Extraña condición médica – Aventura en la disco 1

La verga de la madre de Isa ha disminuido considerablemente su producción de leche, por lo que Isa, tan servicial como siempre, decide ayudarla, utilizando su mejor herramienta: su culo hambriento.

Extraña condición médica – Aventura en la disco 1

Para comprender este relato, es necesario leer las entregas anteriores o, cuando menos, la introducción.

Había decidido desayunar temprano hoy, para poder encontrarme con Daniela y salir a hacer de las nuestras lo más pronto posible y que nos rindiera el día. Hacía pocos días había terminado con mi novio Tyron, motivado a unos celos estúpidos por su parte ya que no toleraba que me hubiera tatuado el ano, y mucho menos con la frase "Depósito público de semen" alrededor. Nunca le oculté lo que yo era, una puta caliente cuyo ano necesita ser penetrado permanentemente, así que me parecía bastante tonto de su parte el que se molestara por ello. Desde ese momento, la "amistad" entre Daniela y yo se había visto reforzada, y aunque nunca habíamos llegado a admitir nuestra relación más allá de la amistad, era evidente que éramos mucho más que simplemente amigas. No soy lesbiana, ni tampoco Dani, pero el que estemos follando a diestra y siniestra puede dar pie a esa interpretación. Nada más de pensar en mi culo y coño penetrados sin piedad por su consolador doble hace que mi coño haga aguas y me empiece a picar el culo.

Me encontraba pensando en todo esto mientras desayunaba, en posición de 69 con la gran verga de mamá en mi boca llegándome casi hasta el fondo de la garganta. Era temprano, y mamá recién empezaba a despertarse cuando sintió la calidez de mi boca abarcando el tronco de su caliente cipote. Su verga, siempre erecta, no tardó en derramarse dentro de mí, y saboree cada gota de su dulce néctar lechoso.

Pero algo no estaba bien. Las corridas de mamá suelen ser especialmente abundantes, y en ocasiones, nada más el primer chorro me llega directo al estómago. Esta vez, apenas unas tímidas gotitas escapaban de su meato.

¿Qué ocurre, mami? – le pregunté - ¿Por qué tan poquita leche?

Ay Isa, tenemos un problema grave – me respondió con una seriedad bastante inusual.

¿Problema?

Si Isa. La producción de leche de mi verga está disminuyendo drásticamente. No quería reclamarte nada, pero la culpa es principalmente tuya y de tus hermanas.

Como he explicado anteriormente (véase especialmente la "Introducción") tanto mi madre como mis hermanas y yo sufrimos de una condición médica bastante extraña conocida como "futanarismo". Uno de los efectos derivados de esta condición es que solamente nos alimentamos de la leche extraída tanto de la verga como de las tetas de nuestra madre. Por consecuencia, para que ella pueda producir suficiente leche para alimentarnos es necesario que ella también esté bien alimentada, y la única manera de hacerlo es consiguiendo suficiente leche extraída de la mayor cantidad de vergas posibles. Mi culo está bastante entrenado para eso y por lo general es de allí de donde proviene el principal alimento de mamá.

En los últimos días, tanto la relación con mi ex-novio Tyron como con mi "amiga" Daniela había consumido la mayor parte de mi tiempo, y mi culo había dejado de ordeñar vergas de machos y mamá de recibir su respectiva ración de semen. Por otra parte, mis hermanas cada vez se comportaban más extrañamente. Ellas nunca habían sido asiduas recolectoras de leche para alimentar a mamá, pero en los últimos días, apenas se las veía por la casa. Anna parecía estar tramando algo, y Francis, cada día era más apática.

¿Culpa mía? – le pregunté a mamá, aunque ya sabía la respuesta.

Sí Isa, tuya principalmente. Sabes que tu culo era mi principal proveedor de alimentos, y desde que has dejado de follar por el culo con cuanto hombre ves, mi alimentación ha desmejorado.

¿Y qué pasa con Anna y Francis? – la interrogué, aunque también ya sabía la respuesta - ¿O es que a ellas no les enseñaste a follar por el culo como a mí? – le dije con un sarcasmo involuntario.

