Extraña condición médica – Mi novio y sus amigos 3

El culo de Isa es muy goloso, y las 5 vergas de los amigos de su novio no le bastan, por lo que baja a la playa a buscar algunos pretendientes que le calmen la calentura.

Extraña condición médica – Mi novio y sus amigos 3

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Me desperté a eso de las 7 de la mañana y, curiosamente, más caliente de lo que me había acostado. El día anterior, el primer día de las vacaciones, los amigos de mi novio me habían pegado una cogida monumental, en la que sus cinco morcillas no habían descansado ni un segundo entrando y saliendo a discreción de todos mis agujeros.

Cariño, despierta mi vida – le dije a Tyron que estaba acostado a mi lado.

Mmmmmppppfff – fue su única respuesta antes de darse la vuelta y darme la espalda para seguir durmiendo.

Amor, ¿te sientes mejor?

Nnnnno, quiero seguir durmiendo.

La intoxicación por los mariscos aún continuaba, y su verga no daba señales de poder ponerse dura, así que tendría que apañármelas por mí misma. Ya era hora del desayuno, por lo que no me quedaba otra opción que recurrir a mis simpáticos negritos. Me peiné un poco, me puse mi respectivo supositorio para aliviar la picazón rectal y me coloqué las sandalias de tacón, y con un baby doll rojo transparente como única prenda, que si acaso me llegaba hasta el borde de mis nalgas, salí al salón de estar.

Ellos ya estaban despiertos. Unos viendo televisión y otros desayunando, pero todos dirigieron sus miradas hacia mí apenas hice acto de presencia.

Buenos días, muchachos – los saludé amablemente.

Buenos días, hermosa puta – me saludó Sombra, y los demás se echaron a reír – Amaneciste muy radiante, tienes cara de querer verga ya tan temprano ¿o me equivoco?

Claro que quiero verga, mi culo necesita empezar el día con una buena ración de morcilla para desayunar.

Otra vez todos se rieron ante tan surrealista conversación, pero el hecho es que ya todos estaban empalmados.

Me coloqué en cuclillas en el medio del salón, el baby doll se me subió un poco y por debajo de él ya se mostraba en todo su esplendor mi hambriento culo y mis chorreantes labios vaginales. Abrí la boca y saque la lengua, y de inmediato los 5 se acercaron a mi con la verga en la mano.

Comencé a mamarlas alternativamente, mientras tenía una en la boca, pajeaba las otras dos, mientras las dos restantes golpeaban deliciosamente mi rostro. Mamaba un rato una para luego pasar a la de al lado, y así sucesivamente hasta que todas recibían su dosis de tratamiento oral. En varios momentos llegaba a tener dos al mismo tiempo en la boca. ¿Qué pensaría mi novio de que, a pocos metros de su habitación, su amada novia mamaba dos vergas al mismo tiempo, mientras pajeaba otras tres?.

Cuando ya estuvieron lo suficientemente tiesos y lubricados, les indiqué que se colocaran los cinco en el sillón. El sillón es del modelo que hace esquina, por lo que cabrían perfectamente los cinco. Sombra se sentó en la esquina, con Mandingo y Pipe a su lado derecho y los otros dos a su lado izquierdo. Parecía una exhibición de pollas, con los cinco cipotes erectos en fila apuntando al techo.

Que comience la ronda, chicos – les dije sensualmente.

Me quité los zapatos y me coloqué en cuclillas encima del primero, dándole la espalda. Hábilmente, dirigí su barra de carne hacia la entrada de mi culo, y me deje caer encima de ella para que de una vez me llegara hasta los más profundo de mi ser.

Cinco minutos y ya tocaba cambio de verga. Sin bajarme del sofá, me moví hacia el lado para ubicarme encima del siguiente, y proseguir con el "tratamiento". Uno a uno fueron pasando por mi culo, no los dejaba acabar, ya que quería disfrutar de las cinco vergas el mayor tiempo posible. Cuando llegué al último, vuelta a empezar, me regresaba por el mismo camino con polla tras polla catando mi culo.

