Expiación de culpas...
Pris no terminaba de entenderlo pero sospechaba que algo ya nunca iba a estar igual dentro de sí. Lo sospechó cuando en medio funeral el amigo de su tío Beto se presentó para darle sus condolencias, y sintió ese instantáneo cosquilleo en su ser...
Mientras manejaba, Fernando repasaba la conversación telefónica y simplemente no lo podía creer, recordaba toda la tribulación y duelo de aquellos años ya tan lejanos, cuando un terrible accidente le arrebató intempestivamente a sus padres de un solo golpe, entonces rememoraba como su querido tío le había ayudado a superar todo ese dolor, toda aquella confusión, como su tía había tomado el papel de una segunda madre ideal, quien también, al tiempo, partió.
Pero esto era distinto, su tía había estado muy enferma durante algún tiempo, por ello la partida tal vez no fue menos dolorosa pero si mas preparada, pero su tío? Un tipo tan simpático y lleno de vida, que el había visto con una renovada alegría desde que se mudó a su casa, especialmente en los últimos meses. No era justo, la muerte otra vez le arrancaba a alguien cercano. Cuando llegó al hospital se abrazó su amada esposa Priscila, su pobre Pris estaba hecha un mar de lágrimas, él simplemente no pudo evitar también romper en un llanto amargo.
Pris lloraba desconsolada, se sentía tan pero tan mal, no solo por el pobre tío Beto, no solo por el desecho esposo que ella apenas podía sostener, lloraba porque sabía desde esa mañana ya todo en ella era distinto. Lo sentía aún en medio de tanto pesar, aún en medio de aquél abrazo desconsolado. Lo sabía porque en esa vorágine de tristeza las miradas de los enfermeros y sobretodo la desencajada faz del viejo doctor que había intentado salvar al tío Beto, le ocasionaba un desconsuelo peor que el de toda la fatal escena.
Y es que de la pena su marido todavía no había notado el atuendo en que su deliciosa compañera lo esperaba en el hospital. Con una bata que a duras penas lograba cubrir la exhuberancia de aquél cuerpaso color canela, que dejaba a la vista aquellas torneadas y portentosas piernas descalzas, que magnificaba sus ya magníficas redondeces. Pris tenía al área de urgencias paralizada y al resto del hospital en vilo, pues cada varón que trabajaba en aquél lugar se había enterado ya que en urgencias, acompañando a un viejito agónico llego un mujerón de revista apenas con ropa, sobra decir que todo el personal masculino del lugar se las arreglaba al menos para darse una pasadita y comprobar el hecho, algunos tomando discretamente fotos con su celular y otros mas animados llegando a procurar un vasito de agua o algún otro consuelo que se le ofreciera a la doliente.
Pris solo alcanzaba a llorar y llorar, a veces en un hombro que se le presentaba, a veces sentada en una banca. Eso si, sin dejar de vibrar y atribularse por esos evidentes bultos en los pantalones de los enfermeros y doctores que merodeaban su pena, al rato ya el continuo roce de varios en seguidilla le hicieron perder el equilibrio mas que su dolor, sobraron los que atendieran a la necesitada y hasta uno palpó su ritmo cardíaco (bastante acelerado para aquellos momentos) y otro intentó un masaje relajante que fue cortado de inmediato por un viejo doctor que alejó a todos los merodeadores con gran jerarquía justo antes de que su esposo entrara corriendo y como un niño se depositara en su pecho para romper en lágrimas y luego llevársela a casa.
Pris no terminaba de entenderlo pero sospechaba que algo ya nunca iba a estar igual dentro de sí. Lo sospechó cuando en medio funeral el amigo de su tío Beto se presentó para darle sus condolencias, y sintió ese instantáneo cosquilleo en su ser al Gustavo dejarle su tarjeta y ella leerla: Señor Gustavo Fuentes fotógrafo profesional! Sin embargo cuando lo entendió perfectamente fue cuando al inclinarse sobre la tumba de su querido tío para colocar una flor de reojo observó la mirada descompuesta del sereno sacerdote que oficiaba el entierro clavada en su gran trasero, mientras ella inmovilizada por el morbo más que por la pena eternizaba el acto.
"Hija estoy a tu disposición si ocupas de mi ayuda para calmar tu espíritu" le había dicho él, al tiempo que le acariciaba muy descontroladamente sus brazos, llegando hasta a rozar sin querer queriendo los lados de sus pechos. A Priscila le fallaron las piernas, los concurrentes se imaginaron que era un conato de desmayo, mientras que ella perfectamente sabía a que se debía la reacción de su cuerpo, y reincorporándose volvió a desfallecer al sentir el enorme bulto del clérigo apoyado en su muslo para sonrojo de ambos, aquella por el deseo y el otro por la congoja. Eso desencadenó toda una fila de acontecimientos. Sin entender como solo se oyó suspirar como una descarada "claro que si padre, necesito de su apoyo" a lo que el padre respondió con la mas estúpida de sus sonrisas. Luego, esa noche, Pris se confortaba repitiéndose que seguro se lo había imaginado pues el padresito tenía pinta de todo menos de libidinoso.
