Éxtasis en Salamanca
¿Quién dice que ir de vacaciones con tus padres es aburrido?
Hacía cuatro años que, por motivos de trabajo de mis padres, no íbamos a Salamanca, lugar donde solíamos pasar casi todos los veranos. En esa bonita ciudad tenemos un precioso chalet, situado en las afueras, que unos parientes se encargaban de limpiar periódicamente para que no se deteriorara, ya que la mayor parte del tiempo estaba deshabitado.
Soy hijo único, me llamo Julio, y como decía, después de cuatro años volvimos a Salamanca, concretamente en el mes de Agosto, para pasar el verano. Por aquel entonces tenía 17 años, y me habían suspendido varias asignaturas en el instituto, o sea que, aunque yo no quería ir con ellos (tenía todas mis amistades en San Sebastián, ciudad donde vivimos, y además hacía dos semanas que salía con una chica) me obligaron a hacerlo, ya que decían que si me dejaban solo no estudiaría nada.
Por suerte me había llevado la consola de videojuegos, y me pasaba las horas entre los libros y el televisor. De vez en cuando me daba algún baño en la piscina, y cuando mis padres salían aprovechaba y me fumaba dos o tres porros. Insistí multitud de veces que por favor me dejasen volver a San Sebastián, que ya era mayorcito para tener que acompañarles a todos los sitios. Se negaron en rotundo.
Por las noches solía quedarme hasta bastante tarde despierto, bien viendo alguna peli o jugando a la consola. Mi habitación estaba pegada a la de mis padres y, a partir de la segunda noche, llamó mi atención los ruidos y sonidos que provenían de ella. Me hizo gracia comprobar que, sin duda, eran los sonidos de las enormes folladas que se pegaban los viejos. Era impactante escuchar los gemidos de placer de tu propia madre. A veces yo estaba viendo una película porno y de fondo se les escuchaba a ellos.
Esto comenzó a excitarme, y aunque nunca había fantaseado con mi madre, me gustaba masturbarme mientras tenía una oreja pegada a la pared y escuchaba como gozaba. Comencé a fijarme más en ella, además tenía la suerte de que mi habitación daba al césped de la piscina, así que por las tardes tenía el nuevo aliciente de mirarla a ella en bikini y me hacía grandiosas pajas viendo esas enormes tetas y culo. He de decir que muchas veces me había dado cuenta de como mis amigos le echaban alguna miradita, e incluso en una ocasión pillé a dos de ellos hablando en voz baja algo sobre ella. Debo admitir que, aunque esto me molestaba un poco, era normal ya que está bastante buenorra y a casi todos los adolescentes nos dan morbo las maduras.
Como os comentaba, empecé a fijarme en mi madre y a hacerme pajas a su salud. Se llama Manoli, y por aquel entonces tenía 42 años. Para los que seáis fanáticos de las tetas grandes, os diré que si se las vierais, os empalmaríais de inmediato. Son enormes, creo que usa la talla 130 de sujetador, algo caídas pero bastante firmes aún. El resto de su cuerpo tampoco tiene desperdicio. De cara es muy guapa, con algunas pecas, labios gruesos y pelo negro rizado que le llega casi hasta los hombros. Mide aproximadamente 1,70, y tiene un gran culo, macizo y bien puesto. Es bastante femenina y presta bastante atención a su cuidado personal. Raro es el día que sale sin maquillar, y eso que, repito, es muy guapa de cara. En cuanto a su personalidad, es bastante extrovertida y alegre, aunque tiene mucho carácter y sabe ponerse seria. Trabaja junto a mi padre en una importante empresa inmobiliaria de San Sebastián.
Mi padre, Paco, es tres años mayor que mamá y siempre nos hemos llevado muy bien. Esto no quiere decir que nunca me regañase, pero generalmente se mantenía al margen de todo y casi siempre era mi madre la que me echaba los sermones. Debo decir que siempre he sido un mal estudiante, de hecho no llegué a acabar el instituto. Una cosa que sí he compartido siempre con ellos es mi afición por el deporte, concretamente el ciclismo. A ambos les encanta, y yo a veces voy con ellos y hacemos largos trayectos incluso de más de 20 kilómetros. Por cierto, esto repercute en las preciosas piernas de ella, que se conservan jóvenes y vigorosas.
Un día, al poco rato de despertarme, me dirigí a darme un baño en la piscina antes de desayunar, y me llamó la atención ver un minúsculo bikini puesto sobre una de las hamacas, aún con las etiquetas puestas. Era de color negro, y tanto la parte de arriba como la de abajo eran pequeñísimas. Esas prendas no podían ser de otra persona que no fuera mi madre, y sólo imaginármela a ella con eso puesto hizo que mi polla se semi-empalmara. Por lo visto se lo acababa de comprar ya que habían estado toda la mañana de compras y llegaron justo antes de que yo me levantara. Me di un baño y luego me puse a estudiar en mi habitación.
No pude concentrarme en los libros y no hacía más que mirar hacia la ventana. Estaba deseando ver a mi maciza madre con el nuevo bikini puesto. Me sentía muy nervioso, y a la vez excitado. No paraba de preguntarme cómo era capaz de haber elegido ese modelito teniendo en cuenta que no estaban solos en casa, que dejaría ese culazo expuesto a las miradas de su hijo. La parte de abajo era tipo tanga, y la de arriba tan diminuta que dejaría ver la mitad de sus pechos. No tuve suerte y solo la vi salir a la piscina para coger el bikini y enseñárselo a mi padre, pero sin ponérselo.
Después de almorzar me fui de nuevo a mi habitación, me lié un porro y esperé junto a la ventana a que mi madre se decidiera a pegarse un baño y a tomar el sol. Pasaron treinta minutos y nada, así que encendí la consola de videojuegos y me puse a jugar pues estaba claro que estudiar no podía.
