos tenido hasta ese momento me impidió actuar así. De formal dulce y lenta... muy lenta... introduje solamente mi glande en su vulva y con movimientos muy leves y suaves, estuve un buen rato con ese movimiento corto y lento. Heike, con sus preciosos ojos me pedía que la penetrase totalmente y levantaba sus caderas todo cuanto podía para lograr su objetivo... pero yo de forma inconsciente deseaba hacerla sufrir, hacer que me rogase a gritos que la penetrase profundamente... así continuamos, con una penetración mínima, nuestros labios rozándose suave y constantemente... En aquella época aguantaba la ayaculación durante de veinte a treinta minutos sin problema y, después de haber tenido una poco antes podía aguantar más que un caballo de cartón. Divina juventud... Noté como tenía dos orgasmos intensísimos y muy seguidos, casi uno prolongación del otro, quedándose como relajada y con los ojos cerrados durante unos instantes... Yo seguía con mi pausado "mete saca", disfrutando como un loco de su placer... De pronto Heike me empujó suavemente y se puso a cuatro patas, mostrándome un precioso culito que se le notaban perfectamente las marcas de bikini. Mirándome por encima de su hombro, tomó mi miembro con su mano y situó la punta en al agujero de atrás... En sus ojos se podía apreciar una mirada sumisa y me hizo un gesto para que no le hiciera daño... ¿Quería que lo hiciéramos por el culito? ... Yo jamás lo había hecho por allí, así que en ese sentido éramos vírgenes los dos... Me separa y comencé a acariciarle con la "pequeña" su agujero trasero, bajando a continuación hacia su vagina introduciéndole la totalidad de mi pene y dándole unas cuantas acometidas de forma suave a fin de lograr que estuviese bien lubricado mientras Heike comenzó a jadear ostensiblemente... realmente estaba muy caliente, tanto es así que me regaló un muevo orgasmo que dejó mi miembro chorreando de sus jugos vaginales. Aproveché esa buena lubricación para iniciar el intento de perforar su pequeño orificio trasero... Comencé lentamente, con pequeñas embestidas, notando como tras cada acometida iba entrando un poco más en su interior, notando al mismo tiempo la tensión de Heike al ser perforada en esa parte de su intimidad. Dejé caer un poco de mi saliva en la punta de mi aparato e iniciando nuevamente una nueva sesión de suaves acometidas que consiguieron finalmente su objetivo. Cuando notó que había sido penetrada totalmente, me miró a los ojos con una lágrima corriéndole por la mejilla me pidió que fuera con cuidado, que le hacía daño en esos momentos. Le acaricié la espalda apenas rozándola con la punta de mis dedos, noté que su piel se le erizaba, que era muy sensible a mis caricias. Sin moverme en su interior, hasta que su ano se adaptara a mi pene, continué con mis caricias, pasando a sus pechos y a su vientre, de la misma forma, apenas rozándole la piel. Heike, procurando que no se le saliese mi juguete de su culito, trató de incorporarse, facilitándole en la medida de lo posible su acción, hasta quedar yo sentado sobre mis tobillos con las piernas flexionadas y ella sentada sobre mí, facilitándome poder acariciarle su clítoris y su vagina. Comenzó a moverse ella, poco a poco, con suspiros entrecortados... notaba la presión de sus músculos anales en mi pene y que paulatinamente aceleraba sus acometidas y se movía con más rapidez... solo tenía que acariciarla, estimularla para que su propia excitación la llevase al clímax. Mi pene palpitaba en su interior proporcionándome un placer nunca recibido hasta ese día. No sé el tiempo que estuvimos así, creo que mucho, cuando de pronto el comportamiento de Heike cambió por completo. De ser dulce y mantener unos movimientos lentos, cadenciosos y dulces, pasó a comportarse como una amazona sobre un caballo sin domar... gritaba y gritaba, se comenzó a apretar los pechos con tal furia que creí que se los explotaría, sus pezones duplicaron su tamaño en pocos segundos y sus embestidas contra mi pene, me producía un fuerte dolor en los testículos al aplastarlos entre su culo y mis piernas... Pensé que me los reventaba... aguanté el dolor y noté que mi pene se agrandaba aún más en su