No eran más de las 8:00 de la mañana y ya tenía 5 vergas a mi disposición taladrándome el culo. Que no se diga que las putas sólo trabajan de noche. Por algo dicen que quien madruga, coge verga dura.

Ya había hecho el recorrido cuatro veces, y las piernas me comenzaban a flaquear, además, no creo que aguantaran mucho más sin correrse. Empecé otra vez con el primero, pero no pasaría al siguiente hasta que me llenara los intestinos de rico jugo de macho. No tardo en correrse, y con el culo chorreando me senté sobre el próximo. Así fui uno tras otro hasta que todos dejaron su depósito en mi agradecido recto.

Cuando desmonté el último, tome una copa y, colocándola debajo de mi ano, dejé escapar las cinco corridas, para luego proceder a degustarla.

¡Mmmmm! No hay nada mejor que un rico vaso de leche caliente para desayunar – les dije mientras metía un par de deditos en mi culo para extraer los restos de semen que aún brotaban de allí.

Con mi culo aun chorreando esperma de la reciente corrida de mis 5 machos, decidí irme a la playa un rato. Ellos aún necesitarían un tiempo para recuperar energías y recargar las bolas.

Me coloqué mi sensual bikini "sling", conformado por una sola tira de tela que apenas cubre mis pezones y coño y se mete entre los más profundo de mis nalgas. Tomé una toalla y mis lentes oscuros, me calcé mis sandalias y salí rumbo a disfrutar un rato de la playa.

A mi paso, no puedo negar que mi sensual estampa despertaba suspiros entre la población masculina, tal vez porque mis tetas parecían querer escapar por los lados, porque la tira de tela estaba bien metida en mi culo o, lo que era más probable, porque en un arranque de travesura, había decidido meter la parte delantera del bikini por dentro de mi coño, dejando libres a ambos lados de la tela mis deliciosos y carnosos labios vaginales.

Llegué a la playa, y busqué un lugar más bien aparatado donde pudiera tomar el sol sin ser interrumpida. Coloqué la toalla en el suelo, me acosté sobre ella y me coloqué el protector solar, haciendo énfasis en mis labios vaginales y en mis pezones, ya que había hecho a un lado las tiras del bikini y había dejado libres mis tetas.

Me recosté y cuando estaba empezando a quedarme dormida, me sobresaltó un golpe en una de mis piernas. Levanté la vista y a mi lado había un disco de frisbee. A unos pocos metros, tres jóvenes se dirigían corriendo hacia donde yo me encontraba, a recuperar su disco.

Disculpe señorita, no era nuestra intención molestarla – me dijo uno de ellos.

No te preocupes, cariño – le respondí guiñándole un ojo.

Tendrían aproximadamente 18 años, y sus miradas iban de mis tetas a mi coño alternativamente.

Vaya, ¡usted sí que está rica! – exclamó otro.

El tercero le dio un codazo, y no pudimos evitar soltar una carcajada los cuatro.

¿Estoy rica, dices? Y eso que aún no me has probado – le dije dándome la vuelta y mostrándoles mi culo en todo su esplendor.

De inmediato, sus tres miembros viriles se pusieron firmes, tal era la visión de mi espectacular culo surcado por el bikini. No podían articular palabra, así que tenía que ser yo quien llevara la iniciativa.

Me toca broncearme por detrás – les expliqué – pero como verán, no puedo echarme el bronceador yo sola. ¿Quisieran ayudarme?

No había terminado de decir esto cuando los tres empezaron a pelearse por el frasco de bronceador.

Calma, calma, hay para todos – les dije mientras tomaba el bronceador y les daba una pequeña cantidad a cada uno en sus manos.

Comenzaron a sobarme por todo el cuerpo, expandiéndome la crema, pero no tardaron en concentrarse únicamente en mis nalgas. Tenía seis manos esparciéndome crema en el culo en plena playa pública.

Chicos, no sólo es en el culo, ¿saben? – les dije con sorna.

Se repartieron el trabajo, uno en mis piernas, el otro en mi culo y el otro en mi espalda, alternándose para poder disfrutar los tres de mi culo.

Muy bien, ahora por delante – dije mientras me volteaba boca arriba.

