Explosiva manceba

Un joven entra en una farmacia a comprar preservativos, pensando en la fiesta de fin de curso. Lo que no sabe es que la primera fiesta tendrá lugar en la trastienda de la farmacia, con la explosiva manceba.

Después de leer muchos relatos aquí y ponerme cachondo con ellos, me he decidido a contar mi experiencia para que los demás también se exciten. Lo que narro a continuación es totalmente verídico.

Bueno, primero me presento mi nombre es Kiko, tengo 19 años, soy un chico moreno, con los ojos marrones, 1.80 y unos 85 kilos de peso aunque tengo complexión fuerte de practicar deporte.

Mi vida sexual no es muy abundante aunque tampoco me puedo quejar, pero desde que me paso esto ha comenzado a animarse, no se si será por casualidad.

Bueno, empiezo a contar. Todo ocurrió el ultimo día de junio de este año. Ese día acabamos los exámenes en la universidad y para celebrar el fin de exámenes nos íbamos a ir el día 1 de julio al chalet de un amigo a celebrarlo toda la clase (fuimos casi 60). Yo sabía que en esas fiestas podía haber relaciones sexuales, además ya me habían dicho que una chica de mi clase andaba tras mis huesos. Como soy precavido ese día por la noche cuando volvíamos de fiesta sobre las 4:30 de la mañana paseando por Valencia, mi ciudad, rumbo a mi casa vi una farmacia de guardia. Entonces pensé en comprar condones para la fiesta por lo que pudiera pasar.

Al entrar a la farmacia no había nadie pero pronto salió a atenderme una chica. Llevaba un pequeño cartel que decía que se llamaba Susana. Era joven, tendría unos 30 años, el pelo moreno y rizado por los hombros, unos ojos negros preciosos y no debía medir mas de 1.70. Sus tetas eran bastantes grandes. Llevaba puesta una bata blanca y debajo se le adivinaba una pequeña camiseta de tirantes y unos shorts ajustadísimos. Me quede mirando sus hermosos pechos en principio. Los pezones se notaban erguidos y duros a través de la camiseta porque no llevaba sujetador por lo que pensé que en la trastienda estaría masturbándose o algo así porque salió medio arreglándose.

Cuando pude levantar mi vista de sus pechos me dirigí a ella:

-Una caja de preservativos, por favor.

-¿12 unidades?-me dijo.

-Sí, gracias- llegué a decir yo.

Me dijo cuánto le debía y fui a pagarle, pero como no podía quitar los ojos de sus pechos se me cayó la cartera. Para quitar un poco de nerviosismo se me ocurrió soltar

-No se romperán ¿verdad?

Su respuesta me dejó helado

-Pasa a la trastienda y les hacemos una prueba.

No lo dudé y pasé a la trastienda, allí y nada mas entrar ya me sopló un poco por detrás y sobó mi culo, eso acabó por decidirme, me giré y la agarré de la cintura y le di un beso apasionado. Mientras la besaba comencé a manosear sus pechos y ella me tocó el paquete. En un momento se me puso durísima. Le quité le bata y la camiseta y comencé a besar esos pechos y a morder sus pezones que lucían erguidos y duros. Entonces me dijo que me pusiera en una camilla que tenían allí. Me senté, ella se quitó los shorts y quedó completamente desnuda. Tenía el coño depilado y en cuanto apenas tenía una fina raya de pelos.

Se acercó a mí, me bajó la bragueta y comenzó a masturbarme. Tardó poco en meterse mi polla en la boca y hacerme una de las mejores mamadas que me han hecho nunca. Yo sobaba sus tetas mientras. Quise corresponderle así que me tumbé para que quedara encima mía en posición de 69. Mientras ella lamía mi polla con gran dedicación, yo comencé a lamer su coño del cual ya salían ríos de fluidos, ella soltó un gemido cuando yo metía algún dedo o metía mi lengua.

De repente se levantó y se puso a horcajadas encima mía con mi polla apuntando a su vagina directamente, bajó su cuerpo y la penetré. Los dos soltamos un tremendo gemido de placer. Entonces comenzó a subir y bajar aumentando poco a poco la velocidad y me dijo que quería que me corriera en su boca. Me puso tan cachondo que enseguida saqué mi polla para descargar con todas mis fuerzas en su boca y su cara. Tenía semen por todos lados, hasta en sus pechos. Me limpió la polla con tanta dedicación que enseguida se me volvió a poner como una piedra.

Me dijo entonces que le penetrara el culo. Así que se puso de rodillas en la camilla con un cojín debajo. Yo lamí su ano y lo lubriqué bien con saliva, entonces apunté con mi polla y se la metí toda de un golpe. Era la primera vez que la metía por detrás y me encantó. Comencé a bombearla con gran rapidez mientras ella gemía de placer. Esta vez sí que lo solté todo dentro de ella y me quedé encima de ella besándonos. Luego nos limpiamos mutuamente, me preguntó mi nombre, se lo dije y me fui.

De lo que ocurrió en la fiesta ya os contaré otro día.

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