Experimentando con mi primo

Después de una cena familiar, mi primo me enseña a besar y a chupar

Ya que os ha gustado tanto el relato de mi primera vez masturbandome, he pensado en contaros otra de mis primeras experiencias mientras escribo la segunda parte del relato de la boda, ya que es un poco más largo y no tengo demasiado tiempo.

En el último relato os hice una pregunta y lamento decir que nadie la adivinó jajajaj así que en este os hago otra: ¿alguien es capaz de adivinar con cuantos hombres he tenido sexo¿ Elq ue acierte se llevará un premio, que como ya sabréis es una foto mía por correo ;) Suerte!

Desde que descubrí la masturbación la practicaba todos los días. Intercambiaba entre frotar mi clítoris o introducir uno o dos dedos, y lo hacía a cualquier hora y en cualquier lugar, algo que me acarreó varios problemas, como cuando lo hacía en clase y algunos profesores me pillaban e informaban a mi padre, y este me castigaba. Nunca entendí porqué estaba mal hacerlo en público, así que por unos meses más segúi masturbandome siempre que el cuerpo me lo pedía.

Pasaron un par de meses desde lo que conté en mi anterior relato, y llegaron las navidades. Mi familia siempre ha sido muy grande, y celebrábamos las fiestas todos juntos en la casa de mis abuelos, que era muy grande y cabíamos todos perfectamente. Siempre nos dividíamos en dos mesas, la mesa para los adultos donde se sentaban mis padres, mis tíos y mis abuelos, y la mesa para los niños donde nos sentábamos los primos. Daba igual si éramos más grandes o más pequeños, hasta que no cumplíamos 18 no podíamos sentarnos con los adultos, y los primos más mayores eran los que se encargaban de controlar a los más pequeños, y gracias a esto ocurrió todo.

Yo me senté al lado de mi primo Rodrigo, al que llamamos Rodri. Tenía 18 años, y los que habéis hablado conmigo ya sabréis la edad que tenía yo (si no, siempre podéis preguntarme por correo). Comenzamos a comer y conformen iban terminando, mis primos se iban levantando. Rodrigo era de los últimos, al igual que yo. Siempre había comido poco y mis padres no me dejaban levantarme de la mesa hasta que estuviese el plato vacio, por lo que siempre era la última.

-Rodri, vigila a tu prima y que se lo coma todo -dijo mi madre cuando pasó a echarme un vistazo.

-Vale tita -contestó mi primo con una sonrisa.

Casi había terminado cuando me aburrí de seguir comiendo. Rodri no se levantaba de mi lado y como noté como mi coño me picaba (en ese momento no diferenciaba entre picar y la excitación) comencé a frotarmelo, primero por encima de mis braguitas. Aquella noche llevaba un vestido rojo y unos leotardos de color blanco, muy navideña. Bajo los leotardos llevaba unas braguitas también blancas y el pelo liso y suelto. Rodri se percató de lo que estaba ocurriendo y no dejaba de mirarme. Yo me lancé y metí mi mano por dentro de mis braguitas y comencé a frotarme el clítoris, que en ese momento era muy pequeñito y rosita.

-¿Qué haces? -preguntó Rodri con los ojos abiertos como platos.

-Es que me pica -dije yo poniendo pucheritos.

No dijo nada más y seguí masturbándome, y comencé a meter la punta de mi dedo corazón dentro mientras miraba a mi primo fijamente. Noté cómo en su pantalón había un bulto y, disimuladamente, se lo frotaba.

-No puedes hacer eso aquí -dijo susurrando-, vamos al baño.

Se puso lo que quedaba en mi plato en el suyo para que mis padres no tuviesen una excusa para mantenerme en la mesa y, sacandome las manos de las braguitas, me cogió en brazos. Fue hasta el salón grande donde estaban los adultos.

-Tita, Laura quiere ir al baño -dijo mientras me sujetaba, poniendome una mano en el culito.

