Extraña condición médica - Campeonato de ordeño 5

Llega el día final de competencia, donde Isa utilizará su bien entrenado y siempre goloso culo para extraer de las vergas la mayor cantidad posible de leche.

Extraña condición médica - El campeonato de ordeño 5

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

¡Mi día había llegado finalmente! El tercer día del Futafest me levante temprano, totalmente descansada y con muchos ánimos. Mamá todavía estaba dormida, tal vez su pequeña fiesta particular con la negra Futambo le estaba pasando factura, así que decidí no despertarla. A diferencia de los demás días, mi culo necesitaba estar todo lo hambriento y goloso que pudiese, así que le tocaba abstinencia de vergas hasta que comenzara la competencia. Me vestí con el atuendo que la organización del evento me había proporcionado: el corsé de cuero simulado que dejaba las tetas al aire, los "chaps" de cuero simulado, el sombrero, las botas vaqueras y, por supuesto piercing de presión para los pezones que simulaban unas espuelas. Le di un delicado besito en la cabeza de la verga a mamá y salí rumbo a la compentencia.

Entre las participantes estaba Keiko, ya vestida con un atuendo similar al mío. De esta manera, pude apreciar su polla en todo su esplendor. Era infinitamente larga, como una serpiente, pero muy delgada, no más gruesa que un dedo pulgar. Al estar suelta, rebotaba juguetonamente contra las botas vaqueras de Keiko, y se notaba que tenía una movilidad bárbara ya que, inconscientemente, Keiko la movía de vez en cuando como si la cobra de un encantador de serpientes se tratara. Tendría más similitud con un tentáculo que con una polla. Nunca pensé que algo así pudiese existir.

  • "Misterios del oriente" - pensé

La competencia de recolección constaba de tres pruebas, siendo las dos primeras hombres y animales, dependiendo de a quién hubiera que extraerle la leche. La última prueba, llamada de estilo libre, permitía a la concursante elegir a quienes quisiera, y era donde realmente se ponían a prueba las capacidades folladoras de las concursantes.

Ya se estaban ultimando los detalles y pronto se iba a dar inicio a la competencia, cuando divisé a mamá que se acercaba. Ya me parecía extraño que fuera a perderse el espectáculo de su hija siendo follada en público a diestra y siniestra. Iba como siempre, espectacular. Se había vestido con un enterizo de látex negro, que la cubría desde su cuello hasta los tobillos, dejando solamente al descubierto su cabeza, manos y pies. Unas grandes aberturas circulares en el pecho dejaban también sus grandes tetas anilladas al descubierto, y una raja en su entrepierna dejaba su verga, coño y culo al aire libre, para cualquier eventualidad. Una gran funda del mismo material cubría su gigantesca verga a excepción del glande, que se encontraba como era costumbre, totalmente erecta.

Un juez indicó que todas las concursantes debían colocarse ya en posición para dar inicio a la primera prueba. Esta consistía en extraer toda la leche posible a 5 vergas..., perdón, hombres. Para esto, se había colocado una tarima a mediana altura, donde las concursantes, a cuatro patas, irían pasando de verga en verga. Los hombres se apostaban de pie, detrás de la tarima. De esta manera, los culos de las concursantes quedaban a la misma altura de los cipotes de los asistentes. En total, diez concursantes y cincuenta asistentes componían la primera ronda.

Para poder contabilizar el semen extraído, se disponía de un recipiente especial. Una vez extraída la leche de una verga, la concursante se colocaba en cuclillas para expulsar el semen ubicado en su recto, para proceder a la siguiente verga. Casualmente, a mi lado se encontraba mi amiga Keiko. Nos dimos un beso de lengua para desearnos buena suerte y nos colocamos en posición folladora.

Una vez todo listo, el juez dio la orden de partida. De inmediato avance de espaldas hacia el primer asistente, y con un certero movimiento de mi culo, ayudado por mi mano que sostenía la verga, me la inserté hasta el fondo. De inmediato comenzó el folleteo, y con hábiles culazos, me dediqué a hacer acabar en mi culo a la primera verga. Tenía su pene completamente insertado, al punto de que sus bolas chocaban con mi coño en cada embestida, por lo que la primera carga no se hizo esperar. Sentí su polla en tensión y poco a poco comenzó a rellenarme el recto de leche.