Aquí la situación era mejor aún, puesto que tenían para elegir entre mi coño, mis tetas y mis muslos. Uno de ellos se ensañó con mis tetas, y me las masajeaba deliciosamente al tiempo que no perdía la oportunidad de pellizcar mis pezones. Otro, aún más atrevido, se enfocaba en mi cintura y bajo vientre, y de vez en cuando deslizaba un tímido dedito por entre mis labios vaginales. El tercero, entre mis muslos, los amasaba con las palmas de las manos completamente abiertas, como si nunca hubiese tenido tanta carne entre ellas (lo que era muy probable). Era una sensación deliciosa, más bien parecía un masaje a seis manos haciendo énfasis en mis zonas más erógenas. Me estaban calentando demasiado, y no pude retener un estruendoso orgasmo que se apoderó de mi ser.

Vaya chicos, creo que le está gustando lo que le estamos haciendo – dijo el de mi coño, lo que le dio ímpetu a los otros dos para que me sobaran más fuerte aún.

Tienes razón, si sus pezones fueran más largos, me sacaría un ojo. Los tiene durísimos – dijo el de mis tetas.

De mi coño comenzó a manar una cantidad ingente de flujo, lo que no pasó desapercibido para el de mis muslos.

Chicos, creo que se está meando de la emoción – dijo mientras recogía un poco entre sus dedos.

Si serás ignorante, eso no es orine, eso le sale del coño cuando se corre – le dijo el de mis tetas.

¿Ah sí? Pues entonces debe saber bien – le respondió.

Se dirigió a mi coño y, mientras uno hacía a un lado la tela entre mis labios y literalmente me masturbaba, el otro pegó su boca a mi coño y comenzó a lamerme y a sorber todo el líquido que de allí salía.

Era increíble. Estaba siendo masturbada en plena playa por tres chicos sin mucha experiencia. Además del que me mamaba el coño, los otros dos habían decidido seguir su ejemplo y ahora cada uno se dedicaba a lamer y morderme mis endurecidos pezones. Tenía seis manos y tres bocas a mi disposición, para darme todo el placer que pudiese soportar.

Acabe un par de veces más, cosa que el lamedor de coño agradeció tragándose todo el flujo que de mi coño salía. Pero no solo de manos y bocas vive una puta en celo. Necesitaba algo más, y era hora de pasar a la acción.

Chicos, chicos, escúchenme – les dije entrecortadamente por los jadeos de los anteriores orgasmos – Ya está bien de meterme mano y sobarme.

Los chicos pararon de inmediato, y con cara de decepción retiraron sus manos de mi cuerpo. Tal vez pensaban que se había acabado la fiesta.

Tranquilos, chicos, el juego sigue, sólo que es hora de algo más fuerte – y les guiñé un ojo – Quisiera darme un baño de mar, y por supuesto, ustedes pueden acompañarme.

¡Sí! ¡Vamos, vamos! – exclamaron todos al unísono.

Me ayudaron a levantarme y sin acomodarme el bañador (no creo que fuera la única en topless en la playa) me dirigí hacia el agua, con las tetas al aire y la tira de tela del coño corrida hacia un lado. Ellos caminaban alrededor mío, como abejas alrededor del panal de miel, y los cuatro entramos juntos al mar.

Cuando llegamos a una profundidad tal que el agua nos llegaba más arriba de la cintura, los instigué a que se quitaran los bañadores. Me obedecieron y al instante los lanzaron hacia la orilla. Yo no me quité el mío, ya que no estorbaba para nada.

Chicos, tengo un problema. No sé nadar, así que necesito aferrarme de ustedes – les mentí.

Apenas el agua nos llegaba a los hombros, me aferré a uno de ellos por los hombros, y levantando mis piernas, las pasé alrededor de su cintura. Él, por su parte, tomó mis piernas por debajo de mis rodillas.

¡Mejor, así no me ahogo! – les dije riéndome - ¡Uy!, ¿pero qué es esto? – le dije al sentir su miembro viril rozando mis labios vaginales.

¡Eso es una boya, preciosa! – me respondió - ¡Mejor te aferras a ella para que no te caigas!.

