Experimento: Dominación

Tres chicas jovenes buscan la forma de convertir a un vecino en su propiedad.

En una calurosa tarde de primavera, Paula, Rocio y Laura estaban disfrutando de unas copas en su piso de estudiante. Paula y Laura eran estudiantes de psicología y Rocio de enfermería. Las tres reían con algo que estaba estudiando Paula,

  • El lavado de cerebro es algo que existe, y además no es muy difícil de hacer –dijo Paula-.
  • Anda ya, yo eso no me lo creo, las personas somos muy complicadas, y si nos dejamos influir es porque queremos –contesto Rocio-.
  • No, Rocio, Paulov ya demostró que era posible, lo que se hace es ir sustituyendo estímulos y pasadas unas fases te convierten en un esclavo. En las sectas lo hacen así.
  • ¿Y por qué no hacemos eso con los hombre?, les lavamos el cerebro, nos dan su dinero y les convertimos en esclavos sexuales –dijo Laura riéndose-.
  • ¡Oye, y que limpien la casa que son unos guarros! –dijo Rocio-.

Pasadas unas copas las chicas empezaron a vislumbrar lo que sería tener el control de los hombres. Entre risas iban encontrando nuevos usos que darles a sus Paulovs, nombre que darían a sus esclavos.

  • ¿Y qué nos impide hacerlo?, hagámoslo, demostremos que podemos convertir a un hombre en un esclavo. –sugirió Laura-.
  • Tendría que ser un hombre atractivo, y que tuviera dinero -dijo Rocio.
  • Lo primero es encontrar a uno que tenga alguna debilidad que explotar. También tenemos que escribir las distintas fases, las metas a las que tengamos que llegar. Chicas, tenemos que ponernos a trabajar.

Las chicas empezaron a escribir las fases, y los pasos que tendrían que dar para llegar a su objetivo, dejar al sujeto sin voluntad y que respondiera de la forma deseada a los estímulos que recibiera.

Al día siguiente las tres de encontraron en la cocina con un terrible dolor de cabeza, se miraron y echaron a reír.

  • Estamos locas, pero mira que somos mala –rio Laura-.
  • De locas nada –dijo Paula seriamente-, yo pienso hacerlo.
  • Yo me apunto –dijo Rocio-, si es necesario lo drogamos.
  • ¿Y qué hacemos –pregunto Laura-, cogemos al primer tío que nos encontremos y le pedimos que colabore en nuestro experimento?
  • Yo tengo un candidato, tiene mucho dinero, es atractivo, y podemos disponer de él mucho tiempo.-dijo Paula-.
  • ¿Y quién es? –pregunto Rocio con interés-.
  • Uno que está colado por ti, y que vive en el piso de arriba -contesto Paula-.
  • ¡PACO!, gritaron las tres a carcajadas.

Paco era un estudiante de último año de informática, su padre, un rico viudo, le pagaba el piso y todo lo que el niño pudiera desear. Compaginaba sus estudios con un buen trabajo y esa misma tarde le entregarían su Mercedes JDT. ( NA Esta claro que esto es ficción de ser realidad estaría en paro, viviría con sus padres y conduciría un muy digno ciclomotor, pero es lo que hay que para eso lo escribo yo).

En la mañana en la que sus vecinas habían decido que sería su iniciación, Paco estaba en la sauna preparando mentalmente lo que iba a hacer ese fin de semana – llamaré a Rocio y le preguntaré si quiere venir conmigo a estrenar el coche, después navegaremos en el yate, y para rematar, la invitaré a cenar en el mejor restaurante del puerto. Después de todo esto seguro que estará deseando meterse mi polla en su boca. ¡Esta noche triunfare!- pensaba el infeliz.

Las tres chicas estaban hablando de cómo contactar con su víctima cuando el móvil de Rocio sonó –tenía tanto que darte, tantas cosas que contarte, tenía tanto amor…-

  • ¡Es Paco!, mirar –dijo mostrando el teléfono y poniendo el manos libres-, diga.
  • Hola Ro, soy Paco
  • Hola guapetón.
  • ¿Pensabas hacer algo esta tarde?
  • Pues no, pensaba ir con las chicas al cine.
  • Te propongo algo mejor, ¿Quieres venir conmigo a navegar?, hoy me entregan el Mercedes y quiero celebrarlo.
  • Pues no sé, ya había quedado con las chicas –Paula le hizo gestos de que irían todas-, ¿Qué te parece si se lo digo a las chicas y vamos las tres?
  • Yo pensaba …– A Paco se le habían esfumado todos los planes, pero quedar con tres bellezas no estaba mal, y quién sabe si se podría deshacer de las otras para la cena- de acuerdo, ¿os recojo a las cuatro?

Las chicas empezaron a cavilar en que pasos deberían de tomar en este primer contacto,

-Debemos de ser muy cuidadosas, no queremos que el pez se nos escape. Tenemos que entrar en su cabeza, y sin que él se dé cuenta empezar a darle instrucciones.- Pensaba Paula en voz alta-.

  • Tendríamos que aprovechar que está colado por Rocio, pero a la vez hacer que se sienta atraído por otra de nosotras, algo que le haga sentir culpable – añadió Laura-.

