Extraña condición médica - Campeonato de ordeño 1

Isa y su madre Giovanna se preparan para un gran acontecimiento, donde su pericia para follar y las cualidades del culo de Isa y de la verga de su madre serán puestas a prueba.

Extraña condición médica - El campeonato de ordeño 1: Los preparativos

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Cada dos años, durante el mes de julio, se celebra la fiesta más grande e importante de la gran familia futanari: el Futafest. El de este año tiene un significado especialmente importante para mi familia, ya que se celebra en las afueras de nuestra ciudad. Los Futafest suelen realizarse en granjas agrícolas y ganaderas, con grandes extensiones de terreno para mantenerse alejado de los curiosos.

Al celebrarse este año en nuestra ciudad, mi mamá y yo decidimos tomárnoslo muy en serio y comenzar a practicar y entrenar con mucho tiempo de anticipación. La principal atracción de los Futafest son las dos competencias principales en las que se divide el reconocido "Campeonato de Ordeño". La primera modalidad, la de "Producción" se refiere a la cantidad de leche que una futanari puede producir, bien sea por la verga o por las tetas. La segunda modalidad, conocida como "Recolección", se enfoca en cuánta leche puede extraer una futanari en un determinado plazo de tiempo, sin utilizar nunca las manos, solamente utilizando el culo, la boca y, en último extremo, el coño.

Por supuesto, mamá se inscribió en la modalidad de producción y yo, en la de recolección. Para poder participar, he estado prácticamente dos años entrenando, recibiendo vergas a diestra y siniestra por el culo, para poder adquirir una buena capacidad de dilatación y contracción anal, tanto para poder albergar pollas de cualquier calibre como para poder retener su lechada. El Futafest dura tres días. En el primer día ser realiza el campeonato de producción, el segundo día es de descanso, y el tercero es el de recolección. Por su vistosidad, el de recolección es el más esperado, ya que no todos los días se ven a decenas de mujeres con follando a diestra y siniestra a campo abierto.

Finalmente, llegó el tan esperado día. Dado que mamá necesitaba proveer la mayor cantidad de leche, durante los dos días previos no pudo alimentarnos a mi hermana Francis y a mí, tarea de la que se encargó mi hermana mayor Anna. La verga de Anna, a pesar de que aún no alcanza el tamaño de la de mamá, no es nada despreciable, y no me preocupó en lo más mínimo que fuera ella quien rellenara mi culo de carne durante esos dos días. Su leche tiene un sabor un poco más amargo, ya que todavía no alcanza la calidad de la de mamá, pero igual se la mamé con gusto. Mi hermana Francis es muy apática y no le llaman mucho la atención estas actividades. Hace unos años participó como recolectora, con unos resultados que dejaron mucho que desear. Este año, pretendo ser yo quien reivindique el nombre de la familia.

Me desperté temprano, pero el trajín en la casa aparentemente había comenzado ya. Mamá estaba de pie, completamente desnuda, y se había desenchufado de su cama especial, por lo que sus agujeros lucían deliciosamente abiertos, y su verga estaba completamente enhiesta. Estaba eligiendo el atuendo que iba a vestir en el viaje, ya que durante la competencia, la propia organización proporciona el atuendo a las participantes. El cuerpo de mamá es sencillamente espectacular, 1,85 metros de pura carne maciza, con unas tetas gigantes y un culo parado. Una minifalda roja de volantes y un top de licra a juego parecían los elegidos, junto a unas plataformas transparentes con tacones de 15 cm. Comenzó a vestirse, el top dejaba al aire el plano estómago de mamá, con su piercing en el ombligo, a la vez que la minifalda posibilitaba exhibir sus torneadas piernas y los tacones hacían que el culo se le parara aún más. Por la parte delantera de su falda, se proyectaba perpendicularmente hacia adelante su gran mástil de carne.

Como última prenda, mamá se colocó un "vergiere" rojo, especialmente confeccionado para la ocasión. El vergiere o "sujetaverga" como se le llama vulgarmente, es una prenda exclusiva de las mujeres futanari. Es una prenda íntima, que consta de un cilindro elaborado en tela, generalmente con encajes muy delicados, que se coloca por encima de la verga a modo de funda. El glande, por lo general, queda expuesto. Mediante dos cintas colocadas a cada extremo de las aberturas del cilindro, se amarra a una de las piernas. Su función, al igual que el brassiere, es sujetar. Mediante el vergiere, la verga queda completamente sujeta a la pierna. Gracias a la naturaleza de las vergas/clítoris de las futanari, es posible colocarla en posición vertical, paralela a la pierna, aún en su máximo estado de erección. De esta manera, y a menos que la verga sea excepcionalmente grande y se asome por el borde de la falda, las futanari podemos ir tranquilas, haciendo que nuestra verga pase completamente desapercibida.