Por fin, escuché voces fuera en el césped y giré la cabeza hacia la ventana. Me quedé flipado y a los cinco segundos estaba con la polla en la mano, acariciándomela suavemente. No era para menos. Mi madre estaba allí, y no podía apartar la vista de esas tetazas que parecía que iban a romper la tela del bikini. Vi como salía de la piscina y se dirigía hacia la toalla. Al andar movía las caderas de manera sensual y el movimiento de sus muslos y pechos me calentaban un montón. Se tumbó mirando hacia arriba y ella misma se extendió crema bronceadora por el cuerpo. Tuve la ilusión de que por primera vez se decidiera a hacer topless pero no ocurrió.
Comencé a cascármela, con tal mala suerte que al poco tiempo y, sin yo esperarlo, se abrió la puerta de mi habitación y apareció mi viejo. Menudo corte, me había olvidado de echar el cerrojo y me cogió con la polla en la mano y las bermudas por las rodilllas. Ambos nos quedamos mirándonos y no dijimos nada. Mirando hacia otro lado me subí las bermudas y me encendí un cigarro. Estaba nervioso y muy avergonzado, no solo por que me había pillado haciéndome una macoca, sino porque estaba justo mirando hacia la ventana y esto era bastante sospechoso. Menudo corte que tu padre sepa que te la cascas viendo a su mujer, o sea a tu mami). Se había quedado sin tabaco y me pidió un cigarro. Comencé a comerme la cabeza pensando en si le diría algo a mi madre. Por suerte esto no ocurrió, y el resto del día transcurrió normal. Sobre las nueve de la noche me dí cuenta que no tenía más papel de fumar y salí a comprar. Allí cerca había una gasolinera con una tienda que vendía de todo. Mis padres aprovecharon y me encargaron unas cosillas. Cuando volví y entré en mi habitación, me dio la sensación como de si alguien hubiese estado allí mientras yo no estaba. Algunas cosas parecían estar movidas de sitio, y vi encima del video una cinta que antes estaba metida dentro. Pude comprobar que el mando a distancia también estaba en otro lugar y, no se porqué, me dio por pulsar Play y lo que vi en la pantalla me dejó alucinado.
En la imagen, estaba mi madre quitándose lentamente unas medias y con un diminuto sujetador negro. Miraba a la cámara y sacaba la lengua pasándola suavemente por sus labios. Se quedó únicamente con un sujetador. Me aseguré de que el cerrojo estaba puesto y empecé a meneármela, mi madre se masajeaba las tetas y el coño sin parar de mirar a la cámara. Después se tumbó con las piernas abiertas en la cama y se empezó a meter un consolador por el chocho. Menuda cara de puta ponía, eso me excitaba mucho. También se sacó las tetas por encima del sujetador y mi padre se acercó y sin soltar la cámara le pellizcaba los pezones y le acariciaba todo el cuerpo. Yo estaba sudando y calentísimo viendo esas imágenes, la polla parecía que me iba a reventar, mi capullo estaba entre rojo y morado y me pajeaba cada vez con más rapidez. Al cabo de un rato mi padre puso la cámara encima de la mesita de noche y le metió el nabo a mi madre en la boca. Le agarró de los pelos y se la folló por la boca con brusquedad, como si de una vulgar puta se tratara. Hicieron la postura del 69 y me fijé en que mi padre tenía un miembro enorme. Yo tengo una polla normalita (17 cm.), pero él debe rondar los 23 o 24 cm., os lo prometo. Mi madre movía la lengua y lamía el capullo en círculos y luego bajaba hasta los huevos, que los tenía muy gordos y peludos. La cuestión es que echaron un polvazo de locura y la guinda del pastel fue ver como él le depositaba toda la leche en los pechos, luego se los lamía y después la besó en la boca, pasándole toda la leche. En esos momentos, mi madre no se diferenciaba en nada de una actriz porno o de una puta. Bueno sí, y es que no cobraba, pero el trabajo lo hacía igual de bien. Me hice una paja de órdago y después salí a pasear por el campo hasta la hora de cenar. Por cierto, me queda por contaros cómo coño llegó esa cinta a mi video. La había dejado mi padre mientras yo estaba comprando, para que pudiera contemplar con tranquilidad a mi madre y que viera como follaban. Se había dado cuenta que por la tarde me estaba masturbando viéndola en la piscina, y sabía que me daba morbo follármela. De hecho pensaba que era normal, según me enteré más tarde. Dejé la cinta dentro del video y, durante el tiempo que estábamos cenando, el la volvió a coger ya que cuando volví a mi habitación no estaba. Menuda situación, ahora resultaba que al parecer a mi padre le gustaba exhibir a su esposa ¡a su propio hijo!. Esa noche, desde mi habitación volví a escuchar como follaban. Además, había frases que mi padre procuraba decir con un tono más alto para que yo pudiera enterarme. No paraba de decirle que estaba muy buena, que menudas tetas tenía, que todos los hombres le miraban las tetas y hasta su propio hijo. Los gemidos de ella eran cada vez más fuertes. Ni que decir que me hice un pajote de lujo escuchando estas cosas. Estuvieron hasta las tantas follando. Recuerdo que yo me acosté y aún seguían. Al día siguiente acompañé a mi padre a visitar a un amigo suyo y al parar en una cafetería a tomar unos refrescos comenzamos a hablar de mujeres por primera vez. Nunca había tenido tanta confianza con él como para hablar de tías, sin embargo él me dio pie ya que empezó a hacer comentarios sobre unas chicas de unos veinte años que estaban sentadas en una mesa cercana a la nuestra. La verdad es que estaban buenísimas, y por primera vez escuché a mi padre decirme cosas como "a esa me la follaba hasta reventarla". Por cierto no hizo ningún comentario acerca de lo de la cinta de video, ni de cuando me pilló masturbándome. En un momento dado, entró por la puerta y se dirigió a la barra una