-Mi parte es sencilla –dijo Rocio-, solo verme en bikini ya empezará a babear.

-Tendremos que ir improvisando, pero Rocio, no hables demasiado con él, tienes que dejar un hueco para nosotras –concluyo Paula-.

Cuando Paco las recogió, a punto estuvo de caérsele la lengua al suelo, las tres chicas estaban de muerte. En el transcurso del camino hacia el puerto Paco les estuvo hablando de su trabajo, trabajaba desarrollado sistemas de criptografía y no paraba de fardar de lo inteligente que era y del dinero que estaba ganando. Las tres chicas por su parte sonreían pensando en cómo se iban a gastar ese dinero.

Una vez en el yate, Paco se dirigió a una pequeña ensenada y varó cerca de la playa, Rocio y Paula salieron en bikini del salón y se tumbaron a tomar el sol. Laura fue a la busca de Paco.

  • Paco, nosotras vamos a tomar el sol, ¿Te sentirás molesto si nos quitamos la parte de arriba del bikini?
  • No, por mí como si os quitáis todo.

Al ir con sus amigas Laura le rozó suavemente haciendo que este se contrajera. EL sol pegaba fuerte, Paco se sentó junto a las chicas haciendo esfuerzos por ocultar sus miradas y lo que empezaba a crecer. Después de una cuantas botellas de vino Paula decidió que era la hora de empezar el juego.

  • Estás muy fuerte, ¿Vas mucho al gimnasio?
  • Tres veces en semana, me gusta estar en forma.
  • A ver, ponte delante de nosotras, deja que admiremos esos músculos.
  • Todo por complacer a unas damas tan bellas –Paco se puso frente ellas haciendo posturitas-.
  • Pero Paco –dijo Rocio sorprendida- ¿Qué te está creciendo otra pierna?
  • ¡Uy!, perdón –Paco se sonrojo encogiéndose e intentando ocultar su erección-.
  • Si es muy pequeñita –dijo Paula entre las risas de sus amigas-, pero no mires a mis pies, mírame a los ojos. ¡No, a mis tetas tampoco!, a mis ojos –las tres se estaban retorciendo de risa mientras Paco no sabía dónde esconderse o como salir de esta-.

Paula se dio cuenta de que a pesar de que su pene no era pequeño, el así lo pensaba, así que decidió explotar esa debilidad alentando las risas de sus amigas mientras señalaba con su dedo.

  • Anda Paco, siéntate ahí y cruza las piernas –le dijo Paula mientras sus compañeras se recuperaban. Paco, obediente lo hizo. Quedando sentado a los pies de las chicas y mirando hacía sus pies-.
  • Tranquilo hombre, que no pasa nada, es natural. Y tampoco la tienes tan pequeña, era solo una broma - dijo Laura-.
  • Es que tengo un poco de complejo, lo siento, yo no he podido evitarlo –dijo Paco sincerándose y recuperándose levemente-.
  • Lo siento –dijo Paula disimulando a propósito un falso arrepentimiento-. Deberíamos olvidar esto, ya que estás ahí, ¿Te importaría darme un masaje en los pies?, los tengo destrozados, y prometo no mirar más hacía… ya sabes. Por favor –dijo Paula con cara de niña traviesa-.

Paco se estiro hasta llegar a sus pies y empezó a masajearlos. Las chicas empezaron hablar de temas intranscendentales, mientras Paco se iba recuperando. Esta vez fue Laura quien dándose cuenta de esto,

  • Mis pies no están cansados, pero tengo envidia, ¿Te importaría? –dijo en tono suplicante-.
  • Faltaría más –respondió Paco, que ya estaba recuperando el color de su cara-.
  • Pero acércate más, deja que los ponga sobre tus piernas para que te cueste menos – y sin esperar que se acercara puso un pie entre sus piernas, casi rozando su pene, y el otro lo subió a la altura de su estomago-.
  • Gracias –contesto Paco, al que los colores volvían a subírsele a la cara.
  • Después me toca a mí, que nunca me han dado un masaje en los pies –dijo Rocio-.
  • Cuando termine con los míos, te lo dejo –le respondió Laura sin mirarle-.

Paco estaba pasando unos de los peores días de su vida, no podía levantar los ojos de los pies de las chicas por miedo a que se rieran o que al ver sus pechos volviera a tener una erección. Laura de vez en cuando movía el pie rozando su miembro, y no sabía qué hacer aparte de seguir masajeándoles los pies.

Paula lo tenía donde lo quería, había descubierto una debilidad y la estaba explotando, lo miraba sonriente, complacida de su actuación. No obstante tenía un problema, con el trato y la vergüenza que estaba recibiendo Paco, es posible que este no quisiera volver a verlas. Le susurro esto a Rocio, quien le guiño el ojo, y le contesto que le pidiera a Paco una cerveza.

  • Paco, hace mucho calor, ¿Te importaría traerme una cerveza?
  • Claro, ahora mismo la traigo.
  • ¿Cómo? – dijo Rocio súbitamente enfadada-, le haces un masaje a mis amigas y a mí no.
  • No te preocupes, Rocio, ahora cuando vuelva empiezo contigo –dijo Paco-.
  • De eso nada, a mi ni te acerques –le esputo Rocio retirándole la mirada-.
  • Pero mujer, no ha sido culpa suya, no te enfades que es una tontería –le dijo Laura-.
  • Anda déjame, que bien has disfrutado tú.