Me saqué la flácida polla y procedí a colocar el contenido de mi recto en el recipiente. En ese momento caí en cuenta de algo. Debido a la profundidad de mi culo, entrenado para recibir pollas de gran longitud, tardaba mucho en expulsar el semen, por lo que tenía que cambiar de táctica. Apenas solté un par de goterones, y pasé al siguiente asistente. En lugar de meterme la polla completamente, me inserté solo la cabeza, hasta la hendidura que une el glande con el tronco. Utilizando sensuales movimientos circulares de cadera, no tarde en que el segundo asistente me hiciera el honor.

Esta vez, en lugar de soltar la leche extraída de una vez en el recipiente, decidí conservarla en mi recto hasta el final. No había ninguna regla escrita para esto, así que no tuve problema alguno. Recosté mi cabeza en el piso, y parando aún más mi culo, comencé con unos movimientos de "boqueo" en mi ano para llevar la leche hasta el final. De esta manera, proseguí hacia el tercer asistente.

Una vez que pude marcar un ritmo constante en la tercera cogida, me enfoqué en ver que pasaba a mi alrededor. Mi amiga Keiko también iba por la tercera cogida, y estaba completamente concentrada con los ojos cerrados. Su flácida y delgada verga se retorcía debajo de ella, con movimientos involuntarios producidos por la excitación. En cuanto a las otras concursantes, el panorama era variado. Ninguna iba por la tercera follada aún, casi todas iban por la segunda. Un par de concursantes, novatas de seguro, aún no conseguían ni siquiera extraer la leche de su primera verga. Por lo que me di cuenta que la verdadera competencia era con Keiko.

Un potente chorro de semen disparado en mi interior me sacó de mis cavilaciones y, nuevamente, levante mi culo en pompa para conservar todo el líquido adentro. Mamá veía con ojos excitados toda la escena, mientras distraídamente acariciaba su hinchado glande.

Al mismo tiempo, Keiko y yo cambiamos de follador. Decidí concentrarme al máximo en esta cogida para sacarle algo de ventaja a Keiko, así que arrecié con mis movimientos de cadera para extraer la leche lo más pronto posible. El propietario de la verga no resistió, y apenas unos segundos después, su verga escupía todo su contenido. Hombre tras hombre depositaban su carga de semen en mi interior, y la única que parecía seguirme el paso era Keiko.

Cuando cambié de follador, vi que junto a mamá se había sentado su amiga la negra Futambo, y ahora se masturbaban mutuamente, sin perder detalle del erótico concurso. La negra iba vestida con un corsé simulando piel de tigre, con unas medias y liguero a juego. Esto me distrajo un poco, lo que casi permitió que Keiko me alcanzara, así que cuando el último asistente se corrió, de inmediato procedí a derramar toda la carga de mi recto en el recipiente destinado para tal fin.

  • ¡Tiempo! – gritó el juez cuando de mi recto no salió más nada.

A los pocos segundos terminó Keiko. Había ganado la primera prueba, pero apenas por segundos, así que tenía que dar lo mejor de mi culo para la próxima prueba.

Se retiraron los asistentes, completamente exhaustos y vaciados pero con una gran sonrisa en su rostro. También se retiró la plataforma, para dar paso a la próxima prueba. Estaba muy acalorada por tanto esfuerzo, así que aproveché el poco tiempo de descanso antes de la próxima prueba para refrescarme un poco, por lo que solicité a mamá y a la negra que me dieran un buen baño. Me arrodillé entre ellas y poco a poco comenzaron a lanzarme chorros y más chorros de orine, bañándome completamente con sus meados. También tragué un poco para refrescarme mejor. El orine de mamá tenía un sabor dulzón que conocía de toda la vida, pero el sabor amargo, similar al de la cerveza, que tenía la orina de la negra, le daba un toque exótico.