interior. Estaba a punto de eyacular de una manera salvaje... lo notaba. Mientras, yo masajeaba su clítoris, cada vez más frenéticamente y metiéndole tres dedos de golpe en su mojadísima vagina. En esos momentos, con una violenta embestida se quedó quieta y me apretó con sus manos la mía, que la tenía alojada en su vagina y con un grito enorme, sentí como mi mano se anegaba con sus fluidos vaginales... tanto que pensé que se estaba orinando... En esos instantes exploté de forma violenta e inundé su culo con mi leche... La abracé con mi mano libre y nos quedamos los dos quietos, esperando que nuestro ritmo cardíaco y respiración se normalizasen, sin movernos de la posición en que estábamos. Cuando esto sucedió, nos dejamos caer sobre la cama de costado a un tiempo... yo aún no había salido de ella... agotados entramos en un dulce y reparador sueño. Cuando me desperté, miré mi reloj que lo había dejado sobre la mesita de noche. ¡Dios mío, las siete de la mañana y comienzo a trabajar en una hora! Como una película se repitieron todas las imágenes vividas la noche anterior y allí estaba Heike, acurrucada a mi lado. La besé en la comisura de los labios y me dispuse a darme una buena ducha. Estaba en esos menesteres cuando ella entró en el baño dándome los buenos días. Sin abrir las cortinas y viendo solo su silueta dibujada a través de ellas, me hizo una pregunta muy, muy directa. - Antonio, ¿Serías capaz de aguantar una sesión de sexo como la de anoche? - Yo... creo que sí Heike... - Y... ¿Con dos mujeres? - ¡Uffff! ... Me lo pones un poco complicado... nunca he hecho un trío... pero ¿Qué quieres proponerme? - Bien, esta misma tarde lo averiguarás... ¡Te tengo reservada una sorpresa! ¿Aceptas? - Sí claro... (contesté con ciertas reservas por mi parte) - A las 17:00 horas en el Marius. ¿Te parece? ... Y no te canses trabajando, guarda algo para nosotras jajajajaja... Salió del baño y yo terminé de ducharme. Me vestí miré el reloj... faltaban solo 20 minutos para las ocho... tendría que correr si no quería llegar tarde... Heike estaba en la cocina, desnuda con una taza de humeante café en sus manos... Me acerqué la abracé y nos dimos un beso dulce, muy romántico... Cuando caminaba hacia la puerta de la calle salió al pasillo y me dijo: - ¿Sabes? ... Desde hace algunos meses estaba buscando alguien como tú y finalmente lo he encontrado... Hasta la tarde - Me abrumas con tus comentarios. Hasta la tarde, - Contesté yo. Al llegar a la calle y recibir en el rostro el fresco aire matutino, fue cuando mi cabeza empezó a asimilar todo lo que me había sucedido, se transformó en un torbellino de imágenes, de sensaciones y de palabras... ¿qué me esperaba esa misma tarde? Llegué al trabajo y tras saludar a los compañeros, pasé a ocupar mi puesto habitual iniciando mi jornada laboral... los minutos se me hacían horas... no pasaba el tiempo... trataba de concentrarme en mi trabajo, en todo aquello que compañeros y clientes me solicitaban... había momentos que no me enteraba de nada... en esos instantes mi mente estaba en las imágenes de la noche anterior y de forma reiterada, sus últimas palabras antes de despedirnos "- Bien, esta misma tarde lo averiguarás... ¡Te tengo reservada una sorpresa! ¿Aceptas?" ....
Tony... Tonyyyyy... -elevé la Mirada y vi la Mario, el propietario del bar donde había quedado con Heike - No sé que pasó ayer, pero hoy no tienes la cabeza en su sitio, estás en otra parte y no en el banco trabajando... Dime, ¿qué pasó con ese bomboncito alemán con el que te fuiste ayer?
Uff, perdona Mario, bueno... ya te contaré en otro momento... contesté guiñándole un ojo - ¿qué se te ofrece? ... bueno, espera... tengo que pagarte los "irlandeses" de ayer... las prisas, ya sabes
Olvídate ahora de los "puñeteros irlandeses"... quiero que me digas qué paso ayer con la alemanita...
Mario... no insistas, ya te contaré, te lo prometo... bueno, solo te diré que esta tarde a las 5 hemos quedado nuevamente en tu bar... si puedo ir un poco antes, te pondré en antecedentes... ¿vale?.
Vale contestó con un gesto socarrón y de complicidad... seguro que imaginaba mas o menos lo que había pasado la noche anterior...
