Extraña condición médica - El cumpleaños de mamá 1

Todo está listo para el cumpleaños de la mamá de Isa, pero antes, ella le entregara de una manera muy "especial" su regalo, usando lo que mejor sabe: su culo.

Extraña condición médica - El cumpleaños de mamá 1

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

¡Riiiiiiiiiiiing! - sonó el teléfono en mi casa.

Mmmpf, ¿hola? – respondí sacándome un segundo la verga de mamá de mi boca.

¡Hola Isa, soy yo, Daniela! – exclamó una voz femenina al otro lado de la línea.

¡Mmmmmpppppfff!, ¡Daniela! ¿cómo has estado? Disculpa, pero me atrapaste desayunando – respondí, sacándome de nuevo la verga que había vuelto a engullir.

¡Anda, sácate la polla de la boca para que puedas hablar conmigo!

Jajajajaja!!!! A ti no se te escapa nada – dije sin dejar de pajear la verga de mamá.

Llamaba para felicitar a tu madre por su cumpleaños y para saber a que hora comienza la reunión en tu casa.

Daniela era una buena amiga mía. De hecho, era mi única amiga. Nos habíamos conocidos en la feria conocida como Futafest. En aquel momento, yo era una concursante del campeonato de extracción de leche y Daniela trabajaba como "culo público", ofreciendo su suculento ano a cualquiera que sintiera la necesidad de culear un rato y descargarse dentro de el. Nuestro primer encuentro ocurrió cuando le lamí la leche que le salía del culo, producto de una reciente corrida. Desde entonces, nos hemos

hecho muy buenas amigas y hemos compartido lecho en más de una ocasión.

Finalmente, había llegado el día que tanto había estado esperando: el cumpleaños de mamá. Me había despertado temprano, y luego de colocarme mi respectivo supositorio, me había dedicado a mamarle la verga a mamá para desayunar. Días antes, le había pedido permiso a mamá para invitar a Daniela a la fiesta, la cual iba a tener la presencia especial de otra buena amiga de mamá: la negra Futambo.

Mamá había conocido a la negra Futambo también en el campeonato de producción de leche del Futafest, cuando ambas habían llegado a la final. Había sido una final muy reñida, y de no haber sido por mi ayuda, la negra Futambo habría ganado sin duda. Sin embargo, y a pesar de ser "enemigas" en el concurso, habían hecho muy buenas migas, y durante el tiempo que había durado la feria no se habían despegado una de la verga de la otra. Por lo general, era común verlas caminar agarradas de la polla como dos tiernas enamoradas. La de la negra Futambo es todo un espectáculo. Negra y brillante como el ébano, ostenta una larga hilera de piercings por toda la parte de abajo, del modelo que es una pequeña varilla con dos bolitas en los extremos, y está rematada por un gran aro metálico en el glande.

Luego del concurso, la negra Futambo había regresado a su país natal en África, pero no sin antes prometer a mi madre que pronto se verían de nuevo. Pues bien, la negra había elegido el cumpleaños de mamá como ese día, y mamá estaba que no cabía de alegría. Desde el día anterior habían comenzado los preparativos en la casa, y tanto yo como mis hermanas ayudábamos en lo posible a que todo estuviera perfecto.

Yo por mi parte, guardaba celosamente en mi armario el regalo que con tanto esfuerzo había elegido para mamá: una gran verga plástica de doble cabeza, con dos hermosos glandes moldeados uno en cada extremo, de color negro y con gran cantidad de venas moldeadas en toda su extensión, de aproximadamente 50 cm. de longitud por unos 15 de diámetro. Esperaba con anhelo que a mamá le agradara su regalo.

Por supuesto, para esta ocasión no había invitado a mi novio Tyron, ya que el no tenía noticias de lo "especial" que era mi familia. Le había mentido, y le había dicho que para celebrar el cumpleaños de mamá habíamos decidido hacer un viaje. Lo que no le había especificado era que ese viaje era directamente hacia un mundo de placer inimaginable.

Como era una ocasión especial, aunque cenáramos en casa, mamá, mis hermanas y yo habíamos decidido vestirnos de gala. Anna, la más sobria de todas, había elegido uno de sus numerosos trajes de taller. Nada que destacar, siempre muy recatada. Francis por su parte, se había decantado por una blusa de seda de volantes y una falda a la altura de la rodilla. En cuanto a mí, la ocasión era doblemente especial, ya que además de ser una cena en homenaje a mamá, venía como invitada mi querida amiga Daniela, y quería recibirla lo más espectacular posible. Tardé en elegir mi atuendo, y finalmente me decidí por un largo vestido rojo de tirantes que llegaba hasta mis tobillos, muy ceñido al cuerpo, y con una larga abertura en un lado que llegaba hasta mi cintura. Por supuesto, nada de ropa interior. Mi largo pelo negro lo recogí en una gran coleta, para mayor comodidad.

