Experiencias de un viaje loco y no programado II

Apartando el camionero su boca de mi cuello, y dirigiéndola hacia al oído, susurrándome... “Te voy a transformar, voy a bautizarte con la leche de mis huevos, follándote hasta dejarte mi agua bendita dentro, y vas a renacer como toda una nena. ¿Qué te parece?”.

Experiencias de un viaje loco y no programado II

En mi anterior confesión ‘Experiencias de un viaje loco y no programado‘, deje mi experiencia cuando estaba en plena conversación con ese camionero, persona a la cual le fui contando mis penurias con mi exnovia, pero mientras le iba relatando los hechos, fui dándome cuenta como este sin pudor alguno, comenzaba a masturbarse delante de mí.

En mi anterior relato, contaba como comenzó toda mi andadura, no deseando entrar en contaros todo lo narrado, pero si recordaros que era novio de todo un pibón, y que está una noche o al menos que yo supiera, me estuvo poniendo los cuernos con el chico de la tienda contigua. Y bien recuerdo aquello que me decían en la zona de las duchas (y no es por repetirme), pues no hubo uno que, al darse cuenta del tamaño de mi miembro, tamaño que el agua helada de la sierra de Huelva (tampoco es justificación, pero...), me dejo en evidencia. Donde más de uno entre risas, me soltaba...

  • “No te da vergüenza hacer pasar tanta hambre a la loba que tienes por novia, ojito... que tiene mucho conejo pa tan poca zanahoria... eeehhh!!”.

Y escuchar a otros decir...

  • “Dime Blancanieves, ¿qué coño a visto ese pibón en ti?, pues menuda hembra que tienes para esa lombriz que cuelga”.

Comentarios que le contaba al camionero que dejo escapar algunas risas, mientras este no dejaba de deslizar su mano derecha a lo largo de su miembro. Magreo que me tenía todo nervioso, bueno eso por no mentar lo ruborizado que estaba, quizás más aún al estar alimentado este estado por su mirada penetrante. Y claro está sin dejar de hablar, prosiguiendo...

  • “Ha llegado a pensar que, en el caso que tú no te hubieras enterado, ella quizás hubiera estado pegándotela con otro”.

Y mientras habla, comenzaba a mirarlo con detenimiento, veía a ese hombre como los que me inicie, cuyos rasgos y edad se asemejaban. Ese camionero, veía que mayor o al menos eso me parecía a mí, tendría alrededor de unos cincuenta y cinco años. Una estatura aproximada al metro setenta y pocos centímetros, ciertamente corpulento, pero con algo de tripita, obviamente tanto tiempo sentado tiene que hacer efecto. Vestía pantalón corto no precisamente como el mío, pues el suyo le legajaba hasta las rodillas mientras en cambio el mío, me llegaba cuatro dedos por debajo de mis nalgas. Bueno sigo, este aparte de su pantalón corto, llevaba un suéter y unos mocasines, ropa cómoda para viajar tanto tiempo.

Hablaba mientras sentía como su mano izquierda se deslizaba por mi cadera hacia mi pierna, llegaba hasta mi rodilla y ascendía nuevamente hacia mi cadera, sintiéndola a veces como llegaba hasta mi cintura. Nervioso me zarandeaba a modo de hacerla apartar, pero fue en vano, pues este avanzo un paso y me tuve que echar hacia atrás, ya que se quedó su glande a cinco dedos de mi boca. Levantaba la vista ofuscado, casi pidiéndole explicaciones, pero hay esta esté mirándome con deseos, mirada que acabe por apartar avergonzado. Aquello se fue pareciendo más a un juego de antaño, cuando siendo adolescente se me acercaban aquellos hombres, viéndome allí sentado con rostro inocente e ingenuo. Hombres con rostro paternal, pero con intenciones de hienas, deseando hincar algo más que el diente.

Se me hacía eterno el tiempo, esté llevaba un rato mirándome, pero no hacía nada, yo nervioso como es natural hacia menos, y por mi naturaleza pasiva, siempre me dejo llevar. Pero para mis adentros, deseaba que él continuara, que continuara con su iniciativa, como así lo estaba haciendo, ya que se iba viendo e intuía como podría acabar. Y mientras me acariciaba lentamente y con suavidad, piernas, nalgas, cintura y espalda, aquellas caricias me fueron moldeando, caricias cuya mano ascendió finalmente hasta mi pecho, rozando mis tetillas. Mientras, no dejaba de decirme...

