Experiencias de una mujer hipersexual.
Una jovencita explorando su sexualidad prueba las mieles de una doble penetración. (Basado en hechos reales)
Hola, me llamó Rosa, actualmente cuento con 38años. Soy una morenita bonita de cara y cuerpo. En tiempos de cuarentena decidí escribir estas confeciones basadas en mis experiencias personales.
A mis 23 años de edad era yo sexualmente muy activa, había sido la amante durante varios años de un hombre casado que me duplicaba la edad, con ese hombre llamado Octavio adquirí mucha experiencia sexual, tuvimos relaciones íntimas en incontables ocasiones y de diversas maneras, visitamos muchos y muchos hoteles, tuvimos sexo en su auto, en la calle, en el campo, en mi casa e incluso dimos rienda suelta a nuestra lujuria en la intimidad de su cama matrimonial. Pero mi etapa de ser su descanso sexual había terminado, era tiempo de nuevos amantes y nuevas experiencias.
En estos mismos años comencé a trabajar en una refaccionaria para motocicletas, en donde también se brindaba el servicio de mecánica para los mismos aparatos. El establecimiento era muy grande y contaba con muchos empleados, hombres en su mayoría. Yo era la encargada de atender el mostrador y a los clientes. A los pocos meses de empezar en ese trabajo conecté con los chicos del taller, comencé a llevarme un poco pesado y a beber con ellos (era muy frecuente que tomáramos ahí mismo en el trabajo, durante las horas laborales), y claro que el estar sola ingeriendo alcohol con un grupo de hombres mecánicos tiene sus consecuencias; con el paso de los días y más en confianza, los "maestros" comenzaron a piropearme y a hacerme bromas de doble sentido un tanto subidas de tono, en mi país le llaman "alburear", cierto que no me molestaba, muy por el contrario era rico que aquellos tipos me dijeran morbosidades de vez en cuando, llegando incluso a darme palmadas en la cola, pero esto ya no lo permití, (más por cubrir apariencias, que por que de verdad me molestara).
Siguiendo esta rutina por varios meses llegó el día en que pasó lo que tenía que pasar, me fui a la cama con uno de estos compañeros de trabajo, fue un sábado cuando salímos de la refaccionaria; la tarde en un bar se convirtió en noche, las copas que bebí me desinhibieron, me calentaron y entre besos y caricias terminé en la cama de un hotel con un tipo que apenas conocía.
No hace falta mencionar que ese mecánico con el que me acosté esa noche dijo a los demás compañeros que yo era una auténtica puta en la cama, dijo incluso que habíamos tenido sexo anal, cosa que no fue cierta, Pero lo que si fue cierto es que de calentona no me bajaron, me convertí en la clásica "zorrita" que hay en casi todos los trabajos, odiada por las compañeras y deseada por los compañeros.
Pasando un par de años trabajando en ese lugar, me había encamado ya con varios de los "chalanes" del taller pero nunca llegue a tener una relación formal con ninguno de ellos, simplemente busca diversión sexual. Eran frecuentes las veces que organizábamos fiestas en la casa de algún compañero o en algún bar, y fue precisamente en una de esas fiestas donde probé las delicias de una doble penetración, pues apesar de ser yo muy promiscua aún no me habia metido con dos hombres en la cama a la vez.
Fue un fin de semana en que llevamos nuestra fiesta a un bar; acudimos unos 6 compañeros hombres y yo, ocupamos una mesa del bar y entre cervezas y música nos alcanzó la noche, para esas horas estaba yo como una cuba, bailaba "cumbias" con los compañeros y ellos no desaprovechaban oportunidad para tocarme indebidamente, me tomaban de la cintura y me ponían de espalda a ellos recargándome sus bultosos miembros en mi colita, o me abrazaban de frente poniendo sus manos en mis caderas y bajándolas un poco más acariciandome las piernas. Claro que no faltó el aventurero que se atrevió a más y comenzó a darme de besitos, yo correspondía metiendo mi lengua en la boca de quien me besaba, que por cierto no fue sólo uno, fueron varios los compañeros con los que me besé y acaricié en ese lugar. Así, entre besos y caricias más el alcohol ingerido en esa convivencia la noche se puso bastante caliente (al igual que mi empapado sexo), yo quería más, mi cuerpo pedía "verga" como vulgarmente se le dice, así que yo misma tuve la iniciativa de tomar casi al azar a uno de mis compañeros de la mano (que por cierto era el que me caía mal), y lo arrastré al centro de la pista de baile fuera de la mirada indiscreta de los demás compañeros, eche mis brazos a su cuello y comencé a besarlo con ardor, el entendió mi gesto y me devolvió esos besos cachondos, comenzó a acariciar todo mi cuerpo por encima de la ropa e incluso metió su mano por debajo de mi blusa jugueteando con mis pezones erectos por la excitación, en algún momento decidimos abandonar el establecimiento y dirigirnos a un cuarto de hotel, así que nos pusimos a ello, sin embargo al ir saliendo del bar nos impidió el paso otro de los chicos que trabajaba con nosotros, con el cual yo ya había tenido relaciones sexuales; nos reclamaba el por qué dejábamos la fiesta y después de una ligerisima discusión lo tome de la mano y susurré en su oído que viniera con nosotros, que nos acompañara al hotel, cosa que aceptó encantadisimo y salimos los tres de aquel tugurio.