Paco sin entender nada fue a coger la cerveza, Laura fue tras él ,e intercediendo le dijo que no se preocupara, que hablaría con ella y que lo arreglaría.

Tras unos minutos, Paula le pidió a Paco que les llevase a casa. La vuelta a casa fue muy callada, Rocio seguía con su falso enfado mientras Laura continuaba incomodándole. Al llegar a la casa se despidieron. Paco se fue confundido y triste por el enfado de Rocio.

Las chicas se echaron en el sillón, se miraron, rieron y se chocaron las manos. Habían hechos avances, el primer paso estaba dado, habían descubierto una debilidad, habían conseguido que hiciera todo lo que se le dijo y ahora se sentiría culpable. Las chicas bebieron una cervezas y discutieron cual sería el siguiente paso.

  • Rocio, nosotras podemos incomodarle, pero tienes que ser tú quien explote su culpabilidad –dijo Laura-.
  • Laura tiene razón –asintió Paula-, pero tiene que ser muy sutil. Laura y yo tendremos que hacernos sus amigas.
  • ¿Y si le drogamos?, eso sería más rápido –sugirió Laura-.
  • No, eso es hacer trampas –río Paula- y de la otra forma es más divertido. Ahora lo que tenemos que hacer es apartarlo lo máximo posible de sus amigos, después veremos cómo lo podemos sacar de la facultad. Rocio, de ti va a depender en gran medida todo esto, tienes que conseguir que el estímulo por estar cerca de ti sea superior a cualquier otra cosa.
  • Y sin darle nada –añadió Rocio-, ¿Qué tal si le envío un mensaje reconciliador?
  • Buena idea, ¿porqué no le dices que ha sido gracias a mi?, de esa forma me deberá una y podré entrar por ahí.-dijo Laura.
  • Adelante –dijo Paula-, yo por mi parte intentaré que se vaya sincerando conmigo, a ver qué información puedo sacar.
  • Somos malas, inteligentes y estamos armadas y preparadas – dijo Laura cogiéndose los pechos-. A por él.

Paco estaba sentado en su sillón, estaba hundido, sus planes no podían a ver salido peor, lo habían ridiculizado, y la chica por la que estaba colado se había enfadado con él sin sentido. Pero bueno, pensó, todavía queda la noche, saldré por ahí con los compañeros de trabajo y nos divertiremos. En ese momento sonó el móvil, un mensaje había llegado, "Siento haberme enfadado, Laura me ha convencido de que no tenía razón. Me duelen los pies, ¿Quieres hacer las paces? ", Paco alegró su cara y bajo al piso de las chicas y llamó a la puerta.

  • Hola Paco, pasa –dijo Laura-.
  • Hola, y muchas gracias por echarme un cable –dijo Paco-.
  • Claro, pero no olvides que me debes una –dijo Laura sonriendo y acercándose sugerente a él-, pasa.

Paco entró un poco azorado por la actitud de Laura, en la salita Paula estaba dormida en un sillón y Rocio tumbada en el sofá. Rocio le indico en silencio que se sentara a sus pies, le sonrío.

-Perdóname Paco, antes he sido un poco tonta.

  • No te preocupes, creo que tendría que haber empezado por ti.

-¿Y porqué por mi?, -Pregunto sorprendida Rocio-

-Bueno –Paco estaba intentando utilizar su materia gris, pero esta no le parecía responder-, te he visto muchas veces andando, así que supongo que tendrás los pies más cansados.

  • Muchas gracias por pensar en ellos, te importaría darme un masaje. Tengo mucho sueño y seguro que me ayuda a descansar mejor. –Dijo Rocio colocando sus pies sobre las piernas de Paco-.

-Para eso he venido, todo con tal de hacer las paces.

Paco se esforzó en hacerlo lo mejor posible, masajeando y acariciando cada centímetro de su pie. Rocio simulo que se quedaba dormida y se dio la vuelta colocando uno de sus pies entre sus piernas. Paco estaba sorprendido pero a la vez disfrutaba, Paula y Rocio estaban dormidas, y el disfrutaba del suave contacto se su pie en su entrepierna. Rocio por su parte se encargaba de animarle moviéndose de vez en cuando y dando pequeñas patadas. Paco empezó a sentir que la excitación subía rápidamente y que pronto debería acudir al cuarto de baño en busca de alivio. En ese momento entró Laura que se sentó cerca de él.

-¿Te apetece un refresco? – Le susurro Laura-, hace mucho calor.

-Si, por favor, una Coca-cola estaría genial.

-Ok, ahora te la traigo, ¿Le has cogido cariño a los pies de Rocio, eh?, no los sueltas ni estando dormida. –le pregunto mientras está iba a la cocina.

Laura le puso la bebida en la mesa, que estaba un poco retirada. Paco se dobló hacía delante aprisionando el pie de Rocio entre sus muslos, un escalofrió de placer le recorrió el cuerpo. Laura que le miraba de reojo se tapaba la boca disimulando la risa con un bostezo. Paco llegaba al momento donde no hay marcha atrás, todo le daba igual y empezó a masajear el pie que estaba en su entrepierna presionándolo contra su miembro. Rocio que se dio cuenta de lo que pasaba, estiro el pie presionando más todavía su pene. Estiro una mano y toco la pierna de Paula. Paco miró hacia su izquierda y vio que Paula le miraba seriamente. Rocio despertó.