Mamá, en cambio, tenía otros planes, y como sabía que venía su amiga la negra Futambo, necesitaba vestirse acorde para la ocasión. Es por ello que optó por vestirse con un enterizo de malla, que abarcaba desde su cuello hasta sus tobillos y muñecas. Por supuesto, al no llevar nada debajo, sus grandes pezones asomaban entre las aberturas de la malla. El enterizo de malla tenía una gran abertura en la entrepierna, por donde escapaba libre su gran verga y podía accederse a su coño y culo en cualquier momento. No podían faltar unas grandes sandalias rojas de plataforma.

Para cuando la negra Futambo llegara, era muy difícil que mamá pudiese concentrarse en otra cosa, así era el amor que se tenían, por lo que decidí darle su regalo antes de que llegaran las invitadas. Dado que yo consideraba que era un regalo muy especial, tenía que entregárselo de una manera muy especial. Así sería.

¡Mamá! – la llamé desde mi habitación.

¿Qué ocurre, Isa? – me respondió mamá entrando rauda y veloz, preocupada por mi tono.

Nada malo, simplemente quería entregarte tu regalo de una vez, antes de que empiece la fiesta.

Claro que sí, dulzurita ¿pero donde está? – inquirió al notar que yo no tenía nada entre mis manos.

Aquí

Diciéndole esto, me di la vuelta, me agarré de las rodillas y levantando el culo me remangué el vestido hasta por arriba de la cintura. De mi orondo y abierto ano asomaba una de las dos grandes cabezas de la verga doble, adornada con un hermoso lazo rojo.

¡Feliz cumpleaños, mami! – la felicité con emoción.

¡Qué especial eres, Isa! – respondió mamá, sin poder evitar soltar una carcajada.

Poco a poco comencé a pujar, para dejar salir de mi recto los más de 30 cm. de verga que aún permanecían alojados allí. Pero mamá tenía otros planes. Le quitó el lazo a la verga y me hizo colocarme en el piso a cuatro patas. Por su parte, ella se colocó en la misma posición, pero en contra, haciendo que nuestros culos quedaran uno frente al otro, y con su mano, se introdujo el glande expuesto en su propio orto.

¡Uuuuufff! Que delicia, Isa. – exclamó soltando un bufido.

Espero que te guste mami, lo elegí especialmente para tí.

Introdujo en su ano toda la extensión de la verga que se encontraba fuera de mi culo, hasta que quedamos con los culos pegados. Presionó un poco más aún, y finalmente nuestros anos se fundieron en un sodomítico beso, mientras compartían una verga en su interior. La situación era demasiado excitante, por lo que no pude evitar acabar en un intenso orgasmo, que mi madre sintió en carne propia.

Estuvimos un rato sin movernos, disfrutando de la ocasión, y de pronto, mamá comenzó a moverse lentamente hacia atrás y hacia adelante. Pensé que quería que yo hiciera lo mismo, para poder cojernos por el culo mutuamente con la deliciosa verga plástica, pero no era así.

Sshshshsh, tranquila Isa, no te muevas – me indicó deteniendo una de mis nalgas con su mano.

Poco a poco fue arreciando en sus embestidas, y fue allí cuando comprendí las intenciones de mamá, por lo que afloje mi ano y la dejé hacer. Cuando empujaba hacia atrás, aflojaba su ano, permitiendo que la verga entrara más en su culo. Cuando se retiraba hacia adelante, apretaba su ano, retirando poco a poco la verga de mi culo. Quería sacármela utilizando solamente su ano.

Así estuvo, hasta que la verga plástica abandonó completamente mi interior. De su ano, asomaba apenas el glande y poco menos de 10 cm. del tronco. Llevó una mano hasta el consolador, para terminar de insertarse lo que quedaba, pero en ese momento la detuve.

Deja mami, yo te ayudo.

Colocando una mano en cada nalga de mamá, le abrí el culo al máximo, al tiempo que me introducía en la boca el glande que asomaba al exterior. Poco a poco, empujando con mi boca, terminé de insertarla completamente en su interior. En el último suspiro, lo empuje con mi lengua, la cual se introdujo un poquito en el ano de mamá, que acababa de engullir completamente a "Anaconda", la gran verga plástica de dos cabezas. Verla desapareciendo en el interior del recto de mamá era todo un espectáculo. Su ano quedó un poco abierto por el esfuerzo, cosa que no desaproveché para lamerlo un poco por todo el borde y de vez en cuando, introducir un poquito mi lengüita.

Terminada la operación, ayudé a mamá a incorporarse, y una vez de pie, me dió un cariñoso beso en la mejilla.

Gracias Isa, es un regalo magnífico. ¡Me encanta de verdad!

¡Por nada mami! – le respondí abrazándola.