Experto amante el abuelo aunque mal marino.

Mis pezones se restregaban por su masculino pectoral peludo empapado en agua, haciéndolos endurecer y despuntando como dos duros botones hacia arriba.

Había quedado para ir con mi abuelo ingles a una excursión en barco turístico que hace la ruta por toda la costa de la isla, pero un virus estomacal lo había dejado fuera de juego, diciéndome que no fuese a visitarlo pues no quería contagiarme y que una acabara también en  ese estado, sopesando si al final perder el pasaje de aquel viejo galeón, pero tras pensarlo y animarme el a que fuera, decidí aunque sola, hacer la ruta, pues como suele ir mucha gente ,final seguro me lo pasaba bien.

Estaba en cola  para embarcar, tras un abuelo con su nieto de unos cuatro años, al que llevaba por primera vez, pues iba explicándole que se lo iba a pasar bien y no tuviese miedo, aunque el pequeño me pareció iba algo asustado, haciendo que tal situación mi fijara en ellos, aunque  para ser justa y sincera, diré que el trasero del viejo me había dejado  boquiabierta, pues era de esos bien formados y duros con buenas proporciones, acompañando un fornido cuerpo, si bien supuse era el nieto por su pelo blanco, lo cierto es ,que el cuerpo de aquel hombre,  podía pasar por menos edad, pues parecía labrado por el deporte y por supuesto una buena genética, y aunque aún no había divisado bien la parte delantera, pensé para mí, que si todo era igual, menudo semental había allí, y que suerte la abuela que  disfrutase  de aquello.

Ya en el barco cuando se sentó con el nieto al que tomo sobre uno de sus muslos, puede confirmar mis sospechas, y un paquete de dimensiones envidiables  se marcaba en aquel pantalón corto de  sport, que quedaba medio ceñido al sentarse.

Recorrí el barco coincidiendo con ellos al rato, pues el nieto andaba mareado y el pobre abuelo no sabía cómo calmarlo, pues lloriqueaba y con una palidez producida por el mareo, había medio bloqueado al abuelo, que miraba a los alrededores como pidiendo ayuda o consejo.

Me acerque y tras presentarme  me dispuse a intentar calmar al pequeño con palabras cariñosas para distraerlo, consiguiendo esto en parte, aunque el mareo hacia estragos en aquella ricura de pequeño, por lo que lo tome en mis brazos intentando tranquilizarlo y que durmiera un poco.

Dio resultado y el abuelo y el niño se relajaron por un buen rato, pero tras girar el barco por un lado de la isla donde el oleaje era algo mayor, el mareo pareció recrudecerse y al final, acabo vomitando sobre una.

Me puse perdida, y tanto el pequeño como el abuelo, acabaron igualmente impregnados del vómito, pues este último se asustó e intentando cogerlo en brazos acabo el también todo manchado.

Pasamos unas pocas de  horas  incomodas, pero al final al llegar al puesto, nos aliviamos y el chico pareció coger color otra vez; me explico el abuelo que su hijo y nuera habían ido a otra isla por temas de trabajo y el, que era viudo, se había quedado con el nieto para  pasar  el día, pues hasta el siguiente no regresaban.

Me conto que vivian en la otra punta de la isla, y que iban a coger una guagua para regresar a casa, por lo que una viendo la situación y el estado del pequeño, les ofrecí pasar por casa que estaba cerca, para por lo menos asearse ambos e intentar que el chico comiera algo pues parecía medio deshidratado por los vómitos.

Acepto aunque puso algún impedimento por no querer molestarme, y ya en casa, desvestimos al peque para darle un baño y tras este, una pequeña merienda cena con un vaso de leche caliente, que hizo  se durmiera, pues el día había sido algo duro para aquella ricura.

Lo metí en la cama de invitados, diciéndole que lo mejor era dejarlo  dormir para recuperarse, quedando este en un profundo sueño rápidamente.

Le dije que ahora nos tocaba asearnos a ambos pues tanto su ropa como la mía, olía y estaba manchada, diciéndole que se la lavaba y luego la ponía en la secadora con la del chico para que se fuesen con ella limpia.

