Experiencias de un vendedor (1)

De como el protagonista se percata de que los hombres no conocemos a las mujeres... ni de lejos.

Juan es un hombre de 40 años. Con 1,88 mts. de estatura, su presencia se nota donde quiera que esté pues además, tiene el cabello rubio y rizado, y sus ojos de un color marrón claro, casi miel, resaltan a pesar de su espesa barba. Es más bien delgado pero camina siempre bien erguido y su voz es varonil, fuerte y segura. Sus manos son grandes y fuertes y, al igual que sus brazos y su pecho, están cubiertas de vellos rubios también. Quien lo conoce queda generalmente bien impresionado por su afabilidad y simpatía y tiene, por consiguiente, muchísimos amigos.

Es un Agente de Seguros. Es un hombre de éxito porque, a la descripción que hemos hecho, hay que agregarle un profundo conocimiento de su producto y un afán incansable por aprender siempre más, lo que lo ha llevado a tomar varios cursos técnicos relacionados con su profesión y su rubro. Es un especialista.

El pero en la vida de Juan es, sin embargo, el terrible carácter de su mujer. El nombre de ella es Elisa y cuando uno la ve de cerca, es difícil creer que tenga ya treinta y dos años y tres hijos. Nada de eso parece haberla afectado.

Elisa tiene la tez morena, y por supuesto su pelo es negro, como sus ojos, que son grandes y hermosos. Su rostro pasa cualquier prueba, ya que es muy lindo, y además, es alta para el promedio femenino, pues llega a 1,75 mts. Tiene piernas largas y muy bien formadas, y camina siempre con gran soltura. Sus nalgas son muy lindas. Hablando sin eufemismos, Elisa tiene en realidad un culo imponente, una cintura muy pronunciada y aunque no son su mejor atributo, sus tetas se notan firmes y de buen tamaño. Es la mujer que cualquier varón quisiera poder coger tantas veces como fuera posible… el sólo verla despierta los instintos...

Pero es una verdadera pesadilla, pues aunque trabaja en una oficina de ingeniería – ella es secretaria – se da el tiempo para llamar al celular de Juan cualquier cantidad de veces durante el día: vive con la certeza de que su marido pasa el día buscando aventuras sexuales más que vendiendo seguros.

- Hola mi amor, donde estas?

  • Estoy en una entrevista con una persona, te llamo luego

  • Es hombre o mujer?

  • Te llamo luego, amor. Chao

  • En qué mierda andas que no me puedes hablar?

Ese es un ejemplo de diálogo de los veinte del día… todos más o menos iguales, pero hacia el fin de la jornada, se ponen así:

  • Crees poder recogerme a las siete, o tienes "algo importante" con alguien?

  • Sin sarcasmos amor, si no estoy con clientes, claro que te recojo.

  • ah! Se llaman "clientes" ahora?

  • Por favor, no sigas

  • Claro, yo tengo que creer que eres un santo, no?

A veces hay una variable:

  • Hoy no vengas a recogerme, porque tengo que preparar un informe y no sé hasta qué hora me quede.

  • Está bien...

  • Seguramente irás a buscar a tu amiga, no? Claro, es cliente. Casi lo olvido...

Y así, de lunes a viernes, todos los %/&$%&" días, Juan y Elisa conversan por teléfono, todo el día… pero inexplicablemente, cuando están juntos y con los niños en casa, es un caramelo, todo dulce. De esta manera, la vida sexual en el matrimonio de Juan es lo estrictamente normal: ni tanto que hastíe, ni tan poco que descontente

Aquella tarde Juan estaba puntual, como era su costumbre, en la oficina de Administración de una importante empresa industrial, y la secretaria lo hizo pasar a la oficina de la Gerencia Administrativa.

Cuando Juan entró, se encontró con que no era un señor gerente si no una señorita Gerente, quien lo invitó a sentarse. Antes de ello, Juan saludó y se presentó, hizo el correspondiente intercambio de tarjetas personales y luego inició una conversación que sirva para relajar un tanto el ambiente.

