Experimentando juntas
Sentía que estaba conectada con ella, como pocas veces lo había conseguido, y al mismo tiempo...
Todo iba de maravilla, Dorothy repetía el mismo ritual cada noche, tras la cena, preparaba el baño, desnudaba a Evolet, la metía en el agua y la enjabonaba. A continuación se colocaba a la espalda de ésta y la acariciaba.
Pero aquella noche Dorothy pensó que aquella no era forma de proceder, a espaldas de Evolet, para que no la viese mientras le daba placer, así que decidió cambiar las tornas y se colocó a su lado para así poder contemplar su rostro mientras la acariciaba.
Evolet giró la cara, no pareció gustarle esta novedad. Pero Dorothy se mantuvo firme y acariciando sus pequeños pechos con una mano, mientras con la otra le acariciaba sus muslos y sus ingles bajo el agua. De este modo fue ablandándola hasta que ésta consintió la nueva postura.
Entonces movió su mano bajo el agua y acarició su monte de venus, lo tenía poblado de vello preciosamente negro como su pelo, muy fino y delicado. Deslizó su dedo corazón, el más largo por entre sus labios vaginales y los abrió.
Miró a Evolet a los ojos mientras lo hacía y ésta le devolvió la mirada, una mirada asombrada por lo que le hacía, de alguna manera sintió que conectaban, algo que no era usual pues Evolet siempre desviaba la mirada cuando se la miraba directamente a los ojos. Luego esta miró hacia abajo, hacia la mano que se movía bajo su sexo, frotando sus labios vaginales, tremendamente lubricados en círculos y Dorothy entonces pulsó su clítoris con su dedo gordo, moviéndolo también en círculos.
Esta electrizante sensación hizo que Evolet la mirase de nuevo a la cara y volvieran a conectar con la mirada y Dorothy se sintió satisfecha, de alguna forma insospechada sus caricas las conectaban y obligaban a Evolet a mirar a su madre mientras ésta le proporcionaba placer.
Evolet tomó su brazo, el brazo de la mano que se movía bajo ella y lo apretó. Esa era otra forma de conectar que Dorothy detectó.
Hoy tomó su mano y la llevó hacia su sexo, poniéndola sobre éste, mientras con la suya encima la acompañaba, la acariciaba usando sus propios dedos y la movía sobre su mano. Quería enseñarla que ella misma podía hacer aquello cuando le apeteciera y que así no necesitase de la ayuda de su progenitora.
Siguió acariciándola allí abajo, se esmeró en frotar sus labios mayores y menores, hasta que su clítoris estuvo listo. Luego se centró en él y mientras lo movía en círculos con la mano que tenía en su cintura, pasó a acariciar sus pechos, así de forma combinada, acariciando sexo y pechos Evolet se estremecía a través de las oleadas de placer que le venían.
De vez en cuando conectaban, se miraban fugazmente y luego Evolet se evadía desviando la mirada. Así hasta que el orgasmo le sobrevino, comenzó a temblar y a convulsionarse mientras Dorothy no la soltaba en ningún momento, seguía acariciando su sexo y aumentando así el placer, hasta que de repente Evolet puso los ojos en blanco y se dejó caer hacia atrás en la bañera en un momento de relax final.
Aquella noche Dorothy se puso tan caliente, que decidió meterse en la bañera con ella, para lo cual se desnudó ante la atenta mirada de Evolet, abrió el agua caliente para recuperar temperatura del líquido elemento y tras esto se metió en el agua en el lado opuesto a donde estaba su hija.
Una vez dentro se regocijó en el suave calor que sentía por todo su cuerpo. Deslizando sus manos por sus brazos, sus pechos, sus piernas, poco a poco calentándose aún más ante la atenta mirada de Evolet, que no le quitaba ojo.
Sentía que estaba conectada con ella, como pocas veces lo había conseguido, y al mismo tiempo estaba muy excitada. Así que sin más dilación se entregó a la masturbación en su tierna flor sumergida, cerrando los ojos, concentrándose en el intenso placer que le venía a su cuerpo.
Cuando de pronto sintió la suave caricia en su pecho, ¡inmediatamente abrió los ojos y vio como Evolet retiraba su mano rápidamente!