A veces la confianza da asco, y Mario, sinceramente, es la persona más curiosa del mundo. Cualquier persona o suceso acaecido en el barrio que quisiera conocer o saber, solo tenía que preguntarle a él.
Por fin llegó la hora de salir del trabajo. Hoy no me quedaría a tomar unos "finos" con los compañeros como es habitual. Me despidieron con risas y con algo de guasa en los comentarios relativos a "mi ligue"... maldito Mario, ya se había puesto a largar con el director o con el apoderado de la oficina... y por descontado que había corrido la noticia por toda la oficina.
Llegué a mi apartamento, una ducha rápida, comí algo de fruta... no me entraba nada en el estómago... lo tenía lleno de mariposas revoloteando... ansiedad sin duda. Bien, esta misma tarde lo averiguarás... ¡Te tengo reservada una sorpresa! ¿Aceptas? ... esta frase no paraba de sonar en mi cabeza una y otra vez... Pronto averiguaría cual es la sorpresa...
17:00 horas cuando entraba en el "Marius"... No había nada mas que un par de clientes habituales... Heike, no estaba... Mario se volvió y antes de que alcanzara la barra, me señaló con un gesto las escaleras de caracol de acceso a la planta inferior... extrañado, me quedé unos instantes paralizado.
Están abajo me indicó Mario.
¿Están abajo? ... ¿hay dos? ... pensaba mientras bajaba la escalera de caracol... y allí estaban Heike y ¿SU HERMANA GEMELA? ... No, no puede ser, es más joven... no debe tener más allá de 15 ó 16 años... pero, SON IDÉNTICAS... mismos rasgos faciales, mismo tipo, altura similar, mismo pelo... hasta se habían puesto la ropa idéntica... una minifalda vaquera y una camisa blanca, sin mangas anudada a la cintura y dejando sus "barriguitas" al aire... Me dirigí hacia Heike para sentarme a su lado, y me aproximé a su mejilla para darle beso, lo más casto posible, por eso de guardar la apariencias... pero ella tomándome con sus manos la cara, me estampó un besazo en la boca de lo más húmedo y erótico que he recibido en toda mi vida... Cuando lo dio por concluido, sin inmutarse lo más mínimo, dijo
Tony, te presento a Eva, mi hija...
En.. Encantado logré balbucear a duras penas..
Encantadísima de conocerte Tony, mamá me ha hablado mucho de ti en estas últimas horascontestó Eva, al mismo tiempo que se levantaba y me estampaba otro beso en los labios, no tan intenso como su madre, pero sí lo suficientemente intenso como para saborear su suave y juguetona lengua.
Bien, ésta es mi sorpresa... quería que conocieras a mi hija... y ahora quiero hacerte la proposición que ésta mañana te comenté.
Tu dirás, Heike - contesté muy intrigado..
Eva tiene 16 años, recién cumplidos y como comprenderás, ya ha tenido sus primeros escarceos "amorosos" con chicos de su edad... pero me ha confesado que es virgen, que nunca ha tenido relaciones completas con ningún hombre. Hace unos meses, cuando planeábamos nuestras vacaciones en España y tras una conversación con ella, le prometí a ella y a mí misma, que haría todo lo posible para que no perdería su virginidad en el asiento trasero de un coche, y se quedara embarazada en su primera vez, como me sucedió a mí. Y planificamos todo esto...
Digamos que es mi regalo de cumpleaños interrumpió Eva...
Durante estos meses, ha comenzado a tomar la píldora, a conocer su cuerpo... y creo que ya está preparada para convertirse en una mujer... solo faltaba el hombre apropiado... y apareciste tu, Tony... una persona agradable, educada, sensual y dulce, que sabe como tratar a una mujer y que sabe complacerla en los pequeños y en los grades detalles y... y a quien no volverá a ver nunca más después de esto. Tú decides ahora si quieres continuar o dejarlo aquí. Te he elegido para que seas quien convierta a Eva en una mujer, que le enseñes con cariño y dulzura los placeres del sexo, sin prisas, sin dolor, ni frustraciones. No te lo tomes como que te he elegido como "semental" para mi hija, por favor. Quizá ella misma podría haberte seducido y haber llegado al mismo punto, pero lo hemos planificado así y así debe de ser. No quiero que tu te encapriches de ella ni que ella se encapriche de ti. Debe quedar como la "típica aventura de verano". Nada más. ¿Aceptas la proposición?