Una vez que se hubo dispuesto lo necesario para la próxima prueba, llamaron a todas las concursantes. Dándole sendos besos en los glandes a mamá y a la negra, me dirigí a mi lugar, empapada aún de meado.

Diez hermosos caballos habían sido colocados en fila, y debajo de ellos, se habían dispuesto unas pequeñas plataformas. Encima de las plataformas, por debajo de los caballos, se colocarían las concursantes. Las plataformas tenían una especie de "potro", similar al que se usa en gimnasia donde, boca abajo, se colocarán las participantes. Sujetándose de unos arneses atornillados al potro, la participante puede hacer fuerza para levantar la grupa, parar el culo en pompa y poder recibir cómodamente las embestidas de las vergas equinas.

La finalidad del concurso, como era obvio, es extraer la mayor cantidad de leche posible de la verga de los caballos. Mi equino "compañero" era un hermoso caballo marrón, con grandes manchas blancas en el frente de la cabeza y en las cuatro patas. Por su parte a Keiko, quien estaba de nuevo a mi lado, le correspondía un semental completamente negro como una sombra. Las vergas de ambos animales eran impresionantes, las más grandes que nunca hubiese visto, más gruesas que uno de mis brazos, con un glande con una forma completamente distinta a los que conocía, así que recé porque mi culo pudiese aguantar semejante calibre. A Keiko, a pesar de su 1,55 m. de estatura, se la veía bastante relajada, a pesar de haber perdido la prueba anterior. Tal vez estaría acostumbrada a recibir pollas semejantes en sus agujeros.

Desde el primer momento en que subí a la plataforma, supe que algo andaba mal. Al estar aún empapada por el baño que mamá y la negra me habían dado, mi cuerpo resbalaba por la superficie de cuero pulida del potro. A duras penas pude asumir la posición para cuando el juez indicó el inicio de la prueba.

Por su parte, Keiko guió hábilmente con una de sus manos la verga del caballo hasta su ano, y con movimientos muy suaves pero efectivos, comenzó a introducírsela. Yo no sabía que hacer, nunca había estado con un caballo. Cada vez que soltaba una de mis manos para tomar la polla, me resbalaba y me iba de lado, cayendo y golpeándome contra el potro. Más de cinco intentos tuve que hacer hasta que finalmente pude guiar el glande hasta mi orto. Estaba completamente desconcentrada, y por más que empujaba, la maldita verga parecía no querer entrar en mí. Afortunadamente el caballo parecía tranquilo, era probable que estuviera muy bien entrenado para estas lides.

Con la verga una vez apoyada en mi ano, me así fuertemente con ambas manos a los arneses del potro y comencé a empujar hacia atrás. Cerré los ojos y me relajé, pensando en otras cosas, y finalmente mi ano se dilató y la verga comenzó a entrar, distendiéndome al máximo. Cuando poco más que el glande se hubo introducido en mi interior, pude comenzar a bombear poco a poco. El placer estaba comenzando a fluir, y sin darme cuenta, ya estaba disfrutando de la cogida.

Convencida de mis capacidades, abrí los ojos, y mi mirada fue directamente a Keiko. Estaba con los ojos cerrados, y con unos movimientos mecánicos e impasibles, se follaba al caballo, quien ya tenía más de la mitad de su verga dentro del interior de la pequeña asiática. Sarcásticamente, pensé que en cualquier momento la verga empezaría a salirle por la boca.

Pero esta pequeña desconcentración me pasó factura, ya que una de mis manos mojadas se resbaló del arnés y fui a dar directamente con la cara al potro. Con el brusco movimiento, mi culo se vio descorchado de la verga que lo taponaba, lo que me provocó un aullido de dolor. El tiempo estaba corriendo y la leche del caballo parecía todavía inalcanzable para mí. Decidí que tenía que cambiar de táctica, así que me coloqué al revés, con mi cabeza apuntando hacia la verga, y comencé a mamarla. Pero el sabor de la verga equina era demasiado fuerte para mí, y luego de un par de arcadas, decidí que lo mejor era volver al plan A, así que me volví a colocar en posición de culeo.

