Extraña condición médica - Campeonato de ordeño 3

Comienza el primer día del campeonato de ordeño, donde la madre de Isa intentará llevarse el primer lugar, contando por supuesto con la ayuda del siempre dispuesto culo de su hija.

Extraña condición médica - El campeonato de ordeño 3

Para comprender este relato, es absolutamente necesario leer la Introducción previamente publicada

El primer establo, pulcramente limpio para la ocasión especial, se había acondicionado para dar cabida a la primera prueba del Futafest: el campeonato de Producción. En los habitáculos de las caballerizas, donde normalmente se alberga a los caballos, se había retirado todo tipo desperdicio, y en su lugar se habían colocado los implementos especiales. En total eran 15 habitáculos, cada uno equipado con una camilla, similar a la de los ginecólogos, con soportes para mantener las piernas abiertas. Al final de la camilla reposaba una máquina, conformada por dos consoladores negros de gran tamaño activados hidráulicamente y un brazo mecánico "pajeador", con una abrazadera acolchada de unos 20 cm. Al final de la abrazadera, un recipiente especial envolvería el glande, para ir almacenando la leche extraída. Por encima de la camilla, sujetas por unos parales, se encontraban dos bombas de succión transparentes, para ser colocadas en las tetas. A través de dos mangueras, la leche extraída iba a dar en un receptáculo especial. En la cabecera de la camilla, una pantalla se encargaría de monitorear la cantidad de leche extraída, tanto de las tetas como de la verga.

Una por una las participantes se fueron acomodando en sus respectivas camillas, acostándose boca arriba e introduciendo los penes hidráulicos en sus coños y culos, colocando los brazos mecánicos alrededor de las vergas y, mediante una ligera succión, insertando las tetas dentro de las bombas de succión. Entre las concursantes existía una gran diversidad, tanto de edad, tamaño y nacionalidad. La que más llamaba la atención era una joven preñada, de larga cabellera rubia y con un barrigón enorme, de al menos 7 meses de gestación. Sus tetas eran sencillamente gigantescas, y su verga estaba roja e hinchada, todo esto producto del embarazo. Se había inscrito sin notificar su condición, y en las reglas no se especificaba nada acerca de participantes en estado de gravidez.

Una vez que todas las concursantes se encontraban en "posición", el juez principal daba inicio a la primera prueba. Se encendieron las máquinas y, al unísono, las vergas artificiales que penetraban a las concursantes comenzaron su movimiento, como si de los pistones de un motor se tratasen. Coño afuera, culo adentro; culo afuera, coño adentro; coño afuera, culo adentro; culo afuera, coño adentro y así sucesivamente. Los pezones de las participantes se tensaron cuando las bombas comenzaron a succionar, y las vergas adquirieron su tamaño máximo al comenzar a ser pajeadas rítmicamente.

Frente a las concursantes, se habían dispuesto unas sencillas gradas para el público asistente, y por encima de estas, un gran televisor de plasma proyectaba películas pornográficas para ayudar con un poco de estímulo extra a las putas lecheras. En las gradas, frente a mamá, nos encontrábamos mis hermanas y yo.

Durante aproximadamente un par de horas, las participantes eran ordeñadas a conciencia. Sus camillas, haciendo gala de una tecnología de punta, podían además adoptar diversas posiciones, para evitar que las concursantes se entumecieran. Podían colocarse boca arriba, boca abajo, en cuatro patas y, también, podían bajarse de la camilla, y mantenerse en pie apoyadas de una gruesa barra de metal, conservando siempre sus agujeros penetrados por falos artificiales, y sus vergas y tetas constantemente bombeados para extraer el máximo posible de semen y leche.

Al final del día, llegaron las semifinales, con sólo cuatro clasificadas, luego de haber descalificado a la preñada. Gracias a esto, mamá pudo entrar entre las cuatro mejores. Las otras tres participantes eran de lo más variopinto. Una era una descomunal negra, con unas tetas, culo y piernas de infarto, de nombre Mwunba Futambo. Era la más maciza de todas y la gran cantidad de piercings que adornaban su cuerpo le daban un aspecto aún más exótico. Su largo pelo negro estaba amarrado en un moño en la parte alta de la cabeza, donde luego se transformaba en largas trenzas. Tanto en las cejas como en su nariz, boca, lengua, orejas y ombligo ostentaba gran cantidad de aros dorados. Su gran verga erecta, la más grande de todas, ostentaba una larga hilera de piercings en su parte posterior, del modelo que es una pequeña varilla con dos bolitas en los extremos, y estaba rematada por un gran aro metálico en el glande. De sus labios vaginales pendían también diversos ornamentos. De la parte baja de su espalda hasta el canal entre las tetas partía un hermoso tatuaje tribal y, como luego pude comprobar también, tenía un tatuaje alrededor del ano. Este último me hipnotizó completamente.