Por la tarjeta supo que ella se llamaba Sofía Godoy y a través de la conversación se enteró de que tenía veinte y tres años, había terminado la carrera de Administración Empresarial y estaba ya trabajando de fijo en esta compañía de la cual su papá era socio. Sofía era además soltera, amante de la música de cualquier tipo "que sirva para alegrarse y mejor para bailar", llena de entusiasmo y con grandes proyectos, vació su alma con Juan, a quien le pidió su ayuda para crear un programa de seguros que contemple todas las contingencias posibles, de modo que su empresa no sufriera pérdidas por ningún tipo de riesgo.

Quiero que la implementación del plan se seguros para la Compañía se convierta en un suceso. Es mi primer acto de gestión independiente y quiero que me ayude a impresionar definitivamente a la Junta de Accionistas – declaró Sofía con una firmeza muy notoria en su voz, pero con una sonrisa muy amable.

Claro que sí, va a ser un verdadero gusto. Pero, por favor facilíteme alguna documentación para que yo pueda trabajar con ella - decía Juan mientras se perdía en los verdes ojos de esa mujer de tez bronceada por el sol y cabellos de color castaño claro, casi rubios, que sonreía mostrando los dientes más lindos que él recordaba haber visto… qué ganas de besar esa boca!!!

Claro, anóteme todo lo que va a necesitar, y yo lo haré alistar en el menor tiempo posible – Y diciendo esto, Sofía se levantó de su sillón y se dirigió a un estante cercano, de donde tomó un cuadernillo de papel amarillo, y se lo alcanzó.

Juan tuvo entonces la mejor oportunidad para observar a esa mujer completamente: de la misma estatura que Elisa, o un poco más, la falda que apretaba sus nalgas marcaba excitantemente las braguitas, de modo que se podía afirmar que a Sofía le gustaba la lencería de verdad… y luego se percató de que las piernas de esta mujer eran realmente bien formadas, no tan largas como las de Elisa " MIERDA!!! Otra vez comparando a Elisa " pensó Juan

Pero volviendo a esta mujer, la blusa era ceñida, lo que permitía apreciar que tenía una muy bien formada cintura y lamentablemente sin escote, de modo que aprisionaba unos senos que, eso sí, eran notoriamente más grandes que los de.... ( "W$&/·$& no otra vez!!!" ). Para entonces Juan ya estaba excitado, y su pene en ebullición crecía allá adentro provocando grandes molestias, así que como podía, Juan se movía para permitirle alguna libertad...

- Creo que está sonando su celular, señor - La voz de Sofía, alcanzándole el cuadernillo lo devolvió a la realidad

  • Hola amor, estoy ocupado ahora, te hablo en unos minutos – Juan estaba muy nervioso pues había sido inequívocamente sorprendido por su cliente "escaneándola", y la simple acción simultánea de atender el celular y recibir el cuadernillo se le hizo tan complicada....

  • No, no… por favor estoy ocup…. – También se notó que le habían colgado el teléfono.

  • Lo siento – dijo Sofía – tal vez he sido muy extensa en esta entrevista, creo que le he creado problemas

Había una extraña y ligera sonrisa en la expresión de Sofía, y un tono que Juan no podía describir. Estaba pensando con todas sus energías en una respuesta que lo sacara de apuros, y el celular sonó de nuevo

Antes que Juan diga nada, Elisa le gritó que debía quedarse a concluir un par de documentos, que estuviese atento porque sería muy tarde y él tendría que recogerla, y sin esperar respuesta alguna le colgó de nuevo.

Y Juan, que sentía cómo se le había subido la sangre a la cara, le contó toda esta conversación a Sofía.

Así que por favor no se preocupe señorita - concluyó Juan que se sentía ruborizado aún, lo que sólo ayudaba a incrementar el rubor - pero mi esposa se pasa el día en esto... no, usted no me ha creado ningún problema. Lo tengo desde que me casé ... – e intentó su mejor sonrisa

  • Quedemos claros. Yo soy Sofía. Entonces, como parece que ya no tienes ningún apuro, y si no te molesta, Juan… puedo llamarte Juan, no? cuando termines de escribir la lista que te he pedido, y mientras mi secretaria prepara esos documentos, te puedo invitar a tomar un café? – Sofía sonreía como desafiándolo a aceptar la invitación, arqueando las cejas y resaltando aún más sus ojos verdes, y exhibiendo esos dientes blancos y húmedos que Juan deseaba morder, lamer… se sentía excitado con sólo estar cerca de ella.