mujer que debía tener unos 50 años y que lucía una blusa con un enorme escote y no pude evitar fijarme en ella. Tenía cara de leona, de madura experta, y llevaba una falda bastante corta y unas botas altas. Mi padre se dio cuenta de como yo la miraba y comentó que la tía estaba muy buena, y también añadió "veo que te gustan las maduritas". En esos momentos me acordé de que tenía que llamar a mi novia, y cuando volví mi padre me preguntó que qué tal me iba con ella y también hizo alusión a su bonito cuerpo y me felicitó por tener tan buen gusto. Le dije que bien, además añadí que la tenía "bien domada". Él incluso se atrevió a decirme que tenía un maravilloso culo y "unas buenas tetas", así, textualmente. No me molestó que mi padre hiciera esos comentarios acerca de mi novia, sino todo lo contrario. Cuando volvimos a casa, mamá salía de la piscina y se acercó a nosotros y nos dio un beso a cada uno. Estaba radiante con ese bikini y la miré de arriba a abajo sin importar que mi padre se diera cuenta. ¡Qué suerte tiene este cabrón! pensé yo, refiriéndome a mi padre. Él podía disfrutar de ese cuerpo macizo y yo tenía que conformarme con pajas, al menos de momento, claro. Por la noche, antes de dormirme, estuve pensando en todo lo ocurrido. Recordé las conversaciones con mi padre sobre aquellas tías y lo que dijo de mi novia. Esa complicidad con él me tenía intrigado, y después de lo de la cinta yo no sabía hasta donde estaba dispuesto a llegar. Al siguiente día, mientras almorzábamos, mi madre propuso hacer una barbacoa en el jardín por la noche, así que a media tarde fuimos los tres a un centro comercial para comprar carbón, carne, bebidas, o sea lo típico para estas cosas. De vez en cuando, mi padre piropeaba a mi madre y luego me miraba a mí como para que yo también le dijera algo. No me atreví. Hubo un momento también en el que le pegó un cachete en el culo y luego me miró y dijo "¡qué buen culo tiene tu madre!". Ella no decía nada, solo sonreía, pero creo que se daba cuenta de mis miradas. Iba con un vestido de tirantes que le llegaba hasta las rodillas y unas sandalias deportivas. Pasamos por la zona de ropa femenina, concretamente por el pasillo de la ropa interior, ella se puso a mirar unos sujetadores y mi padre le sugirió que se comprara un tanga bastante insinuante color negro que había. Previamente me lo enseñó a mí, y lógicamente no supe que decirle. Ella lo miró durante unos minutos y al final se lo llevó. En mi mente me la imaginé con dicha prenda puesta y casi me empalmo.
Llegó la noche y mientras mi padre encendía el fuego, mi madre y yo nos dedicábamos a poner la mesa, a traer las bebidas y a cortar la carne. Hacía muy buena noche y tanto mi padre como yo íbamos en pantalón corto y sin camiseta. Mi madre llevaba un camisón de verano, muy cortito, color blanco. Debajo tenía puesto el bikini. Cuando metimos los primeros chuletones en la barbacoa, mi madre nos sirvió unas aceitunas para picar y unos tintos que nos bebimos con rapidez. Ya sabéis que en las barbacoas es típico beber tanto como comer, o incluso más. Aunque claro, muy diferente es estar entre amiguetes y otra cosa estar con tus viejos. Sin embargo, no habíamos empezado a comer aún y ya estábamos bastante contentillos. La cena transcurrió entre risas, abundante comida y vasos de tinto. Había muy "buen rollo" y mi padre no paraba de contar anéctodas y cosas graciosas con las que mi madre y yo nos partíamos de risa.
"Uff, qué rollo tener que recoger ahora todo esto", comentó mi madre.
"¿Recoger esto ahora? ¡ni de coña!, mañana ya tendremos tiempo, ahora lo que tenemos que hacer es bebernos tranquilamente unos whiskies y pegarnos un chapuzón en la piscina", respondió papá.
Total, que nos echamos unos cubatas y al poco tiempo, debido al acaloramiento que da el alcohol, mi madre se quitó el camisón quedándose en bikini. "¡umm qué buena está mi niña" dijo mi padre, y acto seguido le cogió el culo aprovechando que ella pasaba por delante nuestra para sentarse en una de las hamacas, justo a mi lado derecho. "Estate quieto, Paco, que está aquí el niño", dijo ella medio riéndose. La verdad es que recuerdo que cuando era más pequeño no me gustaba ver borrachos a mis padres, pero ahora estaba encantado. Debido a que yo estaba también bastante mareado, miraba constantemente a mi madre sin preocuparme ser demasiado descarado (que lo fui), fijándome más que nada en sus gordos melones y, cuando se levantaba, en su buen culo que estaba prácticamente al descubierto debido a que, como recordareis, la parte de abajo era tipo tanga.
"Bueno, ¿quién va a ser el primero que se mete en el agua?", dije yo.
"Aún no, yo además no sé si me bañaré. Vamos a echarnos otra copa y luego ya veremos", dijo mamá en un tono de voz que demostraba su semi embriaguez.
A los pocos minutos, mi padre le hizo un comentario a ella que me dejó atónito:
"Ahora lo que sentaría de puta madre es un porrito, ¿te acuerdas, Manoli, las risas que pasamos cuando tu hermano nos invitó a uno el año pasado?".
"Sí, es verdad, estaría bien fumarse uno ahora", dijo ella a la vez que ambos me miraban con una sonrisa algo sospechosa. Debían saber que yo tenía, por que al final rompieron en una carcajada y comenzaron a insistir en que sacara un trozo de hachís. Durante unos segundos no supe que hacer ni decir pero, al final, no sé ni como pude hacerlo, me dirigí a mi cuarto y volví con la grifa. No podía creer que me estuviera liando un porro con mis padres delante, pero así era, y además por petición de ellos. Papá fue el que tuvo el honor de encenderlo. Le dio seis o siete caladas y luego se lo pasó a mi vieja. Se lo fumaron casi entero, a mí únicamente me llegaron dos o tres caladas.