Mi cara en esos instantes debía ser un auténtico autentico poema. Me quedé sin palabras, aunque en mi cabeza bullían mil pensamientos... Un trío con una madre que está como un queso y con su hija que es un auténtico yogurcito, toda ella virgen y que me la ponen voluntariamente en el "altar del sacrificio"... El morbo está más que garantizado.
Sí... Bueno... Estoy un poco aturdido por una propuesta tan inusual como la que me haces... una madre que entrega a su hija para su iniciación en el sexo, no es cosa de cada día... debes reconocer que no es normal... no sé que decir, la verdad
Yo te ayudo a decidirte dijo Eva, poniéndose frente a mí de cuclillas y con sus brazos apoyados en mis piernas, y mirándome directamente a los ojos y mostrándome su tanguita blanco descaradamente. Sé que con esta propuesta, puedes sentirte como un objeto de usar y tirar y eso lo puedo comprender. En mi familia, somos muy enamoradizas todas las mujeres... sin ir más lejos mi madre, tal como me ha estado hablando de ti, es para pensar que se ha enamorado como una colegiala... y en nuestro país, mi padrastro, nos está esperando. Yo te acabo de conocer hace unos instantes... imagina que en lugar de habernos presentado mi madre, nos hubiéramos conocido por azar en éste mismo lugar y que decidiéramos acostarnos, sin mas... ¿Me harías el amor o te lo pensarías?... Por favor, deseo de todo corazón que tú seas quien me haga mujer... me atraes físicamente y por los comentarios de mi madre y ... más aún desde la pasada noche... vi como lo hacías con mi madre, el cariño, la dulzura y la delicadeza que utilizaste en todo momento... me gustó mucho lo que vi.
¿Nos estuviste viendo? preguntó extrañada Heike
Sí.
Pero, cuando entraste en casa...
En realidad, no salí en toda la tarde... Os vi llegar desde la ventana y decidí esconderme.. luego, al escuchar vuestros gritos y bufidos de placer, me excité y os estuve espiando un ratito.
Bien, -dije yo Podéis pensar de mí lo que o venga en gana, y que conste que me siento raro por la situación, pero... no sé qué estamos haciendo aquí... mejor vamos a vuestro apartamento y ponemos en práctica todo este asunto... Vosotras quizá me uséis como "hombre objeto" de usar y tirar, poro yo pienso aprovecharme de vuestra proposición y hacerlo con la madre y con la hija...
¿De verdad que aceptas? Dijo Eva, dándome uno de los besos más húmedos que he sentido en toda mi vida. La criatura, sabía besar como toda una experta. - Gracias, eres un sol.
Salimos del Marius y nos dirigimos hacia su apartamento, llevándolas ceñidas por la cintura y ellas a mí, riendo y haciendo comentarios jocosos sobre todo lo que habíamos hablado hacía instantes.
Ya en el apartamento, nos dirigimos directamente al dormitorio que conocía de la noche anterior, dejándonos caer los en sobre la cama con el colchón de agua... Eran poco más de las 6 de la tarde. Comenzamos a jugar los tres haciéndonos cosquillas, toando aquí y allá... haciendo tonterías, vamos... pero en realidad nos estábamos calentando los tres a base de bien.
Una sola cosa Dijo Heike son las 18:30 horas... Os dejo solos hasta la noche... quiero que estéis tranquilos. No es cuestión de montar un trío con mi propia hija. Y cuando vuelva, serás tú Eva, la que marches a tu dormitorio... sin excusas, ¿entendido?.
Entendido Contestó Eva sin dudar un solo instante, aunque con un todo de cierta resignación.
Vaya... yo me había hecho ilusiones con lo del trío Dije yo con un tono socarrón.
Eso sería demasiado fuerte Tony... aunque no es por falta de ganas Dijo Heike, al tiempo que me daba un piquito en los labios. - Por favor, trátala bien, como tú me has demostrado que sabes hacerlo... Haz que disfrute y no sea traumático para ella. Recuerda que es su primera vez.
Descuida Heike, así lo haré... ¿tengo que reservar algo para ésta noche?
Tonto, claro que te tienes que reservar un poquito para esta noche Dijo al mismo tiempo que me daba un cachete cariñoso en la cara.