Pero el problema está cuando la verga es descomunalmente grande y se asoma por debajo de la falda. A pesar de mi mamá se colocó un vergiere XXL, la cabeza de su verga quedaba al lado de la rodilla, asomándose por el borde de la falta. No puede usar pantalones, ya que la verga se notaría demasiado y haría parecer que tiene una pierna más gruesa que la otra. Mamá estaba completamente decidida a vestir la minifalda roja, por lo que tuvimos que idear una solución. La verga erecta, por obvias razones, no podía ir suelta. El vergiere no ayudaba mucho, ya que la falda apenas cubría una tercera parte de la verga. Por lo que la única solución, era amarrarla con el vergiere a la cintura, en posición completamente vertical y con el glande apuntando hacia arriba. De esta manera, la verga subía por encima del estómago, pasando por debajo del top, introduciéndose entre el canal de las tetas, para llegar casi hasta el cuello de mamá. Sujetarla allí no era ningún problema, ya que los pezones de mamá están anillados con dos piercings de aro. Con un aro más se unen ambos piercings y las tetas quedan "cerradas" para sujetar así la polla.

Era una imagen sencillamente espectacular. Si mamá quería, con sólo inclinar un poco la cabeza hacia abajo, podía mamar su propio glande. Claro que para salir a la calle había que tapar la parte de la verga que quedaba al descubierto sobre el ombligo, así como el glande que asomaba por el escote del top. Un suéter holgado, a pesar del rechazo inicial de mamá, era la única solución. Un gran plug anal de color negro y una ristra de bolas vaginales completaban el atuendo. Resuelto el problema del atuendo de mamá, le di un beso en la cabeza de la verga y me dirigí al cuarto de mi hermana Anna.

Según órdenes de la doctora Paloma, tenía que insertarme por lo menos un supositorio diario, para atenuar la picazón que siento en el recto. Según sus instrucciones, el supositorio tiene que ser insertado por una buena verga, para que luego mediante la fricción del mete y saca anal y una buena eyaculación en el interior del recto, el supositorio se deshaga y cumpla su función. Al estar mamá inhabilitada para culearme debido a la competencia, la verga que le sigue es la de mi hermana Anna.

Entre al cuarto de mi hermana Anna y también la encontré vistiéndose. Anna es del tipo ejecutiva, y siempre va impecable y elegantemente vestida. A pesar de que había elegido ser Ama de casa, había terminado en la Universidad la carrera de Derecho. Tenía puesto ya un corpiño de encaje negro, con un liguero a juego, y la próxima prenda era un elegante vergiere negro de seda. Sobre su cama se encontraba un sobrio traje taller de dos piezas. Su verga permanecía en reposo, colgando entre sus piernas, por lo que la ocasión era más que propicia.

  • ¡Hola Anna! – la saludé.
  • Hola, Isa ¿te puedo ayudar en algo? – respondió sin el más mínimo asomo de simpatía. La relación entre ella y yo definitivamente no es la mejor.
  • La verdad sí, aprovechando sobre todo que no has terminado de vestirte – apunté.
  • ¿Qué será?
  • Sabes que la doctora Paloma me recetó estos supositorios para la picazón del recto, y como la verga de mamá no está disponible en estos momentos, necesito que seas tu quien me la meta por el culo.
  • Bueno, pero rápido que me tengo que terminar de vestir.

Dicho esto, me coloqué en cuatro patas con el culo en pompa en el borde de la cama de mi hermana, y con ambas manos me abrí las nalgas.

  • Creo que primero hay que sacar esto, ¿no? – dijo Anna.
  • ¡Uy, que descuido!, lo que pasa es que estoy tan acostumbrada a dormir con mis bolas anales que se me olvida que las llevo puestas. ¿Podrías hacerme el favor, hermanita? – y me abrí aún más los cachetes del culo.

Con poca delicadeza, Anna tiró de la argolla y poco a poco fue extrayendo las cinco bolas anales que se encontraban alojadas en mi recto. Una vez que fui vaciada por dentro, Anna me introdujo el supositorio para luego volver a rellenarme, esta vez con sus casi 30 cm. de deliciosa carne. No hizo falta mucho bombeo, y luego de unas cuantas embestidas acabó dentro de mi culo.

  • Muchas gracias, hermanita – dije aún en cuatro.
  • De nada – respondió Anna, sacándome la flácida polla del recto.
  • Un último favor.
  • ¿Y ahora qué?
  • Puedes buscar a Tito, mi plug anal, en mi cuarto y ensartármelo, es que no quiero que se me salga la leche que me echaste en el culo.
  • ¡Puffff! – exclamó Anna con sincero fastidio.