Mi padre y yo estábamos sentados en sillas, y mi madre justo en el centro, en una hamaca. Al final ella acabó tumbándose boca arriba y alargó el brazo para cogerle la mano a papá. Él se encontraba acariciándole suavemente la pierna derecha, le pasaba los dedos por los muslos, subía y bajaba, y llegaba hasta muy cerca de su coño. Seguíamos hablando sin embargo él cada vez prestaba menos atención a la conversación y se dedicaba a meterle mano a mamá. Todo parecía indicar que se estaban poniendo calientes por lo que pensé que pronto se marcharían a la cama, sin embargo no fue así.
Mi padre se sentó junto a mamá en la hamaca y permanecieron varios minutos besándose en la boca. Poco a poco, él fue acercando una de sus manos hacia la teta derecha de mamá, hasta que finalmente se la cogió y empezó a amasarla, pero por fuera del bikini. Era alucinante ver esto a apenas un metro y medio de distancia. Ella no decía nada, y eso que sabía que yo estaba allí. Mi mayor ilusión en esos momentos era que mi viejo se atreviera a sacarle la teta por fuera del bikini. La verdad es que por unos instantes pensé en si sería lo más correcto marcharme y dejar que disfrutaran con intimidad, pero la cachondez me superaba y esperaba que mi padre tuviera algún "caritativo" gesto conmigo.
A los cinco minutos, me fijé en como mamá acercaba su mano a la cintura de mi viejo y, para mi sorpresa, le metió la mano por dentro del bañador y le sacó la polla. Por primera vez en todo el rato, ella me miró a los ojos durante unos pocos segundos, con sonrisa lasciva, y acto seguido se puso a pajear la polla de mi padre. Yo no pude contenerme y empecé a acariciarme la polla y justo en ese momento, veo como mi viejo le saca ambas tetas y se pone a magrearlas mientras disfruta de la paja que ella le hacía. Era tope excitante ver la mano de mamá agarrando la verga de él, y observar como a la vez las manos de papá le estrujaban los melones. Me saqué la polla sin ningún tipo de reparo y comencé a cascármela. Papá hizo una pausa para quitarse por completo el bañador y luego se puso encima de mi madre. Lamió con pasión sus pechos, rodeaba con su lengua los pezones y luego los chupaba y saboreaba. Dedicó bastante tiempo a cada una de las tetas, y mientras, con su mano izquierda, le metía mano en el chocho por encima de la tela del bikini.
Mamá estaba espatarrada, con las piernas abiertas y siendo sobada por papá a la vez que ella le masturbaba la polla. Los dedos de él desaparecieron dentro del bikini, y ella comenzó a dar pequeños suspiros de placer. Al poco rato, papá fue acercando la polla hasta el chocho de ella y empezó a frotarla por toda la zona vaginal. Mamá tenía los ojos semicerrados y se le notaba muy sofocada. Comenzó a hacer movimientos con las caderas, para así sentir con más intensidad la polla caliente de mi viejo. Se miraron a los ojos, luego papá me miró a mí (prestando bastante atención, por cierto, a mi erecto rabo) y comenzó a penetrarla lentamente.
Me atreví a ponerme de pié y me acerqué un poco más a donde ellos estaban. Que delicia era ver esas enormes tetas botando y el movimiento de las caderas de papá al follársela. Cambiaron de postura, quedando ella boca abajo a cuatro patas sobre la hamaca. Sin parar de masturbarme, me situé justo detrás de su culo. Era espectacular ver desde tan cerca como la polla de mi padre entraba en su coño, y ver esos enormes y macizos cachetes moviéndose al compás de la follada. Que delicia. Que morbo. Menuda escena. De repente, mi padre va y me dice: Ponte a cascártela delante de la cara de tu madre, para que vea lo cachondo que se pone su hijo viéndola y la enorme polla que tiene. Lo hice al momento, y mi madre, que no paraba de gemir y tenía los ojos semicerrados, los abrió por completo y gimió con más intensidad al verme allí delante suya pelándomela. Deseé metérsela en la boca pero me contuve. Hasta que ellos no me lo pidieran, yo no haría nada. Papá cada vez se la follaba con más fuerza, y mamá a su vez movía el culo de manera que la polla le entrase más a fondo.
Al cabo de un buen rato, papá me hizo gestos para que me situara junto a él. Iba a correrse, lo iba a hacer sobre los cachetes del culo de ella y quería que yo hiciera lo mismo. Estuvo veinte o treinta segundos más follándosela y cuando vi que sacó la polla, aceleré el ritmo de mi mano y, como si lo hubiéramos ensayado, nos corrimos a la vez, depositando toda nuestra leche sobre los muslos, cachetes del culo y espalda de ella. En esos instantes fue cuando me di cuenta del enorme grosor del rabo de papá. De tamaño era normal, como la mía mas o menos, pero mucho más gorda. Sentí una extraña sensación por el cuerpo, me dieron ganas de agarrarle el cipote y sentirlo caliente en mi mano. Me dieron ganas de masturbarlo y saber qué se sentía al tocar una polla que no era la mía. Estuve a punto de lanzarme pero al final no tuve valor. Me metí en la piscina y me di un baño. Cuando salí, ellos ya no estaban.
Entré en casa y no los vi, o sea que se habían metido ya en la habitación. Me puse una peli porque no tenía sueño aún, aunque en verdad solo hacía pensar en lo que había visto hacía unos momentos. No se me quitaba de la cabeza la imagen de las tetas de mi madre siendo sobadas por papá, y su pequeño bikini que se metía por la raja del culo y dejaba ver sus espléndidas cachas. Decidí que la próxima vez que surgiera una situación similar, tendría que actuar. No es que pensara en meterle la polla directamente, pero por lo menos acariciar un poco su cuerpo. Me hice un par de pajas y me quedé dormido.
