Extraña condición médica - El tatuaje anal 3

Lo que era una simple rutina de tatuaje se convierte en una orgía donde Dani e Isa, aun sin poder usar sus culos, darán cuenta de tres machos.

Extraña condición médica - El tatuaje anal 3

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

El espectáculo de mi culo abierto al máximo por la bola anal que sostenía José Luis, a la vez que Tronco me tatuaba alrededor del ano "Depósito público de semen" y yo le mamaba sin parar el coño a Daniela, abierta de piernas frente a mí, cada vez atraía más gente frente a la tienda de tatuajes.

Incluso algunos, los más osados, se estaban tocando la polla por encima de la ropa, y un par ya se empezaba a bajar el cierre, amenazando con sacarse la polla y hacerse una paja en mi honor y el de mi culo.

De pronto, un alboroto comenzó a ocurrir y el público de nuestra pornográfica sesión comenzó a dispersarse. A los pocos segundos, un vigilante del centro comercial apareció, y con su garrote en la mano, instigó a la gente a que abandonara el lugar. Cuando no hubo quedado nadie, se dirigió a la puerta y con el garrote dio unos golpes en la puerta de vidrio. Tronco, como responsable de la tienda, tuvo que abandonar su labor y fue a abrirle. Dani se había vestido otra vez, pero yo, dada la situación de mi culo, no podía cambiar de posición así que me quedé en cuatro patas, con mi ano abierto, mientras Tronco hablaba con el vigilante.

¿Qué coño se supone que están haciendo aquí? – preguntó el vigilante enfurecido - ¿Ustedes creen que esto es un local de pornografía o qué?

Mil disculpas, señor agente, pero no era nuestra intención llamar la atención. Simplemente estas dos simpáticas señoritas solicitaron mis servicios, y yo amablemente las estaba atendiendo.

¿Servicios? ¿Qué clase de servicios amerita ponerse en cuatro patas y exhibir el culo sin pudor alguno? – dijo perdiendo la paciencia.

Permítame explicarme, amable señor – intervino Daniela, ya que yo no estaba en "posición" de decir nada – Mi amiga y yo solicitamos que nos hicieran unos tatuajes, pero estos son un tanto especiales, como usted ve – dijo señalando mi ano a medio tatuar.

Si ya veo – dijo calmándose un poco – Pero eso no es razón para montar un espectáculo. Por eso puedo aplicarle una multa a la tienda y cerrarla por un tiempo.

Tiene toda la razón, y le pedimos disculpas por eso. Pero el dueño de la tienda no tiene la culpa. Por favor, olvide lo que ha pasado y mi amiga y yo podríamos llegar a un acuerdo con usted – exclamó lascivamente lamiéndose el labio inferior.

¿Qué tipo de acuerdo? – respondió, intrigado por la propuesta, aunque ya conocía el resultado.

Por toda respuesta, Dani le comenzó a acariciar la verga por encima de la bragueta, al tiempo que hacía una seña a Tronco para que cerrara la cortina nuevamente. Una vez cerrada, le extrajo la verga y comenzó a hacerle una sabrosa paja con sus delicadas manos.

Sigamos con lo nuestro, Isa – me dijo Tronco.

Me coloqué otra vez en posición, al tiempo que José Luis volvía a su labor de dilatador anal. Tronco siguió con su trabajo, mientras que Daniela atendía al vigilante. Aún de pie, se había dado la vuelta, pegándo el culo al vigilante, y con su mano había guiado la verga hasta su ano. Creo que después de esto no iba a necesitar mucha dilatación.

Sin mayores inconvenientes, Tronco terminó de tatuarme el ano, para mi tranquilidad. Mi ano, sometido a gran cantidad de vejaciones, nunca había experimentado un dolor similar. Lo único que me calmó durante el procedimiento fueron los eróticos gemidos de Daniela cada vez que la polla del vigilante llegaba hasta el fondo de su recto.

Para cuando Tronco terminó, el vigilante había depositado toda su carga de leche en el culo de Daniela.

Tu turno, Daniela ¿Que quieres que te tatúe a ti? – le preguntó Tronco.

