Extraña condición médica - El cumpleaños de mamá 4

Sigue la orgía en honor a la mamá de Isa y a la negra, pero como siempre, serán Isa y su siempre insaciable culo quienes pongan la nota festiva.

Extraña condición médica - El cumpleaños de mamá 4

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Luego de que nos hubimos recuperado del intenso polvazo previo, la negra Futambo tomó el control de la situación. Ordenó a los negros a que permanecieran sentados en el sofá tal cual como estaban, y a Daniela y a mí que nos acostáramos sobre ellos, pero esta vez boca arriba, dándoles las espaldas. En esta posición, los negros metieron sus nuevamente erectos instrumentos en nuestros siempre hambrientos culos. La negra tomó mis piernas y las llevo lo más hacia atrás posible, para tener acceso a mi ya penetrado culo, e indicó a mamá que la imitara. De esta manera, la negra metió su verga en mi ano, acompañando a la verga del negro. Mamá, por su parte, hizo lo propio con Daniela. Esta vez, Daniela y yo habíamos tomado previsiones, por lo que nos colocamos lo bastante cerca la una de la otra para poder besarnos. Era increíble poder sentir su lengua jugueteando en mi boca al tiempo que dos magistrales vergas taladraban mi goloso culito.

Como nuestras bocas estaban ocupadas, mis hermanas Francis y Anna estaban un poco decepcionadas de no poder participar en la orgía. Pero la negra tenía planes para ellas. Las vergas de mamá y de la negra son tan grandes que nada más con que entre la mitad es más que suficiente, por lo que entre ellas y nuestros anos quedaba espacio suficiente para otra persona. Con un gesto, ordenó a mis hermanas que se colocaran encima de nosotras, y hábilmente, la negra y mamá manipularon las pollas de mis hermanas para que nos penetraran por el coño. Dos pollas en el culo y una en el coño ¿qué más puede pedir una joven calenturienta como yo?

Así estuvimos un rato, pero como todas las pollas ya se habían descargado previamente, la próxima corrida se iba a hacer esperar, así que más bien nos dedicamos a juguetear un rato. En un momento dado, la negra extrajo la polla de mi hermana de mi coño y la guió hasta mi culo doblemente ocupado. Por un momento pensé que me iban a desgraciar el culo y que iba a tener que usar pañales toda mi vida, pero una vez que pasó el susto inicial y mi muy bien entrenado ano se adaptó a la triple penetración, el dolor dio paso al placer más intenso. La negra sabía muy bien que esta era una situación (y una posición) muy difícil de mantener, por lo que optó por abandonar mi culo, dejando allí nada más al negro y a mi hermana. Pero ella no iba a quedar fuera de combate, y viendo el precioso culo blanco que sin querer ofrecía mi hermana Anna, no dudo ni un momento y abriéndolo con sus manos, la penetró de un sólo envíon.

Anna acusó la brusca penetración de la negra, lo que se tradujo en que su polla se introdujera hasta el fondo en mi culo. Mamá, por supuesto, se sintió atraída por la idea, y sacándo su verga del culo de Daniela, la introdujo en el culo de Francis, quien a su vez aún penetraba el coño de Daniela.

En mi interior yo sentía las embestidas en el culo de Anna como si fueran en mi propio culo, y cada vez que la polla de la negra llegaba hasta el fondo, la verga de mi hermana se hinchaba, castigando mi trabajado culito.

Mis hermanas no pudieron aguantar por mucho tiempo este trato, por lo que más bien pronto que tarde comenzaron a correrse, Anna en mi culo y Francis en el coño de Daniela. Además, de sus coños comenzó a manar gran cantidad de líquido, que baño a los negros que teníamos debajo. Una vez que mamá y la negra decidieron que mis hermanas ya habían recibido bastante, las descorcharon y permitieron que se retiraran de la escena. Por su parte, era obvio que los negros no tenían planes de acabar pronto, y la posición ya se estaba volviendo algo incómoda, por lo que había que renovar.

Descansamos otro rato, y nos refrescamos un poco antes de seguir con la fiesta. En toda fiesta de cumpleaños que se precie tiene que haber juegos, y la nuestra no podía ser menos. Daniela tuvo la ocurrente idea de jugar un juego muy divertido: la rueda de la fortuna.

En la cocina de mi casa hay un pequeño bar con tres taburetes, al estilo de los que se usan en las barras de los bares. Son de base giratoria, con un pequeño respaldo formado por un arco metálico. Tomamos el taburete y, por supuesto, la elegida era yo.

Me senté en el taburete de espaldas, de cara al respaldo, que esta vez iba a servirme de soporte. Coloqué mis pies en el aro de metal que se encuentra a medio camino en las patas, y levanté mi culo lo más posible, ofreciéndolo sin pudor al "público". Mi mamá, la negra, mis hermanas y los dos negros se colocaron formando un círculo alrededor mío. Todas sus pollas habían vuelto a recuperar la erección, previendo lo excitante de la situación que se avecinaba. Daniela, por su parte, al no tener polla, fungía de "maestra de ceremonias". Las seis pollas se acercaron a mí, rodeándome completamente, y Daniela dio inicio al juego.