—No cariño, no pasa nada, ven puedes tocarme si quieres —dijo tomando su mano y acercándola suavemente a sus generosos pechos.
Evolet no estaba muy convencida y estuvo tentada de retirarla en varias ocasiones, pero Dorothy no se lo permitió, acarició cada rincón de su pechos, por arriba, por abajo, entre el suave canalillo lleno de espuma y como no, rodeó sus areolas hasta poner sus pezones duros y luego hizo que se los cogiera con sus tímidos dedos.
Dorothy no podía creer el mar de sensaciones en el que estaba inmersa, sentía una calentura como pocas veces. Decidió incorporarse y acercar sus grandes pechos a las pequeñas tetitas de Evolet, juntándolos en un suave abrazo. Las sensaciones se multiplicaron.
De repente tuvo una idea, acercó sus pechos a Evolet y se los ofreció para que se los chupase, ésta los rechazó, aunque Dorothy insistió un poco más paseó sus duros pezones por entre sus labios, pero Evolet no comprendía sus intenciones, así que abandonó la idea.
Estaba tan caliente que juntó sus pechos con los de Evolet y se restregó con ellos, piel contra piel. Su suave cuerpo la excitó como una profunda caricia en sus grandes senos y desatada tomó la mano de Evolet y le llevó entre sus ingles, acariciándose sus con ella, acompañándola con sus propias manos frente a ésta.
Fue consciente de cómo la miraba, de su extrañeza y curiosidad. Evolet de nuevo intentó retirarla, pero Dorothy insistió y la mantuvo pegada íntimamente en su excitado órgano sexual.
En un momento la dejó libre y Evolet retiró su mano una vez liberada. Pero Dorothy la volvió a coger y la puso de nuevo sobre su sexo y por encima de ella comenzó a acariciarse con frenesí, arrodillada en la bañera muy cerca de su hija. Ya no podía más, se sentía tan excitada que abandonó al orgasmo incipiente y estalló allí mismo, casi sentada sobre las piernas de su hija, tan cerca ella que sus pechos casi rozaban su cabeza cuando esta se tuvo que apoyar en el otro extremo de la bañera para no caerse encima suya.
Sentía su sexo tremendamente excitado y sensible. Acariciaba sus gruesos labios y su duro clítoris erecto.
Finalmente no pudo evitar que su squirt saliese en el culmen de su orgasmo, temblando con todo su cuerpo, entre estertores y oleadas de intenso placer, dejando caer el caliente líquido elemento sobre los dedos y muslos de Evolet.
Sus convulsiones llamaron la atención de ésta, que pareció extrañarse y asustarse al mismo tiempo. Cuando Dorothy abrió los ojos y recuperó la conciencia tras el intenso placer, vio su carita asustada y la tranquilizó acariciando sus mejillas.
—No pasa nada Evolet, mamá ha tenido un orgasmo como antes lo tuviste tú —le dijo para tranquilizarla.
Finalmente quitó el tapón de la bañera, el agua huyó por el desagüe y madre e hija se aclararon juntas bajo la ducha, luego se secaron y como cada noche la acompañó a su cama y la acostó.
Mientras intentaba dormir recapacitó sobre lo ocurrido, recordó la cara entre la extrañeza y el horror de Evolet al correrse y pensó que tal vez no le había gustado llegar a aquello. Ahora la horrorizada era su madre…
La Hija de Dorothy es mi nueva novela, lo que has leído aquí es el séptimo capítulo. Si te gusta la historia te dejo aquí la sinopsis de la obra completa:
Evolet recitaba operaciones aritméticas imposibles para su madre que no la dejan dormir, de modo que Dorothy decide llevarla al médico. Allí, un buen doctor le receta pastillas y ante las reticencias de la madre, le sugiere una inquietante alternativa que la sonroja...
Ésta lo consulta a su vez con su vecina y buena amiga Lindsay, quien le da la razón al doctor, dejando a Dorothy no muy convencida. No obstante decide ponerla en práctica esa misma noche...
Así comienza su aventura, la aventura de una madre y una hija que juntas recorrerán caminos insospechados para ambas en ese momento...
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