  • Que sueño más bueno –dijo mirando a Paco-. Voy a ir al baño.
  • Creo que tu y yo tenemos que hablar –le dijo Paula muy seriamente-, ven conmigo a mi cuarto.
  • Si, en un momento voy.
  • En un momento no, ahora –espero a que pasará Paco por delante de ella y se llevó un dedo a sus labios para que Laura contuviera la risa.

Una vez en el cuarto Paula invito a Paco a sentarse en una especie de puf para apoyar los pies, ella se sentó en frente de él, con la mirada muy seria, cruzó sus piernas y tras mostrarle la planta de su pie le dijo:

  • Paco, ¿Esto es lo que te gusta? –dijo señalando a su pie-, te parece bonito lo que has estado haciendo.
  • Yo no he hecho nada, y no me gustan tus pies, chiflada –le contesto enfadado-.
  • Por favor, estabas restregando tu "cosita" en los pies de mi amiga mientras ella dormía, eres un pervertido.
  • Eso no es así, ella los puso allí y yo me sentía incomodo, por eso me movía –explico Paco-.
  • Ya, y lo que tientes ahí –pregunto señalando a su erección- debe de ser tu teléfono móvil.
  • Verás yo…-balbuceo Paco que estaba muy excitado y sabía que le habían pillado-.
  • Hay poco que ver –le dijo con cara de asco-. Laura y yo estamos intentando facilitarte el camino, pero lo estas poniendo muy difícil. Por ahora lo dejaré pasar, pero una sola metedura de pata más y te aseguro que se lo cuento a Rocio. ¿ Lo has entendido?
  • Si, Paula, lo he entendido –dijo con la cabeza baja-.
  • Ahora, como agradecimiento, quiero que beses mi pie –con cara sonriente puso la planta de su pie sobre la cara del sorprendido Paco-.
  • Pero solo uno –Paco que estaba como una moto acerco sus labios a su pie y los beso suavemente, al ver que Paula no lo quitaba volvió a besarlo resbalando sus labios por su planta-.
  • ¡ Eh! –dijo Paula sonriente- que solo era uno, ¿Serás aprovechado? –Paula se levanto, y piso sin cuidado el pene de Paco -, vaya, no creo que haya que preguntarte si te ha gustado –rio-.
  • No me gustan, solo que esta situación me está poniendo algo nervioso. Te aseguro que no me gustan, no sé qué me pasa.
  • No tienes por qué estar nervioso, a mi no me importa y a Rocio sé que le gusta que se los besen. No le des más vueltas, tu pene no te engaña, ni a ti ni a nadie. Ahora quiero que lo digas –exigió Paula con los brazos en jarra-.
  • ¿Qué es lo que quieres que te diga?
  • Que te ha gustado besarme el pie –dijo sonriente-.
  • Está bien –se rindió Paco-, me ha gustado besarte el pie, aunque no entiendo bien el porqué.
  • Por ahora me conformo con eso. Vayamos a la salita.

Los dos volvieron a la salita, donde Laura y Rocio estaban sentadas discutiendo sobre una fiesta. Habían decidido que al día siguiente iban a celebrar el día de la mujer. Paula se mostro muy contenta con la idea. Rocio propuso que empezaran al día siguiente con el desayuno. Paco acepto hacerlo ya que por entonces haría cualquier cosa por estar cerca de Rocio. Paco se fue justo antes de que las chicas fueran a preparar la cena, y estas se sentaron a preparar los planes para el día siguiente.

Paula les conto a sus amigas como Paco le había besado el pie y que de no habérselo impedido el habría continuando haciéndolo, las chicas rieron con la escenificación de la escena.

-Pero Paula –pregunto Rocio- ¿Cómo les pueden gustar los pies?

-Muy fácil, estamos haciendo que su cabeza identifique los pies con el placer.

-Pero ese gusto podría acabar si le dejamos de dar ese estímulo –puntualizo Laura- tendrá que pasar un tiempo hasta que se olvide del placer e identifique nuestros pies con el placer.

-Bien dicho Laura, ahora mismo tiene que estar desorientado, debemos de continuar dándole estímulos. Tenemos que hacer que no paré de recordar nuestros pies, de esta forma iremos creando una obsesión. –dijo Paula-.

  • Y eso nos resultara muy útil a la hora de someterlo, por otra parte tenemos que hacernos pasar por victimas, el tiene que sentirse culpable –dijo Laura-.

  • ¿Que haremos mañana? –Pregunto Rocio-.

  • Mañana, aprovechando la fiesta, tendremos que empezar a rebajar su orgullo, sin que él lo sospeche. Debe de ser como un juego. –sugirió pensativa Paula.

  • Quizás debería de mostrarme receptiva –dijo Rocio-.

-No, debes de ser tu quien más lo humille, lo aceptara mejor y se sentara peor. Nosotras trataremos de ganar más puntos con él, tratando de animarle – la corrigió Laura-.