  • Gracias Sofía, sí claro…claro, encantado – contestó Juan, y se puso frenéticamente a elaborar la lista.

  • Claro, claro… claro de que? te puedo llamar Juan o tomas un café conmigo? -dijo Sofía, mirándolo a los ojos fijamente y sin dejar de sonreír, y siguió – o ambas cosas? Ya sé! Tomaré por aceptadas ambas, si?

  • Sí, por supuesto… ambas preguntas tienen respuestas positivas… A ver. El último inventario realizado, los estados financieros de las tres últimas gestiones, la planilla de personal con los montos ganados, los avalúos de edificios, maquinarias… -y así, una vez elaborada la lista y después de revisarla, se la entregó a Sofía quien, a pesar de tener un moderno aparato telefónico a su alcance, optó por caminar hacia el escritorio de su secretaria.

Ahora sí, Juan podía asegurar que ella lo estaba provocando: la lentitud y armonía de su caminar, como leyendo la lista, el contoneo de su cadera, la forma en que se pasaba la mano por las nalgas, como para acomodar la falda... cómo sacudía su cabello abundante y dócil, suelto y brillante.

La excitación de Juan crecía mientras contemplaba a Sofía y se imaginaba cómo se vería ella sin ropa, ayudado por la bella marca del diminuto slip en la falda, que él esperaba que fuera rojo y se preguntaba cuán atrevida podría ser esta joven ejecutiva.

Cuando caminaba de regreso, Sofía se detuvo, como si hubiera olvidado algo, hizo un medio giro a la derecha, mostrando el perfil perfecto de sus nalgas y sus senos, se acomodó los cabellos y la blusa, y siguió caminando lenta, estudiadamente, ahora sin quitar la vista de los ojos de Juan, que le sostenía la mirada con mucho nerviosismo, pero finalmente, en una muestra de coraje y decisión, éste le guiñó un ojo, esbozando una sonrisa que pretendía ser muy segura. Para entonces, Juan tenía una erección completa porque su cerebro, acelerado por el instinto, ya había desvestido a esa mujer y se la estaba cogiendo según todas las posiciones del Kamasutra.

  • Es un tic nervioso, o debo sentirme halagada?- preguntó Sofía mientras soltaba una carcajada contagiosísima.

Juan ya había echado los dados y por lo visto, Sofía estaba aceptando el juego.

  • No tengo ningún tic nervioso – dijo Juan – de modo que debes

  • Gracias. Pero vamos a tomar el café que te he ofrecido – respondió Sofía y luego, guiñándole ella un ojo a Juan, continuó, con una irónica sonrisa – porque cuando vuelva a sonar tu móvil vas a palidecer nuevamente...

Y lo condujo, un piso más arriba, a un ambiente notoriamente dedicado al descanso de los ejecutivos. Era un salón muy amplio, en el que, además de cuatro o cinco mesas cuadradas, apenas para cuatro personas, con manteles largos, había una mesa de billar y una de tenis de mesa, y al fondo un bar muy bien decorado, con taburetes altos, botellas, copas y todo lo que debe tener un bar, y estaba atendido por dos personas. El barman, que hacía de administrador, y una camarera. Al otro lado de la habitación había una puerta con un letrero que decía "Baños"

Sofía se sentó en una mesa cerca y de espaldas a la ventana, de modo que su vista dominaba todo el interior del café, e invitó a Juan a sentarse frente a ella. Una vez instalados, la mesera trajo la carta, pero Sofía se la devolvió y ordenó por ambos

  • Dos cafés irlandeses por favor, el mío muy cargado, bueno?... pero de licor, no?- y esa hermosa carcajada resonó de nuevo, y Juan podía apreciar el tamaño de esa boca, esa forma perfecta y esos dientes hermosos, y se la imaginaba tragándose su pene

Y luego se puso a conversar con Juan. Ninguno se percató del momento en que la camarera trajo el pedido, ni de que se lo tomaron y pidieron otra ronda… En pocas palabras establecieron una buena amistad, sin protocolos, y la conversación pasó por todos los temas posibles. Sofía dedicó algún tiempo a preguntar detalles sobre el matrimonio de Juan y el temperamento de Elisa.

