Extraña condición médica - Visita al médico 1

Por un irritante y molesto picor anal, Isabella pide consejo a su madre, quien esta con mucho gusto la ayuda.

Extraña condición médica

Visita al médico. Parte I

Para comprender este relato, es absolutamente necesario leer la Introducción previamente publicada

Me desperté en la mañana como cualquier día normal. Continué mi rutina diaria, fui al baño a asearme y a orinar, para luego extraerme la ristra de bolas anales (similares a las bolas de billar) con la que acostumbro dormir. Al extraer la última de las cinco, sentí un extraño picor en el recto, que tenía ya un par de días sintiendo pero al que no había hecho mucho caso. Me metí un dedo para rascarme por dentro, y al sentir un ligero alivio decidí ir más allá, introduciendo otro dedo, y luego dos más, hasta tener la mano entera dentro de mi ano. El placer que me producía rascarme era indescriptible, similar al de una buena cogida por el culo, y llegué a mi primer orgasmo matutino. Una vez calmada, introduje a mi inseparable plug anal, Tito, y me dispuse a ir a desayunar.

Hoy me provocaba tomarme el desayuno directamente de la "fuente", por lo que me dirigí a la habitación de mamá para darle una buena mamada a su verga y luego un par de vasos de leche de sus tetas recién ordeñadas. Cual sería mi decepción al descubrir que mi hermana había tomado la delantera: Francesca se encontraba ensartada por el culo con la verga de mi madre. Le daba la espalda a ésta, lo que le permitía disfrutar de la programación matinal presentada en la televisión de plasma de 50 pulgadas de la habitación de mi madre. Su culo estaba completamente relleno por los 35 cm. de verga de mi madre.

  • ¡Ooohh!, ¡Ooohh!, ¡Ooohh!, ¡Ooohh! – repetía Francesca cada vez que se dejaba caer sobre la verga de mamá.

Con una de sus manos sostenía un gran consolador insertado en su vagina, que entraba y salía a un ritmo contrario al de la verga en el culo. Con la mano libre, se estaba pajeando su clítoris de 12 cm.

  • ¡Hola Francesca! – Saludé con fingido entusiasmo.
  • ¡Hooo...!, ¡Hooo...!, ¡Hooo...!, ¡Hooola Isabella! – me devolvió el saludo mi hermana, sin dejar de botar sobre la verga de mamá.

Mamá permanecía aún dormida, por lo que los consoladores que permanentemente están insertados en su culo y coño estaban aún en reposo. La erección de su gran verga se debía única y exclusivamente a las embestidas que le estaba propinando mi hermana. No pude evitar sentir un poquito de envidia.

Estando mi madre ocupada, no me quedaba más remedio que beber la leche almacenada en botellas en nuestro refrigerador. Claro que también podía preguntarle a mi hermana mayor, Annalisa, si podía mamársela un poco, a cambio de que ella me diera un rato por el culo. El problema es que la relación entre nosotras últimamente no es la mejor. Deseché finalmente esa idea y me serví un buen vaso de leche extraída de la verga de mi madre, y me recosté a ver televisión en la sala de la casa.

Mientras me tomaba la leche empecé a sentir de nuevo el extraño picor. Extrajé a Tito de mi culo y por segunda vez, introduje todos mis dedos en mi ano para poder rascarme a placer, al mismo tiempo que degustaba el nutritivo semen materno. Estaba ensimismada en esto cuando apareció mi hermana Annalisa, lista para salir.

  • Tengo varias cosas que hacer hoy, Isa, así que no voy a poder traerle de comer a mamá. Te encargo de eso hoy.
  • Está bien, Anna – dije sin extraer la mano de mi culo – Sabes que yo siempre disfruto conseguirle la comida a mami.
  • Recuerda que eres "Futa", no "Puta" – dijo mi hermana con sarcasmo – así que deja de estar siempre pensando en cómo tener el culo relleno de carne.
  • Deja la envidia, lo que pasa es que a ti ya se te pasó la edad y ya nadie quiere encularte.

Anna hizo una mueca de desprecio y salió por la puerta de la calle. En el fondo, lo que le había dicho era verdad. Anna tenía ya 30 años, edad en la que una futanari que aspira convertirse en Ama de casa comienza a hacer todos los preparativos para la ocasión. Por otro lado, su clítoris/verga de casi 30 cm. no era precisamente atractivo para la gran mayoría de los hombres, así que Anna tenía que recurrir a otras futanari o a consoladores para darse placer. Esto no parecía importarle mucho, ya que su pensamiento se encontraba enfocado en que se acercaba el día de quedar encinta, y aún no se había decidido entre autofecundarse o ser preñada por otra futanari.

Seguí rascando mi recto un poco más y apuré lo que me quedaba de leche en el vaso al tiempo que alcanzaba mi segundo orgasmo del día.

  • ¿Qué me estará sucediendo? – pensé.

