Extraña condición médica - Campeonato de ordeño 4
Segundo día del Futafest, donde Isa conoce deliciosas actividades extra en las que su culo no descansara ni un segundo.
Extraña condición médica - El campeonato de ordeño 4
Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.
Luego de que mamá se adjudicara la victoria en el campeonato de ordeño, decidimos irnos todas a descansar hasta el día siguiente. El hospedaje lo proporcionaban un par de hoteles cercanos, aunque ubicados a una distancia más que prudencial de la finca. Estaba tan felizmente cansada y mi ano estaba tan satisfecho que por primera vez en mucho tiempo no necesité introducirme nada en él para poder conciliar el sueño.
Nos levantamos todas al día siguiente, listas para disfrutar de las atracciones del segundo día del Futafest. Me coloqué un vestido similar al del día anterior, por supuesto sin ropa interior. Decidí dejar a mi fiel Tito, mi grandioso plug anal, en la habitación, puesto que lo más probable era que al disfrutar de las atracciones de la feria no lo echara en falta. Mamá estaba súper emocionada por su victoria, por lo que decidió vestirse de manera más extravagante. Se colocó un corsé negro de esos que pasan por debajo de las tetas y las dejan al aire. Reemplazó los aros de sus perforados pezones por unas elegantes cadenitas colgantes a modo de pendientes. Un ligero negro y medias negras a juego con el corsé y unas plataformas transparentes completaban su atuendo. Por supuesto, se colocó encima un albornoz para evitar comentarios durante el trayecto entre el hotel y el recinto. Junto a mis hermanas Anna y Francis, regresamos al recinto ferial.
Nada más entrar, mamá se despojó del abrigo, y caminaba esplendorosamente con su orgullosa verga campeona totalmente erecta, como si de un mástil horizontal se tratase. Lo que más llamaba la atención era un colorido ribete de primer lugar, colocado a un lado del glande, demostrando su condición de campeona.
Decidimos sentarnos a desayunar en una de las mesas al aire libre destinadas para tal fin, cuando se nos acercó la subcampeona Futambo, rival de mamá en la final. Me pareció que yo estaba de más en la mesa, por lo que dejé a mamá conversando con su antigua contrincante y seguí mi recorrido por las diversas atracciones. A pesar de que mamá había vencido a la negra en la final del día anterior, no tardaron en establecer una estrecha amistad, tan estrecha que terminaron sobre una mesa haciendo un 69, alternando mamadas de vergas con lamidas de coño, por supuesto sin olvidarse de sus anos.
Decidí dar una vuelta por la feria para disfrutar de variadas sus atracciones. Como si de un carnaval de pueblo se tratase, en diferentes puestos se ofrecía una gran variedad de distracciones. Durante todo el día se iban a estar realizando los campeonatos amateur alternos, donde podía inscribirse cuanta gente quisiera. Los principales eran:
- Lanzamiento de pelotas con el ano: Las participantes se introducían una pelota de tenis por el culo para luego expulsarla con la mayor fuerza posible. Se divide en dos modalidades, distancia y puntería. En la primera, simplemente era quien la llegara más lejos, mientras que en la segunda hay que apuntar para dar en el blanco de una diana.
- Lanzamiento de chorros de agua: Similar al anterior, mediante la aplicación de un enema anal, las participantes tienen que soltar un chorro de agua lo más lejos posible.
- Campeonato de meadas: En esencia el mismo concurso que el anterior, solo que en esta ocasión las participantes, colocadas a cuatro patas pero de manera invertida (boca arriba), tienen que soltar el chorro de orina más largo.
No podían faltar las "competencias de tamaño":
- El ano más abierto: donde a las concursantes se le van introduciendo vergas de plástico cada vez más gruesas hasta llegar a la abertura anal más ancha.
- El ano más profundo: similar al anterior, pero con vergas cada vez más largas en vez de anchas.
- El coño más profundo. Idem al anterior, pero por el coño en lugar del culo.
- Las tetas más grandes: Donde las participantes colocan sus melones en unas balanzas especiales destinadas para tal fin.
Por último, se estaban realizando certámenes para premiar a "La verga más larga" y "La verga más gruesa". Creo que estos no necesitan mayor explicación. Me parecieron un poco subjetivos, ya que de seguro mi amiga Keiko y la señorita Futáñez ganarían respectivamente y sin discusión alguna.
Me provocó inscribirme en el del "ano más abierto", pero dos razones me contuvieron. La primera era que tenía que estar descansada hasta mañana, y la segunda fue que la mujer que llevaba la delantera no se había introducido una verga imposiblemente gruesa, ¡sino dos!. De repente me vinieron a la cabeza un montón de chistes acerca de los túneles del metro y de los agujeros negros.