Otra de las cuatro semifinalistas era una sudamericana de nombre Yolanda Futáñez poseedora del culo más redondo y parado que he visto en mi vida. De pelo castaño y con un color de piel semejante a la canela, el adjetivo más acorde para esta participante era el de deliciosa. No llamaba tanto la atención como la africana, pero no por ello era menos atractiva. Su verga no era tan grande, pero era definitivamente la más gruesa de todas. Debía tener, al menos 12 cm. de diámetro, ¡posiblemente era más gruesa que uno de mis propios brazos!. Se movía con un ritmo y una gracia que hacía que todo el mundo volteara a mirarla, el movimiento de su culo distraía a cualquiera.

Completaba el reparto una rusa, Svetlana Futanov. De largo pelo rubio, ojos azules intensos y piel muy rosada, contrastaba completamente con las dos participantes anteriores. Su tamaño no era menos impresionante, que se deducía de unos antecedentes tal vez nórdicos. Era la más austera de las cuatro con una verga de tamaño y grosor promedio, pero con un glande desproporcionado, similar a un champiñón rosado gigante.

Ya habían pasado más de dos horas desde el inicio del campeonato, por lo que la semifinal se acercaba a su fin. Mamá y la negra Futambo iban a la cabeza, la latina Futáñez y la rusa Futanov simplemente no podían seguirle el ritmo. Sobre todo la espectacular latina, que en determinados momentos parecía más bien que estaba disfrutando de las máquinas folladoras en lugar de concursando en un campeonato. Se había colocado en cuatro patas sobre la camilla, y con su culo parecía que más bien quería ella ordeñar a la máquina que se la estaba follando. Tenía un meneo impresionante, su culo iba de lado a lado, para después sacarse los dildos casi completamente y luego, con un certero empujón, insertarlos nuevamente. A continuación movía su culo en rítmicamente en círculos con las vergas incrustadas hasta la base. Tenía los ojos cerrados, y con la lengua se relamía los labios. Definitivamente se había olvidado del campeonato. La rusa, por su parte, daba lo mejor de sí, pero simple y llanamente su cuerpo no daba para alcanzar a las diosas folladoras en que se habían convertido mi madre y la negra.

Como era de esperarse, fueron mamá y la negra quienes accedieron a la final del campeonato. Luego de un descanso de aproximadamente 15 minutos, volvieron a insertarse todos sus artilugios y comenzó la gran final. Durante media hora follaron como posesas, y parecía que no se iban a dar tregua, no se perfilaba una favorita. Pero pasada la media hora, todo cambió.

La negra fue quien comenzó a llevar la voz cantante, y mamá parecía que no lograba enfocarse lo suficiente en la labor folladora. Había que hacer algo. Mamá había perdido completamente la concentración en la película porno, su verga comenzaba a aparecer roja e irritada, y poco a poco perdiendo su tamaño de erección máxima. Por otra parte, los penes artificiales que taladraban sus agujeros parecía que en vez de excitarla, comenzaban a molestarla. La negra en cambio parecía una máquina que se movía al compás de las vergas hidráulicas. La producción de la negra iba en aumento, mientras que la de mamá parecía que en cualquier momento iba a detenerse. Solo había una cosa que podía hacer.

Me desvestí completamente e incité a mis hermanas a hacer lo mismo.

  • ¡Rápido, quítense la ropa, hay que ayudar a mamá cuanto antes! – les grité al tiempo que terminaba de desvestirme.
  • ¿Qué tienes en mente?. No hay nada que podamos hacer para ayudar a mamá – respondió Anna con su habitual pesimismo
  • ¡Si lo hay! ¡Desvístanse ya! – grité, fuera de sí.

No podía abandonar a mamá en un momento tan importante, así que yo misma comencé a desvestir a mis hermanas.

Una vez que estuvimos las tres completamente desnudas, empujé a mi hermana Anna hasta sentarla en el asiento más bajo de la grada, justo enfrente de mamá. La obligué a recostarse, y enseguida me subí encima de ella a horcajadas y comencé a insertarme su deliciosa verga en mi culo. Me incliné hacia adelante, y coloqué mis rodillas a ambos lados de Anna, sobre la grada.