Al día siguiente estuve todo el día solo, ya que ellos salieron de compras y por la tarde-noche me llamaron por teléfono para decirme que iban a cenar en un restaurante. Me tiré el día a la bartola. Apenas estudié, y dediqué casi todo el tiempo a jugar a la consola, fumar porros y hacerme pajas. Regresaron casi a la una de la madrugada. En esos momentos yo estaba en el salón, y nada más entrar se percataron del olor a hachís que había por toda la casa. Pero ni mucho menos me regañaron, sino que me preguntaron si quedaba algo para ellos. Respondí afirmativamente y le di un trocito de hachis a papá para que se hiciera un canuto. Mamá trajo unas bebidas y al cabo de un rato estábamos como la noche anterior, o sea algo mareadillos. Sin cortarme un pelo, comenté lo bien que le quedaba el vestido a mamá. Era un vestido con tirantes y bastante cortito, de estos que se ponen las chicas en verano. Papá rápidamente corroboró mis comentarios y además añadió que le gustaba mucho el enorme escote y las curvas de los pechos. Ella se ruborizó, la verdad es que es algo tímida.
Mamá estaba sentada a mi derecha, y papá enfrente en otro sofá. Él se daba cuenta de cómo yo no paraba de mirarla y comenzó a hacer una serie de comentarios que la verdad me pusieron más cachondo de lo que ya estaba. Comentó lo cachonda que era en la coma y cuánto le gustaba que le tocaran y chuparan las tetas, así, con esas palabras. Creo que estas palabras no le gustaron mucho a ella, e hizo ademán de cortarlo en seco pero papá se acercó rápidamente viendo que le había molestado y se puso a besarla profundamente en la boca. Empezaron a meterse mano. Papá acarició la espalda de ella, recorrió también su cuello con la lengua y después comenzó a tocarle las tetas. Yo los observaba atentamente, y deseaba que volviera a ocurrir lo de la noche anterior. Y así fue, mi viejo no tardó en soltarle los tirantes del vestido y mamá quedó en sujetador, siendo sobada sin parar por las manos de él, que a la vez con la lengua no paraba de besarla, por ahora solo en la boca.
Se me salían los ojos de las órbitas viendo todo esto y me saqué la polla para empezar a tocármela. Papá me interrumpió, y con su mano llevó la mía hacia el cuerpo de mamá y la puso sobre uno de los grandes pechos de ella. Me puse algo nervioso, sin embargo era mayor mi excitación y comencé a acariciar la teta de mamá por encima del sujetador. Qué delicia sentir su gordo pezón a través de la tela. Ellos mientras tanto se besaban, y papá le tocaba también el otro pecho. De repente, un escalofrío recorre mi cuerpo, y siento una mano posarse en mi ingle, muy cerca de mi erecto miembro. Era la mano de papá, que poco a poco se acercó a mi rabo y lo cogió suavemente entre sus dedos. Mamá se fijó en lo que su marido hacía y noté en su rostro lo cachonda que se puso. Aproveché y empecé a meterle la punta de uno de mis dedos por debajo del sujetador. Mi dedo fue desapareciendo bajo la sensual prenda. Ahora ya no veía prácticamente nada del dedo, lo tenía todo dentro y lo moví despacito, se lo pasé por encima del pezón y por toda la superficie del pecho.
Ella había echado la cabeza hacia atrás y se mordía el labio inferior. Papá comenzó a pajearme y yo sentí un enorme placer y le saqué a mamá toda la teta por fuera del sujetador y empecé a lamérsela. Esto debió excitar mucho a mi viejo ya que comenzó a pajearme con mayor rapidez y con la otra mano le apartó hacia un lado el tanga y le metió dos dedos en el coño. Después le saqué la otra teta fuera y también la lamí. Sus pezones estaban tremendamente duros. Grandes, rojos y duros. Las aureolas, más oscuras, estaban hinchadas. A veces, papá me soltaba la polla para pasarme los dedos por los cojones. Sentir su mano, hacía que le comiera a ella las tetas con más ganas.
Las manos de mamá empezaron a buscar ávidamente la entrepierna de mi padre. Sobó su paquete con la mano abierta, a conciencia. No tardó mucho en sacarle la polla. Luego le apretó los huevos, subió hasta la polla e inició un movimiento similar al que mi padre hacía con la mía. Los tres estábamos a tope. En un momento dado, él le cogió la mano a mamá y la guió hasta mi polla. Entonces, mientras el le amasaba los pechos, ella comenzó a cascármela. No puedo describir con palabras lo que se siente cuando tu propia madre te hace una paja. Es increíble... sensacional. Mi padre le dijo algo a ella en el oído y luego se sentó en el sofá de enfrente y se puso a observarnos. Acto seguido, mi madre se arrodilló ante mí, y con aquella cara de vicio sacó su lengua y me la pasó despacito por todo el capullo, lo mojaba con saliva y seguía con su tarea. Lentamente fue lamiendo de arriba a abajo toda la polla. Miré a papá y se estaba haciendo una buena paja. Luego, mamá se dedicó a mis huevos. Abrió su boca y se metió uno en la boca, lo chupó e hizo lo propio con el otro. Después deslizó su lengua hacia el capullo para, una vez en él, abrir la boca y lamerlo con deseo. Todo me ponía a mil, pero creo que lo que más era ver la cara de viciosa, de glotona, de lasciva, de hembra sedienta de sexo que ponía mi vieja. Estaba como loca, mi polla le tocaba la garganta, desaparecía toda en su boca. Entraba y salía, entraba y salía.