  • Y en la cama, Juan, ella te satisface completamente? – la pregunta salió como disparada con fusil, porque mientras esperaba la respuesta, Sofía le dirigió una sugestiva mirada, y su sonrisa adquirió una forma que él no había visto aún - vamos, eres un hombre satisfecho, o vas por más...?

  • Eso creo – respondió Juan – aunque la verdad es que tengo muchas ideas que ella no me permite… o sea, tú me entiendes.

  • Claro que te entiendo – dijo Sofía, y luego preguntó – te es difícil sacarte los zapatos?

  • Cómo? – Juan no entendía la relación entre sus zapatos y su vida sexual

  • Puedes sacarte los zapatos ahora mismo sin que sea un problema?

  • Claro, son del tipo mocasín

  • Sácate un zapato, cualquiera, y posa tu pie en mi silla

  • ordenó ella mirando al fondo de su taza vacía, y pasándose la lengua por los labios

Juan obedeció sin hacer más preguntas, aunque no se imaginaba lo que venía. Cuando su pie llegó hasta la silla de Sofía, ésta lo tomó con sus dos manos y hábilmente le sacó el calcetín, y se puso a acariciarle el pie mientras se acomodaba.

Cuando Juan sintió que ella movía su pie acariciándose con el los muslos, sintió que su excitación trepaba a una velocidad impresionante. Estiró un poco más la pierna, y sintió cómo llegaban sus dedos hasta hacer contacto con el calzón de Sofía, quien seguía acariciando el pie de Juan con las dos manos, y lo movía frotándose con él

A través del slip, Juan podía sentir cómo sus dedos se empapaban en los jugos de ella, y sin pensarlo, preguntó

  • Sofía, esto es delicioso pero, no es un riesgo en este lugar?

  • Y qué? – fue su respuesta – no eres acaso el especialista en riesgos? Y en todo caso es a mí a quien joderán, no te preocupes… o no te gusto?

Y lo miraba llena de lujuria, de excitación. Se notaba la calentura de Sofía en la humedad de su vagina y en la forma de mirar a Juan, jadeando, con la boca semiabierta, pasándose la lengua por los labios de rato en rato.

  • Es grande tu pie, es así tu verga también? Me muero de ganas. Ah! Que rico… - y gemía quedamente, como para no ser escuchada más que por Juan.

Juan comenzó a mover los dedos de su pie. Nunca antes había pasado por esto, pero su instinto lo guiaba… él sentía claramente los detalles de la vagina de Sofía, a través del calzón, que por supuesto estaba ya completamente empapado.

  • Nunca se me ocurrió medirlos, pero es probable que quedes contenta – dijo Juan jadeante y ansioso, sorprendido por lo que le estaba pasando, pero rogando para que no se detenga.

  • Cómo me va a gustar comprobarlo

  • Sofía empezó a mover su cadera, notoriamente, se estaba masturbando con el pie de Juan, que sentía que su pene le dolía ya por la excitación, y sin más, bajó su mano derecha y empezó él también a satisfacerse, sintiendo la humedad en su pie. De pronto, Sofía hizo a un lado el slip, y pedía:

  • Por favor, amor, trae tu pie más acá, dámelo todo – gimiendo… y Juan tuvo que estirar más la pierna, estaba sentado ya casi sobre su espalda, y Sofía sobre su pie, pues se introducía todo lo que podía abarcar su vulva empapada ya del todo, lo que facilitaba grandemente que dos o tres dedos del pie de Juan se introduzcan en su vagina.

Y Sofía quería más… y empujaba para meter más, ella quería todo el pie… y se movía suavemente mientras Juan se frotaba el pene

Y el teléfono sonó de nuevo. Pero la excitación y todo el movimiento generado tenían a Juan muy agitado, y lo dejó sonar. Sofía se movió hacia atrás liberando el pie que tenía introducido y sin mayor dificultad le puso nuevamente el calcetín a Juan… así empapado como estaba su pie.