  • “No pienses tanto, debes de dejar claro en esa cabecita que has hecho lo mejor para ti, y claro esta para ella”.

Caricias que me hacían estremecerme, sintiendo algo que creía haber olvidado, sintiendo esas manos masajear mis nalgas, apretando cada glúteo y llegar a soltar sin poderlo evitar un gesto de satisfacción, gesto que este tomo para continuar. Era evidente que había soltado su miembro, ya que ahora con ambas me acariciaba, caricias que continuo y envalentonándose por levantar mi camiseta. Prenda que me hizo acercarme aún más a él, conduciendo este su boca a mis tetillas que para esos momentos estaban erectas, sintiendo esos labios rugosos rodear mi pezón... ooohhh!!. Y mientras chupaba y absorbía mis tetillas, escuchándome esté suspirar y gemir, deteniéndose me soltaba...

  • “Además, me apuesto lo que quieras a que la semana que viene la tienes de nuevo en tu casa. Vendrá a rogarte volver, arrepentida se excusará por lo sucedido, prometiéndote fidelidad hasta la muerte”.

Y entre suspiros y leves quejidos, contestarle...

  • “Uuummm!!, en serio lo crees”.

Y con una voz casi ahogada, acabar por preguntarle...

  • “Y qué crees tú, ¿qué debo hacer?... ooohhh!!”.

Sintiendo como su lengua lame primero y mordisquea después, pero al mismo tiempo que sus manos magrea, pellizca e incluso palmea mis nalgas, manos maduras que digamos que por el momento las deje hacer. Manos cuyos dedos comenzaron a deslizarse entre mis glúteos, apretando a pesar de tener mi prenda, sintiendo como oprimía con las yemas de sus dedos mi orificio anal... mmm!!. Deteniéndose ante mi pregunta, y responderme...

  • “Yo si fueras tú, te digo que no la perdones, pues una por mucho que prometa, te digo que está... una vez que ha probado el caviar, difícil es que no vuelva a caer”.

Y aún recuerdo aquella mirada, esos ojos a la luz de esa madrugada, cuya noche de cielo abierto nos alumbraba, no hacía para nada frio o quizás era mi estado. Esté percibiendo mi estado de nerviosismo, no dejaba de acariciarme, viéndome ciertamente rígido, comenzó a decirme...

  • “No pasa nada... tranquilízate, no va a pasar nada que tú no quieras, solo relájate y déjate llevar, veras como te va a gustar, y te aseguro que vas a disfrutar mucho más que cuando follabas a tú ex”.

Y sin dejar de acariciarme o chupar mis tetillas, que para entonces estaban como piedras, doliéndome del mismo estado de excitación... mmmm!!. Esté cogió y acabo por sacarme la camiseta de tiranta, tirando hacia arriba y sacármela por la cabeza, finalizando por colocarla sobre el banco de madera. Y continuar por desabotonar el botón de mi pantalón, bajando la cremallera de este, e introducir sus manos por dentro hasta mis nalgas, sintiendo en primera persona sus ásperas manos. Caricias que me hizo estremecerme del mismo contacto, soltando un leve quejido, y decirme esté...

  • “Uuuffff!!, como lo vamos a pasar cariño, no te haces una idea, pero no te vayas a enojar cuando te llame mi nenita... eeehhh!!”.

Comentario que apenas eche cuenta, quizás más aun, cuando recuerdo como me llamaba o decían otros, experiencias que creí haber abandonado y olvidado al tener novia. Y mientras acariciaba mis nalgas, acabando por tirar de mi pantalón hacia abajo, dejando que este caiga a mis pies, deslizándose entre mis piernas. Dejándome como única prenda de mi bóxer, prenda que poco tardo en abandonarme, no sin antes descalzarme, prenda que intente sujetar sin mucho fruto. Diciéndole...

  • “No espera que me vas a dejar desnudo... hombre!!”.

  • “Espera por favor, aquí no, vayamos a otro sitio más oculto y discreto”.

