Extraña condición médica - El regalo de mamá 2

Isa comienza la búsqueda del regalo perfecto para su mamá, y su culo, gran catador de vergas, será puesto a prueba nuevamente.

Extraña condición médica - El regalo de mamá 2

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Tenía que empezar por algún lado, así que entré a la primera tienda. Una obesa dependienta con cara de pocos amigos me atendió, y visto que no encontré nada de mi agrado, salí de la tienda y entré a la siguiente. Así seguí por un buen rato, viendo, palpando y catando consoladores, vibradores, vergas plásticas de todo tipo, tamaños y formas; culos y coños plásticos réplica de actrices pornográficas, masajeadores de clítoris, ropa y una gran miríada de accesorios de corte sexual. Pero no encontraba nada especial.

Casi me había dado por vencida cuando entré a la última tienda, más pequeña que las anteriores. No veía nada especial tampoco, pero el vendedor, un musculoso hombre con una cola de caballo en el pelo, debió notar mi decepción.

  • Señorita, ¿puedo ayudarla? ¿Qué estas buscando exactamente? – me preguntó el amable vendedor.
  • Quiero algo especial, es para el regalo de cumpleaños de mi madre.
  • Tengo por aquí algo que no esta exhibido porque acaba de llegar. Lo llaman el modelo "Anaconda".

De la parte de atrás del mostrador, el vendedor sacó una simple caja rectangular de cartón marrón, sin ningún tipo de publicidad.

  • Dicen que es lo último en consoladores extremos.

Abrió la caja y allí estaba. Nada más verlo supe que lo había encontrado. Mi búsqueda había finalizado. Frente a mí, se encontraba una gran verga de plástico negro. Era de doble cabeza, con hermosos glandes moldeados en ambos extremos. Debería medir aproximadamente 50 cm. de longitud, por unos 15 de diámetro. Gran cantidad de venas moldeadas surcaban toda su extensión. Era sencillamente hermosa.

  • ¿Qué te parece? – preguntó el vendedor.
  • Es hermosa, pero quisiera probarla primero, ya que mi mamá tiene el culo bastante abierto, y necesito uno del grosor perfecto que se lo pueda rellenar completamente. Mamá y yo tenemos el culo muy similar, así que si no hay problema quisiera probarlo en mi culo primero. – Y diciendo esto, me di la vuelta, me levante la falda y abriendo las nalgas con mis manos le mostré mi ano al vendedor. – ¿Usted cree que sirva?¿Cree que pueda rellenarme el culo completamente? – le pregunté al tiempo que me sacaba el plug anal y abría y cerraba mi negro agujerito, como si estuviera bostezando.
  • Sólo hay una manera de averigüarlo – dijo el vendedor, al tiempo que salía de detrás del mostrador.
  • Además, es muy caro, no tengo dinero suficiente. ¿Usted cree que podría aceptar esto en parte de pago? – le dije ofreciéndole a mi fiel Tito, mi plug anal. No me importaba sacrificarlo, todo sea por el regalo de mamá.
  • Claro que sí, pero primero vamos a ver si realmente sirve.

Ni corto ni perezoso, el vendedor trancó con llave la puerta de entrada, dio vuelta al cartel de "cerrado" y cerró la persiana de la puerta.

  • Venga por aquí – me indicó el vendedor con "Anaconda" en la mano.

Me indicó un pequeño sofá de cuero de dos puestos, en el que, previendo la situación, me coloqué de rodillas, apoyada en el respaldo levantando mi culo en pompa lo más posible.

  • Vamos a ver primero si entra la cabeza.

Dicho y hecho, el vendedor comenzó a introducirme el glande de la verga plástica con deliciosos movimientos rotatorios. Una vez que entró completa, comenzó a insertar en mi ano centímetro tras centímetro del oscuro implemento.

  • De ancho está perfecto – indicó, pasando un dedo alrededor de todo el borde de mi ano – De hecho, no queda espacio para más nada, ni siquiera puedo meter un dedo – dijo intentando meter un dedo junto con el consolador en mi culo,
  • ¡Aaaaaahhhh! – fue toda mi respuesta.
  • Mire la diferencia.

Diciendo esto me sacó de golpe la negra verga y tomando un consolador más normal, lo introdujo en mi culo.

  • Este queda flojo – dijo al tiempo que golpeaba suavemente las paredes internas de mi recto con el consolador. – De hecho, hasta cabe mi verga junto con él.

No sé en que momento se había sacado la verga del pantalón, pero el hecho era que de repente, ya tenía metida en mi culo la verga del vendedor junto con la polla plástica. La sensación era deliciosa.

  • Es más, hasta cabe otra verga más – exclamó al tiempo que introducía una segunda verga de plástico en mi ano – Señorita ¿usted trabaja mucho su culo, no es así? Nunca había visto un culo que se tragara tal cantidad de verga sin siquiera resentirlo.

Si esperaba una respuesta de mi parte, pues se iba a decepcionar, pues mi mente solo pensaba en lo deliciosamente que estaba siendo penetrado mi culo.