  • Si no puedes poner en su lugar a tu hembra, dímelo ahora y deja el juego - la voz de Sofía sonaba áspera por la excitación y el jadeo, pero parecía definitiva – estoy yendo al baño… si quieres seguirme, dame tu móvil .

Por la cabeza de Juan pasaron rápidamente escenas de lo más dramáticas… Elisa llamando y Sofía contestando… qué le diría Sofía a su mujer? Qué podría pasar?

Sofía se puso de pie y al pasar por detrás de Juan, le metió dos dedos en la boca. Este sintió por primera vez el sabor del sexo de esa hermosa mujer, y ya no hubo más dudas, tomó la mano de Sofía mientras chupaba sus dedos hasta dejarlos limpios, y puso en ella el celular. Ella se dirigió al baño, con el celular en la mano, y él hizo lo propio.

Juan llegó a la puerta que conducía a los baños poco después de Sofía, de manera que en cuanto la atravesó, ella literalmente se le fue encima y lo empujó hasta el baño de damas, y aseguró la puerta tras de ellos.

Inmediatamente, ella se desabrochó la falda y la dejó caer al suelo, y él presurosamente, le sujetó las manos para impedir que se sacara el calzón, y se apartó lo suficiente para contemplar el poderoso culo de Sofía tapado apenas por ese hermoso y sensual calzón blanco de encaje, que sólo ocultaba una pequeña porción de sus bellas nalgas y contrastaba excitantemente con su bronceada piel, y le dio una vuelta alrededor contemplándola extasiado mientras sentía su pene endurecido y desesperado por penetrarla, y deteniéndose detrás de ella, se arrodilló y comenzó a morder suavemente los muslos, uno y otro alternadamente, e iba subiendo lentamente, mordiendo, lamiendo, chupando, mientras que abrazando a Sofía, con sus manos la acariciaba por encima del calzón, masajeando suavemente el pubis, la vagina, la parte superior de los muslos y la parte baja del vientre.

Entre tanto, Sofía se sacó la blusa y el corsé, y empezó a masajearse las hermosas y duras tetas, estimulándose los pezones que de inmediato se pusieron duros… se los llevaba a la boca, los lamía y los chupaba… el izquierdo primero, luego el derecho, y de nuevo…. Y se masajeaba el abdomen, retorciéndose y gimiendo

Cuando la boca de Juan llegó a las nalgas de ella, éste la abrió tan grande como pudo y mientras mordía, chupaba… primero una y luego la otra, mordiendo y chupando cada vez más firme y largamente, y mientras chupaba, su lengua se prendía a la piel de Sofía. Entonces, los dientes de Juan se concentraron en el calzón de Sofía, y empezó a tironearlo de un lado y del otro, ayudándose con las manos por adelante, hasta que pudo liberar completamente las nalgas y la vagina de Sofía de la sensual prisión blanca de encaje.

  • Ay mierda… - gimió Sofía – te advierto que has cruzado el límite… si no tengo todo de ti lo vas a lamentar el resto de tus días – y como podía, aferraba a Juan de los cabellos y le empujaba la cabeza hasta su entrepierna: lo que más quería esa hembra en ebullición, era tener la lengua de Juan en su vagina.

Pero Juan tenía otros planes: ya sabía que estaba ante una mujer decidida y por sobre todo, caliente, muy, muy arrecha, y no pensaba dejar pasar esta oportunidad de tomar de esta hembra todo lo que su mujer le negaba.

Así que Juan se resistió a ser conducido por Sofía y, a pesar del dolor que le causaban los estirones que ella le daba, volvió a concentrarse en su culo, y se puso a lamer con gran dedicación las nalgas, y las fue separando lentamente, de a poco, y fue metiéndose más y más adentro, lamiendo en la raya, al justo medio, cada vez más adentro, hasta que pudo sentir el acre sabor del ano de Sofía… estaba empezando a cumplir una de sus más caras fantasías eróticas, ya que su mujer jamás se lo había permitido y notó que el sabor no era desagradable, y más aún, el olor tan característico se le antojó altamente erotizante, y clavó su lengua intentado penetrarlo con ella, y lamía y chupaba como podía, con la intención definida de saciarse del sabor y el olor del ano de Sofía… no dejaba perderse nada, tanto como mojaba ese ano, lo chupaba… y luego se movía para llegar a lamer la vulva y entonces, luchaba por introducir su nariz en ese delicioso ano, y se grababa el olor… y otra vez, volvía con la lengua, para grabar el sabor… y una y otra vez.