Y aún recuerdo esa risa y con esa mirada pícara, aún más cuando consigue convencerme, diciéndome mil cosas, justificando cada uno de mis pretextos, pero siempre haciéndome ver, que era el sitio ideal, un lugar cómodo como ninguno.  Eso y el hacerme ver que estábamos solos, bueno no tanto, ya que estábamos en compañía de las estrellas, ya que los demás camioneros descansan en el interior de sus camiones, otra cosa sería que hiciéramos mucho ruido, ya que entonces sería difícil de evitar tener compañía. Y entonces cuando le dejas hacer, viendo caer mi bóxer, prenda interior que finalmente acompaño al resto de mis prendas.

Fue entonces cuando este fornido camionero, pudo ver mi pene, cuyo estado en esos precisos momentos era flácido, arrugado como el capullo de una lombriz, pequeño no solo por los nervios sino por el mismo miedo. Viendo como el camionero, extendió su brazo hasta que su mano tomo mi miembro flácido, mientras intentaba calmarme, intentando que se me levantará algo al menos. Cogía y acerco su boca hasta meterse mi pene en su boca, chupo una vez tras otra, descapullando mi glande, jugueteando su lengua con este, absorbiendo y deseando que al menos se me pusiera morcillona, pero fue en vano.

Ayudándose con acariciar mi cuerpo, intentando tranquilizarme, sintiendo sus dedos rozar la zona del perineo, e incluso comenzó a deslizar y frotar mi orificio... mmmm!!. Acabando este por ponerse aún más, pues vi tanteando la mesa, acabo por coger un botecillo pequeño del cual pude leer ‘Y’, botecillo cuyo liquido vertió sobre el inicio de mis glúteos, diluyéndose este entre mis glúteos, eso sí... con su ayuda hasta mi orificio. Y acto seguido, sentir como frotaba primero y luego presionar, sintiendo la yema de ese dedo corazón, presionar una vez tras otra, acabando por introducirme al menos la mitad, sintiendo como me introdujo la segunda falange de ese grueso dedo... ooohhh!!. Acabando por apartarse al ver que no había solución, volviendo a soltarme...

  • “Sabes una cosa, quizás tú pene dirá que esto no le va, pero te puedo asegurar que el resto de tu cuerpo... lo está deseando, sobre todo ese culito que tienes”.

Dice y soltándome una fuerte palmada, dice...

  • “Uuuffff!!... y menudo trasero, tienes un agujerito que tiene toda la pinta de ser un coñito, mira lo estrechito que está”.

Comentarios que me ruborizan una vez más, pero este acabando por levantarse del banco, coge y acaba por sentarse sobre la mesa, tomando su tronco con una de sus manos al tiempo que, con la otra me invita a acercarme. Que, tras hacerlo, me indica que me acerque y me arrodille sobre el banco, e invitándome a probar su polla. Aunque al principio me negué, volviendo este a convencerme, soltándome eso de...

  • “Hombre... no te puedes negar, yo te la he chupado a ti, tú al menos podrías darle una chupadita, o si quieres un besito en la punta, venga... no te pido tanto”.

Dude, no por el hecho que no deseaba hacerlo, sino que pensaba que como diera ese paso, volvería a mis comienzos, no deseando del todo dar ese paso, pero este al colocar una de sus grandes manos sobre mi cabeza, mano que me oprimía hacia él. Volviéndome a soltar...

  • “Venga, no te hagas de rogar, solo va a hacer una chupadita, no te pido tanto, mira cómo has puesto a la pobre”.

Y poco a poco fui bajando mi cabeza hasta que su glande rozo mis labios, sintiéndolo este y soltar una bufonada, separe mis labios con la idea de darle un muerdo, momento en que este aprovecho para oprimir mi nuca e introducirme al menos su glande. Intenté apartarme, pero vi de sobra que era tarde, no dejando este de apretar, comencé a sentir arcadas e incluso nauseas. Quizás los nervios o incluso la falta de aire, pero que vi que era mejor cooperar, acabando por hacerle señales con la mano que aceptaba, dejando este de apretar mi sien.

En ese momento en que agarré su miembro con una de mis manos, rodeándola con fuerza, notando lo caliente y pringada que la tenía, viendo que tenía razón. Y comencé a lamer su glande, dándole lamidas largas desde el inicio de su capullo hasta recoger su precum, comenzando este a gemir y suspirar con fuerza. Animándome con solo escucharlo, emocionándome con cada gemido que soltaba, tragándome un poco más cada vez, ayudándome con la lengua, babeándosela y recorriendo su falo y venas, retrocediendo hasta sacármela de la boca. Mientras este suspiraba con fuerza, animándome a continuar entre gemidos... mmmm!!.