  • Pero, ¿Si le humillo como va a sincerarse conmigo? –Pregunto Rocio-.

  • Ese es el tema, Rocio, el no debe de darse cuenta de que tú pretendes humillarlo –le dijo Paula-.

-Pero mira que somos malas,-dijo Rocio-.

-De malas nada, solo estamos haciendo un experimento, malas tendremos que ser después cuando ya lo tengamos sometido. –dijo Paula.

Por la noche, Paula, no paraba de pensar en estrategias que le permitieran acceder y controlar a la cabeza de Paco, de pronto, río, saco una foto de la planta de su pie con el móvil y se la envío a Paco, junto con un mensaje que decía, "Para que no me olvides".

Paco que acababa de tomarse una ducha para aliviar las calenturas del día cogió el teléfono y se sorprendió al ver que el mensaje era de Paula, pero cuando vio la foto se quedo paralizado. Que era eso, le gustaba pero no le podía gustar. Sus ideas daban vueltas en su cabeza sin llegar a ninguna conclusión, dejaba el teléfono y al instante necesitaba volver a ver la foto. Cuando por fin se calmo, se puso a ver una película intentando ocupar su mente en otra cosa. La película llegaba a su fin, cuando inesperadamente llego otro mensaje. Paco hizo en vano el esfuerzo de no coger el teléfono, pero tras unos segundos de duda lo cogió y vio que era otro mensaje de Paula, "Perdón, me equivoque, el que besaste fue este", y a continuación la foto del otro pie. Se puso como loco, miraba la foto, recordaba el momento, y su pene se disparaba, -¿Cómo es posible esto?- se preguntaba. Era tarde y no conseguía quitarse de la mente la imagen de esos pies, los roces de los pies de Rocio, sus risas en el barco…al final decidió masturbarse, pensando que de esta forma se calmaría, lo hizo, se tranquilizó y se durmió.

Era un sábado especial, las chicas estaban contentas y emocionadas, se reunieron en la salita y decidieron que su vestuario sería el pijama y unas sandalias. Después escribieron en un papel sus nombres e hicieron tres columnas, cada uno fue diciendo lo que quería y Paula iba escribiendo, la lista iba creciendo y entre ellas se iban picando buscando nuevas formas de maltratar al pobre Paco. Cuando se dieron por satisfechas, llamarón a Paco para que empezara la diversión. Paula se dirigió a la puerta y tras escuchar el timbre espero unos segundos para abrir. Paula le indico que fuera a la salita donde Rocio pasó a darle las instrucciones,

  • Hola Paco, te has presentado voluntario para celebrar hoy el día de la mujer y servirnos, ¿Es así soldado? – bromeo Rocio-.
  • Sí, mi capitana –contesto Paco-.
  • Bien, soldado, lo primero que tienes que saber, es que hoy, quien mandan, son las mujeres, y que está totalmente prohibido que hagamos cualquier tarea que no sea de nuestro agrado, ¿Entendido, soldado?
  • Sí, mi capitana. –respondió Paco poniéndose firme-.
  • Tu primera tarea será prepararnos un exquisito desayuno, en este papel encontrarás lo que queremos cada una. Deberás de llevar un delantal que encontrarás en la cocina y quitarte la camisa, y como no nos complazca el desayuno es posible que te hagamos quitar algo más – dijo guiñándole el ojo con cara pícara-. ¿Qué haces ahí parado?

Paco se fue a la cocina y se puso manos a las obra, hizo huevos fritos, bacon, zumo, tostadas… Cuando las chicas empezaron a desayunar Laura pensó que sería más agradable el desayuno si recibían un buen masaje en sus pies, las chicas sentadas no prestaban atención a Paco que arrodillado tenía problemas para llegar hasta sus pies. Una vez terminado el desayuno, Paco recogió la mesa y fregó los platos.

  • Paco –le llamó Rocio-, las chicas queremos hacer una serie de juegos, el primero de ellos se llama ¿Qué ha sido?, te taparemos los ojos, haremos algo y tu tendrás que adivinar que ha sido. ¿No te parece divertido?
  • Bueno, ya veremos –dijo Paco desconfiado-.
  • Bien, ahora te vas a tumbar en el sofá mientras que nosotras te preparamos.

Paco se tumbó algo desconfiado y Rocio le tapó los ojos, Paco pudo escuchar un murmullo y a continuación sintió como algo se le acercaba a su cara, pudo oler algo fuerte, y súbitamente se excito, -Un pie- contesto, bien dijeron las chicas mientras aplaudían,

  • Si sabes decirnos de quien es, tendrás un premio –dijo Paula-
  • ¡Déjame pensar! , Laura, -dijo dubitativo-.
  • ¿Pero como sabes que fui yo? –pregunto -, bueno, no me contestes, tendrás tu premio. Abre la boca. –Laura se llevó a la boca un chupito de tequila y lentamente lo dejo caer en la boca de Paco- ¿Te ha gustado?
  • -Me ha parecido un poco fuerte para empezar la mañana, pero sí, me ha gustado, ¡ Vega la siguiente! –animo Paco a las chicas-.