El timbre sonó en punto a las tres, el corazón de Priscila le palpitaba a mil y no podía ocultar algo de nerviosismo. Fernando había ido a dejar a los niños con su madre para que cambiaran de aires un par de días. Antes de abrir la puerta se echó un ojo en el espejo, tacones finos y altos, ataviada toda de negro con un apretado vestido que marcaba pronunciadamente sus carnes (recordó que el vestido lo había comprado ya hacía años para una cena formal, en tiempos en que gustaba de mantenerse sumamente delgada), al comprobar la generosidad de su escote titubeo un momento, sin embargo el toque en la puerta le recordó la importancia de la visita.
Los ojos del cura casi salen de sus órbitas a lo que Pris solo atinó a esbozar una leve sonrisa, aún se mentía, lo que pasa es que no es de piedra, es mi culpa pensó. Sin embargo, al notar la mirada del cura fija en sus nalgas al cruzar frente al espejo y escuchando un ligero jadeo de la visita tras ella se sintió conmovida de un modo ya bastante conocido. Lo condujo a la sala donde le brindó el sillón para su asiento. Ofreciéndole un café, se dio la vuelta y sin poder controlarlo se inclinó para servir la bebida, su mano tembló al observar la desvencijada expresión de aquel pobre siervo en la pantalla apagada del televisor, mientras el sacerdote a duras penas tomaba un sorbo de la bebida sintió la cálida presencia de Pris justo a su lado.
"Ahora si mi niña, desahoga tus penas", el padre no había terminado hablar cuando Pris rompió en un profuso llanto, al tiempo que, para sorpresa de ambos, la mano del cura acariciaba nerviosamente ya el muslo de Priscila, algo descubierto debido a lo ajustado del vestido que hacía que sus preciosas piernas se mostraran sin recato, ella se sobresaltó un poco pues notó como el tacto de los dedos del cura en su piel provocaban oleadas de sensaciones en su ser. Cómo era posible que un servidor de la iglesia sea tan aprovechado! pensó y otro latigazo de deseo le recorrió la espalda. Mientras Pris apoyaba su cabeza en el hombro del prelado, el padrecito notó para su tormento la carpa que ya desplegaba en su entrepierna, esto terminó de perder a Pris. Entendía que ella era capaz de hacer caer en tentación hasta a este santo varón. Fue demasiado, inmediatamente comenzó a relatarle al padre, a manera de confesión, todo lo referente a los últimos acontecimientos, como dio inicio todo el trajín con el difunto tío Beto.
Mientras Pris narraba todos los acontecimientos apoyada a ratos en el hombro, en momentos en el pecho del prelado, que a cada frase tragaba grueso, Pris notaba como la remembranza de todos aquellos acontecimientos no hacía otra cosa que ponerla mal, y no solo por la pena que el recuerdo evocaba, sino la excitación incontrolable y que apenas podía disimular entre lágrimas y jadeos. El padre estaba de piedra, ahora sí completamente de piedra, y no entendía como sus manos no paraban de consolar a punta de caricias cada vez más semejantes a magreos el vigoroso cuerpo de la doliente. Pris lo apreciaba completamente y debido a ello pausaba y colocaba sus manos sobre las del padrecito entonando de la mejor forma su relato "padre Jorge, yo lo veía como un favor, no quería causarle ni daño al tío Beto ni a mi familia, me entiende?" le decía Pris haciéndole la carita de niña buena que ya bastante había practicado con el difunto. A lo que el padre solo contestaba asintiendo con la cabeza y más tocamientos. "Ademas padre, era un secreto, nadie lo sabría, era como una ayuda anónima, me explico?", muy poco a poco Priscila fue confesando algo que también la había llegado confundir en demasía, era todo el tema del gusto que había desarrollado por sentirse deseada, de cómo le extasiaba que el tío Beto se refiriera vulgarmente a partes de su cuerpo y de cómo ya las relaciones con Fernando casi no le provocaban deseo.