Y Sofía, por otro lado, en cuanto sintió el primer lengüetazo en su ano, sintió un estremecimiento que hizo que se le erizaran hasta los vellos…. Se sintió transportada a otra dimensión, y soltando los cabellos de Juan, se agachó lo suficiente como para poder sacarse el calzón y luego se concentró en separarse las nalgas y acomodarse para facilitar el trabajo de esa lengua deliciosa, y empujaba su culo para hacer más presión... y sentía cómo la saliva de Juan le empapaba el ano, y se estremecía entera cuando lo sentía chupándoselo, y ella se abría más y más... sentía que quería partirse en dos para que esa lengua pueda entrar hasta lo más recóndito de su recto, y cuando tenía esa lengua en su vulva y sentía la presión de la nariz introduciéndose apenas en la parte externa de su ano... le faltaba el aire... sólo quería que Juan logre penetrar con cualquier cosa... y se separaba las nalgas hasta causarse dolor.

Y Juan tenía su cara entera metida entre las nalgas de esa hembra, y disfrutaba el sabor, el olor, el calor y la textura de ese ano en la lengua, y como ahora era ella quien separaba sus propias nalgas, él empezó a buscar la mejor manera de desvestirse sin separarse para nada del manjar que la vida le estaba sirviendo esta tarde, empapado en los fluidos vaginales de Sofía, disfrutando los olores y los sabores, memorizándolos y excitándose más cada vez.

  • Qué haces, Juan… estoy a punto de explotar… es lo máximo – la voz de Sofía era un susurro… esa dominante mujer que lo había desafiado en la mesa estaba ahora temblorosa, separándose las nalgas para recibir la lengua de su hombre tan profundo como sea posible, moviéndose hacia arriba y hacia abajo, presionando siempre contra la cara y la lengua de Juan.

Y entonces éste, que además masajeaba el pubis y la vulva de Sofía, introdujo un dedo en su vagina, sacándole un gemido más profundo, más prolongado, y pudo sentir, en el temblor de las piernas y el estremecimiento de todo el cuerpo de su hembra, la inevitable llegada del orgasmo… y rápidamente, mientras retiraba su dedo, se metió como mejor pudo para succionar los líquidos que esa vagina segregaba, chupando y lamiendo hasta la última gota, al menos ese era su deseo ferviente, tragando constantemente para no perder nada.... y sus manos seguían acariciando, ahora apretaban las nalgas, y Juan quería hundirse en ese delicioso culo, y suavemente, junto con su lengua, llevó su dedo índice hasta el empapado ano de Sofía, y con una leve presión, lo introdujo entero... y Sofía gimió más profunda y largamente aún mientras Juan se estremecía sintiendo esa deliciosa presión del esfínter apretando su dedo.

  • No, por favor, mi culo no…
  • gemía Sofía, pero Juan no escuchaba, y lentamente inició el mete y saca del dedo dentro de su ano, sintiendo en detalle el calor, la suavidad y la estrechez del recto, y entonces, girando el dedo y su mano en una ligera contorsión, le introdujo el dedo pulgar en la vagina y empezó a masajear dentro de los dos orificios en un movimiento como si frotara sus dedos... y Sofía ya no pudo tenerse más en pie, así que se inclinaba más y más mientras doblaba las rodillas, extendiendo los brazos hasta alcanzar el suelo con las manos, y cayendo de rodillas.

Juan desesperadamente trataba de permanecer pegado al culo de Sofía, pero por la posición en que estaba, tuvo que resignarse a relamerse todo lo que quedaba de las secreciones de Sofía en sus labios, y para no tener que sacar los dedos que tenía metidos en los orificios de esa mujer que temblaba y se estremecía, tuvo que ir echándose de a poco en el frío piso de cerámica de ese baño de mujeres… y para cuando terminó de acomodarse, se percató de que sólo tenía que levantar la cabeza para alcanzar nuevamente con la boca las delicias de Sofía.

