Explicaciones de una callejera
No todas las historias que les cuento me han ocurrido ahora último, muchas ya han acontecido hace un tiempo, creo necesario hacer esta aclaración, pues de otro modo, ustedes pensaran que paso fornicando.
No todas las historias que les cuento me han ocurrido ahora último, muchas ya han acontecido hace un tiempo, creo necesario hacer esta aclaración, pues de otro modo, ustedes pensaran que paso fornicando. De hecho fornico y mucho, pero también trabajo entonces creo que hay que tener claridad a este respecto. Del mismo modo, muchas de estas historias también ya las tenía escritas y sólo ahora me atrevo a publicarlas. Dicho esto, debo aclarar también, que en todo caso todas son reales , realmente me gusta el sexo, y realmente me gusta tenerlo con mi pareja, con amigos, con terceros y sobre todo con desconocidos, de hecho creo que lo que ha mantenido mi relación con mi pareja es precisamente la libertad sexual que nos damos uno al otro, después de todo comenzamos cuando él tenía 34 años y yo 19, entonces en cierta medida él me ha transformado en su putita pública. Entre todas las cosas que he leído, leí un estudio que señalaba que las niñas de clases sociales menos beneficiadas, tenía un desarrollo sexual más temprano que aquellas de clases pudientes, que su manera de enfrentar el sexo era también distinta a la de aquellas, siendo menos conservadoras y por tanto más abiertas (jajajajaj) de mente a las diversas formas de este, sea el llamado normal, como también el oral y el anal. En mi caso, debo reconocer que no obstante mi situación económica actual, que es bastante buena, mi origen social es de la clase obrera y he aquí a lo que viene todo esto, porque desde pequeña fui putita, a los 15 años mi uniforme era el más cortito de la clase, y como soy bajita, siempre me ofrecía para hacer los ejercicios en la pizarra, lo cual implicaba o inclinarme haciendo levantar mi culito delante de todo mi curso, o subirme en alguna silla dejando que mis nalguitas aparecieran bajo mi corto uniforme, haciendo silbar a todos mis compañeros. Muchos de ellos tampoco eran unos caballeros pues entre juegos y juegos siempre, o me subían el jumper aún más o me tocaban el culo con cualquier excusa. A la misma edad me encantaba subirme a las micros o buses y sentarme en el asiento del lado del chofer, por la posición de dicho asiento, yo quedaba dando mi frente a un lado del chofer, mi jumper sentada aún se subía más dejando ver mi calzoncito, mis tetas ya desarrolladas se apretaban en el jumper, inconscientemente mis piernas nunca se encontraban juntas, siempre levemente abiertas y siempre terminaba conversando con los choferes y los acompañaba a más de una vuelta en su recorrido, antes de llegar a casa.
Así fue como a los 16 años, en el asiento de atrás de un micro me reventaron por primera vez mi conchita. El problema con los hombres mayores que se comen a una endeja como era yo, en esa época, porque valga decir que quien me enseño lo bueno de la vida tenía 29 años, es que creen que una pasa a ser de su propiedad, lo cual a mí me produjo el primer problema de mi vida, pues como yo seguía haciendo mi rutina en distintos buses, pronto se corrió la voz entre los choferes sobre la pendeja que andaba «calentando la sopa», ante lo cual mi desvirgador me exigió que no siguiera con dicha rutina y menos con un determinado chofer, llevándome a la garita, para que le prometiese delante de ambos que no había pasado nada, en verdad nada había pasado, pero expuesta de esa forma, no me quedó otra que delante de ambos, decirle que cual era el problema, que podía tener sexo con los dos, a lo cual comencé a desvestirme y tuve sexo con mi desvirgador y luego con el otro chofer, así delante de cada uno de ellos, cada uno de ellos acabó en mí.
Naturalmente, se corrió la voz entre los choferes de la línea y nunca más tuve problemas para movilizarme, pues en cada llegada a la garita me culeaba el chofer que me llevaba, me cambiaba de micro y me culeaba el que me llevaba y así tuve sexo con sino todos, la mayoría de los choferes de la línea.
A los 17 tuve mi «pololo» (pareja), realmente lo pasé bien con él, era de mi edad, el sexo era bueno por todo el descubrimiento que las variantes del mismo puede ofrecer, sin embargo no duré mucho en dicha relación por los mismos problemas de siempre, mi calentura y ese sentido de propiedad de los hombres, llegados a una fiesta de sus amigos, en la misma tuve sexo con tres de ellos, todos en seguidilla uno tras otro hasta lograr salir del baño. Pasados unos días él se enteró hizo un escandalito de aquellos y yo en lugar desmentirle, le reconocí el hecho. Quien dice quererme debe quererme tal como soy, y yo soy puta.
A los 18 entre a la U, ahí claro está, me di sus buenos revolcones con distintos compañeros, hasta que conocí a mi actual pareja, que era profesor ayudante de una de las cátedras de derecho, procesal, con el me entendí, poco a poco fuimos conversando, de mi forma de ser, de mis fantasías, etcétera. Nos hicimos pareja, desde el momento que él me dijo que yo podía seguir siendo la puta que era y ser su pareja, que él me cumpliría todas las fantasías y algunas más.
Esas son las historias que les cuento, por ello no lo duden son reales y yo soy la más feliz siendo una putita gratuita y publica.