Extraña condición médica – Mi novio y sus amigos 4

Isa decide hacer la comida, y preparará una rica sopa con sus ingredientes favoritos: berenjena, zanahorias y verga. No podían faltar las especias: un toque de culo, una pizca de coño y una espolvoreada de rica leche caliente.

Extraña condición médica – Mi novio y sus amigos 4

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Luego de las experiencias vividas en la playa y en la piscina el día anterior, me desperté el tercer día de vacaciones aún más caliente. No sé si sería por el delicioso clima marino o qué, pero el caso es que mi culo pedía verga desesperadamente. No tenía que ver con la picazón rectal, ya que religiosamente me había puesto el supositorio, pero mi culo estaba más insaciable que nunca.

Completamente desnuda, me desperté al lado de Tyron quien permanecía aún dormido. Su aspecto era cada vez más demacrado y me estaba empezando a preocupar de verdad. A preocupar porque cinco vergas no eran suficientes, necesitaba más, y la polla de Tyron en desuso era un desperdicio que no podía tolerar.

Me puse a su lado en cuatro patas y corrí la sábana que lo cubría. Mi culo, abierto y en pompa, daba directamente hacia la puerta. No había escuchado aún a los muchachos, pero no suelen pararse muy tarde, así que de seguro andarían rondando por la casa.

Le baje los calzoncillos a Tyron y extraje su deliciosa polla. De todos los 6, la de él era la mejor, y por eso me dolía tanto no poder tenerla en el culo. Con mucho cariño comencé a mamársela, pero tal era su malestar que, incluso cuando estaba ya completamente erecta, no se despertaba. No importa, su verga estaba a mi disposición y eso era lo importante.

Mamé y mamé durante un buen rato, y estaba tan concentrada en la verga de mi novio que no me di cuenta de cuando mi culo se vio invadido por una verga. Solo me enteré cuando el vaivén de la follada hacía que la polla de Tyron llegara aún más profundo a mi garganta.

El habitante de mi culo no había dicho palabra y yo tampoco, dado que tenía la boca llena, pero cuando retiró su verga luego de haberme llenado el culo de leche, lo saludé:

Buenos días, Dongo.

Tal era la destreza de mi culo y lo bien que se había adaptado a las vergas de los negros que ya las reconocía nada más que con el tacto rectal. Sabía diferenciar su largo, el grosor, y la redondez del glande de cada uno.

Buenos días, putita – me dijo en voz muy baja para no despertar a Tyron.

Tan pronto se hubo retirado, otro asumió su lugar. Al final, uno por uno pasaron por mi culo y me lo rellenaron de leche mientras le mamaba la verga a mi novio dormido. ¿Qué hubiese pensado si hubiera abierto los ojos en el momento en que Mandingo me llenó hasta el fondo y yo alcancé un delicioso orgasmo con su verga en la boca? Quién sabe, a lo mejor no le hubiese gustado.

Por último, su polla comenzó a derramarse en mi boca, y ni siquiera con eso pudo despertarse. Estaba grave, de verdad.

Con mi culo aún chorreando leche se me ocurrió que, para poder aliviarle un poco el malestar estomacal a Tyron, podía hacerle una sopita de verduras totalmente casera. Ya habían pasado casi tres días y no había podido disfrutar de su verga como debe ser. Claro que había disfrutado de las de sus amigos, pero de la de él, no.

Dejé a los 5 negros despatarrados por toda la sala, luego de la deliciosa sesión de sexo, y así mismo me vestí. Me puse una minifalda de jean, sin ropa interior, y la parte de arriba de un bikini normal. Me calcé las sandalias de tacón alto y salí rumbo a la bodega.

Cerca de la casa había una pequeña venta de víveres, con una muy surtida sección de vegetales. Tomé todo lo necesario y lo coloqué en una cesta. Pero cuando fui a colocar una berenjena, el lado retorcido de mi mente salió a flote.

Disimuladamente, tomé la berenjena con una mano y la guié hasta mi orificio posterior. Poco a poco me la fui metiendo por el culo, se sentía bastante diferente que una polla normal y hasta que un consolador, pero no por ello me proporcionó menos placer, al contrario. Reprimí el deseo de masturbarme allí mismo con la berenjena y procedía a metérmela por completo.