Estaba a punto de correrme, así que le dije que parase, y le ayudé a ponerse de pie quedando el uno delante del otro, rozándonos pero casi sin tocarnos. Empecé a acariciar su espalda, con mis dos manos abiertas, y también pasé mis dedos por su cuello. Ella, mientras tanto, con una mano me hacía una lenta paja y con la otra sobaba mis huevos, me los sopesaba con su mano totalmente abierta, llegando con el dedo hasta mi culo, jugueteando alrededor de mi agujero anal...volviendo a subir después su mano hasta los huevos. Así estuvimos un rato hasta que mi padre se levantó y propuso que la follásemos los dos a la vez. Me tumbé en suelo, con la polla apuntando al techo, ella se sentó sobre mí y se la introdujo. Se echó un poco hacia delante dejando su culo en pompa, hecho que aprovechó mi viejo para pasarle la lengua por el culo, para lubricárselo. Cuando consideró que estaba bien blandito y mojadito, se la metió en el culo de un golpe de riñones. Ella gritaba, se tiraba de los pelos... Mientras tanto, yo notaba en mi polla el contacto de la de papá tras la pared vaginal. Eso hizo que me pusiese a mil.
Cambiamos de postura. Mi madre se puso a cuatro patas, yo se la metí por el culo mientras papá se la follaba por la boca. Así estuvimos un rato hasta que por la cara y movimientos de él, noté que estaba a punto de correrse. Unos segundos después vi. como de la boca de ella salía un poco de leche, un hilito de semen. Lo cogió con sus dedos y se lo volvió a meter en la boca. Yo seguía dándole las últimas embestidas antes de correrme. Mi madre siguió chupando y lamiendo su polla hasta que se la dejó limpia y brillante, se había tragado todo su semen, no dejó que nada se perdiese. Ante este espectáculo, no pude aguantar más, sentí como una descarga eléctrica me recorría toda la espina dorsal y dejé que mi leche saliese a borbotones por mi polla manchándole todo el culo. Fue realmente maravilloso, nunca había echado un polvo tan alucinante. Me incorporé y le agarré las tetas por detrás a la vez que le besé cuello y espalda. Ellos mientras tanto se dieron un buen morreo. Después, mamá giró la cabeza y metió su lengua en mi boca. Nos morreamos y entrelazamos nuestras lenguas durante el buen rato que duró el intenso beso. Sentí el aroma del semen de papá en su boca. Fue genial.
Mi padre le propuso a ella que se pusiera uno de los conjuntos de lencería que más le gustaba para que yo la viera. No tuvo que insistirle mucho porque mamá seguía tan caliente como nosotros. Se metió en el cuarto de baño para ponerse las insinuantes prendas, y cuando salió, se puso a andar lentamente de un lado a otro de la habitación, moviendo sensualmente las caderas. Llevaba unas bragas negras de encaje que dejaban su glorioso culazo al descubierto. Un liguero sujetaba sus medias negras de amplia malla, que descubrían sus largas y jamonas piernas realzadas por altos zapatos de estilete. Completaba su desnudo un minisujetador también de encaje negro semi-transparente, a través del cual se podía ver el contorno de las aureolas y los pezones marcados. Dicho sujetador cubría bien poco sus deliciosas tetorras. Las empujaba para arriba y las ponía respingonas, haciéndolas más apetecibles de lo que ya eran de por sí.
Observábamos a mamá sin mediar palabra, hasta que, sin esperarlo, sentí como papá me cogía la polla con su mano y comenzaba a pajearme. Respondí de la misma manera, es decir le cogí también la polla a él y lo masturbé. Sentir esa gorda polla en mi mano hizo que la mía se pusiese aún más dura. Hacíamos esto sin dejar de mirar el cuerpazo de mamá, que poco a poco se fue acercando hasta sentarse junto a nosotros en la cama. No perdía detalle de como su marido y su hijo se pajeaban mutuamente. Ella se excitó bastante y comenzó a tocarse el chocho por encima de las braguitas. Al ver esto decidí dedicarme con más pasión a la polla de papá y acerqué también mi otra mano a su entrepierna para acariciarle los huevos y sobarle mejor su miembro. Mamá se metió la mano por dentro de las bragas y vi perfectamente como se introdujo dos o tres dedos en el chocho. También se sacó las tetas por encima del sujetador, y se acercó a mí poniéndomelas en la cara para que se las chupase, cosa que hice de inmediato.
Yo estaba tan entusiasmado con las tetas de mi madre que no me di cuenta de que papá se estaba cambiando de postura hasta poner la cabeza justo a la altura de mi polla. Sentí una sensación muy placentera cuando noté su lengua recorrer todo mi miembro. Dedicó bastante tiempo a lamer suavemente mi capullo, y minutos después se la introdujo totalmente en la boca y comenzó a succionármela. A mamá se le salían los ojos, e inclinó su cuerpo hacia adelante hasta que situó la cara a escasos centímetros de mi polla y observó de cerca lo bien que su marido me la comía. Yo creo que mi viejo se había comido ya antes alguna, porque la verdad es que lo hacía de maravilla. El morbo de la situación era acentuado por los comentarios de ella, que le iba indicando como debía hacerlo para proporcionarme más placer, sin dejar de tocarse el chocho en ningún momento.
Pasaron unos minutos y mamá se puso a chupármela junto a él. Era alucinante verlos a los dos con sus lenguas alrededor de mi polla. Se alternaban y se la metían en la boca un rato cada uno, y mientras tanto el otro me comía los huevos. Llegó un momento en el que estaba a punto de correrme y les pedí que por favor pararan, que necesitaba metérsela a ella en el coño antes de correrme. Sin embargo no me hicieron caso, y no solo eso, sino que chuparon con mayor rapidez y pasión. Antes de echar la leche los avisé, entonces ella me la agarró con la mano y apuntó hacia la cara de papá. Él con su lengua me daba lametazos en el capullo y, totalmente extasiado, comencé a derramar chorros de esperma sobre su cara. Recogió buena parte de la corrida con la lengua y se la tragó, y el resto de la leche quedó por sus mejillas, por sus labios y barbilla. Nuevamente ambos se pusieron a chupármela hasta dejármela limpia.