Volviendo a los pocos segundos, segundos que me dediqué a masturbarlo con una de mis manos al tiempo que con la otra magreaba sus grandes genitales, tiempo que volví a inclinarme hasta que mis labios rozaron su capullo. Comenzando a lamer su glande, descapullándolo y frotar mis labios contra su delicado capullo, presionando con suavidad a modo de que su glande entrara en mi boca, pareciendo unos labios vaginales que se aferra. Todo esto sin dejar de magrear sus genitales, dejándome llevar por la excitación, tanto que ni me importo que parecer... uuuffff!!. Fue separarme y soltarme esté...

  • “Tú has hecho esto ya, da la sensación que esto no es nuevo para ti, o simplemente has querido hacérmelo, como te la chupaba tú novia, pues si es así... como la chupaba la muy hija de puta”.

Nervioso, moví la cabeza a modo de afirmación, cogiendo este y bajándose de la mesa, acercándose y sin pensárselo dos veces, pego su boca a la mía, comenzando a comerme la boca, acto rehusé y cerré mis labios, intentando este perforar estos con su lengua. Viendo que no era de mi agrado, me decía...

  • “Vale... vale, no te voy a forzar a algo que no te va, pero anda, no me seas así, dame al menos un besito”.

Y abandonando la idea de comerme la boca, aquellos labios recorrieron mi rostro hasta mi oreja, comenzando a comérmela, introduciendo su lengua por el orificio auditivo, y acabar por chupar y morder el lóbulo, haciéndome estremecer. Poniéndose de punta la piel, pero no tanto, cuando cogió y descendió hacia mi cuello, cuyos labios comenzaron a besarme, alternando con suaves muerdos a lo largo del cuello... uuuffff!!. Aquello hizo que se me erizará todo, haciéndome temblar de placer, sintiendo mi cuerpo sacudir como pocas veces, volviendo a esté escucharle decirme...

  • “No me jodas que este es tu punto débil, si el mismo que el de las nenas, menuda maricona que estas echa, ¡no me digas que nunca te lo has notado, no me lo creo... eeehhh!!”.

Y volver a colocar su boca en mi cuello, no dejo de besar, chupar y lamer mi cuello, disfrutando del estado que este me ponía, disfrute que aumentaba al sentir como con una de sus manos magreaba mis tetillas. Al tiempo que, con la otra, tomo una de mis manos y la condujo hacia su polla, ‘obligándome’ a cogérsela y masturbarla, ya que no deseaba perder su dureza.

Me vi perdido, pensando en cómo coño he llegado a esta situación, intentando recordar cuando fue la última vez que estuve con un hombre así, vez que obviamente fue antes de conocer a mi ex. Y al mismo tiempo, esté se entretenía en pellizcar mis duros pezones, alternando con intentar levantarme mi flácido miembro. Apartando su boca de mi cuello y llevarlo al oído, y susurrarme...

  • “Te voy a transformar en una nena, voy a bautizarte con la leche de mis cojones, follándote con mi polla y dejarte mi agua bendita dentro, renaciendo luego como toda una nena. ¿Qué te parece?”.

Dice al mismo tiempo que se levanta de la mesa, tomándome por las caderas y girarme, quedando ahora delante suya y con suavidad me hace inclinar hacia delante, quedando tumbado sobre la fría tabla de la mesa. Y sin dejar que en ese momento desaparezca esa incertidumbre e incluso magia, siento como posa una de sus manos en mis nalgas, y como desliza sus dedos de esta hasta el interior de mis glúteos. Separar estos y sentir su lengua deslizarse entre mis nalgas, ¡lamiendo mi orificio e introducir su lengua... ooohhh!!, estremeciéndome.

Sintiendo como su lengua abandona mi orificio, y acto seguido el tacto de su glande alojarse entre mis glúteos hasta topar con mi orificio, notando sus manos apretarse a mis caderas. Manos que ejerce una presión al mismo tiempo que, ¡siento como me introduce su glande... aaahhh!!, no pudiendo emitir sonido alguno, pues una de sus manos con rapidez tapa mí boca y lo impide. Comenzando en escasos minutos a darme fuertes embestidas, sintiendo como poco a poco me la va introduciendo... uuuffff!!. Mientras me suelta...