Quiero un tatuaje que diga "Culo propiedad de Isabella" – respondió Dani, a la vez que se despegaba del vigilante.

Sencillo y sin problemas – aceptó Tronco.

Dios mío, que puta me sentí en ese momento por haber sido tan egoísta en mi tatuaje anal. Se me salió una lágrima y me ruboricé de la vergüenza ¿Puede existir algo más romántico que tu mejor amiga se tatúe tu nombre en su ano? Lo dudo mucho.

De inmediato, me dirigí hacia ella y le estampé un profundo beso en sus labios, el cual fue correspondido de inmediato cuando su lengua comenzó a juguetear en el interior de mi boca.

¡Bueno ya! – dijo el vigilante – A trabajar, que no tengo todo el día.

Daniela asumió la misma posición en la que yo había estado minutos antes, pero de su interior comenzó a manar la corrida que segundos antes se había depositado.

No puedo trabajar así, necesito que le limpien el culo – dijo Tronco.

¡No hay problema! – exclamé pegando mi boca alrededor de toda la abertura anal de Dani. sorbí y sorbí hasta que salió la última gota del níveo néctar.

Luego, para corresponderle, le coloqué el coño en la cara para que me lo mamara mientras la tatuaban. El vigilante, que no quería ser excluido de la fiesta, se encaramó en la camilla conmigo, y haciéndome inclinar, introdujo su polla en mi boca, la cual todavía tenía un regusto al culo de Daniela.

José Luis, por su parte, asumió su respectiva misión de ensanchar el ano de Daniela con una bola, mientras Tronco preparaba todos los instrumentos para comenzar la delicada operación.

A diferencia del mío, el tatuaje de Daniela transcurrió sin ningún imprevisto, a menos que pueda calificarse de imprevisto el hecho de que el vigilante me depositara una sabrosa corrida en mi boca.

Estamos listos – exclamó Tronco – Ambos anos están ya bien tatuados. Lo único es que les recomiendo que no los usen por unos días, ahora están irritados y el dolor puede ser muy intenso. Incluso pueden llegar a sangrar un poco. Así que, ¡a follar por el coño, joder!.

Dani y yo nos reímos de las ocurrencias de Tronco, y para agradecerle a él, a José Luis y al vigilante, nos colocamos en cuatro patas, cada una arrodillada en una silla, con nuestras grupas bien arqueadas y los culos en pompa.

El vigilante se sentó en la camilla enfrente de nosotras, con su verga a poca distancia de nuestra cara. Sin perder ni un segundo, Dani y yo comenzamos a dedicarle unos buenos lametones a esa polla. Subíamos y bajábamos con nuestras lenguas por todo el tronco, saboreando centímetro a centímetro de esa suculenta morcilla. Al llegar al glande, no pudimos ponernos de acuerdo en quién lo iba a mamar primero, así que en lugar de ello, Daniela y yo comenzamos a besarnos apasionadamente, con el glande del vigilante entre nuestras bocas. Cuatro labios, dos lenguas y un glande conformaban aquel erótico beso.

Por su parte, Tronco y José Luis comenzaron a restregar sus pollas por nuestros coños, haciendo que nos mojáramos aún más si cabe. Al mismo tiempo hundieron sus calientes barras de carne en nuestro interior, y con una sincronía total, Dani y yo soltamos unos profundos suspiros al sentir que llegaban a lo más profundo, siempre sin soltar de nuestras bocas la verga del vigilante. Era una lástima de verdad no poder utilizar mi culo, ya que la verga de José Luis se sentía deliciosa en mi interior, y no podía evitar pensar en que se sentiría aún mejor taladrándome los intestinos.

Así estuvimos un buen rato, hasta que cada uno de los tres se hubo depositado en nuestros coños y bocas. Para finalizar, el vigilante nos hizo acostar a Daniela y a mí en la camilla, frente a frente, con las piernas flexionadas. En esta posición introdujo cada uno de los extremos de su garrote en el coño de cada una de nosotras, para que pudiéramos follarnos a placer. Tronco y José Luis se colocaron a cada extremo de la camilla para darnos de mamar sus pollas, y el vigilante se limitó a lamernos alternadamente las tetas y los penetrados coños.