Una vez que salí del cuarto de mi hermana con mi feliz culito lleno de leche y taponado por mi fiel Tito, procedí a vestirme. Elegí un vestido floreado, con mucho vuelo y aireado, perfecto para ir al campo. Unas botas vaqueras y mi fiel Tito en el culo completaban mi atuendo. ¿Para qué llevar ropa interior a un sitio donde voy a estar follando durante tres días seguidos? Por su parte, mi hermana Francis llevaba un short de jean y una blusa de tirantes. Ya estábamos listas las cuatro para partir.

Evitando en la medida de lo posible el ser vistas en el edificio, ya saben, para evitar comentarios, llegamos al estacionamiento y nos montamos en el coche de Anna. El coche de Anna es un Mercedes espectacular, fruto de sus anteriores años como abogado en un prestigioso buffet. Pero lo más especial del carro no es su marca, sino ciertos artilugios "especiales", entre los que destaca el que se encuentra en el asiento del conductor. En pleno asiento, y disimulada por el forro que lo cubre, se encuentra una larga abertura de la que, mediante un botón emerge un aparato, conformado por dos grandes dildos de color negro en la parte trasera, y un brazo mecánico en la delantera, similar al que tiene mamá en su cama especial. Ambos mecanismos se mueven en sincronía, entrando y saliendo los dildos del coño y culo del conductor, a medida que la bomba le masturba la verga. De esta manera, endiñándose los respectivos dildos por el coño y el culo, y colocándose el arnés de la bomba de pajeo, Anna encendió el coche y partimos rumbo a nuestro destino.

Yo iba en el asiento trasero junto con mi hermana Francis, y mamá iba de copiloto. Ni bien había arrancado el coche, mamá se había despojado de su suéter alegando calor. Distraídamente al principio, pero con más decisión cada vez, mamá empezó a pasar su deliciosa lengua anillada por la cabeza de su verga, para luego pasar sin ningún disimulo a mamarse su propio glande.

Yo iba un poco aburrida atrás con mi hermana Francis, quien iba ensimismada con su Ipod escuchando música. Decidí tomar cartas en el asunto.

  • Francis... – dije sin obtener respuesta - ¡Francis! – exclamé una vez más, sacudiéndola por el hombro.
  • ¿Qué pasa, que quieres? – dijo Francis con evidente fastidio, quitándose los auriculares.
  • Estoy aburrida, y todavía falta mucho para que lleguemos.
  • ¿Y que quieres que haga yo para entretenerte? No soy un payaso de circo – respondió chocante.
  • No sé, podrías ayudarme a practicar un poco antes de la competencia.
  • Si no lo hago, no me dejarás en paz durante todo el viaje, ¿verdad? – respondió ella.
  • Sabes que no – respondí con una amplia sonrisa, quitando un poco de tensión al asunto.

Francis, que sabía a donde yo quería llegar, se bajó los shorts de jean, para dejar su polla al aire. La polla de Francis no es muy grande, alcanzará los 15 cm. si acaso, pero para distraerme durante el viaje era más que suficiente. Así que comencé a mamársela delicadamente, al tiempo que introducía dos dedos de una mano en su coño y dos dedos de la otra en su culo. No aguanto mi hermana este trote durante mucho tiempo, y a los quince minutos ya estaba descargando la primera carga de leche en mi boca. Tragué todo sin dejar escapar una gota, y seguí mamando para volver a ponerla dura lo más pronto posible.

Una vez que estuvo lo suficientemente erecta, me dí la vuelta, dándole la espalda a mi hermana, y la hice sentarse en el centro del asiento trasero. Me levanté el vestido, y con una mano me abrí el culo para sacarme a Tito, mientras que con la otra tome su polla y me la introduje en mi ano de un sólo empujón. Para poder tener más impulso, agarre con cada mano los reposa-cabezas de los asientos delanteros de mamá y Anna.

Eramos una estampa: mamá recostada en su asiento, chupando su glande sin apenas bajar la cabeza; Anna con dos dildos taladrándole coño y culo al mismo tiempo que la bomba mecánica le pajea la verga de casi 30 cm.; y en el asiento de atrás, mi hermana Francis perforándome el culo a conciencia mientras yo me daba unos ricos sentones sobre su polla, sin siquiera levantarme el vestido. Menuda sorpresa se hubiera llevado un fiscal de tránsito de habernos detenido. Poco antes de llegar, Francis descargó toda su carga en mi culito, aunque no llegué a desmontarla nunca, ya que me encanta sentir una buena polla en mi culo mientras se pueda.

En esta guisa llegamos finalmente a la finca, nos estacionamos y recomponiendo un poco nuestras vestimentas, salimos del coche. Mamá insistió en no volver a colocarse el suéter, para de esta manera poder exhibir su poderosa verga e intimidar a las demás contrincantes.