Con ellas no cuento, Isa. Desgraciadamente ellas no son tan putas como tú, y a veces hasta pareciera que no les gusta sentir una buena barra de carne caliente rellenando sus intestinos.

¿Y entonces cómo hacemos?

Sabes que la única solución es que tú salgas a que te llenen el culo de leche.

No es que me molestara en lo más mínimo que me "llenen el culo de leche", por el contrario, me fascina, pero ya había hecho planes con Daniela para disfrutar de una buena sesión tortillera.

Está bien, mami, por ti lo haré – acepté – Voy a salir esta noche a conseguirte la mayor cantidad de leche posible.

Gracias, mi amor – me dijo al tiempo que jugueteaba con su lenguita en mi ano. En retribución, le comencé a dar una segunda mamada, aunque sabía que ya no era mucho lo que podía extraer de su verga.

Apenas desmonté a mamá, me dirigí a llamar a Daniela.

Hola Dani – la saludé bastante, resignada.

Hola Isa. ¿Qué ocurre, te noto preocupada? – me respondió.

Es mamá, Dani, su verga está casi seca – le expliqué.

Eso es un problema, Isa ¿Y qué piensas hacer?

La única solución es conseguir la mayor cantidad de vergas posible y que se corran dentro de mi culo. ¿Tenías algún plan pensado para nosotras hoy?

Pues la verdad, te iba a proponer ir a una discoteca en la noche a bailar un rato.

Me encantaría Dani, pero parece que tengo trabajo.

Hmmmm... Pero hay una tercera opción – me dijo pensativamente – podríamos hacer las dos cosas, ira a la disco y ver si allí consigues suficientes vergas.

¡Dani! – exclamé - ¡Eso es perfecto! ¡Por eso es que te amo! – le dije con demasiada sinceridad.

¡Jajajajajaja! Yo también te amo, pequeña putita.

Tan pronto colgué con Dani corrí a mi cuarto para comenzar a prepararme para la noche de diversión que íbamos a tener. Para la velada, elegí un vestido de tirantes, azul brillante y bastante ceñido, cuyo largo apenas alcanzaba a cubrir el inicio de mis nalgas. Me maquillé acorde para la ocasión, como una buena puta, y me calcé unas sandalias plateadas de tacón bastante alto.

A eso de las 7 llamé un taxi para pasar buscando a Daniela por su casa. Puntualmente, se encontraba en la entrada de su edificio, vestida con un minivestido de lentejuelas plateado con un gran escote y unas sandalias negras de tacón. Estaba preciosa.

Durante todo el viaje en taxi no dejamos de magrearnos, estuvimos besándonos y metiéndonos mano todo el rato. El taxista no apartaba su mirada del retrovisor, y varias veces estuvimos a punto de chocar por andar él más pendiente de nosotras que de la carretera. Por supuesto, no nos habíamos colocado ropa interior, así que mi dedito entrando y saliendo sin ningún impedimento del chorreante coño de Dani debía ser una visión bastante excitante para el pobre conductor.

Llegamos al sitio y descendimos del carro, no sin antes darle una buena propina a tan amable chofer. Una mamada a dos bocas lo debe haber dejado satisfecho por bastante tiempo.

Había una fila larguísima para entrar en la discoteca, pero nada más vernos y ver nuestro delicioso aspecto, el "gorila" que hacía las veces de portero nos llamó para que entráramos.

Pasen por aquí, preciosas – nos dijo con una voz gutural.

Muchas gracias, guapo – le respondí, dedicándole un apretón con mi mano en su paquete, a lo que respondió con un ligero apretón en una de mis nalgas.

Nada más entrar, nos dirigimos a la barra, para ordenar un par de bebidas que nos pusieran "a punto". Al ser una noche normal en lugar de "ladies night", había predominancia de hombres, por lo que Daniela y yo llamábamos bastante la atención, en gran parte por nuestros atrevidos atuendos y nuestro desinhibido carácter.

Nos bebimos un par de tragos y nos dirigimos, tomadas de la mano, al centro de la pista de baile. Había bastante gente, pero nuestro sexual magnetismo hacía que nos fueran abriendo paso.