En ese momento, el caballo de Keiko comenzó a bufar, y pronto el recto de la asiática se vio desbordado de semen equino. Keiko, con los ojos cerrados y una lasciva sonrisa en su boca, seguía meneándose y extrayendo leche. Poco podía hacer ya, así que decidí tomármelo a la ligera y con calma, volví a introducir el glande en mi orto. A estas alturas poco me importaba ya ganar esta prueba o no, así que preferí disfrutarlo. Introduje solamente la cabeza en mi ano, y así, comencé a moverme de lado a lado y a menear mis caderas lo mejor que sabía. Si bien no iba a ganar, por lo menos iba a disfrutar de una verga a la que pocas veces se tiene acceso.

Para cuando el caballo comenzó a correrse en mi interior, el tiempo ya había finalizado, así que la leche depositada dentro de mí no tenía validez. Keiko había ganado la segunda prueba, así que todo se definiría en la tercera y última: el estilo libre.

En esta prueba, las competidoras elegían la cantidad de pollas que quieran, de quien quieran y por el agujero que quieran. Keiko, al parecer, estaba sola, por lo que no le quedó más remedio que elegir a cuatro de los "azafatos" para que le prestaran sus servicios. Yo, por mi parte, le pedí a mamá y a la negra Futambo su ayuda, junto a la de dos "azafatos" más.

Retiraron a los caballos de los habitáculos y remplazaron las plataformas de folleteo equino por unas sencillas camillas. Mamá se acostó primero, boca arriba, y yo me acosté encima de ella dándole la espalda, para de esta manera poder meterme su verga por el culo. Uno de los azafatos acompañaría a mamá en mi negro agujero. Las otras dos vergas se colocaron cada una a un lado de mi cabeza, para poder alternar las mamadas. Keiko adoptó una posición similar.

Una vez que estuvo todo listo, se dio la largada. Apenas hubo sonado el pistoletazo de salida, mi culo empezó a menearse como nunca, tratando de ordeñar al máximo las dos vergas que me taladraban, mientras mi boca iba de una a otra verga, llegando a veces a mamarlas a las dos al mismo tiempo. Claro que, con el calibre de la polla de la negra, no podía mantener ese ritmo por mucho tiempo o me asfixiaría.

Aproximadamente a los 20 minutos, las primeras pollas comenzaron a correrse en mi interior. Primero fue la del azafato que tenía en el culo y luego el de la boca. Mamá y la negra tenían más resistencia, pero eso no era problema, porque sabía que sus corridas iban a ser más abundantes. La corrida del culo podía retenerla en mi recto hasta el final, pero la de la boca la deposité en el recipiente apropiado para tal fin.

El azafato de mi culo se retiró, quedando mamá en solitario dándome por detrás. Pronto, su copiosa corrida se unió a la que ya estaba en mi culo, el cual se vio rebosado y la leche comenzaba a escaparse, por lo que tuve que recurrir al recipiente. Minutos más tarde, la negra me llenaba las mejillas de su níveo néctar. Para cuando mamá y la negra su hubieron corrido, los azafatos ya habían recuperado la erección, así que sin perder tiempo, volvieron a sus labores.

Keiko, por su parte, aparecía concentradísima, ordeñando a conciencia las pollas que la rellenaban. Me fije en la cantidad de semen que había extraído, era una cantidad casi igual a la mía.

Durante casi una hora más seguimos en este ritmo, tiempo durante el cual las vergas se corrieron un par de veces más en mi interior. Pero poco a poco comenzaban a decaer en efectividad y en cantidad de leche. Tenía que cambiar de estrategia, para lo que necesitaba un recambio de vergas, o por lo menos, una nueva.

El sexo anal es mi gran pasión, y se siente tan delicioso que una polla te taladre el orto que pocas veces me acuerdo que el coño también sirve para follar, y no solo para mear. Se me había olvidado completamente que tenía otro orificio "follable" aparte del culo y la boca, y esa situación había que remediarla de inmediato.