Las chicas quedaron contentas con su actitud, y volvieron a murmurar, decidieron que la siguiente sería Paula, pero que Rocio debía de hacerle un poco más difícil la elección a Paco. Paula acerco lentamente su pie a su cara, pero entonces Rocio se sentó sobre él. Paco incomodo trato de moverse lo que no hizo más que empeorar su estado.

  • ¿Y ahora? –dijo Laura que se había puesto a la altura de Rocio-, si adivinas lo que has olido, y quien se ha sentado sobre ti, recibirás un premio doble. Si no lo haces, tendrás un pequeño castigo.
  • No lo sé-dijo Paco que estaba muy nervioso, alguna chica estaba sentada sobre su erección y podía a llegar a oler del pie de otra-. Vamos a ver, el pie tiene que ser de Rocio, y la que se ha sentado sobre mi es Laura.
  • ¡No has dado ni una! rieron las tres, lo siento pero te ha tocado tu castigo. Ya que ha sido el pie de Paula el que no has reconocido, será ella quien dicte sentencia. –dijo Laura-
  • Está bien, dijo Paco, pero no seáis malas.
  • Tranquilo, no sentirás mucho dolor y puede que incluso te guste. –Le tranquilizo Paula-.
  • Venga hacerlo, -dijo Rocio que no paraba de moverse sobre su montura-.

Laura, y Paula empezaron a agarrar y tirar de sus pezones, al principio de forma muy suave, y poco a poco fueron aumentando la fuerza, utilizando sus uñas. Rocio se giro para mirar la cara de Paco, este lo estaba disfrutando, y no solo se notaba en su cara. Paula viendo que Paco lo aguantaba perfectamente, hinco sus uñas y las apretó con fuerza hasta que Paco hizo una pequeña exclamación de dolor.

EL juego se prolongo unas dos horas, le iban dando los chupitos y ellas simulaban que también estaban bebiendo. Paula sacó una cámara y fue documentando todo el proceso, mostrando imágenes como la del pobre Paco estirando la lengua desesperadamente para alcanzar los pies de Laura. Una vez que Paco había llegado a un estado elevado de embriaguez, Rocio hizo una señal a las otras y estás salieron de la habitación. Rocio se tumbó sobre él y le susurro al oído.

-¿Estas disfrutando?

-Si, mucho –contesto con dificultad por la tajada que llevaba-.

-Me imagino que has disfrutado de tenerme encima, lo he notado, ¿Sabes?

  • Si, me gusta mucho, ¿y si nos vamos a tu cuarto? –Pregunto esperanzado-.

  • Todavía es pronto, y además una vez visto el tamaño de tu pene me tendrás que demostrar que otras habilidades tienes –le susurro con malicia-.

-¿De qué habilidades hablas? –Dijo con pena-

-No te preocupes, hoy mismo las pondré a prueba, siempre que me prometas que vas a esforzarte por divertir a mis amigas y que tratarás de complacerlas. Puede ser que sea divertido para ti, ya que estamos bastante borrachas. ¿Tú me quieres? –pregunto con voz sugerente-.

-Te quiero más que a nadie de este mundo. –Dijo sinceramente el muchacho-.

-Pues ya sabes, demuéstramelo en este día y tendrás un premio. Ahora entraran las chicas, y jugaremos a otro juego muy divertido. Pero seguirás con los ojos vendados ya que es posible que tengamos que desnudarnos y mis amigas son muy tímidas. –al pobre chico casi se le cae la baba y acepta encantado-.

Las chicas entraron y Laura les presento el nuevo juego, se llamaba el interrogatorio, las chicas interrogarían a Paco (que fue el primero y único en hacer de interrogado), si la respuesta las convencía, sería premiado, y si fallaba, la chica de la derecha de la que había preguntado le pondría un castigo, y la de la izquierda lo ejecutaría. Las tres chicas se sentaron alrededor de Paco que estaba sentado en una silla. Fue Laura quien pregunto primero:

  • ¿Estás enamorado de alguna de nosotras?
  • Si.
  • Vale, me parece que dice la verdad. ¿Qué premio le podamos dar? –pregunto Laura, Paula que estaba justo delante de él, levantó su pie calzado y lo puso entre sus piernas apretando ligeramente.-Un suspiro de placer se le escapo al desdichado.-
  • Me toca a mí -dijo Rocio-. ¿Realmente crees que puedes satisfacerme?, lo digo por tu problemilla, ya sabes
  • Por supuesto –dijo Paco-.
  • No sé –se llevó un dedo a la boca-, creo que mientes.
  • No miento, te lo aseguro –suplico Paco-.
  • Pues yo creo que también miente –dijo Paula sonriente-, Paco debes de reconocer con esta cosita –moviendo el pie que tenía aprisionando su pene- es difícil que pienses eso.
  • Pero no es tan pequeña –dijo Paco desesperado-.
  • Lo siento Paco, pero hay unanimidad, estas mintiendo –Dijo Laura sin esforzarse en aguantar la risa-. Tienes que asumir el castigo.
  • Bien Paco, por habernos mentido, te condeno a… estar desnudo el resto del día.- Dijo Laura- Y Paula será la encargada de llevar a cabo el castigo.
  • No me podéis hacer esto, no he mentido, os lo juro – suplicaba el desgraciado-.
  • Me parece que voy a tener que intervenir –dijo Rocio- si él no quiere seguir, no le podemos forzar. Paco –se dirigió a él con voz seria- hazme el favor de irte de aquí.
  • Por favor Rocio, no me hagas eso, yo te quiero – Entre el disgusto, la sandalia que tenía entre su entrepierna y lo borracho que estaba, apenas podía hablar – ¡No!
  • Pues ya sabes, o te quitas la ropa, o a casita. Y olvídate de nosotras. –dijo Rocio sabiendo que estaba marcando unos de los faroles más importantes de la partida-.
  • Está bien, haré lo que me pidas.
  • No, Paco, nosotras nos lo estamos pasando muy bien en un día especial y tu lo estás estropeando, quiero que muestres algo de entusiasmo, hombre.
  • Rocio, estaré encantado en que me quitéis la ropa, por favor dejarme seguir jugando.