-¿La llevas tú? Que estamos todavía con el postre.

Mi primo asintió y, dándose la vuelta, fuimos al baño. Al entrar cerró la puerta y le puso el seguro.

-¿Sabes lo que estabas haciendo? -me dijo mientras me soltaba.

Asentí con la cabeza.

-¿Quieres que te ayuda?

Volví a asentir.

Me cogió por la cintura y me subió al lavabo. Bajó mis leotardos y mis braguitas y dejó a la vista mi coñito lampiño y blanco. Me dio un beso en la mejilla y llevó uno de sus dedos a mi boca para que lo chupase, y así lo hice. Tras humedecerlo comenzó a frotarme la entrada de mi coño y a introducir la punta del dedo. Solté un quejido y me tapó la boca.

-Shhhh ¿te gusta?

Asentí mirandole a los ojos.

Con la mano que tenía libre comenzó a desabrocharse el pantalón y liberó su polla. Era bastante grande a mis ojos, que jamás había visto una de alguien tan mayor en ese momento, pero se me hizo la boca agua. Siguió empujando su dedo hasta que consiguió meter casi la mitad, y ahí paró y con el pulgar comenzó a frotar mi clítoris. Yo gemía suavemente mientras él sonreía y se pajeaba. Sacó el dedo y acercó su polla, y noté cómo comenzaba a mojar mi coño. El precum (que en ese momento no sabía lo que era) goteaba de su polla a mi coño, y el calor que emanaba su rabo me daba mucho gustito, me hacía cosquillas. Comenzó a frotarse mientras me miraba fijamente, lamiendose los labios y sonriendo.

-¿Te has dado algún beso con alguien?

Nerviosa negué con la cabeza, y él bajó la suya y me comenzó a besar mientras se frotaba contra mí. Al principio lo hacía sin lengua, simplemente juntando los labios y dandome besitos suaves, pero cuando se calentó más se abrió paso entre mis labios. Me metió la lengua, y yo que no sabía qué hacer simplemente abrí la boca mientras él inundaba con su lengua todos los rincones de mi pequeña boca. Chupaba mi lengua y mis labios y me estaba poniendo muy feliz y cachonda. Cuando se apartó de mí yo bajé la mirada y contemplé su polla, que seguía haciendo fricción contra mi coñito suave.

-¿Te gusta? -Me preguntó cuando se percató de que la miraba.

-Sí.

Como si le hubiera dado permiso me bajó del lavabo y me puso de pie enfrente de él. Así mi boca quedaba a la altura de su polla.

-Abre la boca.

Obedecí y abrí mis labios, y sin avisarme metió la punta de su rabo en mi boca. Soltó un suspiro profundo y cerró los ojos. Comenzó a pajearse mientras mis labios rodeaban el capullo de su polla. Notaba cómo la cabeza descansaba contra mi lengua, así que por inercia comencé a lamerla como si fuese un chipachups, y pareció encantarle ya que me cogió de la cabeza. Estuve así unos minutos hasta que sacó la polla de mi boca.

Cerró los ojos y echó al cabeza hacia atrás, y mientras me agarraba del pelo con la mano se seguía pajeando. No lo esperaba cuando comenzó a correrse, llenandome la cara de lefa por completo, cayendo un poco sobre mi vestido rojo.

Después de limpiarse la polla me lavó la cara y quitó como pudo la mancha del vestido, y salimos del baño como si nada hubiese pasado. La noche transcurrió normal, pero pude notar cómo muchos de los hombres de mi familia notaron la mancha en el vestido y, sonriendo, me guiñaban un ojo o me acariciaban la cabeza como si fuese una mascota. Mi madre acabó emborrachándose, y al llegar a casa fue mi padre el que me desnudó para ponerme el pijama. Cuando me quitó el vestido se percató de la mancha y, tras olerla, me miró y creo que noté como esbozaba una pequeña sonrisa. Aquella noche dormí sabiendo que tenía mucha más diversión por delante.