Mi culo estaba bastante lubricado por las corridas que los negros habían dejado en su interior minutos antes, así que la berenjena entró hasta el fondo sin ningún problema. Cuando estuvo toda adentro, reacomodé mi minifalda y me dirigí hasta la caja.

Al principio me costó un poco caminar con el vegetal adentro, pero poco a poco me fui acostumbrando, no era la primera vez (ni sería la última) que caminaba con un instrumento enfundado en mi culo, así que no tuve ningún problema.

Al llegar al cajero, éste sacó toda la cuenta de la comida que estaba llevando.

Son 19,95, señorita.

Cóbrese también medio kilo de berenjena, por favor – le dije al cajero.

¿Berenjena? Pero yo aquí no veo ninguna berenjena – me preguntó extrañado.

Pero si la llevo, sólo que en otro sitio – le dije mientras le guiñaba un ojo.

No sé si habrá entendido o no, pero el caso es que se puso bastante nervioso y finalmente me cobró la berenjena.

Muchas gracias – le dije y le lancé un besito.

Salí caminando del local, bamboleando mi culo y sintiendo en él la mirada del confundido cajero.

Caminé las pocas cuadras hasta la casa, con mi rica berenjena en el culo. Entre mis sandalias de tacón alto y el no poder cerrar las piernas del todo al caminar, mi culo se bamboleara más de lo normal, lo que atraía las miradas de muchos transeúntes. Y eso que no sabían que mi culo iba ocupado.

Llegué a la casa y fui directo a la cocina. Dejé los víveres en la mesa y me dispuse a prepararle la sopa a mi querido novio. Aún no me había sacado la berenjena del culo cuando entró Sombra con su verga en la mano.

Hola Isa, te estaba esperando. Mi verga te extraña.

Hola cariño, pero ahorita no puedo, tengo que prepararle el almuerzo a Tyron.

No importa, haz lo que tengas que hacer, yo me entiendo con tu culo, te prometo que no te molesto.

Pero es que mi culo está lleno ya – inclinándome un poco, abrí los cachetes del culo y le enseñe que de mi ano, salía la base de la gruesa berenjena.

¡Oh! Bueno, esperaré entonces.

No soporto ver a un hombre decepcionarse, y mucho menos decepcionarse por no poder darme duro por el culo, así que me compadecí de él.

Vamos a hacer algo. Sé que no es lo mismo, pero si quieres, puedes follarme por el coño mientras cocino ¿Te parece?

¡Perfecto! ¡Me encantaría!

Lo único que te voy a pedir es que si ves que el calabacín se me sale un poco del culo, me lo vuelves a meter. ¿Trato hecho?

¡Trato hecho! ¡Manos a la obra!

Me levanté la minifalda por detrás, me recosté del mostrador de la cocina y abriendo un poco mis piernas le di vía libre a Sombra para que se introdujera en mi coño. En esta posición tomé un cuchillo y comencé a pelar y cortar todas las verduras y vegetales con los que le iba a hacer la rica sopita a Tyron.

De vez en cuando, la berenjena se me salía un poco del culo, pero desde su privilegiada posición, Sombra la volvía a meter, sin nunca detener el vaivén de la follada. En una ocasión en la que se salió un poquito más de la cuenta, Sombra me la metió de nuevo, pero esta vez usando el dedo pulgar. Tan travieso era Sombra que no se detuvo una vez que la berenjena estuvo completamente dentro de mí, sino que siguió su trayectoria con el dedo pulgar hasta insertármelo por completo. Sentía que la berenjena me iba a llegar al estómago.

Ufff!!! – fue lo único que alcancé a exclamar antes de alcanzar un orgasmo "berenjenil".

Sombra siguió bombeando un rato más en mi coño, hasta que finalmente se corrió adentro.

Mi negrito querido, hazme un favor – le dije sensualmente.

Claro perrita, lo que tú quieras.

Sácame la berenjena del culo y métemela en el coño, para que no se salga la leche.

Tus deseos son órdenes, putón.

Ipso facto, cambió la berenjena de orificio. Luego se retiró a descansar (su polla) un rato.