Paula se levantó y le quitó la ropa, -Paco, dijo Susana, como no nos podemos fiarnos de tus manos cuando hagamos lo que tenemos pensado, te las ataremos a la silla. Pero tranquilo con solo decir que te soltemos lo haremos-, Paula ató sus manos a la silla y separó sus muslos que él había unido con el fin de ocultar sus atributos, las tres chicas se rieron y empezaron a dar golpecitos en su pene que poco a poco iba creciendo. Después Paula volvió a colocar su pie donde estaba, aplastando su pene contra él, Paco, que estaba como una cuba y muy excitado empezó a restregarse contra él. Esto animo las risas de las chicas y los gestos de victoria que hacían a la cámara con la que Laura estaba grabando ahora.

  • Me toca, -dijo Paula-, tengo dos preguntas, la primera, ¿Te gustan nuestros pies?
  • Sí, me encantan – balbuceo Paco-.
  • ¿te gustaría que te permitiéramos besarlos?
  • Me encantaría, -Dijo Paco con entusiasmo-.
  • Bien, creo que has respondido correctamente a las dos preguntas, así que tendrás un triple premio.
  • El primero, dijo Rocio, es que te permitiremos ponerte los pantalones.
  • El segundo, dijo Paula, es este –Y quito su pie de entre sus muslos, lo que provoco un breve lamento de Paco.
  • Y el tercero, dijo Laura, es que te permitiremos oler nuestros pies, y si eres bueno, más adelante podrás besarlos.

Le quitaron la venda de los ojos, le desataron y le ayudaron a ponerse los pantalones ya que él apenas podía mantener el equilibrio. Después Rocio le tapó con la venda la boca y le ayuda a arrodillarse frente a la mesa. Las chicas se sentaron en el sofá y pusieron sus pies sobre la mesa al alcance de su cara. Paula le dijo que podía empezar, y él fue pasando su nariz por cada centímetro de sus pies con evidentes suspiros de placer. Ellas vieron su serie favorita sin prestarle atención.

Cuando terminaron de ver la serie a Laura se le ocurrió que la competencia entre ellas sería beneficiosa para el correcto adiestramiento de Paco. Así que preparó una serie de competiciones a las que llamó originalmente "las olimpiadas de la fem".

-Empecemos chicas, la primera prueba es "la carrera del plátano", pondremos el plátano al final del pasillo, por turnos al azar, montaremos sobre Paco, y lo guiaremos de vuelta. La ganadora, conseguirá 10 puntos.

-Pero eso es injusto, Laura –protesto Paula-, cada vez estará más cansado.

-Lo tengo todo preparado –sonrió Laura mostrando unas pesas-, cuando cambiamos, quitaremos de su cuello 5 kilos, y lo montaremos según nuestro peso de más a menos. Rocio, tu eres la más pesada, así que tú serás la primera.

-Laura- protesto, Rocio-, que tenga un buen culo no quiere decir que sea la más pesada, pero bueno, seré la primera. ¿Estás preparado para este culo? –Pregunto Laura a Paco mientras se acariciaba y le mostraba su redondo y maravilloso trasero-.

  • ¿Y es qué no pensáis ni consultarme?, -contesto Paco tímidamente-, estoy cansado y mareado.

  • Pobre Paco –dijo Rocio – es solo un juego, además, te prometo que una vez que hayamos terminado podrás comer algo que te gustara. Y es posible que si nos divertimos, cada una de nosotras te ofrezca un favor muy especial. Di que sí, porfa.

-Está bien –se rindió Paco a disgusto-.

Paula colocó el plátano, Rocio colocó la pesa de 10 kilos en el cuello de Paco y se subió a su espalda y Laura dio la orden de salida. Paco salió torpe, Rocio le gritaba –hazme cabalgar Paco, vamos-, Paco se esforzaba todo lo que podía, se excitaba pensando en el maravilloso culo que ahora mismo estaba sobre él, - ¡Vamos caballito!, gritaba sin parar Rocio; mientras se escuchaban al fondo las risas de Paula y Laura. La pesa bailaba de un lado a otro, Rocio saltaba sobre su espalda sin compasión. Al fin Paco consiguió coger el plátano y velozmente encaro el pasillo sintiendo los botes de Rocio sobre él. Cuando llegó a los pies de Laura el cronómetro se paró en 31 segundos.