Era ya bastante tarde pero ninguno de los tres teníamos sueño. Decidimos fumarnos un porrillo tranquilamente mientras conversábamos sobre lo bien que lo habíamos pasado. Me acordé del video que papá había colocado en mi video y les pregunté si solían hacer muchas grabaciones de sus folladas. Respondieron que les gustaba bastante filmarse y que en varias ocasiones habían intercambiado videos con otras parejas que habían conocido a través de revistas liberales. Me mostraron algunas escenas que hicieron que mi polla se volviese a poner dura, tanto de ellos como de otros matrimonios.
Entonces me acerqué a ella, le empecé a acariciar el culo e indicando mi erecta verga le dije: "Mira cómo la tengo otra vez, mamá". Lo comprobó poniendo su mano sobre mi paquete y añadió: "¡uff, cómo sois los jóvenes!". Tirando suavemente de mi instrumento me guío hasta uno de los sofás y, de rodillas frente a mí, empezó a hacerme una mamada de artesanía, la mamada más excitante de mi vida. Yo alucinaba de excitación viendo a mi propia madre chupándomela con aquellas ganas y aquel vicio mientras yo le magreaba las exuberantes tetorras. Entonces, se tumbó de espaldas en la alfombra y me indicó que la penetrara. Así lo hice, puse sus ajamonados y firmes muslazos sobre mis hombros, revelando su coñazo en toda su gloria, y sin miramientos la empalé. Empecé a follarla con fuerza mientras le magreaba las tetorras y, de vez en cuando, pellizcaba sus pezones. A los pocos minutos ella alcanzó un tremendo orgasmo al que siguieron otros dos. Ella gritaba de placer mientras sus tetas bailaban al ritmo de mis embestidas.
"Sí cariño, fóllame bien, así, asiiiiiiiiiiii, fóllame fuerte!, dame gusto, dame pollazos y disfruta con la zorra de tu madre, ¡qué puta me siento jodiendo con mi propio hijo!, ¡cuánto vicio!, soy una puta, ¡esto es lo mejor que hay!", decía cachonda perdida.
"¡Toma polla, tooomaaaaaaa!, te daré placer siempre que quieras, eres la mujer que más caliente me pone y quiero follarte todos los días y a todas horas".
La follé en esa postura durante bastante rato y luego cambiamos. Yo me levanté y ella se irguió y, balanceándose sobre los finos estiletes, contoneando sus cachetes y tetorras, se acercó al respaldo del sofá. Dobló su cuerpo sobre el respaldo, separó las piernas, puso el culo en pompa y apartando sus cachetes con las manos, me dijo que le follara el culo. ¡Que visión!, sus patorras enfundadas en tentadoras mallas, descansando sobre los zapatos de estilete que ponían su culazo, su maravilloso, redondo y albo culazo, en pepitoria, como en bandeja, ofrecido a mis ojos y a mi verga. No hacía falta que me lo pidiera. Como un loco, jadeando, me abalancé, puse algo de saliva en su culo y de un solo golpe, se la metí hasta el fondo.
Con ambas manos le agarré los pechos y metía y sacaba mi tranca como un loco, con desesperación sin importarme sus aullidos. Ella no paraba de chillar, y esto a mí me excitaba aún más. Yo la verdad es que estaba enloquecido, bombeando con fuerza, mete y saca, mete y saca, macerándole el culo glorioso mientras estrujaba y retorcía sus pechazos y chupeteaba y mordisqueaba su nuca. Me había olvidado por completo de mi padre, y cuando me fijé lo vi mirándonos y pajeándose. Finalmente, agarré a mi madre por los pelos con una mano y la puse medio de pié, y con un empellón final de mi polla, la vencí sobre el sofá e hincándosela hasta los huevos, me corrí dentro de ella con un último alarido.
Estábamos agotados y esa noche no hubo más meneo. Eso sí, tardé un buen rato en conciliar el sueño ya que no paraba de darle vueltas a la cabeza. Una cosa sí que estaba clara: jamás había disfrutado tanto en el sexo como lo estaba haciendo ahora con mis padres. Dormí profundamente hasta que sonó el despertador.
Mamá se encontraba haciendo las tareas domésticas, y mi padre había salido a comprar el periódico. Como todas las mañanas, me di un baño en la piscina y me puse a estudiar. Estuve comentando con ella el salir por la tarde con las bicis los tres a dar un paseo, y cuando se lo comentamos a papá le pareció estupendo. En cuanto acabamos de comer, preparamos unos bocatas y cogimos nuestras "mountain bikes". Yo procuraba ir siempre detrás de ella, para así observar su culo marcado en el ajustado pantalón de ciclista. Cada vez que daba una pedalada, se le notaba a la perfección el tanga marcado, y sus macizos cachetes parecían que iban a hacer explotar la tela del pantalón. Llegamos hasta un pequeño riachuelo y todos coincidimos en que un baño nos vendría bien. Dejamos las bicis apoyadas en unos árboles y nos metimos en el agua. Ella se quitó la parte de arriba y se quedó con las tetas al aire.
Cuando salimos del agua, nos sentamos en unas piedras y nos fumamos unos cigarros mientras hablábamos. Pasaron por delante nuestra unos cazadores, iban de regreso a casa y como papá es muy dicharachero se acercó a ellos y les preguntó que qué tal les había ido el día. Aquellos tipos no pararon de mirar los pechos de mamá, me di cuenta de ello y supongo que ella y papá también. Me gustó bastante la situación, he de reconocerlo. Verla a ella con las tetas al aire delante de unos desconocidos me la puso dura. Ella se percató y, en cuanto los cazadores se marcharon, se acercó y me preguntó si alguna vez había follado al aire libre, en el campo o en la playa. Contesté la verdad, o sea que no, y como si de mi novia se tratara, mamá me cogió del cuello y me dio un cálido morreo. Nuestra respiración comenzó a alterarse y empezamos a meternos mano. Luego, va y me dice al oído: "Estoy deseando que me comas el chocho, Julio".