  • ¡Rápido Francis, métemela también por el culo! – le espeté a mi hermana con expresión desencajada.

Tal era mi grado de nerviosismo que mi hermana Francis prefirió no decir nada, y sumisamente comenzó a metérmela también por el culo, donde ya se encontraba alojada la polla de Anna. Una vez nos acoplamos y comenzamos a movernos rítimicamente, le grité a mamá.

  • ¡Mira mami! ¡Mira lo que saben hacer tus hijitas!

Al escuchar mi voz, mamá alzo la mirada, y lo que vio la excitó tanto que en apenas 5 segundos su verga comenzó a recuperar su tamaño. ¡Mi plan había funcionado a la perfección!

Mamá no apartaba su mirada de nosotras, y tal era el grado de excitación que se llevó un dedo a la boca y comenzó a hacer como si estuviera mamándolo. No habían pasado ni cinco minutos cuando su gran verga se tensó y comenzó a derramar el preciado líquido en el recipiente especial. A los pocos segundos, ya estaba enhiesta otra vez. Cada vez que notaba que la excitación de mamá descendía, obligaba a mis hermanas a cambiar de posición: Anna recostada en la grada y yo de espaldas a ella con su verga en el culo a la vez que le mamaba la polla a Francis; Francis acostada de espaldas en el piso y yo encima de ella, a cuatro patas, con su polla en mi coño y Anna dándome por detrás; yo en cuatro patas mientras Anna y Francis se alternaban metiéndo sus vergas en mi culo; yo recostada boca arriba en el piso, con la espalda y la cintura apoyadas en la grada, al tiempo que llevaba mis rodillas hasta mi cabeza, mientras Anna me cogía el culo y Francis me la metía en la boca. Y así sucesivamente. Llegó un momento en que el público estaba más interesado en nuestro numerito que en el concurso en particular.

Al ver el repunte de mamá, quien comenzó a perder la concentración fue la negra. Volteaba a ver a mamá y luego nos veía a nosotras. Comenzó a arreciar sus embestidas contra la máquina, pero lo que antes era un delicioso acto inconsciente, ahora era más una obligación, lo que se empezaba a reflejar en el resultado. Cuando faltaban pocos minutos para terminar la competencia, Anna y Francis me levantaron en volandas, cada una sujetándome de una pierna y yo pasando los brazos alrededor de sus hombros, con sus dos pollas insertadas al unísono en mi culo. Mi culo lucía en todo su esplendor, abierto al máximo y con las magistrales pollas de mis hermanas entrando y saliendo rítmicamente.

  • Me...me... me corro, Isa – me dijo Anna.
  • Yo... tam... bién... – corroboró Francis.
  • ¡En mi culo! ¡En mi culo! ¡No se les ocurra sacarla! – les ordené

Arreciando sus embestidas, mis hermanas comenzaron a derramarse en mi recto. Una vez que hubieron finalizando, y haciendo gala de un control anal exquisito, me saqué sus pollas sin que se derramara una sola gota. Me agaché en cuclillas y deposité todo el contenido de mi recto en mi mano, para posteriormente comenzar a degustarlo golosamente con mi boca.

Esto fue el estímulo que mamá necesitaba. Mamá con los ojos cerrados y una expresión de placer intenso plasmada en su rostro comenzó a eyacular copiosamente, parecía una manguera que habían dejado abierta. Chorros y chorros de semen comenzaron a rellenar el recipiente, a tal punto que entre chorro y chorro tuvieron que cambiarlo porque el anterior ya se había llenado. La negra, con cara perpleja, no daba crédito a sus ojos, y su polla comenzó a perder tamaño cada vez más rápido. En un movimiento desafortunado, el dildo que taladraba su culo se salió, y por más que lo intentó, no pudo volver a metérselo.

  • ¡Tiempo! – gritó el juez al tiempo que golpeaba la campana y detenía su cronómetro.

Sin darme tiempo a tragarme la leche, corrí a abrazara a mamá, y en un arranque de emoción le di un gran beso en mi boca. Mis mejillas, abarrotadas de la leche de mis hermanas extraída de mi culo, comenzaron a derramarse en la boca de mamá, y nos fundimos en un profundo beso en el que intercambiamos los fluídos de mis hermanas. Tragando toda la leche que había depositado en su boca, mamá finalmente abrió los ojos.

  • Te quiero mucho, hija mía – me dijo con lágrimas en los ojos.
  • Y yo a ti, mami.