Se levantó, lanzándonos una tierna mirada a los dos y un beso desde la puerta. Instantes más tarde, escuchamos la puerta de la entrada que se cerraba. Eva, se levantó saliendo de la habitación. Unos instantes después volvía lanzándose sobre mí como una tigresa en celo.
Ya estamos solos... creo que ahora empieza lo mejor del día.
No me dio tiempo a contestar nada ya que sus labios sellaron los míos, comenzando una guerra de lenguas e intercambiando nuestros fluidos bucales. Esta niña, sabe besar tan bien como su madre... casi me hacía dudar de que realmente fuera "virgen" como había dicho a su madre.
Eva, me siento muy sudado... ¿te importa que me duche?
Solo te ducharás si me dejas enjabonarte.
Vale ¿y yo te tengo que enjabonar a ti?
Siiiii... lo estoy deseando.
Nos dirigimos hacia el baño, y comenzamos a desnudarnos mutuamente. Desabotoné la blanca camisa sin mangas que llevaba puesta de forma pausada, descolgándola de sus breves hombros y dejándola resbalar por sus brazos hasta terminar en el suelo del baño, dejando al descubierto un sujetador deportivo elástico de una sola pieza del mismo color blanco. Se le marcaban unos pezones endiabladamente erectos. No me pude resistir de jugar con ellos por encima de la ropa, mordiéndolos suavemente y excitándolos más aún si cabe. Sus pechos eran ligeramente más grandes que los de su madre, sin ser exagerados. Al mojar con mi saliva la prenda, se comenzó a transparentar, pudiendo apreciar casi en su color natural el desafiante y erecto pezón y la pequeña aureola que lo rodeaba ligeramente más tostada que el resto de la piel. La falda vaquera, tras soltar los botones, cayó al suelo, dejándome ver un leve tanguita también blanco. La niña, sabía como poner a "hervir" a los hombres. Con una facilidad y rapidez asombrosa, que quitó la camisa, sin tan siguiera desabrochar los botones, y con la misma rapidez, se deshizo de mis pantalones y calzoncillos, dejándome como "Adán" en el Paraíso.
Al verme desnudo, me introduje en la ducha y tomándola de la mano la introduje a ella también
Espera Tony, me quito el...
Nada de eso, princesita... tu entras tal cual estás.
Con una risita nerviosa, de esas que dan las "lolitas" para encender pasiones, se introdujo en la estrecha ducha. Abrí los grifos y miles de gotas chocaron con nuestros cuerpos. Por el efecto del agua, pronto las prendas íntimas de Eva se transparentaron de tal forma que toda su anatomía quedaba a la vista. Sin ningún tipo de pudor, comenzó a enjabonarme todo el cuerpo, insistiendo principalmente en mi entrepierna, que la frotó a conciencia. Una vez retirado el jabón, no dudó en darle un beso con legua en la punta de mi miembro viril, que poco faltó que no acabase en un brutal bukake.
La hice poner en pie y le retiré las dos prendas que ya no ocultaban nada de su cuerpo. Derramé un abundante chorro de gel de baño sobre sus tetas y empecé a extenderlo por todo su cuerpo, volviendo periódicamente a masajear sus pechos y su vulva, que contaba con un finísimo vello totalmente ensortijado en el pubis, coqueta y deliciosamente recortado en forma de corazón. Terminamos frotándonos los cuerpos uno contra otro y con las manos masajeándonos la espalda del otro mientras nuestros labios apenas se separaban unos instantes, para continuar nuevamente con otro tórrido beso. Es una de las sensaciones más sublimes que puede tener un hombre y una mujer.
Tras quitarnos toda la espuma de nuestros cuerpos, salimos y sin tan siquiera secarnos corrimos al dormitorio, lanzándonos sobre la cama, que nos acogió meciéndonos por unos segundos.
Cambié mi posición y me coloqué de rodillas en el suelo, apoyando mi pecho en el colchón. Mi nariz quedó a la altura de sus pies. La tomé por los tobillos y tiré hacia mí, dejando su vagina al alcance de mis labios. Abrí sus piernas y a escasa distancia pude ver unos labios vaginales muy hinchados y abiertos, con un delicioso color rosa brillante en su interior, destacando en la parte de arriba un clítoris que asomaba orgulloso y desafiante coronando sus delicados labios vaginales. Comencé a saborear tan exquisito manjar, jugando y explorando con mi lengua todos y cada uno de sus rincones, apreciando dónde y como le gustaba que la acariciase con tan húmeda caricia. Varios y deliciosos minutos más tarde, tomé con mis labios su clítoris y haciendo un vacío con la boca, comencé a realizarle un masaje cada vez más rápido... sus respiración se aceleró desmesuradamente y sus gritos fueron cada vez más fuertes, hasta que sus piernas abrazaron con inusitada fuerza mi cabeza durante el largo tiempo que le duró orgasmo.