Yo seguí en mis menesteres culinarios, pero sentí que algo me faltaba. ¡Claro, mi culo estaba vacío! Aún no había troceado las zanahorias, por lo que tomé la más gruesa y me la introduje en el culo. Entró sin ningún problema, ya que la circunferencia de la berenjena era mayor. No era suficiente.

¡Roco! – exclamé, llamando a uno de mis amantes de ébano.

¡Mande, doña puta! – exclamó un par de segundos después, presentándose en la cocina y haciendo el saludo militar.

Mi aspecto era bastante peculiar, con una berenjena rellenándome el coño y el largo tallo verde de una zanahoria saliendo orgullosamente de mi trasero. Si me pusieran en una bandeja, me podrían comer como cena navideña: "Cerda Rellena".

¿Ves esas zanahorias? – le dije señalándole una pila de 5 zanahorias – Necesito que me las metas por el culo.

¿Necesitas? – dijo con sorna – Hay que ver que tú si "necesitas" cosas raras.

¿Me las vas a meter o no? Si no, llamo a otro de los muchachos.

No necesitó que se lo pidiera dos veces y una por una las fue metiendo en mi agujero posterior. Mi culo es lo más parecido que existe a un agujero negro, cualquier cosa que pasa cerca la atrae y la deposita en su interior. La segunda fue la más difícil de todas, pero después, con mi culo acostumbrándose a tan nutritiva penetración, las otras fueron bastante sencillas. Pocos minutos después, de mi culo brotaba un florido rabo verde.

El diámetro de todas las zanahorias juntas era, sin lugar a dudas, lo más grueso que me había metido nunca. Por mi culo habían desfilado gran cantidad de pollas y artilugios de lo más variopinto, a veces de a dos y tres al mismo tiempo. Pero 6 zanahorias de tamaño mediano lo superaba todo.

Casi no podía concentrarme en hacer la sopa, y los orgasmos que se sucedían uno tras otro casi hicieron que me cortara un dedo con el cuchillo. Peor aún fue cuando Roco tomó todas las zanahorias por el tallo y comenzó a meterlas y sacarlas de mi culo. Mis piernas flaqueaban y pensé que iba a desmayarme.

De improviso, Roco sacó todas las zanahorias de mi culo de un solo golpe, y tal era el diámetro de mi abertura anal que sentí una corriente de aire frío que me llegó casi hasta el cerebro. Ya iba a reclamarle aireadamente por despojar a mi culo de su vegetal relleno cuando introdujo los cuatro dedos de ambas manos y estiró hasta el límite mi ano. Era increíble el estiramiento que mi esfínter podía alcanzar. Si me hubiera asomado, habría visto en su esplendor todo el recorrido de mis intestinos.

¡Muchachos! ¡Vengan rápido! – gritó Roco.

Al instante, los otro cuatro negros estaban observando la escena, con sus pollas en la mano. Nunca me había sentido más vejada, y la verdad, estaba disfrutando como una cerda.

¡Vamos, hay que hacerle el honor a su tatuaje! – exclamó Dongo.

Me agaché un poco más, hasta tocar el piso con las manos, y uno a uno fueron haciéndose una paja en mi honor para, en el momento de acabar, derramar todo su viril néctar en el recipiente en el que Roco había convertido mi culo.

El último fue él mismo, quien sin soltar nunca mi ano, comenzó a penetrarme. Era extraño que me estuvieran dando por el culo y el pene nunca llegara ni siquiera a rozarlo, ya que éste friccionaba principalmente contra los nudillos de Roco.

Cuando todos hubieron terminado, se retiraron y me dejaron que intentara terminar la sopa lo mejor que podía. Me saqué la berenjena del coño y sin lavarla, la corté en trocitos y la eché en la olla. Lo mismo hice con las zanahorias. Extrañamente, un olor a pescado comenzó a emanar de la sopa. Esperaba que estos ingredientes "extra" le dieran un sabor especial a la sopa.

Cuando estuvo lista, se la serví a Tyron, quien la devoró con gusto, dado que tenía varios días sin probar bocado. Pobrecito, aparentemente, no reconoció los sabores "eróticos" extra.

Está muy buena, Isa. Espero que con esto mejore.

Cométela toda, cariño, la hice con mucho amor. Tus amigos también colaboraron a hacerla – le dije mientras mi culo aún bostezaba producto del extremo estiramiento al que había sido sometido minutos atrás.