Extracto N°1 de mi autobiografía. Cuando era gay..
Es un relato que describe mi inicio en la homosexualidad, en una época que yo aun era ingenuo en la materia.
La historia de mi vida gay, bisexual y Travesti.
Basada en hechos reales, contiene escenas de sexo.
Empezaré publicando en la sección gay, y conforme llegue a la parte Travesti seguiré publicando en la sección trans.
Cambié los nombres de los personajes para proteger su identidad.
Comienzo.
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Mis primeros pasos como gay, sin saberlo.
Mi entorno, para ese momento era el siguiente;
La mayoría del tiempo de mi vida se desarrolló en una zona en las afueras de la ciudad de Caracas, montañosa, aislada y con un reducido grupo de amistades.
la mayoría de los vecinos eran germano parlantes con mentalidad muy conservadora y el resto personas europeas de orígenes diversos y algunos latinoamericanos con remotos orígenes europeos.
Mi familia era muy corta, porque solo éramos mi mamá, mi papá y yo.
Éramos bastante conservadores aunque no religiosos fanáticos.
Mi educación hasta el momento de mi 1a. comunión fue relativamente católica, pero pasado ese punto más nunca practiqué religión alguna.
Fui educado en colegios privados mixtos, es decir con hembras y varones.
Un día, a los 10 o 11 años descubrí que me daba placer, además de curiosidad, insertar mis dedos en mi ano y experimentaba con objetos pequeños los cuales me introducía.
A la edad de aproximadamente 13 o 14 años, ya con la pubertad comenzando, empecé a hacer nuevas amistades.
Entre mis amigos varones siempre fui el más atrasado en su desarrollo físico, y a esa edad era completamente lampiño.
Éramos un grupo de amigos varones, qué todos estábamos en el mismo rango de edad, y como todos estábamos en desarrollo, frecuentemente nuestra temática era el sexo, eventualmente nos reuníamos para masturbarnos, cada uno a sí mismo, en alguno de los lugares lugares silvestres escondidos y discretos, que nuestra zona montañosa proveía.
Entre este grupo de amigos habíamos 3 que teníamos un trato algo más cercano y éramos discretos con respecto al resto del grupo.
El primero que voy a describir, lo llamaré Pepe.
Pepe era un chico blanco, de cabello negro ondulado, nariz delgada, algo aguileña y de estatura mediana, delgado y bien parecido.
Era el único de nosotros que estudiaba en una escuela pública, y de esa manera, aparentemente tenía más información sobre sexo que el resto de nosotros.
El segundo chico que voy a describir, lo voy a llamar Camilo.
Camilo era un chico de mediana estatura, de tez blanca y cabello rubio lacio, nariz algo ancha y grandes ojos azules.
Tenía un cuerpo un poquito más relleno y un buen trasero.
Finalmente me voy a describir yo mismo, para ese entonces yo era alto, muy delgado, muy poco musculado, de tez blanca y cabello castaño claro lacio, hasta los hombros, nariz delgada y respingona.
Ninguno de nosotros presentaba vello corporal en ninguna parte, salvo unos finísimos vellos que apenas se notaban, eramos pues, completamente lampiños.
Considerandolo, desde el punto de vista de hoy en día, para entonces todos éramos unos novatos en materia de sexo, nuestros conocimientos eran mas mitos urbanos que ciencia cierta, y no habíamos visto nunca una película porno.
Las únicas chicas desnudas que habíamos visto, eran en revistas, que los dueños de quioscos, inescrupulosos accedían a vendernos.
Tampoco se había inventado el internet ni las computadoras personales.
El que quería ver una película porno, la tenía que ir a ver a un cine, y te pedían identificación para verificar que tuvieses 21 o más años, o comprar una película muda en Super 8 que las tenias que pedir por correspondencia.
Ciertamente yo no sabía nada sobre homosexualidad, transexualidad, lesbianismo, ni nada parecido, y la única información oficial sobre sexo que yo tenía era que una mujer y un hombre tenían coito para concebir hijos.