Ya más relajada y cediendo de su presión, me situé sobre ella, en posición del misionero. Me miró directamente a los ojos y pasó su lengua por mis labios, saboreando sus propios flujos que quedaron sobre mi cara.
El primer asalto ha sido divino..
¿Empezamos el siguiente asalto?
Estoy preparada... adelante.
Mi pene, duro como en muy pocas ocasiones, lo había colocado intencionadamente a lo largo de sus labios vaginales, totalmente perpendicular a la entrada de su virginal gruta. Inicié un movimiento de vaivén, frotando intencionadamente su clítoris, ahora especialmente sensible tras las estimulaciones recibidas, e inmediatamente Eva volvió a acelerar su respiración y expresar su placer con ronroneos y murmullos de excitación.
Variando intencionadamente mi posición, mi ariete encontró rápidamente el camino a seguir, penetrando levemente en un lugar aún inexplorado. Al sentir que comenzaba a ser penetrada, Eva, me abrazó con sus piernas, poniendo sus talones en mis glúteos y presionando hasta que ambos notamos perfectamente el límite marcado por su himen. Su cara, perlada y brillante de sudor, expresaba deseo y lujuria. El gran momento había llegado. Tomando la iniciativa y de forma violenta, me besó en la boca al mismo tiempo que con sus talones presionó con fuerza en mis glúteos, como si espoleara a un caballo y mi pubis chocó con "plas" con el suyo. Su himen, ya es historia.
Cuando noté que Eva empezó a relajar los músculos de su cuerpo, inicie un suave movimiento de vaivén. Su vagina, daba la sensación que estaba hecha a la medida de mi ariete, y se deslizaba por su interior delicadamente. La delicadeza, realmente duró muy poco. Eva me empujó y terminamos invirtiendo nuestras posiciones, comenzando el desenfreno. Imposible tener delicadeza con esa fierecilla de 16 años. Comenzó a cabalgarme como si la vida le fuera en ello, lanzando unos bufidos y unos gruñidos, dignos de la mejor estrella porno. Se empalaba casi con brutalidad. En un momento dado, lazó un grito que llegó a asustarme, producto del fuerte orgasmo que estaba sintiendo en esos instantes. Cuando cesaron sus espasmos y convulsiones, se dejó caer pesadamente sobre la cama. Realmente era virgen hasta hacía escasos minutos. Prueba de ello, una mancha de sangre mezclada con sus flujos vaginales adornaban la sábana y mi ariete. Me recosté a su lado y comencé a acariciar suavemente su vientre, y le hice la pregunta del "millón"·
¿Como te sientes?
Mmmmmmmm maravillosamente bien... ha estado genial, de verdad... nada que ver con mis "pajillas", jejejejeje... Cuando regresemos a Bremen, tendré que buscarme un novio experimentado como tú... los chicos de mi edad no estarán a la altura de las circunstancias.
Lo importante es que, a quien elijas, te respete y te trate bien. Es lo que desea tu madre para ti y lo que tu mereces.
Vale, bien, pero tú mira como estás... tienes tu "cosa" apuntando a mi "cosita" y, te aseguro que está ansiosa de recibirla de nuevo, pero ésta vez quiero sentir como me llenas de leche.
Hice un amago de situarme sobre ella, pero me detuvo y se colocó como una perrita en celo a cuatro patas, me lazó una mirada desafiante y de viciosa increíblemente sensual, invitándome a que tomara la iniciativa con eróticos movimientos de sus nalgas
No tengas ninguna compasión, quiero que me des fuerte, quiero sentir tu "cosa" en la boca del estómago,
Será un placer...
Sin mayores contemplaciones y de una sola embestida, la penetré totalmente, hasta lo más profundo que pudieron llegar los 17 centímetros de polla, comenzando un bombeo agresivo, casi con violencia. Cada vez que mi pubis golpeaba violentamente sus nalgas, Eva gritaba con fuerza un entrecortado "AAH, AAH AAH" . El ritmo de las penetraciones era rápido y constante. Giró su cara buscando mi mirada. Su rostro desencajado reflejaba todo el placer que su cuerpo estaba recibiendo. Alzó su mano derecha y se propinó ella misma una fuerte palmada en el glúteo, que rápidamente adquirió un tono rosa más intenso que el resto se su piel.