En el lado derecho del descampado que funge como recinto ferial, se habían colocado una serie de mesas y sillas, destinadas para el descanso de los asistentes, así como para el consumo de refrigerios. Estos "refrigerios" eran, por supuesto, un tanto atípicos. Como expliqué anteriormente, se encontraban prestando sus "servicios" una serie de "azafatos" masculinos. Estos hombres, unos 60 aproximadamente, iban completamente desnudos, a excepción de los zapatos y de una corbata de lazo anudada en el cuello. El refrigerio principal era, no podía ser otro, la leche. Para esto, los azafatos se dispersaban entre las mesas ofreciendo sus vergas a quien quisiera mamárlas y servirse un rico trago de leche caliente recién extraída. Eran varias las mujeres que se encontraban en plena faena felatoria, extrayendo tan refrescante manjar de su fuente. Además de los que servían en las mesas, se habían colocado en diferentes puntos estratégicamente ubicados, a modo de bebederos, para que cuando una sintiera la necesidad de un buen trago de leche, no faltara una verga bien dispuesta.
Los demás stands que conformaban las atracciones eran los de ventas y premios. En los de ventas, por apenas un euro, una hermosa dependienta te podía desde mamar la verga hasta lamer el coño o el culo por 5 minutos. Otra de las atracciones que me llamo especialmente la atención, era la que consistía en una pequeña piscina, donde unos pequeños dildos de plástico flotaban en la superficie, con unos números atados a ellos. Desde una distancia prudencial, y separadas por una valla, las participantes tenían que recoger el mayor número de dildos posible. Al final, se sumaban los números (que equivalían a puntos) y ganaba el que tuviese más. La gracia consistía en que para sacar los pequeños dildos del agua, las participantes contaban con un instrumento especial, que consistía en una gruesa y dura verga plástica que al final tenía una malla como la de cazar mariposas. Una vez insertado en el ano, y mediante movimientos únicamente del culo, las participantes tenían que pescar los eróticos pececillos.
En los demás stands, diversas empresas ofrecían sus productos, la mayoría de índole sexual, desde simples consoladores plásticos y lencería erótica, hasta intrincados artefactos que hasta el día de hoy todavía me pregunto para que sirven y cómo se usan.
La feria también contaba con un servicio de culos públicos, para que quienes sintieran la necesidad, pudieran culear durante 10 minutos. Diez entrenadas señoritas, colocadas a cuatro patas, se encontraban a plena disposición de quien quisiera, ofreciendo sus culos en pompa para ser penetrados a discreción. En el momento en el que yo pasé por cerca de esa zona, una de las chicas estaba siendo enculada con violencia por una mujer de mediana edad con una soberbia verga. Me llamo especialmente la atención la belleza de esta chica, no superaría la veintena de años, y tenía un cuerpo exquisito. Su vestimenta consistía en unas medias negras con un liguero también negro a juego, y unas sandalias de tacón medianamente alto. Además, llevaba una prenda que me llamó poderosamente la atención. Eran una especie de bragas, pero en lugar de cubrir sus partes íntimas, se dividía en diversas tiras de tela, muy tensadas, terminadas cada una en unos garfios de metal que se acoplaban a los bordes de su ano y lo tensaban al máximo para mantenerlo abierto permanentemente. Sus redondas tetas guindaban libres, y se meneaban al compás de la enculada propinada por la señora. Su largo pelo negro cubría en ese momento su cara, lo que le daba un aire aún más erótico a la escena.
Para cuando llegué al lugar, la señora ya había acabado y estaba retirando su verga del público culo de la chica, y un hilillo de semen comenzaba a derramarse. Ni corta ni perezosa me lanzé a chupar el rosado ano, para extraer toda la leche que de él salía. Primero lamí toda la cara interna de sus muslos, y luego me dediqué a succionar el ano. Una vez que no salió más néctar, me puse a jugar delicadamente con mi lengüita por todo el borde del ano, que había quedado bastante abierto luego de la penetración. La chica seguía a cuatro patas, y por sus gemidos, parecía que le estaba gustando mi trabajo. Cuando terminé, me coloqué frente a ella, sentada en el piso.
- ¡Hola! exclamé con toda mi simpatía.
- Ho...hola me respondió la chica tratando de recuperar el aliento, al tiempo que se retiraba el cabello de la cara.
Su cara también era preciosa, con unos profundos ojos color castaño.
- ¿Cómo te llamas? pregunté.
- Daniela me respondió, sentándose en el piso a mi lado.