Puso alguna pega pero viendo su estado, acepto y paso al baño, quitándose la camisa y el pantalón con un poco de pudor pues yo sin darme cuenta me había quedado allí medio embobada esperando me la diera, quedándose con los bóxer blancos que llevaba debajo, dejándome aún más si cabe atolondrada, pues lo cierto es que el abuelo estaba como un tren.

Le dije ante la situación medio incomoda, ahh perdona cuando pases a la ducha me das también los boxes que están también medio manchado, traspaso el vómito y así te lo llevas todo limpio.

Abrió esta y pasando dentro con la mampara medio cerrada, se los quito y sacando la mano me los dio.

Hubiera dado un salto y me hubiera metido dentro sin lugar a dudas, pues  la sombra que se trasparentaba por el cristal biselado de la misma, era para derretirse, pero me contuve y fui y puse una lavadora con toda la ropa, incluso con la mía, liándome  con una toalla grande a la espera también de pasar a la ducha cuando el acabara.

No me había dado cuenta en dejarle una, cuando me la solicito amablemente, por lo que tome una de un armario y se la acerque.

Entre esperando verlo tras la mampara, pero ante mi sorpresa, este, tenia corrida la puerta, mostrando aquel portento de masculina  figura empapada en agua y desnudo ante una.

Me quede un poco atolondrada y medio asustada al entrar, pues la estampa era para recrearse, yéndose  mi vista s como un resorte a la entrepierna, donde colgaba un trozo de carne que asustaba  en su estado  de reposo.

Lo mire a la cara, viendo que él me miraba en silencio, aunque mi vista subía y bajaba de sus ojos a la entrepierna y viceversa.

Rompió el hielo, cuando dijo, pareces asustada… ¿ es que  no has visto a un hombre desnudo últimamente?…  si, si dije casi tartamudeando, pero no esperaba verlo así…  le volví a decir media trabada.

Dame la toalla, me  seco y me tapo… dijo…, pero me quede inmóvil como una lela, cuando volvió a decir… pasas o me das la toalla….

Como una robot  casi temblorosa, di un paso y alargue la mano que sujeto amablemente para  ayudarme a pasar a la bañera, retirándome la toalla que liaba mi cuerpo , dejándome desnuda antes su lasciva mirada que ahora recorría este de punta a punta.

Que bombón eres tesoro, fue lo que dijo antes de darme un carnoso beso, a la vez que me atrajo con sus fuertes brazos hacia su húmedo cuerpo.

Bajo sus manos por mi espalda hacia mi trasero, al que acaricio suavemente, pasando sus dedos con un juego erótico, por todo  el canalillo de este, alargando las caricias y juegos hasta los labios de mi rasurado conejito.

Mis pezones se restregaban por su masculino pectoral peludo  empapado en agua, haciéndolos endurecer  y despuntando como dos duros botones hacia arriba.

Con una seguridad pasmosa y un dominio de la situación, sus manos recorrían el resto de mi cuerpo con maestría, recreándose en mis pechos a los que alzaba con las palmas de la mano para acercar su boca y alternarlos en caricias bucales y  sutiles mordiscos.

Abrió la ducha dejando el agua corriera por ambos cuerpos, mientras el continuaba con su labor, llevándome en minutos a un éxtasis difícil de describir.

Mis manos andaban ahora una por su trasero al que acariciaba mientras la otra agarraba aquel trozo de carne enorme que ahora tenía una consistencia y un grosor envidiable.

Mi otra mano dejo el trasero y se dirigió a socorrer la otra que apenas abarcaba la longitud de aquel trabuco, si bien se recreó primero en palpar y testar aquellas dos enormes y peludas pelotas que ardían de calor ante mis caricias.

Dejo que el chorro del agua tibia cayera sobre mis pechos, agachándose para beber de esta en la abertura de mi sexo, donde se diluía con los jugos que ya manaban en abundancia de mi interior ante la excitación descomunal que me provocaba aquel macho.

El experto trabajo de su lengua en apenas dos minutos, provoco  una estampida de placer en mí, con un orgasmos largo e intenso que él supo contener y degustar con su boca hasta que mi cadera dejo de temblar.

Se levantó con elegancia cerrando ahora el agua, y tras tomar una de mis pernas por el interior de mi muslo, la alzo apoyándola en el borde la bañera para dejar mi conejo abierto como una rosa, guiando con su mano ahora su armamento hacia este, pasando a restregar su descapullado glande que ahora brillaba todo rosado ante la puerta.