Dame en el culo como a una yegua...
No lo pensé dos veces y le propiné dos fuertes palmadas, una en cada glúteo.
Más, dame más
Sin dejar en ningún momento el ritmo de la penetración, periódicamente le propinaba una fuerte palmada en alguno de sus glúteos. Me estaba gustando eso de dar zurras. A esta "lolita", le va las sensaciones fuertes. A cada golpe, ella reaccionaba, con un gritito, más de placer que por el dolor que pudiera percibir. No dejaba de mirarme de tanto en tanto, mostrándome en su rostro de niña pequeña, la expresión más lujuriosa que nunca he visto en una mujer.
Con la mano izquierda, alcancé su pecho más próximo comenzando a apretarlo con cierta violencia, oprimiendo el pezón con el dedo pulgar e índice,
Más fuerte cabrón, más fuerte que no me rompo. me dijo mientras me miraba con cara de "viciosa empedernida".
Mis acometidas, comenzaron a ser más violentas, los golpes en sus posaderas más fuertes, y su pecho lo estrujaba como si quisiera extraer algún rico elixir. La puñetera cría me estaba enervando al fustigarme con sus palabras, sacando de un rincón de mi cerebro un principio de "sadismo" que jamás pensé que lo pudiese albergar .
¿Quieres ser una puta de la peor ralea?, pues ahora verás...
Sin mediar palabra, puse mi mano derecha a lo largo del canalillo que separaba sus glúteos, y con el dedo pulgar localicé su ano, y se lo introduje sin ningún tipo de compasión. No sé si el grito que dio fue de dolor, de sorpresa o de placer. A los dos minutos, y adoptado una posición una tanto forzada, tenía en su ano tres de mis dedos que la penetraban con fuerza, casi con brutalidad. Cuando me cansé de esa posición tan forzada y que no me permitía penetrarla con facilidad, opté por cambiar de agujero, pasando a encularla con la mayor rapidez y fuerza que me era posible. Me encontraba en el límite de mis fuerzas y de mi aguante ante una inminente eyaculación. Un fuerte latigazo recorrió mi columna vertebral en el preciso instante que inundaba las entrañas de Eva de abundantes chorretones de leche.
Sigue, sigue
Varios empujones mas con los últimos estertores de placer que estaba recibiendo, Eva con un grito desgarrador que ahogó sobre con la almohada, comenzó a tener su orgasmo su tremendo orgasmo, que la dejó casi sin respiración y al borde del desmayo.
Caímos sobre la cama con nuestras respiraciones agitadas, los corazones latiendo de forma desbocada, totalmente envueltos en sudor y, agotados, totalmente agotados. Nos cruzamos un mirada, nos abrazamos dándonos un piquito y nos comenzamos a relajar, intentando recuperar fuerzas. Nos quedamos dormidos.
Nos despertó Heike. Eran las 23:00 horas. Besó a su hija y con una sonrisa enternecedora le preguntó:
¿cómo ha ido todo?
Maravillosamente bien, increíblemente bien... todo lo que dijiste de Tony es cierto... y más cosas que tu desconoces de él... he tenido unos orgasmos increíbles, nada que ver con el placer que obtenía antes... ¿no me dejas un ratito más? Solo una vez más, por favor, una vez más
¿No has tenido suficiente?
No ha sido suficiente, quiero volver a hacerlo por delante de nuevo.
¿Recuerdas en qué quedamos?, Que en cuanto regresase, Tony sería para mí... ahora es para mí y tu te vas a tu habitación...
Sí bueno, - Dije yo - vosotras hacer lo que queráis, pero yo antes que nada, tengo que cenar... si me queréis acompañar, será una velada perfecto. Si no queréis venir, hacer el favor de taparos un poco para que no cojan frío vuestros "conejitos", que están muy ricos así calientes y jugosos.
Me levanté y marché directamente a baño, donde me di una reconfortante ducha, mientras escuchaba los cuchicheos de madre e hija sin entender una sola palabra de alemán. No sé el motivo por el que hablaban tan bajito...