Entablamos una amena conversación, en la que me contó que tenía 19 años y que hacía todo esto por la buena paga que le daba la organización del Futafest. Se enteró por una amiga, quien la convenció, aunque dado su amor por las vergas no hizo falta mucho. Le encantaba que la encularan, y mucho mejor aún si le pagaban por eso, pero le daba mucho miedo dedicarse a la prostitución, por lo que este trabajo parecía el ideal. Estuvimos hablando casi por media hora, hasta que otra necesitada mujer solicitó sus servicios. No lo supe en ese momento, pero había dado el primer paso para una duradera y deliciosa amistad.
Dejando a Daniela en su puesto de trabajo y dando vueltas sin rumbo, me encontré con mamá y la negra, quienes caminaban tomadas de la verga por toda la feria, como si fueran una pareja de enamorados. Recordé que aún no me había puesto el supositorio diario, así que le pedí a mamá que me hiciera el favor.
- ¡Qué dices hija! ¡Teniendo esta magistral verga a tu disposición y me lo pides a mí! exclamó mamá con expresión divertida, al mismo tiempo que meneaba enérgicamente la polla de la negra Futambo.
- Lo siento mamá, es que no quería incordiar me disculpé.
- ¡Para nada! me respondió ella.
Saqué el supositorio de uno de los dos bolsillos delanteros del vestido y acto seguido, me coloqué en cuatro patas en el piso. Le di el supositorio a mamá y ella, amablemente me lo colocó. Me separó las nalgas al máximo con ambas manos e invitó a la negra a que me penetrara, no sin antes estampar un cariñoso besito en el gigantesco glande. Mamá estaba sentada en el piso a mi lado, manteniendo mi culo abierto cuando, cuando de una sola embestida, la negra introdujo su grandiosa y adornada verga en mi goloso culito. Comenzó con el mete y saca inmediatamente, al notar que mi culo se adaptaba como un guante a su verga. La hilera de piercings que corrían por toda la parte inferior de la polla me rascaban deliciosamente el recto por dentro, y la sensación de placer que estaba sintiendo era indescriptible. La negra estaba en cuclillas detrás de mí, abocada al mete y saca, y mamá tenía su cara recostada sobre una de mis nalgas, a pocos centímetros de la polla negra. Sin darnos cuenta, se empezó a acercar la gente, sorprendida por el espectáculo espontáneo que estábamos montando.
En un momento dado, la negra se distrajo por la gente y falló la abertura de mi culo, yendo a dar directamente en la cara de mamá. Ella, sin perder tiempo, abrió la boca y engulló todo lo que pudo de la polla. La negra, ni corta ni perezosa, decidió agregarle un poco más de picante al asunto, y sacándola de la boca de mamá la volvió a insertar en mi culo, para luego de un par de embestidas volver a retirarla y meterla en la boca de mamá. Así comenzó a alternar los agujeros: ahora en mi culo, ahora en la boca de mamá; ahora en mi culo, ahora en la boca de mamá. En una de las veces que mamá tenía la boca rellena de carne de negra, acercó sus dedos más a mi anito, y metiendo tres dedos de cada mano, comenzó a estirarlo lo más posible, y sacándose la polla de la boca, escupió un par de veces en mi recto. La negra, que entendió la invitación, introdujo su maravilloso poste hasta el fondo, sin que mamá retirara sus dedos. Era lo máximo: sentir el enorme pollón taladrándome las entrañas al tiempo que mamá me estiraba al máximo mi elástico y entrenado ano.
Luego de casi media hora de faena, la negra anunció su inminente corrida, y a los pocos segundos comenzó a inundar mi ano. No había tomado en cuenta que era la misma persona que estuvo a punto de vencer a mamá en la competencia de ordeño, por lo que la cantidad de leche que me estaba inyectando era grandísima. Mi recto tiene gran capacidad para almacenar leche, pero por primera vez, se vio superado, y la negra lechada comenzó a salir a borbotones por mi ano. Mi madre, al instante, se dio cuenta de la situación, y colocándose debajo de mí comenzó a lamer y sorber todo lo que no cabía en mi recto. Una vez que la negra había acabado dentro de mí, retiró su oronda polla chorreante de leche. Esta vez no contraje el ano como suelo hacer cada vez que una verga deja su depósito en mí, sino que deje fluir toda la leche directo a la boca de mamá. Una vez que no salió más nada, y tras abocarnos mamá y yo a dejar completamente limpia de leche la verga de la negra, nos levantamos las tres para recibir el aplauso del espontáneo público que se había reunido a nuestro alrededor.
Decidí que para mí, por lo menos, el día de descanso había terminado, así que luego de un sustancioso almuerzo, extraído de las vergas de dos "azafatos", me despedí de mamá y de su nueva amiga y regresé al hotel a reposar hasta el día siguiente. Mi culo me lo agradecería.