  • Muy bien hecho –le aplaudió Rocio mientras acariciaba su cara. Creo que te has merecido un premio, ya hablaremos después –le susurro mientras le guiñaba un ojo-.
  • Ahora me toca a mí, -Dijo Paula que sustituyo la pesa por una de 5 kilos-. Esfuérzate al máximo -le susurro a oído-, da igual lo que te haya ofrecido Rocio, yo lo mejoro.

Paco pasó de sentirse triste y cansado a optimista, de aquello iba a sacar algo bueno ganara quien ganara. Paula, se colocó con cuidado sobre él, y Laura volvió a dar la salida cronometro en mano. Paco salió como un autentico caballo de carreras, Paula apenas podía sujetarse con sus piernas y en más de una ocasión estuvo cerca de caerse, Paco llegó hasta el plátano, lo cogió entre su dientes y volvió por el pasillo. Estaba cansado, el esfuerzo inicial le había dejado exhausto, Paula que sentía como su montura empezaba a desfallecer apretó su cuerpo entre sus muslos y empezó a azotar su trasero con suavidad mientras le animaba –venga Paco, demuestra que eres un semental, corre-, Paco motivado por sus palabras hizo fuerza de flaqueza y volvió acelerar el ritmo, animado por la cercanía de su objetivo se lanzó a los pies de Laura dejando caer el plátano. Abatido por el esfuerzo se desplomó jadeando con Paula aún montada sobre él. Paula acaricio su pelo, y le felicito –Da igual si he ganado, estoy muy orgullosa de ti-. Laura miraba con intriga a las chicas y exclamó – ¡Nuevo record mundial, 29 segundos!-, Paula saltaba de alegría, incluso Paco se sentía orgulloso, Rocio por lo contrario estaba desilusionada.

  • Chicas –dijo Laura pidiendo atención-, nuestro caballito está destrozado, no creo que sea justo, seguro que no llega hasta el plátano. ¿Qué tal si dejamos el juego y empezamos otro?
  • La verdad es que se le ve muy cansado – Dijo Rocio-, lo mejor sería anular la prueba.
  • Puedo hacerlo – dijo entre jadeos Paco, que veía peligrar su premio-, dejarme un minuto y estaré como nuevo.
  • Pero es que me das lástima – decía mientras con una sonrisa acariciaba la cara del jadeante Paco con sus pies-, te hemos medio obligado, y ahora te veo tan cansado.
  • No te preocupes –contesto Paco -, es un placer y además no podemos dejar esto sin terminar.
  • Vale, lo haré –consintió Laura-, pero con dos condiciones, la primera, descansarás 5 minutos, y la segunda, deberás pedirme que te monte para que yo no me sienta culpable, ¿ Aceptas?
  • Acepto.

Paco se tumbó hacía arriba intentando descansar la espalda y recuperar el aliento. Las chicas se tumbaron y discutían entre risas las próximas pruebas de la Olimpiada. Laura, estiraba el pie para acariciar a Paco. Laura le caía bien, era una chica alegre y llena de vitalidad, algo descarada pero divertida, estaba claro que no podía ganar ya que no le había ofrecido nada, pero tenía un sentimiento contradictorio al respecto. Laura, sabía que no iba a ganar, es más, debería de ponerle difícil las cosas.

Una vez que Paco había descansado, y le había pedido a Laura el participar, ésta se subió en él. Paco pensó que era muy ligera, el no llevar el peso añadido le aliviaba –Puedo hacerlo- se repetía en su cabeza olvidándose del premio que le aguardaba se ganaba Paula. Rocio dio esta vez la salida, Laura apretó sus muslos y empezó a botar como una loca. Paco estaba incomodo con su movimiento, pero a pesar de esto avanzaba rápido, el ejercicio había atenuado su borrachera y estaba más lúcido. Laura, molesta al ver que realmente podía ganar le agarró del cabello y le azotó con brutalidad el culo mientras continuaba botando sobre su espalda, - ¡Me duele!- exclamó Paco, -Corre animal- fue la respuesta de Laura. La contestación de Laura no hizo más que motivarle en contra del objetivo de ella, Paco cogió el plátano, y enfilo la recta final. Laura, sorprendida por su entrega, decidió cambiar de planes, le soltó el cabello y acompasó sus movimientos a los de Paco. Por un momento Paco se sintió en el cielo, los rítmicos movimientos de ella más que cansarle le hacía sentir placer y le animaban. Cuando al final llegó a los pies de Rocio, sabía que había conseguido batir su record, su satisfacción apenas duró unos segundos, ya que inmediatamente cayó en la cuenta de lo que había perdido.

Rocio sorprendida por el resultado, miró su cronómetro, y exclamo "¡Nuevo record Mundial, Laura, a lomos de Paco, en 25 segundos!". El plan de las chicas había salido mal, no podían echarle la culpa a Laura ya que habían visto sus esfuerzos por incomodar la carrera de Paco. Pero Paula, calculadora, ya estaba pensando en una alternativa.

Rocio se acerco a Paco, que estaba tendido en el suelo respirando agitadamente, se puso en cuclillas y le dijo – Tranquilo, te has portado bien y tienes que ser premiado, -¿Te quedan fuerzas para llevarme a mi dormitorio? -.