Exquisita Degustación

Yo estaba loca de calentura, mi sexo mojado suplicaba ser llenado de carne caliente y dura.

Subí hasta nuestra habitación , me desnudé por completo, preparé y puse en posición nuestra filmadora la cual me hacía presagiar algún evento especial, y me acosté sin taparme. Por mi cabeza iban y venían todo tipo de imágenes relacionadas con mi tanga empapada en semen ( ver relato "La Tanga" ) que hacían crecer mi excitación cada vez más.

Lo imaginaba a él, masturbándose sobre mi bombacha mientras olía las huellas de mi sexo que había dejado en otras tangas y le pasaba la lengua desesperado. Lo veía una y otra vez acabando en silencio, mirando su obra, aliviado en cada chorro de leche, en cada espasmo....

En eso estaba cuando mi esposo apareció. Había demorado cerca de quince minutos y traía consigo una caja cerrada, toallones y un pañuelo grande de seda. Me ordenó levantarme y me vendó los ojos con dos vueltas del pañuelo diciéndome "no te olvides que sos mi esclava y yo tu único amo. Dentro de la caja hay algunas cositas que quiero degustar antes de dormir pero nada raro. Además, a medida que vaya haciendo las cosas te las voy a ir contando... "

Cubrió la cama con tres toallones grandes y me ordenó acostarme. Encendió la filmadora para que el evento quedara registrado para siempre y se desnudó. A medida que hacía las cosas me las contaba con lujo de detalles pero no poder verlas había llevado mi ansiedad a mil.

"Ahora te voy a atar a la cama", me dijo. Y con cuatro cuerdas cortas que había preparado vaya uno a saber cuando, me ató a los extremos de la cama, dejando mi cuerpo expuesto, indefenso y formando una equis perfecta.

"¿Sabés?, todavía no la tengo muy dura. Te voy a agasajar con un aperitivo. Quiero que me la pares bien" y casi antes de terminar la frase sentí la cabeza de su miembro en mis labios. La tragué con desesperación, comencé a hacerla entra y salir de mi boca con movimientos que la hicieron endurecer rápidamente pero pocos segundos después él se retiró.

"Muy bien, perfecto", me dijo satisfecho. "Ahora estamos listos para comenzar". "Empecemos con algo sencillo..." Sentí algo frío sobre mis pezones endurecidos : los estaba embadurnando con salsa de chocolate. Con lentitud exasperante comenzó a desparramarla y luego, con la puna de su larga lengua, muy despacio los limpió por completo.

Yo estaba loca de calentura, mi sexo mojado suplicaba ser llenado de carne caliente y dura. Mis gemidos se lo hicieron saber pero me aclaró "tenés prohibido pedir..."

"En realidad me gustaría algo más salado", me dijo. Entonces tomó una salchicha, la untó con mayonesa y me ordenó que la chupara... "Chupala bien, así... pasale la lengua por la puntita... así... Ahora la voy a meter en tu conchita y después la vamos a comer, ¿sabés?"

Y así fue. Abrió mis labios con sus dedos y me la metió toda, para luego entrarla y sacarla con bastante rapidez. Mientras lo hacía comenzó a decirme cosas que me volvieron loca : "Que lindo vida… mirá como entra... Te gusta recibir algo distinto en tu conchita, ¿no?"

"Siiiii, siiiiiii... me encanta...Dámela más...."

"Te atreviste a pedirme algo... Así que te la saco..." Y estando a punto de acabar me la sacó... Luego me hizo comer la mitad preguntándome si me gustaba, si me calentaba saborear mis propios jugos. Y la verdad era que si, y mucho.

Sin darme respiro llenó mi sexo con dulce de leche y me chupó hasta dejar casi nada, mientras yo le gritaba mis ganas de coger. Como si no me escuchara me metió una enorme banana ecuatoriana hasta la mitad. Me cogió con ella cuatro o cinco veces y se la comió. "Esta me la como yo solo", me dijo.

La venda, las ataduras, su hermosa tortura y mis deseos me habían transformado en la hembra más caliente del planeta. No daba más y rompiendo las reglas se lo dije. "Ya casi terminamos", me contestó con parsimonia.

Pero me había mentido. Por distintas partes de mi cuerpo se fueron sucediendo frutillas, cremas, trozos de chocolate y duraznos en almíbar que él se encargó de frotar, desparramar, untar para luego chupar y comer.

Yo no podía aguantar más pero él me venía repitiendo que el final estaba cerca. Entonces destapó una botella de champaña y empapó mi sexo y todos sus alrededores para luego empezar a beber de mi cuerpo candente. Comenzó lentamente pero no pudo aguantar, haciendo sus movimientos más y más rápidos. Me chupó toda : los muslos, el abdomen, el pubis y los labios de mi concha y me hizo explotar en un orgasmo inolvidable pocos segundos después de empezar a cogerme con su lengua. Acabé casi entre sollozos mientras él no dejaba de penetrarme con ella.

"¿Te gustó?", me dijo entre hermosos besos de lengua que me dejaban saborearme nuevamente a ni misma.

"Me encantó!!!", respondí. "¿Me vas a desatar y me vas a sacar el pañuelo ahora?"

"Puede ser, pero ahora necesito acabar yo..."

Entonces tomó el pote de dulce de leche y se untó el culo, Luego metió dentro del envase una buena parte de su miembro endurecido. Lo sacó chorreando dulce.

Desató una de mis manos y me quitó el pañuelo que hacía las veces de venda sobre mis ojos. Cuando acomodé mi visión a la luz reinante vi su verga agarrotada y rebosante de dulce.

"Limpiala...", me ordenó.

Sin dudarlo la llevé a mi boca y con un tratamiento de artesana, valiéndome de mi lengua y de mis labios, la dejé reluciente. Sentía que su cabeza se hinchaba cada vez más, su color dejaba de ser rojizo para tornarse violáceo y no dejaba de palpitar : mi amado esposo estaba a punto de acabar...

Cuando estaba convencida que descargaría su ofrenda dentro de mi boca, se retiró, giró y me ofreció su culo untado con dulce de leche.

"Ahora limpiame bien acá", me dijo.

Había pasado tiempo desde la última vez pero siempre está bueno volver a hacer cosas que enloquecen al otro y si mi esposo presenta un talón de Aquiles, ese es que le chupen el culo.

Prácticamente se sentó sobre mi boca y yo no me hice rogar. Empecé a chuparlo desesperada mientras él comenzaba a gemir de placer y su verga llegaba a su esplendor de dureza. Entonces me decidí : luego de limpiarlo bien comencé a penetrar su orificio con mi lengua sin detenerme por nada del mundo. Me estaba cogiendo a mi esposo, en el exacto sentido de la frase.

Mi lengua estaba haciendo maravillas : lo penetraba cuatro o cinco veces para luego darle una pasada larga, abarcando todo el surco y luego volvía a empezar.

Mi tratamiento no había finalizado cuando él me pidió que lo hiciera acabar. Entonces con mi mano liberada comencé a sacudir rápidamente su miembro, guardando y liberando su hermosa cabeza una y mil veces. Cuando supe que estaba a punto caramelo lo penetré tan profundamente como pude para hacerlo acabar largamente sobre mi vientre con chorros interminables de leche caliente y espesa y entre gritos de satisfacción.

Se tomó cinco minutos para recuperarse y me liberó por completo. Me dio un enorme beso y me dijo "Estuviste bastante bien..."

"Date una ducha y vamos a dormir. Mañana tenemos un día bastante largo..."