Tengo una mejor idea – y bajando mi mano hasta agarrar su verga, la dirigí rumbo hacia mi coño – Así está mucho mejor – exclamé una vez que me llegó hasta el fondo.

El muchacho no podía creerlo. Se estaba follando a una deliciosa hembra (o mejor dicho, ella se lo estaba follando a él) en medio de la playa, con sus dos amigos a su lado. Ellos por su parte, no podían ni querían perder su oportunidad.

¡Aquí hay dos boyas más! – me insinuaron acercando sus miembros a mí.

Como yo estaba bien sujeta por las manos del que me estaba follando por el coño, pude aferrar ambos miembros con cada mano. Tomé uno de ellos y lo dirigí hacia la entrada de mi culo.

Ven por aquí, así estarás más cómodo.

El colaboró, y abriéndome los cachetes del culo me insertó su polla hasta el fondo de un sólo envión.

¡Que delicia de culo! ¡Madre mía! – exclamaba incrédulo ante tal espectáculo.

¡Oigan! ¿pero y que pasa conmigo?. Yo también quiero disfrutar de ella – dijo el que faltaba por penetrarme.

No te preocupes, cariño, mi culo tiene espacio para todos.

Moví al de mi culo hacia un lado y, sin sacarme su polla de mi ano, guié al restante hacia mi culo, colocándolo al otro lado.

Si no te importa compartir habitación – le dije mientras comenzaba a insertarme su verga en mi ya ocupado ano.

Una vez que sincronizamos nuestros movimientos, ayudados en tan incómoda posición por el agua, comenzamos un mete y saca delicioso. El del coño me agarraba las piernas, mientras que los de mi culo, cada uno tenía agarrada con ambas manos una nalga, y la empujaba hacia afuera para poder mantener mi culo lo más abierto posible y que le diera cobijo a ambas vergas sin ningún problema.

El mar ayudaba muchísimo, tanto por sus bamboleos que incitaban a la penetración más profunda, como a flotar para poder mantener la posición. Así estuvimos por lo menos 15 minutos, totalmente acoplados, y yo disfrutando de una rica penetración acuática. Ellos tres formaban un corro, conmigo en el medio. Desde la orilla, no se percibía para nada la orgía que teníamos montada.

Comenzaron a correrse uno por uno. Primero uno de mi culo, luego el otro y finalmente el de mi coño. Permanecimos en la misma posición, mecidos por el vaivén del mar hasta que sus pollas comenzaron a perder dureza y a salirse de mis orificios. De pronto uno de ellos exclamó de improviso:

¡Mierda Rubén, tu mamá nos está buscando! ¡Si nos ve así, nos mata!

¡Coño, vámonos ya!

Me soltaron como un fardo de pescado y salieron corriendo hacia la orilla, a recuperar sus bañadores. Una vez vestidos, recuperaron también su frisbee y corrieron hacia donde se encontraba su familia, como si nada hubiese ocurrido. Malditos niñatos, me cogen y me dejan tirada como si nada.

Salí del agua, me recompuse como pude mi bikini, recogí mis cosas y me fui para la casa. A pesar de que gracias a la follada marina se había aplacado un poco mi calentura, la frustración por haber echado un sólo polvo con ellos me había puesto de mal humor.

Llegué a la casa luego de mi aventura playera, y lo que más deseaba era darme un baño de agua dulce luego de haberme bañado en el mar. Fui directo a la piscina, no había nadie, por lo que deduje que todos los muchachos deberían estar aún dentro de la casa. Me quité el traje de baño y me introduje en la piscina. Nade un rato para refrescarme un poco, pero el cansancio producto de la follada de los chicos de la playa estaba haciendo mella en mí. Salí del agua y totalmente desnuda, me acosté en una silla tumbona a descansar un rato. Me puse mis gafas oscuras y me dormí un rato, pero me desperté cuando la luz del sol se vio oculta por algo que se encontraba frente a mí.

Hola Isa – dijo una voz

Abrí los ojos y allí estaban mis cinco negrotes, rodeando la silla en la que me encontraba acostada. Se habían colocado dos a cada lado y uno por encima de mi cabeza.

Hola chicos – los saludé jovialmente.