Mi aspecto nunca fue el de un macho alfa, las chicas no sé fijaban en mí y mis conocimientos sobre el enamoramiento de una chica eran nulos.
Solamente se me acercaban cuando necesitaban algo, así que no tenía ninguna novia ni nada parecido.
Un día estábamos Pepe, y yo jugando en el jardín de su casa, anexo a ese jardín había una casa en construcción la cual usábamos para nuestros juegos y para reunirnos con más privacidad a hablar de ciertos temas.
Nos habíamos cansado de estar al sol y decidimos entrar a esa casa, cuándo Pepe me pregunta si alguna vez "se lo había metido a alguien"?
Yo le respondí que no y entonces él me comenta: Vamos a meterselo a Camilo, que el se deja.
Ese comentario me sorprendió mucho, era algo que estaba fuera de mis conocimientos y nunca había oído que se podía tener relaciones con otro hombre.
Yo: No vale, no te creo.
El: Vamos a buscarlo y vas a ver.
Seguidamente fuimos a buscar a Camilo que vivía en la casa de al lado, y nos reunimos en la casa en construcción del jardín de la casa de Pepe.
Seguidamente Pepe hablo con Camilo y lo convenció de que se bajara los shorts e interiores.
Cuándo Camilo se bajó los shorts aparecieron unas grandes blancas y esponjosas nalgas.
Los demás, cómo éramos delgados, teniamos las nalgas flacas.
Pepe se masturbo un poco para tener una erección, y seguidamente procedió a penetrar a Camilo sin más preámbulo ni lubricación alguna.
El pobre Camilo chillaba y lloraba del dolor, de modo que ese momento no duró mucho.
Después era mi turno, pero no pude penetrarlo por lo estrecho y apretado que era, además no tenia ninguna experiencia haciéndolo, y yo no quería causarle dolor a Camilo.
Sin embargo este momento marcó el inicio de mi vida sexual y me di cuenta qué no solamente se puede tener relaciones con el sexo opuesto.
Pasó el tiempo y nuevamente intentamos tener un coito con Camilo.
Esta vez Pepe lo penetró con más fuerza y de un solo empujón, desgarrandole el esfínter al pobre Camilo, el cual lloraba del dolor mientras derramaba sangre de su ano.
Yo me asusté mucho cuando vi eso, y una vez vestido Camilo, me lo llevé a uno de esos sitios escondidos y silvestres de nuestra zona.
Corrí a mi casa a buscar algunas cosas del gabinete de primeros auxilios, cómo era el caso de agua oxigenada, mercurio cromo y motas de algodón para curarle su esfínter al pobre Camilo, y que no llegára a su casa sangrando.
Cuando estaba revisando el gabinete de primeros auxilios, vi unos supositorios, qué mi mamá a veces me ponía cuando estaba enfermo, y en ese momento recordé qué antes de ponermelos me untaba con vaselina, para que no me doliera su introducción.
Regresé a nuestro sitio silvestre y escondido, y le curé su esfínter a Camilo.
En ese momento le comenté lo de los supositorios y la vaselina y le sugerí que podríamos utilizarla en su culito en una próxima vez qué fuésemos a intentar la penetración, que seguramente sería más fácil y menos doloroso.
Obviamente, y por el dolor sufrido, Camilo estaba reacio y negaba la posibilidad de que volviese a ocurrir.
Habían transcurrido un par de semanas y volví a tener un encuentro con Camilo, esta vez a solas sin Pepe, en uno de nuestros escondites silvestres, que era un pequeño claro, en medio de un grupo de bambúes.
Estaba buscándole conversación a Camilo, alusiva al sexo, pues, ya me había mordido el gusanito del sexo, y estábamos sentados lado a lado, en una de las banquetas, que habíamos hecho de troncos, alrededor de un espacio que usábamos para hacer fogatas y asar salchichas o malvaviscos.