Comenzamos a bailar sensualmente abrazadas, y nuestras manos se deslizaban por el cuerpo de la otra. Yo tenía a Daniela agarrada por la cintura, mientras ella sobaba mis nalgas por encima del vestido, nos besábamos eróticamente con las lenguas jugueteando en nuestras bocas. Daniela subió fugazmente mi vestido, y al no llevar ropa interior, mi culo quedó a la intemperie por un segundo, lo que bastó para que gran parte de los asistentes comenzaran a arremolinarse alrededor nuestro para ver el espectáculo más de cerca.

Subí mis manos desde su cintura por delante, hasta llegar a sus hermosos pechos, los cuales comencé a amasar. Ella se deshizo de mi lengua y comenzó a lamerme el cuello, sin soltarme las nalgas. Yo estaba al borde, eché mi cabeza hacia atrás y con los ojos cerrados solté un gemido de placer. Los pezones de Daniela ya estaban bastante endurecidos, por lo que comencé a pellizcarlos indiscriminadamente.

Subiendo por mi cuello, llegó con su lengua a mi oreja, susurrándome levemente en el oído.

Vamos a encender esta fiesta como debe ser, putita mía – me dijo. Yo solo atiné a responder con otro gemido.

Me soltó las nalgas y me tomó de la mano. El "público" masculino, que ya se estaba caldeando bastante, comenzó a reclamar nuestra presencia, pensando que habíamos decidido irnos del local, pero pronto comenzaron a ovacionarnos cuando llegamos a la barra y Daniela me indicó que me subiera en ella.

Vamos Isa, hay que darles lo que quieren.

Cuatro amables caballeros nos ayudaron a subirnos a la barra, sin perder ninguna oportunidad de sobar nuestras redondeces.

Una vez que nos subimos en la barra, continuamos con nuestro sensual baile, pero esta vez lo llevamos un poco más allá. Ya sin ningún pudor, comenzamos a meternos mano descaradamente, y nuestros culos completamente desnudos proporcionaban un espectáculo sin igual. Para este momento, la mayoría de las mujeres heterosexuales, indignadas por el show erótico, habían abandonado el local, y lo que quedaba era una jauría de hombres hambrientos de sexo que aullaban a nuestro alrededor.

Daniela no perdía ocasión de sobarme las nalgas, y levantando mi vestido, comenzó a deleitarse con la raja de mi culo. Yo por mi parte, opté por sacarle las tetas por encima de su vestido, y literalmente me dediqué a devorarle los pezones que estaban erectos a más no poder.

Los hombres que estaban debajo de nosotras, alzaban sus manos para intentar tocar lo que pudiesen, pero dada la altura de la barra, no alcanzaban más allá de nuestros muslos.

Llevada por la lujuria, Daniela me hizo darme la vuelta y con ambas manos, me abrió los cachetes de mi culo y comenzó a lamerme el ano descaradamente. Para hacer esto tuvo que agacharse, lo que aprovecharon los machos lujuriosos para meterle sus dedos en ambos orificios y sobarle los melones a conciencia.

Yo estaba que no aguantaba más, y la proximidad de un orgasmo hizo que tuviera que agacharme y colocarme en cuatro patas para evitar caerme de la barra. Tratando de maniobrar con todas las manos que la aprisionaban, Daniela logró que me colocara de manera que mi culo apuntara directamente hacia el "público". Más de uno se quedó atónito cuando pudieron leer, en mi ano completamente abierto y hambriento, la inscripción "Depósito público de semen". Al leer esto, comenzaron a vitorearme y a gritarme toda clase de obscenidades. Por si fuera poco, Daniela los alentaba.

¿Ven este delicioso culo? – gritaba – ¡Lean lo que dice aquí! ¡Es un depósito público de leche de macho! – gritaba mientras me abría los cachetes del culo al máximo.

Por toda respuesta, obtuvo una sonora gritería.

¡Este culo está abierto para quien quiera follárselo! ¡Vengan para que dejen su leche caliente dentro de él! – decía al tiempo que introducía dos dedos de cada mano en mi ano y lo tensaba al máximo.

Una gritería, aún mayor si cabe, respaldaba todo lo que Daniela decía.

¡Vamos todos al baño de hombres!

No había Daniela terminado de decir esto cuando lo que parecía un millón de manos nos tomaron y nos levantaron en vilo desde la barra, para colocarnos en el piso.