  • “No te preocupes, ahora aparto mi mano de tu boca, no quería que nadie supiera que te estoy follando, pues un grito tuyo de primerizo, alertaría a todos mis compañeros que descansa”.

Dice, suelta un suspiro, y continúa...

  • “No creo que quisiera para tu primera vez una orgia, pues te aseguro que hay más de uno, que tiene una berenjena por nabo, y te aseguro que te dejarían bien abierta”.

Y mientras embiste, noto que su manera de referirse hacía mi era ya de forma femenina, acabando por retirar su mano de mi boca y colocarla en mi cintura, mano que le ayudo ahora en tomarme mejor. Ayudándose a alternar embistes endiablados con penetración con suavidad, alargando para ambos el placer. Y mientras me follaba, deleitándose con el momento, no dejaba de decirme...

  • “Nunca lo he comprendido, ¿Como un chico pude parecer tanto a una chica?, un chico como tú... y encima sin utilizar hormonas”.

  • “Joder lo tienes todo, bueno todo no, tienes una excepción, pero bueno...  pasa por ser pequeña y encima no tienes testículos”.

Yo callo y disfruto, no era para menos las embestidas que este cacho cabrón me estaba proporcionando, habiendo momentos en que me estaba tocando mi miembro, caricias que tuve que parar, porque sentía que como continuara acabaría corriéndome. Mientras este camionero, no mostraba flaqueza sino todo lo contrario, estaba ahí ejerciendo su fuerza mediante sus fuertes brazos, oprimiendo mis caderas al tiempo que me martilleaba mediante su pelvis, introduciéndome su pollón al fondo de mi culo... aaahhh!!. Sintiendo su glande golpear mi próstata una vez tras otra, verga que en nada me ‘bautizaría’ como bien no dejaba de repetir. Y en uno de esas embestidas, volvía a la misma duda, diciéndome...

  • “Joderrrr... perdona que insista”.

  • “Pero... ¿Cómo teniendo un rostro aniñado, un corte de pelo de chica, una silueta del todo femenina, y unos rasgos y fisionomía impropia de un chico, puedes pasar talmente por una chica, y nadie darse cuenta?”.

Dice al notar como comenzaba a temblar y estremecerme de placer, dando por hecho que me iba a correr, y seguramente sin llegar a tocarme, comenzó este a penetrarme de forma incisiva, dando por hecho yo que este acabaría por ‘bautizarme’. Sintiendo a los pocos minutos, como entre gritos e insultos y obscenidades esté me preñaba, dejando dentro de mí su abundante corrida, mientras no dejaba de reventar mi culo. Acabando por soltarme...

  • “Joder... joder, te acabo de bautizar princesa, ¡desde hoy serás toda una nenaza... uuuffff!!”.

Dice y sacarla de mi interior, vuelve a soltar...

  • “Luego te vas a venir conmigo a mi camión, vamos a descansar dentro de la cabina un rato, y te llevare a donde quieras, así no tendrás que hacer autoestop”.

Y recostándose sobre mi espalda, sintiendo el peso de su cuerpo, pecho velludo sobre mi espalda empapada de sudor. Cuya boca acerca a mi cuello, besa y asciende hasta mi oreja, acabando por decir...

  • “Sabes una cosa, llevo una carga textil, seguro que podemos encontrarte algo con lo cual puedas dar el pego, y volverte a follar siendo ahora una chica, vale... ¿Qué me dices?”.

Y es cuando le pregunto...

  • “¿Y entonces tú al verme la primera vez, me tomaste como una chica?, entonces dime... ¿Sabiendo que soy un chico, como me vez ahora?”.

Y fue a responderme, cuando nos dimos cuenta que se nos acercaba alguien, no siendo por otro motivo que, por el sonido de unas pisadas, cuya silueta apareció en breves minutos, apareciendo otro de los camioneros. Presencia que silencio a este, y dejarme a mí petrificado, ya que no esperábamos que nadie apareciera. Pero... me vais a tener que perdonad, pero veo que me he vuelto a exceder en mi relato, no pudiendo darme cuenta a medida que cuento lo sucedido. Y viendo lo mucho que se me ha alargado, quizás sea el momento de dejarlo aquí, dejando lo que me ocurrió para otra ocasión, pues como os digo, luego vienen las críticas por lo extenso que es.

Bueno lo dicho, agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).