Yo estaba provocándolo y mientras hablábamos, le dije para hacernos unas pajas, a lo que accedió.
Para hacernos esas pajas, nos sentamos en la banqueta, frente a frente.
Usábamos shorts cortos, en esa epoca estaban de moda, y uno podia sacar el pene por un costado, sin esfuerzo alguno.
Yo le rozaba su entrepierna como sin querer, con una de mis rodillas, y pronto el me imitaba, haciendo lo mismo.
Ahi estábamos, sentados en un tronco, frente a frente, pajeandonos y rozándonos las piernas, cada vez estábamos mas cerca y llegó el momento en que yo tenía una rodilla casi en sus huevos y el la suya en los míos.
Con mi mano izquierda, que tenía desocupada, le fuí recorriendo el exterior de su pierna y finalmente sus nalgas, por encima de la ropa, para excitarlo, y también deseaba tocarlas.
Esta vez también imitó lo que yo hacía, y prontamente nos recorríamos mutuamente con nuestras manos.
Al cabo de algunos minutos, ambos teníamos una buena erección, nuestros penes estaban como piedra, de lo duros.
Conforme aumentaba la excitación, nos tumbamos acostados en el piso, encima de una colchoneta vieja que ahí teniamos y nos acariciábamos nuestras nalgas y penes por encima de la ropa.
La situación se estaba calentando, y nuestras manos empezaron a acariciar debajo de la ropa, hasta que esta empezó a desplazarse, primero bajaron los shorts por nuestras piernas, luego salieron nuestras franelas y finalmente, entre toques y caricias, salieron nuestros interiores.
Ambos éramos novatos en la materia y nos estabamos explorando, la excitación era enorme y creciente.
Ya mis dedos estaban acariciando la rajita entre sus nalgas, pasando por su ano y haciendo un poco de presión sobre el, cada vez que lo recorría, a su vez el frotaba mi pene, y mis huevos, desde adelante hacia atrás, y a veces tocaba mi ano, discretamente.
Nuestra excitación ya llegaba a mil y no aguantabamos más, estábamos abrazados frente a frente, atrayendonos, apretandonos mutuamente las nalgas y frotando nuestros penes erectos
Había yo, tenido la precaución de traer conmigo el tarro de vaselina, asi que tomé una buena cantidad de vaselina con mi dedo índice, y se lo fui aplicando en toda su raja y su ano, mientras lo iba masajeando, a la vez que hacía presión, haciendo, movimientos circulares, y sentía como poco a poco, iba entrando, su ano me estaba dando paso.
Camilo estaba bien excitado y no había dado señales de dolor.
Transcurrido un tiempo, le indique a Camilo qué se pusiera en cuatro, tomé mas vaselina, puse bastante mas en su ano, y otro tanto en todo mi pene, para que todo quedará bien lubricado.
Esa vez la penetración sí se pudo realizar, al principio, Camilo sintió dolor, el cual se fue reduciendo pero sin desaparecer completamente, sin embargo a ambos nos llegó a parecer agradable, yo fuí aumentando mi ritmo, mientras lo fornicaba, le masturbaba su pene, hasta que finalmente, yo sentía unas cosquillas que nunca había sentido, y eran tan fuertes que tuve que parar, el me dijo que también las había sentido.
Quedamos de acuerdo ese día, que a ambos nos gustó lo que habíamos sentido.
No llegamos a un orgasmo, lo cual no sabíamos todavía que existía, ni habíamos escuchado esa palabra.
Ninguno de nosotros había eyaculado jamás.
Pero sin saberlo estabamos cerca.
Estabamos por conocer el maravilloso mundo de los orgasmos, y por su parte Camilo había vencido el umbral del dolor, llegando a tener una sensación placentera al ser penetrado.
Un nuevo mundo se abría ante nosotros y este fue el comienzo de una larga relación, que duró años y en la que dimos rienda suelta a nuestra imaginación y deséos.
... continuará...
NimphoSissy/TodoRelatos/23Oct2021