  • ¿Su madre tiene el culo tan abierto como usted? Deben ser una familia bastante peculiar – dijo mientras comenzaba a perforarme rítmicamente el ano con su vara de carne caliente acompañada de dos vergas plásticas.

No tardó mucho en acabar dentro de mí, lo que no hizo más que excitarme aún más.

  • Vamos a ver, ahora que su culo está lleno de leche, a lo mejor caben más cosas.

Diciendo esto, sacó su flácida verga e insertó un tercer consolador en mi bien trabajado ano. Yo estaba en el paraíso, tener tres vergas en el culo era lo máximo que me había ocurrido hasta entonces, y mi culo disfrutaba como si estuviera en un parque de diversiones. Me corrí a raudales, y el vendedor aprovechó para meterme su verga aún flácida en la boca. Logré colocarla en posición firme de nuevo, para que esta vez, el hombre la metiera en mi culo junto con los tres consoladores que ya lo habitaban. Por supuesto, estaba tan apretado que no tardó en correrse una vez más.

Me sacó los tres consoladores y su verga del culo, y este quedó tan abierto como nunca antes lo había sentido. De nuevo, introdujo a la "Anaconda" en mi culo, para comprobar que su diámetro era similar a todos los otros consoladores juntos.

  • Creo que su mamá va a disfrutar mucho de su regalo – exclamó lascivamente.

Salí de la tienda feliz, con el regalo perfecto para mamá y con mi culito bastante agradecido del trato dispensado por el vendedor, rumbo a la universidad. Pero había un problema. Con las prisas, había dejado la mochila en casa, y el dildo gigante que había comprado para mamá no cabía en ninguna bolsa que tuviesen en la tienda. No sabía que hacer, no podía llegar a la universidad con un consolador gigante en la mano. Sólo había una solución.

Me dirigí al callejón más próximo y disimuladamente me escondí donde mejor pude. Me levanté un poquito la falda y poco a poco comencé a insertarme el instrumento en mi bien trabajado culito. Ya no tenía a Tito, así que mi culo estaba vacío, y había espacio más que suficiente para el nuevo integrante de la familia. Cerré los ojos y poco a poco, con más trabajo del que supuse en un principio, fui introduciendo los casi 40 cm. de colorido plástico en mi recto. Ni que decir tengo que con dicha hazaña alcancé un par de orgasmos. Faltaba muy poco para terminar la ardua tarea, y tenía la sensación de que mis intestinos se habían puesto en línea recta. Aspire profundo, tome bastante aire y de un sólo empujón terminé de meterme al plástico amigo en lo más profundo de mis entrañas. Solté un sonoro gemido de placer cuando entró completamente, y recomponiéndome un poco la ropa, abrí los ojos.

Mayor fue mi sorpresa cuando vi a un hombre que me estaba mirando fijamente, con los ojos abiertos como platos, a menos de tres metros de distancia. Era un vagabundo, y supuse que el callejón en el que me encontraba era su hogar. No todos los días una maciza y oronda jovencita se inserta por el culo un consolador gigante en plena sala de tu casa.

Me dio un poco de vergüenza con el pobre individuo, quien no atinaba a reaccionar. Así que para aliviarle un poco, le baje los pantalones y me dediqué a darle una sabrosa mamada. Su polla olía a demonios, debía tener semanas que no se bañaba, pero desde hace tiempo yo había aprendido a no hacerle ascos a ninguna verga, todas son dignas de ser mamadas. Seguí con el trabajito oral, y poco a poco el vagabundo fue entrando en confianza, al punto que dirigió una de sus manos a mi culo y comenzó a amasarlo. Tan excitante era las escena que mi culo comenzó a relajarse y dejó salir un poco del consolador que lo rellenaba, situación que no desaprovechó el hombre y lo tomó para comenzar a mastubarme el culo con el.

No pudo aguantar mucho rato el pobre hombre, y al cabo de unos minutos comenzó a derramarse en mi boca. Esto lo llevó a que desatendiera mi culo, situación que tuve que remediar tomando yo misma el consolador y dándome más duro en el culo, por supuesto sin soltar la polla que tenía entre mis labios.

Dejé al pobre hombre desmadejado en su callejón y recompuse mi ropa. Me inserté de nuevo por completo el consolador en mi culo y partí rumbo a la universidad.

El problema con el dildo doble de mamá es que, al tener dos cabezas, no quedaba encajado completamente en mi ano como sí ocurría con mi plug anal, por lo que con cualquier movimiento medianamente brusco, comenzaba a salirse. Debido a esto, tenía que tener el culo permanentemente apretado.

Tomé el autobús rumbo a la universidad y, afortunadamente, había asientos disponibles esta vez. Me senté lo más al fondo que pude, en un asiento doble para mí sola, y disimuladamente, subí un poco mi falda por delante y comencé a juguetear distraídamente con mi clítoris, para hacer más ameno el viaje.