  • ¡Tu, ven acá! – llamé imperativamente a otro de los azafatos que se encontraban cerca. - ¡Quiero que me la des por el coño! – y con una mano me abrí los labios vaginales para ofrecerle mi rosada cueva al joven asistente.

Dada la situación, tuve que recomponer la distribución de pollas que me follaban. Me costó un poco al principio, ya que tuve que acomodar las vergas de mamá y de la negra en mi culo y dejar espacio suficiente entre la negra y yo para que la polla del azafato pudiera insertarse en mi coño. Afortunadamente, la verga de la negra es bastante larga, así que con que sólo me introdujera el glande era más que suficiente, y esta a su vez dejaba bastante espacio para que el azafato pudiera colocarse en cuclillas entre nosotras dos. Las otras dos pollas de los otros dos chicos podían seguir en mi boca tranquilamente.

Una vez que nos pudimos acomodar en tan incómoda posición y la polla se hubo introducido completamente en mi coño, comenzamos a trabajar en armonía, marcando yo el ritmo con mis caderas.

Keiko, al verse superada en cantidad de pollas, no quería ser menos, y llamó a otro de los asistentes para que se la metiera también por el coño. Pero Keiko no había tomado algo en cuenta. Mi clítoris, al ser muy joven, apenas sobrepasa los dos centímetros, pero su verga/clítoris era mucho más larga, por lo que podía constituir un estorbo.

Y así lo fue. No solamente los calibres de las vergas de los azafatos eran mucho menor a los de mi mamá y la negra, lo que le limitaba el espacio para maniobrar, sino que además, su larga verga se interponía entre su coño y el quinto asistente.

  • ¡Mierda!, ¡mierda!, ¡mierda!, ¡mierda! – comenzó a exclamar Keiko, frustrada al ver que a duras penas la polla podía introducirse en su coño.

Para cuando sonó el silbato final, la polla que estaba en mi coño ya se había corrido dos veces, mientras que Keiko ni siquiera había podido acomodarla bien en el suyo. ¡Había ganado!. ¡Esa quinta polla en mi coño había hecho la diferencia!

Entre mamá y los asistentes me ayudaron a bajar de la camilla y a ponerme en pie, ya que la posición adoptada durante largo tiempo había entumecido mis piernas. Una vez de pie, mamá y yo nos abrazamos y comenzamos a llorar de alegría, abrazo al que se unieron tanto mis hermanas como la negra Futambo. Entre tanta emoción, pude distinguir a Keiko, sentada en un rincón solitario y llorando desconsoladamente.

Me deshice del abrazo familiar y, como buena deportista, me acerqué para felicitarla por su tremendo esfuerzo.

  • ¡Aléjate de mí, puta sucia! – gritó. La calma y parsimonia oriental había desaparecido, y en sus ojos brillaba una llama de odio. - ¡No tienes idea de lo que este deshonor significa para mí y para mi familia!.

Dicho esto, se levantó y se alejo corriendo, mientras que su polla se contoneaba como si de un tentáculo se tratase. Decidí olvidarme de ella, y disfrutar de mi triunfo.

Al final de la tarde, se efectuó la ceremonia de premiación. Una gran verga dorada montada sobre un pedestal de madera constituía el premio al primer lugar, además de un jugoso cheque. Para el segundo lugar, una verga de tamaño más pequeño en color plata constituía el trofeo. La negra Futambo asistió para recoger su premio al segundo lugar en "producción", pero Keiko, la subcampeona en "recolección" no hizo acto de presencia para retirar su premio.

Finalizado el protocolo, la feria había ya terminado. Mamá se despidió con un fogoso beso y una sabrosa mamada de la negra Futambo, prometiéndose mutuamente que pronto se volverían a ver.

Subimos al coche de Anna, esta vez mamá y yo sentadas en el asiento trasero. Vestidas aún con el atuendo de concursantes, no dudamos ni por un momento en disfrutar durante todo el viaje de los fálicos trofeos. Al principio se siente un poco extraño tener una verga metálica de ese calibre en el culo, sobre todo por lo frío, pero una vez que se calienta, es tan sabroso como cualquier otra. Llegamos a casa finalmente, cada una con su trofeo metido en el culo.