A esas alturas de aquella candente noche, mi cuerpo era un mar de excitación, sentía mis pantaletitas empapadas de flujo, mi ardiente vagina palpitaba hambrienta de sexo. La calle lucía oscura y solitaria, probablemente ya era de madrugada, y yo camino al hotel con mis dos amantes aprovechando la complicidad de la noche, nos deteníamos en cada rincón para entrelazar nuestras lenguas en ardientes besos, era riquisimo para mí besarme con uno e inmediatamente comerme la boca del otro, era delicioso sentir las manos de mis dos compañeros tocándome por todas partes, sentía como los dedos de uno de ellos se metían hasta el fondo de mi chorreante intimidad, mientras el otro levantaba mi blusa y me chupaba los pezones o me besaba el cuello, mientras yo acariciaba sus miembros por dentro de la cremallera del pantalón. Estaba completamente embriagada de lujuria (y de alcohol), que no me importaba en absoluto estar ahí enmedio de la calle y de la noche, semidesnuda, acariciandome y besuqueandome con dos tipos a los que ligeramente conocía, tentada estuve a desnudarme por completo ahí mismo y exigirles a esos dos que me hicieran suya, que me cogieran como quisieran, que me hicieran su perra, su puta, pero logre contener mis bajos impulsos hasta llegar después de una hora al hotel, (y eso que éste se encontraba a escasos minutos del bar de donde salimos).
La llegada al "motel" no pudo ser más erótica, entramos al lugar y mientras uno de mis compañeros rentaba la habitación yo me "fajaba" con el otro en plena recepción, los empleados del lugar sólo nos miraban desde el mostrador. ¿que pasaría por su mente en esos momentos? ¿que era yo una sexoservidora alquilando sus morbosos servicios o quizá que aquellos hombres se estaban aprovechando de mi embriaguez para llevarme a coger?. No lo sé, lo que tengo muy claro es que al terminar los trámites de renta de la habitación, uno de los recepcionistas nos acompañó al cuarto asignado para este trio de degenerados, y ya en la puerta nos dijo (más me lo dijo a mi que a los otros), ¡que lo disfruten! recuerdo que yo me le quedé mirando coquetamente y le envié un beso con la mano, mientras entraba en aquel cuarto de hotel seguida de mis dos machos como una verdadera puta.
El lector puede imaginar lo que sucedió en aquella habitación, auténtica escena de una película pornográfica; esos dos hombres y yo enloquesidos de lujuria entregados a nuestros más perversos instintos. Poco a poco nos despojamos de nuestras estorbosas ropas mientras nos besábamos y tocábamos por todas partes del cuerpo y cuando la última prenda transparente resbaló por mis tobillos me acostaron en la cama, uno de ellos me chupaba mi chorreante vagina, separando con sus dedos mis labiecitos para que su lengua me entrara hasta el fondo, haciéndome retorcer de placer, mientras yo chupaba el pene del otro como si de un rico caramelo se tratase. En algún momento el que chupaba mi nochita se montó sobre mí abriéndome mucho las piernas y de un solo empujón me clavo su delicioso miembro hasta lo más profundo de mi caliente vulva, haciéndome alcanzar un tremendo orgasmo que me dejó casi llorando de éxtasis, comenzó el mete y saca a un ritmo rápido, yo solo atinaba a rasguñar las cobijas de la cama mientras gemía de gozo y pedía que no se detuviera, pedía que me la metiera más adentro, hasta el fondo. Loca de placer levantaba las caderas para alcanzar la máxima penetración, me encantaba ser la putita de esos dos, me encantaba sentirme usada de aquella manera.
Esos dos compañeros de trabajo se turnaron para abrirme las piernas y meterme sus exquisitas vergas una y otra vez, el que no me cogía por la vagina lo hacía por la boca, ponían sus duros falos a la altura de mi cara para que yo la metiera en mi boquita y entre gemidos y gritos de placer pasaba mi lengua por todo el miembro, desde la cabecita del glande hasta llegar a los testículos y de regreso (no hace falta mencionar que yo era y soy todavía una experta en el sexo oral). En algún momento de aquella fantástica follada yo misma tumbe a uno de esos hombres sobre el colchón, monté encima de el y me clavé su erecta y riquisima verga en lo profundo de mi húmeda lujuria y mientras movía mis caderas en un rico vaivén me recosté todo lo que pude sobre su pecho para quedar lo más empinada posible, ofreciendo así mi apretadito y casi virginal culo al segundo compañero, el cual enseguida se acomodó tras mío y sin ningún lubricante menos aún un condón me fue metiendo centímetro a centímetro ese delicioso trozo de carne hasta que entró completito. Al sentir esos dos varoniles miembros dentro de mí terminé enseguida en otro maravilloso orgasmo; fue riquisimo sentir esa doble penetración, mi cuerpo se entregó por completo a los deseos de aquellos dos hombres, ambos probaron la estreches de mi culo, nos besamos y chupamos por todas partes completamente entregados a la pasión y a la lujuria y así con esas dos deliciosas vergas clavadas hasta mis entrañas sentí como el chorro de esperma inundaba mi interior, primero término uno y me dejó a un paso de alcanzar el climax, enseguida el otro eyaculó dentro de mí culo haciendo que yo también terminara en el que fue el cuarto o quinto orgasmo de esa pervertida noche.
Nos quedamos dormidos los tres, yo enmedio de mis dos machos, completamente agotados pero satisfechos por aquella jornada de delicioso sexo casual y en el amanecer del otro día fui despertada por besos y caricias que recorrían todo mi desnudo cuerpo