Vimos que estabas tomando el sol, así que vinimos a ayudarte a ponerte un poco de crema – dijo Roco.

Muchas gracias, ustedes siempre tan amables. Pónganme toda la crema que quieran y por donde quieran.

Habiendo obtenido mi aprobación, se bajaron los pantalones y comenzaron a masturbarse frente a mí. Uno a uno fueron derramando su "crema" por encima de mi cuerpo y yo, de la manera más sensual posible, la iba extendiendo por cada centímetro de mi cuerpo. Lo que sobraba y me quedaba entre los dedos, lo degustaba con mi boca.

Llené todo mi cuerpo de su maravillosa leche de hombre y, cuando el último se derramó en mi cara, acabé en un orgasmo profundo, producto de la fricción a la que tenía sometido mi clítoris.

Para cuando el último acabó, ya el primero estaba empalmado de nuevo, fruto de la visión de una deliciosa hembra en celo, completamente desnuda, llena de semen por todo su cuerpo.

Ya me echaron crema por delante, pero no pueden olvidarse de atrás – les dije de la manera más lasciva posible, dándome la vuelta para quedar boca abajo en la silla tumbona, y parando mi culo lo más que podía.

No hay problema, hay suficiente crema, ¿verdad muchachos? – dijo uno de ellos.

Pero esta vez va a ser diferente, quiero ser yo quien les extraiga la crema – les dije abriendo los cachetes de mi culo con mis manos.

El primero que había acabado antes fue, por supuesto, el primero en ocupar mi siempre hambriento culo. Pasó una pierna a cada lado de la tumbona y agarrando fuertemente mis nalgas, comenzó a cabalgarme.

¡Ufff, que rico! Así, así, dame duro, soy tu puta, soy la puta de 5 negros. Mi culo es de ustedes – le decía para darle ánimos.

Pocos minutos después sentí que su corrida estaba próxima.

¡Sácamelo y acábame en la espalda! ¡Quiero sentir tu crema en mi espalda!

Tres embestidas después lo sacó, y derramó sus chorros de "crema" en mi espalda.

¡Así, que delicia, quiero estar llena de crema por todos lados! – exclamé, al tiempo que, pese a la incómoda posición, intentaba extender su leche por mi espalda - ¡¿Quién sigue!?

Uno a uno me fueron penetrando en la misma posición, cabalgándome como expertos jinetes mientras yo me aferraba a la silla tumbona para poder parar mi culo y sentir sus deliciosas y negras vergas hasta el fondo de mis entrañas. De igual manera, uno por uno se fueron derramando en mi espalda, llenándome cada vez más de rica "crema de palo".

Para cuando el quinto me estaba penetrando salvajemente, un pequeño charco de esperma se había formado en la oquedad que se encuentra entre la espalda y el culo, donde termina la primera y empieza el segundo.

¡Tú, cabrón, quiero que me acabes dentro! ¡También necesito crema por dentro! – le espeté. Esto le dio más ímpetu, y arreció con sus embestidas. Pensé que me iba a partir en dos.

Acabó dentro de mí, llenándome mi goloso culo de leche por dentro. Allí quedé, como una muñeca rota, despatarrada boca abajo en la tumbona, con mi culo chorreando la leche que no podía retener.

Si Tyron se hubiese asomado a la ventana en ese preciso instante, habría presenciado una estampa única: su novia llena de semen por todo el cuerpo, incluyendo un travieso charquito en mi espalda, con las piernas abiertas y del culo manando el manjar de la última corrida.

Los chicos se metieron a la piscina a jugar water polo, y siendo 5, les faltaba uno. Me ofrecieron ser el sexto jugador, pero yo estaba literalmente acabada. Preferí quedarme un rato más así como estaba, segura de que si entraba con ellos 5 en la piscina iba a terminar follada por los 5 de nuevo, y aunque mi culo y yo somos insaciables, necesitábamos descansar un poco, así que me quedé dormida de nuevo.

Para cuando me desperté, estaba sola en la piscina, los muchachos habían entrado a la casa. Me levanté, desnuda y pringosa como estaba, y me metí a la piscina para limpiarme un poco.