De mis pensamientos me despertó el profundo gemido de mi hermana Francis.

  • ¡Aaaaaaahhhhhhh!
  • ¡Buenos días, Francis! – exclamó mi madre que al parecer ya se había despertado.
  • Bueeehhh... Bueeenos días, mamá – exclamó Francis, fatigada tras el ejercio matinal.

Las familias normales hace aerobics antes del desayuno. Nosotras, cogemos por el culo. ¡Que no se diga que somos una familia típica!.

Habiendo finalizado mi desayuno, volví a la habitación de mamá. Sus vibradores ya estaban encendidos, entrando y saliendo de su coño y culo, y las bombas de sus pechos ya estaban extrayendo leche. Francis estaba en cuclillas en el piso de la habitación, con un plato sopero directamente debajo de su culo, de donde estaba expulsando el semen materno que iba a ser su desayuno.

  • Buenos días, mami – la saludé con un beso la mejilla.
  • Buenos días, mi chiquitica – me saludo mi madre, devolviéndome el beso esta vez en la boca.

Francesca había terminado de expulsar la leche que tenía en el culo, y se dirigía a la mesa de comedor a desayunar.

  • Mami, quiero hablar contigo de algo que me preocupa.
  • ¿Que será, mi bebita querida?

Ya que Francis se había marchado, tome el asiento que se encuentra entre las piernas abiertas de mamá y me senté entre ellas.

  • Es con respecto a mi ano...
  • Dime corazón, ¿que le pasa a lo más rosadito de la casa?

Inconscientemente, tome entre mis manos la verga flácida de mamá, a la que todavía no había colocado la máquina de bombeo, y comencé a pasarla por mis labios.

  • Mmmmph, es que últimamente me pica mucho – dije, y engullí el glande.
  • ¿Te pica? A que te refieres, ¿por dentro?- preguntó mamá.
  • Slurp! – se escuchó cuando saqué la verga de mi boquita – Así es, por dentro. Y solamente encuentro alivio cuando me lo rasco - Y volví a introducir la verga en mi boca, la cual poco a poco iba recuperando su gran tamaño.
  • A ver hija mía, déjame revisarte.

Sin sacar la verga de mi boca, me coloqué encima de mamá, en posición de 69. Ella, con toda la delicadeza de una madre, abrió mis dos nalgas y procedió a inspeccionar mi ano.

  • Se ve un poco más rojo de lo normal, a decir verdad.
  • Uuuhuumm – atiné a responder.
  • Déjame ver como se siente por dentro.

Con cuidado, fue introduciendo los dedos de su mano dentro de mi recto, y con sus uñas manicuradas, comenzó a rascar con delicadeza las paredes de mi ano.

  • ¿Sientes alivio? – me interrogó.
  • ¡Ooooooohhhhh! – fue toda mi respuesta, y engullí un poco más de la verga.

Mientras que con una mano mantenía abiertas mis nalgas, comenzó a meter y sacar la otra de mi ano, con los dedos en posición de rascarme.

  • Hhhmmm... Se siente un poco más áspero de lo normal – exclamó sin dejar de sacar y meter la mano.
  • ¡Oooooooooohhhhhhhh! ¡Mmmmmppphhhh! – repetía yo sin cesar con la verga en mi boca.

Así estuvimos un rato hasta que alcancé mi tercer orgasmo del día, que se tradujo en una cantidad ingente de flujo vaginal que fue degustado con placer por mi madre. El flujo no tiene ningún valor nutricional para las futanari, simplemente es como una golosina. Al poco rato, mi madre acabó en mi boquita, yendo el primer chorro directamente a la garganta y llenándome de semen las mejillas por dentro. A pesar de que mi cara y boca son pequeñas, en mi familia hemos desarrollado una técnica casi perfecta para tragar semen sin desperdiciar una gota, así sea la cantidad que sea.

Una vez que terminada la faena, conversé con más calma con mi madre, aunque siempre jugueteando con su verga entre mis manos y boca.

  • No estoy segura de que pueda ser eso, Isa. Nunca había sabido de algo parecido. Tal vez deberías consultar a una especialista.
  • Mmmpf, tienes razón mami – dije al darle un besito en la punta de la polla.
  • Déjame pedirte una cita con la doctora Paloma, ella es especialista en anos futanari. Ella fue la única que pudo ayudarme aquella vez que tuve un percance con la perilla de la puerta – dijo mi madre, con una sonrisa pícara.
  • Slurp! Jajaja! Que cosas tienes, mami – exclamé riendo de buena gana.
  • Quiero que esta tarde te veas con ella.
  • ¿Pero y como hacemos con la comida de hoy?
  • Tranquila que tu hermana Francis se encarga. Creo que tiene el día libre en la Universidad hoy.
  • ¡Gracias mami! – Y en agradecimiento, extraje el consolador de su vagina y le dí una buena comida de coño.