La suavidad de aquella punta gorda y hermosa rozando de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba por todo mi supurante sexo, me hizo estallar , pidiéndole de forma algo  grotesca para el momento tan sublime que estaba consiguiendo, pues de mi boca salió sin control un “ follame ya follame ya no me tengas asi … follaaaaaaaaaaaaaaaaame acabe diciendo mientras entraba como un resorte ahora aquella enorme y dura estaca.

Me besaba alternado sus jadeos y gemidos de macho bravío mientras su cadera no cesaba de empujar y sacar aquel rico apéndice de mi cuerpo que aclamaba con espasmos de placer semejante momento de goce y locura.

Su lengua ahora era una serpiente viva dentro de la mía, ahogándome en pasión mientras me besaba, apenas dejaba salir mis quejidos de placer que se  amortiguaba con sus roncos y masculinos bramidos de macho.

Mi pierna apoyada en la bañera se resbalaba ante el incesante acoso de su  rabo , por lo que sutilmente, se desclavo y me giro pidiendo me apoyada sobre los grifos de la bañera, dándole la espalda a él,con mi trasero en pompa en una postura semi-agachada y vendida a su merced.

Volvió a penetrarme de una seca estocada que me hizo gritar de placer, pues me llego hasta el fondo de mis entrañas con virulencia, agarrando el ahora mis caderas para comenzar una incesante monta a un ritmo algo más acelerado, provocándome tras unos ricos minutos, nuevamente otro climas de placer apoteósico, que hizo que el adelantara acontecimientos, pues acelero hasta provocarse una corrida monumental, que inundo mi conejo hasta el punto de derramar parte de esta por mis  muslos hacia mis tobillos.

Acabo tras soltar las últimas gotas, con unos cariñoso  y suaves azotes sobre mi trasero, incorporándome tras sacar su armamento de mi interior.

Me beso en silencio, abriendo nuevamente la ducha para asearme y lavarme con delicadeza sobre todo aquella abertura que tan sabiamente había atendido.

Al final entre risas, me dijo, menos mal  que mi nieto no se ha despertado, porque la puerta del baño nos la hemos dejado abierta y si llega entrar y ve a su abuelo en plena faena, no que hubiera dicho y más que le contaría mañana a su mi hijo y a mi nuera.

Me reí también , pues la verdad  es que hubiera sido una situación incómoda,  por lo que tras secarme y ponerme una bata, le ofrecí a el otra toalla para que se tapara sus partes y poder ver como estaba su nieto.

Este dormía plácidamente como un ángel… tras sopesar despertarlo y llevarlos con mi coche a su casa, decidimos que lo mejor era que ellos pasaran allí la noche.

Lo invite a cenar mientras ya  la ropa  andaba en la secadora, quedando mientras ambos en el sofá con una grata conversación contándonos un poco nuestra vida, para al final pasar a  mi cama donde culmino una noche de ensueño.

Pues a un 69 de los que hacen época y de lo que  llevan a una, al límite del placer provocándome   un copioso orgasmo y otro en puertas , pase, tras ese bucólico momento a subirme en su duro y rígido apéndice, para cabalgarlo como una posesa desmelenada hasta que ambos explotamos  con un final   idílico, sorprendiéndome nuevamente  por la abundancia  de su corrida, que pude testar y saborear finalmente al amanecer , tras dormir plácidamente ambos durante horas, pues mi regalo por tan buena y grata compañía fue despertarlo  por la mañana con una sabrosa y dulce comida donde mi boca fue la protagonista que se llevó como premio un dulce desayuno de rica y espesa crema de nata.

No dio tiempo a mas esa nuevo día, pues el nieto ya andaba llorisqueando tras despertarse ..

Tras desayunar, ya ellos con sus ropas limpias y planchadas, me ofrecí llevarlos a su casa, pues allí ya esperaban que al medio día llegara su hijo y nuera.

Quedamos en volver a vernos pronto tras anotar una su teléfono, prometiéndome el que en breve me llamaría para pasar juntos un fin semana más tranquilo y sin ajetreos …..

Y realmente cumplió su promesa a los quince días de aquel accidentado pero rico encuentro.