Me indicó que me acostara sobre las hierbas boca arriba. Ella de puso de cuclillas sobre mí. Me quedé unos segundos observando ese culazo con detenimiento, y luego abrí con mis pulgares los labios menores y miré su gruta vaginal empapada. La tía estaba empapada de jugos, esto me dio una idea de su nivel de calentura. Levanté mi cara, saqué la lengua y la posé sobre su clítoris, lamí sus labios interiores, tomé una gota de su jugo que rodaba, estaba algo ácido y seguí con mi lengua trapeando el moreno canal hasta llegar al hueco trasero y lo besé. Terminó sentándose en mi cara, su mata de pelos se topó con mi nariz y abrí mi boca abarcando labios y pelos, su olor a culo entusiasmado tenían mi picha al límite de la tensión. Pasó una mano hacia mi polla y comenzó a acariciármela, subiendo y bajando mi prepucio, mientras yo, ávido, chupaba su vulva que manaba flujos cálidos regando mi cara con su esencia.
- "Diossssss... qué gustazo, mi propio hijo está comiéndome el chocho..... ¡METE BIÉN TU LENGUA!, ¡NO PARES, NO PARES!, CABRONAZO, HIJO DE PUTA, SIGUE LAMIENDO EL COÑO DE TU PUTÍSIMA MADRE", decía mientas que casi con rudeza frotaba sus labios contra mi lengua que permanecía afuera vibrando sobre su clítoris. Su movimiento alternativo subía su pelambre por encima de mi nariz, dejándome sin respiración, era una actitud totalmente obscena... y yo con las manos en sus nalgas trataba de regular el ritmo. Avanzó su culo y mi cara fue sepultada por ese par de grandes nalgas que tanto me excitan, lamí ahora su agujero anal hasta que me aguantó la respiración, me tocó empujar sus nalgas para poder inhalar, tomé aire y me sumergí de nuevo apoderándome del ano que por la succión ya sobresalía.
Mi viejo se acercó y se puso junto a nosotros, de pié, masturbándose placenteramente mientras nos observaba. Entonces, mi madre me agarró la mano y la puso sobre el rabo de papá. Comencé a pajearlo mientras él le sobaba las tetas y se besaban en la boca. Al cabo de unos minutos, ella se sentó sobre mí, y papá con su mano, me cogió el cipote y lo guió hasta la entrada del coño de mamá. No hubo necesidad de que yo hiciera ningún esfuerzo ya que fue ella la que comenzó a moverse como una loca, cabalgando como una yegua. Le cogí las tetas y se las amasé, y me quedé como hipnotizado mirando la cara de viciosa que ponía cuando mi cipote le llegaba hasta casi las entrañas. De repente, sentí como un trozo de carne caliente se posaba sobre mi mejilla. Giré la cabeza y entonces vi que era la gorda polla de papá. La atrapé con la boca y comencé a chuparla. Esto me hizo ver que no hay nada más placentero que follarse un coño a la vez que chupas una buena polla. Y que conste que no soy ni siquiera bisexual, pero en momentos de excitación me encanta sentir un buen trozo de carne caliente y masculina en la boca.
Mi padre me agarraba la cabeza con las manos para que yo nunca me la sacara y me la metiera lo más dentro posible. Él empezó a mover las caderas hacia adelante y atrás, es decir me estaba follando por la boca y su pollaza casi me llegaba hasta la campanilla. Más tarde cambiamos de posición, mamá se colocó boca arriba tumbada en las hierbas y papá le abrió las piernas a tope para que yo me la follara sin dificultad. Se la clavé hasta el fondo, ella daba gritos de placer y papá se la metió en la boca para que se callara. A la vez que me la follaba, me incliné un poco más hacia delante para compartir con ella la gorda polla de mi viejo.
Saboreé la polla, milímetro a milímetro, sus cojones, su gordo capullo, y de vez en cuando le daba un rápido morreo a mi madre y seguíamos chupando ansiosamente el rico miembro viril. El sonido de fondo de los pájaros y el estar allí en medio de la naturaleza, hacía aún más excitante y placentera la situación. Mis cojones daban fuertes golpes en la peluda pelambrera de mamá. Además, debido a mi calentura, me la follaba en plan salvaje, muy rápido, sin parar por supuesto de lamerle el cipote a mi viejo, que comentó que en breve iba a derramar su leche caliente sobre nuestras bocas. Esperé ese momento con ansia, deseaba con toda mi alma que él se descargara directamente sobre mi cara y compartir el espectacular momento con mi madre. Mis manos amasaban los melones de mamá cada vez con más fuerza, le pellizqué los pezones y mi lengua se enroscaba en el nabo de papá entrelazándose con la de ella. Supimos que llegaba el momento de la corrida debido a que vimos como papá contraía los músculos del culo. Efectivamente, a los pocos segundos, varios chorreones espesos de semen cayeron sobre nuestras caras, bocas y labios. Nosotros intentamos recogerlo todo con la lengua, y además no paramos de chupársela para saborear los restos de semen que quedaban en su gorda polla. Mamá y yo compartimos el rico sabor de la leche y nos fundimos en un apasionado morreo.
Una vez que recuperamos fuerzas, cogimos las bicicletas y, sin prisas, regresamos a casa. Faltaban apenas dos semanas para que regresáramos a San Sebastián, y puedo jurar que el resto de los días vivimos situaciones igual de cachondas y no hubo ni un solo día que no folláramos. Sin embargo, con el paso del tiempo, mi relación con mi novia fue estrechándose y mis relaciones incestuosas cesaron cuando me fui a vivir con ella y me independicé. Esto fue a los dos años de ocurrir los hechos que narro, o sea que hasta ese momento yo seguí haciéndolo con mis padres a diario. No obstante, hace un mes fui a visitarlos y acabamos haciendo un maravilloso trío que nos hizo recordar a los tres los momentos de lujuria que habíamos pasado juntos.