Con un fuerte movimiento, empujó el taburete para que este comenzara a girar, y yo con el. Polla tras polla golpeaban deliciosamente mi cuerpo a medida que daba vueltas, y como si de un verdadero concurso de la Rueda de la Fortuna, la verga ganadora sería la que quedara justamente en frente de mi culo cuando el taburete dejase de dar vueltas.

La primera ganadora fue la negra, ya que me detuve justamente con mi abierto ano delante de su glande. Daniela, como buena organizadora, chupó mi culo hasta dejarlo bien lubricado y luego le dedicó unos segundos a la cabeza del cipote ganador. Con una mano tomó la negra verga y con la otra abrió un poco mi culo para poco a poco comenzar a insertarla. Dicen que "quien parte y comparte se lleva la mejor parte", así que Dani se aprovechaba de la situación y cada cinco o seis embestidas, me sacaba la polla de mi culo para mamarla un poco y luego me lamía el ano "para facilitar la penetración", se excusaba. Volvía hábilmente a insertar la polla y así, durante unas cuantas embestidas más.

Cinco minutos más tarde, se había acabado el turno de la negra, por lo que era momento de volver a girar. Esta vez, salió ganador uno de los negros, y Daniela se relamía pensando en lo que iba a disfrutar. Se repitió la operación: cinco embestidas y la sacaba para mamarla, cinco embestidas más, y nuevamente mamada.

Así seguimos durante un rato, hasta que todos, menos mamá, me penetraron durante su respectivo turno. Mamá estaba decepcionada del juego, porque no había disfrutado de mi culito, así que Dani, en un acto de caridad, dejó que me penetrara un rato aunque no hubiese salido su turno. Mamá se desquitó con mi agradecido ano, y Dani no tuvo el valor de retirar la maternal polla de mi ano para mamarla. Tal era la excitación acumulada de mamá que no tardo en correrse dentro de mí. Pero esta vez, Daniela no iba a dejar pasar la oportunidad, así que apenas mamá retiro su cipote de mi recto, pegó su boca a mi ano y empezó a sorber con fruición todo el líquido que de allí manaba. Cuando no salió más, se dedicó a limpiar la polla de mamá.

Ya habíamos tenido suficiente del jueguito de la rueda, había que pasar a algo nuevo. Además, la única que se había corrido era mamá, y las demás pollas ya estaban bastante cargadas de nuevo.

Esta vez por iniciativa mía, nos colocamos Daniela y yo a cuatro patas encima de la mesa de centro del salón, cada una apuntando al revés que la otra, de modo que el culo de Daniela quedara al lado de mi cara y el mío, al lado de la suya. Mis hermanas habían tenido bastante por un rato, así que no se apuntaron a este round.

Indiqué a los dos negros que me metieran sus vergas uno por el ano y otro por la boca. A mamá y a la negra, les dije que hicieran lo mismo con Daniela. De esta manera, mientras yo mamaba la verga de uno de los negros, a pocos centímetros de mi cara el culo de Daniela era taladrado por la polla de la negra, mientras que mi culo era follado por el otro negro a poca distancia de la boca de Dani, que mamaba la verga de mamá.

Con un chasquido de mis dedos indiqué que cambiaran, y los negros pasaron a follarse a Dani mientras que mamá y la negra se dedicaban a mí. Era una delicia saborear la verga de la negra recién salida del culo de Dani, y a ella se la veía muy agradecida mamando la verga que segundos atrás rellenaba mi culo. Chasquido tras chasquido, nuestros folladores cambiaban de posición, y las cuatro vergas no paraban de entrar y salir de nuestras bocas y culos: ahora mi boca, ahora el culo de Dani; ahora mi culo, ahora la boca de Dani.

Cuando la verga de mamá, que taladraba el culo de Dani, estaba a punto de acabar, me destapone de las vergas y agarré con fuerza el culo de Dani para abrirlo al máximo.

¡Quiero que todos se corran aquí adentro! – grité.

Mamá descargó toda su corrida adentro, y fue seguida por la negra Futambo y los dos negros. Mis hermanas, quienes aunque sin participar esta vez no se habían perdido un segundo de lo que pasaba, también tenían sus pollas enhiestas, y no pensaban en dejar pasar la oportunidad de descargarse en el bellísimo ano de Dani.

Cuando la última de las seis vergas se retiro, dejando su níveo néctar en el recto de Daniela, coloqué mi boca alrededor de este y comencé a chupar y chupar. Dani se incorporó, para que la fuerza de gravedad ayudara también, así que poco a poco fui tragando todas las corridas que manaban sin parar. El último buche de leche, lo guardé en mi boca, y lo compartí con Daniela en un erótico beso.

Habían pasado ya varias horas desde que empezamos con la orgía, y en las caras de todos se percibía que ya habíamos tenido bastante para una noche, por lo que mediante mutuo acuerdo decidimos irnos a dormir. Aunque por como nos repartimos, dudo que alguien durmiera: mamá se fue a su habitación con la negra, mis hermanas se llevaron cada una a un negro y Dani dormiría conmigo.

Abrazadas completamente desnudas, acostadas en mi cama, nos fuimos quedando dormidas, yo con mi boca chupando uno de sus pezones y ella acariciándome el cabello. La música de fondo, constituida por los gemidos de mi madre y mis hermanas, nos fue sumiendo en un profundo letargo.