Ya el cura en ese momento estaba tan imbuido en la historia que sus votos eran un lejano recuerdo, "Cómo hija? Eso no te lo entiendo, a qué te refieres exactamente" dijo, en ese momento Pris comenzó a sentir las señales inequívocas de un orgasmo en ciernes, "ummm si padre . mmm que Fernando es muy respetuoso, mientras que cuando el tío me decía cosas me halagaba" Pris hablaba aún algo llorosa y pausada y el aire le faltaba al contemplar al padrecito Jorge sudando la gota gorda, además no podía evitar hablar parecido a una niña pequeña. "Bueno es que en el matrimonio es deber del marido reconocerle esos atributos a su mujer, en especial a una mujer como tu hijita", "Como dice padre?" ahora Pris era quien tragaba grueso, el cura prosiguió recorriendo el muslo de Pris hasta dónde le alcanzaba la mano "Claro mi niña, un mujerón con unas piernas tan exquisitas como las tuyas" ella cruzó las piernas diciendo "ay no padre ", "Con unas nalgas de lujo como las que tienes" ella solo atinó a cerrar los ojos y suspirar un "no siga padre " mientras el curita se mordía el labio inferior aferrándose ahora con denotada lujuria al culo de Pris deleitándose descaradamente con el manjar de mujer que tenía al lado "unas tetas tan deliciosas como éstas" Tetas!, le dijo tetas a sus pechos! Pensó Pris en un microsegundo, y cuando se iba a lanzar sobre el afortunado cura, su cuerpo la sacudió con un orgasmo tan fuerte que en su temblor solo atinó a abrazarse fuertemente al cura para no caerse del sillón, "uuuuuuhmmm aaaaaaahh aaayyy padre pare por favor, deténgase, no aguanto!!!" dijo Pris al retomar algo de juicio el padrecito que ya sobaba los pechos de Pris pegándole pellizcos a los pezones sobre la ropa "siii hijita . entiendo que te guste que te digan tetona!, que te reconozcan qué culo tan sabroso tienes, sigue, sigue que mas hiciste con tu tío zorra! Alíviate el alma perra!" decía el padrecito ya descontrolado. De la calentura que tales expresiones hicieron explotar en Pris, ella se desvaneció por un momento en el sillón, aquello era demasiado, el morbo se apodero totalmente de su ser, un hilo de saliva le salía por la boca mientras el padre Jorge gritaba improperios que le conmovían hasta lo más profundo, entreabriendo los ojos Pris observó la encendida escena que protagonizaba en la pantalla apagada del televisor, el padre parecía poseído y ella ya no le quedaba resistencia alguna, desparramándose sobre el sillón, colocando una pierna en el respaldar y otra en suelo se dejaba hacer del cura, que con una mano en el clítoris de Pris, otra en uno de sus pechos ya liberados de la opresión del vestidito, chupaba y mordía a voluntad uno y otro pecho, mientras le seguía gritando que confesara todo "aaaaahhhh ayy siiiii padre, noo padre Jorge noo .. noooo . siiiiga, aaahhhhh" otro orgasmo la sacudió, de menos intensidad que el primero pero que anunciaba una seguidilla de muchos otros, "confiesa gran puta!!", y era verdad, Pris necesitaba hacer una verdadera confesión, aún entre jadeos, gritos y llanto (mas de gusto que de otra cosa), le fue describiendo al padre como al ver al tío Beto aquél día masturbándose con imágenes suya solo atinó a llamarlo, "aahh gran perra!" le decía el cura, ella prosiguió contando que al llegar aquél día a su casa, y pillar a su tío viendo el rollo de fotos de un paseo a la playa el vejete se volvió y se quedó como paralizado con su verga a tope en la mano, ella no supo hacer otra cosa que con su mas descarada sonrisa, caminando y desnudándose muy lentamente acercarse al ahora difunto hasta quedar al frente de su tío aún sentado en aquél mismo sillón "padre nooo, no me haga esto mmmmm " el cura seguía abusando de Pris, arrodillado frente a ella ahora con su verga a al aire la cual la penitente no dudo en asir instantáneamente, "zorra, gran puta, quieres mi verga!! Qué tetas tienes! te voy a romper el culo"
Priscila simplemente se perdía entre tanto orgasmo tan seguido, aún así seguía su confesión, a duras penas le describió al curita, como de un solo movimiento ella misma se había ensartado hasta el fondo de su ser la verga del tío propinándole una salvaje y mortal cabalgada . "siiiiii mmmme mm cogí aaal tiiio Beeetooooo aaaaahhhh"!! gritó "oohhh aaaaaaaahhh mmmmmaahhhh" mientras experimentaba el orgasmo mas largo y descomunal que había sentido en lo que llevaba de existencia. El cura pegando un brinco se incorporó y en un temblor regó su caliente semen por sobre todo el cuerpo de Priscila que no paraba de retorcerse de gusto y antes de desplomarse sobre la penitente criatura le dijo, retomando algo de su olvidado decoro "tranquila hijita . que absuelta quedas!..."
A los pocos das de la expiacin de su culpa