Extraña condición médica - El regalo de mamá 3

Isa llega a tiempo a clases, pero su penetrado y hambriento culo no la dejará concentrarse y acabará deleitándose con un inesperado y caliente invitado.

Extraña condición médica - El regalo de mamá 3

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Afortunadamente, llegué a tiempo a clases. Aún no había comenzado, pero ya el profesor estaba dentro del salón y los alumnos comenzaban a ocupar sus asientos. Como siempre, elegí un asiento de la última fila, el más alejado de todos. Muchas veces me aburro en clase, y tengo que distraerme un poco, por lo que necesito algo de privacidad. No tengo muchos amigos en clase, de hecho no tengo ninguno, puros conocidos si acaso. La verdad es que mi peculiar vida no me permite entablar amistades muy estrechas, principalmente porque con lo caliente que mi culo está siempre, estoy segura de que terminaría follándomelos a todos, tanto hombres como mujeres. Además, sé que si llevo a alguno a mi casa, si no me lo follo yo, se lo follaría mi mamá o mis hermanas.

Estaba absorta en estas ensoñaciones a mitad de la clase cuando, por andar jugueteando disimuladamente con el lápiz dentro de mi coño, este se me resbaló y cayó al suelo. Me agaché a recogerlo, por lo que tuve que levantar un poco el culo del asiento. Esta posición provocó que el consolador de doble cabeza que llevaba insertado en mi recto se saliera un poco de su escondite, situación que fue remediada cuando volví a sentarme y se insertó completamente de nuevo en mi oscura caverna. Al ser de doble cabeza, el consolador no encaja por completo, y al más mínimo movimiento, se sale de mi culo. La sensación me gustó bastante, por lo que deje de trabajar en mi coño y comencé, muy disimuladamente, a levantarme un poco para dejar salir un poco del consolador para luego sentarme y volver a meterlo completo. Repetí el procedimiento varias veces, y el calentón que estaba consiguiendo era enorme. Estuve más de diez minutos con el mete y saca, y ya no aguantaba más, así que pedí permiso para salir de clase e ir al baño.

Salí corriendo, apretando el culo al máximo, y con mi coño chorreando por la cara interna de mis muslos. Entré en el último cubículo del baño de damas, el más alejado de la puerta principal. Cerré la puerta a mis espaldas, me recosté de frente sobre el sanitario, y comencé a sodomizar mi ano con el delicioso consolador que iba a regalarle a mamá. Mi abierto culo quedaba expuesto directamente hacia la puerta y tenía los ojos cerrados ante el éxtasis que estaba obteniendo. Estaba pronta a alcanzar el ansiado orgasmo anal cuando de pronto sentí unos dedos que trabajaban mi coño y el aliento de una boca en mi oreja.

  • ¿Necesitas ayuda, Isa? – preguntó una voz directamente en mi oído.
  • "¡Mierda!, la puerta no quedó bien cerrada" – pensé

Asustada, me incorporé a medias y me encontré con Tyron, uno de mis compañeros de clase.

  • ¿Pensabas que nadie se estaba dando cuenta del jueguito que tenías tu sola en el salón de clase?
  • Ho...hola, Tyron – atiné a decir, sin retirar el consolador de mi culo.

Tyron es uno de mis compañeros de clase, con los que, a decir verdad, tengo muy poco trato. Es un negro de 1.90 de estatura, con grandes músculos y ni un sólo pelo en su cabeza. No solo es uno de los mejores alumnos de la clase, sino que participa en toda clase de eventos deportivos. Siempre me había dado curiosidad calibrar el tamaño de su polla, y creo que esa oportunidad había llegado.

  • Tranquila Isa, sabes que no te voy a hacer daño. Al contrario, déjame ayudarte un poco – dijo, al tiempo que retiraba mi mano del consolador y se adueñaba de la situación.

Me recosté un poco más sobre el sanitario, y Tyron se colocó al lado mío, tomando la verga plástica, comenzó a taladrarme el culo a conciencia. Cerré los ojos, y de pronto sentí algo que intentaba introducirse en mi boca. Tyron se había quitado los pantalones e intentaba que le mamara la polla. Sin hacer ningún tipo de desprecio (nunca desprecio una buena polla sin importar color, tamaño, olor, grosor, etc...) me introduje la caliente barra de carne en mi boca y comencé una soberbia mamada. Calculé que debía medir unos 22 cm., y era bastante gruesa. No era la mejor que había pasado por mi boca, pero tampoco estaba nada mal.

  • Cálmate, Isa, no quiero acabar en tu boca todavía. Solamente quería que la lubricaras un poco – dijo Tyron al tiempo que retiraba su polla de mi boca y me dejaba como a la que le han quitado un caramelo.

Sin retirar el consolador de mi culo, comenzó a introducir su soberbio instrumento por mi coño. Al mismo tiempo que con sus manos aferradas al dildo taladraba mi culo, su polla hacia lo suyo en mi coño.

De pronto, detuvo sus embestidas y retiró su verga de mi chocho, dejándome una vez más a las puertas del orgasmo.

  • ¡¿Qué haces?!

Por toda respuesta, obtuve una nueva presión en mi ano, ya que Tyron intentaba introducir su polla junto al dildo en mi estirado ano. No obtuvo mucha resistencia, así estaría de abierto mi ano, y pronto era deleitada con una nueva doble penetración anal. No pude evitar recordar el incidente con el vendedor de la Sex Shop, el cual me había dicho que teniendo el consolador insertado en el culo no cabía más nada allí. Parece que tanto él como yo, habíamos subestimado las capacidades elásticas de mi hambriento agujero negro. Esta vez, alcancé mi ansiado orgasmo, y pocos segundos después, Tyron descargaba su láctea carga en mi recto.

Su polla no había perdido nada de rigidez con la acabada, así que decidimos cambiar de posición y esta vez se recostó Tyron boca arriba en el sanitario y yo, dándole la espalda, me saqué el consolador y me introduje de nuevo su verga en mi hambriento ano. El consolador, como no podía quedarse sin trabajo, lo introduje esta vez en mi coño. Esta vez disfrutamos un poco más de la cogida, y de vez en cuando yo meneaba mi culo para darle algo de placer extra a la polla que me hacia el honor.

La segunda acabada fue, si cabe, aún más deliciosa. Quedamos un rato recostados en la misma posición, sin que Tyron retirara su polla, así que aproveché para preguntarle.

  • ¿Que quieres de mí, Tyron?
  • Te quiero a tí, Isa – dejó escapar en un inesperado momento romántico dentro de tanto sexo salvaje.
  • ¿A qué te refieres? – indagué más que extrañada.
  • Quiero que seas mi novia.

Me esperaba cualquier cosa menos eso. Dada mi condición, mi familia, y la calentura permanente que me caracteriza, nunca me había planteado tener una relación formal. Pero ¿cómo se le puede negar algo al dueño de la verga que tienes metida en el culo en ese momento?. Es imposible argumentar con la verga que te taladra el culo, así que por toda respuesta, le di un fuerte apretón con mi orto a su verga, lo que Tyron comprendió inmediatamente como un sí. Mi ano y su verga habían congeniado a la perfección, así que de ahora en adelante, esa sería la nueva forma en que nos comunicaríamos.