Por su parte, Sofía quedó ahora arrodillada, con la cabeza de Juan entre sus piernas, y agradeció al instinto de ambos porque por supuesto, ella tenía ante sí la dura y palpitante verga… qué bien que se sentía ella pensando en que era el tamaño ideal, rosácea… notoriamente limpia y sin perder tiempo, la tomó con una mano y empezó a masajearla, acariciando desde la base hasta la punta, y pasaba un dedo por el orificio, distribuyendo la secreción lubricante por toda la cabeza… palpando el grosor… el largo… y luego de unos instantes de este juego, apoyándose en un codo, y ayudándose con la otra mano, se fue metiendo la pija de Juan en la boca, suavemente, pegando su lengua a la punta de ese tronco suave y caliente, sintiendo un ligero saborcillo apenas salado que le dejaba el líquido que salía por el orificio, y le gustó… y empezó a chupar para sacarlo todo

Y de a poco, se la fue metiendo más y más, y la quería toda entera dentro, pero ella no estaba acostumbrada y sintió algo como arcadas, y se la sacó, pero sólo por un instante, porque volvió a empezar con esa rutina nuevamente, y así una y otra vez, hasta que de a poco, tal vez porque su glotis cedió, o porque su excitación volvió a surgir con fuerzas renovadas, pudo tragarse entera esa polla y disfrutaba tanto empujando hasta sentir cómo sus labios tocaban el pubis de Juan - era la señal de que la tenía toda adentro - y la sacaba y la contemplaba, le fascinaban el tamaño, el color y el sabor de esa verga, y se la metía nuevamente, con suavidad pero hasta el fondo, y usaba su lengua para masajearla mientras la tenía atragantada, y empezó a delirar con la idea de que le llenase la boca de esperma... y sintió nuevamente que le faltaba el aire, porque Juan no había dejado de trabajar allá abajo...

Este movía sus dedos dentro de la vagina y el ano de Sofía, haciendo el mete y saca de ambos dedos simultáneamente, pero sin dejar de moverlos como si los frotara… por dentro. Y levantó la cabeza, e hizo a un lado la mano para poder alcanzar sus dedos, y especialmente lamía el dedo que entraba y salía del ano... cada que salía lo limpiaba bien, procurando sentir el sabor con todos sus sentidos.

Cuando Sofía empezó a ocuparse de su pija, Juan se estremeció entero… sentía esa suave y húmeda lengua lamiendo su glande, y sentía también cómo esa hermosa boca de dientes perfectos succionaba, y lo máximo… inenarrable sensación la que sintió cuando le pareció que, dentro de esa boca, su pene chocaba con algo en el fondo… muy en el fondo… Juan estaba seguro de que esa era la garganta de Sofía, Nada de lo que se había imaginado en su oficina, cuando recién la conocía, se acercaba a esto… y no pudo evitar dedicar unos pensamientos a Elisa, que jamás había intentado ir más allá de medio chuparle la cabeza de su verga.

Y como si fuese telepatía, tras ese pensamiento de Juan, sonó el teléfono y antes de que éste intentase nada, Sofía lo alcanzó y exagerando sus jadeos y la sensualidad de su voz, contestó:

  • Eres Elisa?... sí? Qué bien. Mira, tu marido está ahora gozando de mi culo, Ah!!! sabes? Es encantador, un experto lameculo mmmmmm y me tiene arrechísima, cachoooooondaaaaa - y después de cortar, lo apagó.

Juan intentó moverse para alcanzar el teléfono, sacó sus dedos de donde estaban y trató de incorporarse, estirando su brazo para ver de alcanzar el celular, pero Sofía se dejó caer encima de él, tapándole la cara con su vulva. El sintió el sabor nuevamente, y el exquisito calor que emanaba esa mujer "A la mierda... ya está hecho" se dijo y se frotó empapando esta vez toda su cara con los jugos que salían de la vagina , y con todos esos fluidos lubricantes, Juan tenía la esperanza de poder meter su nariz en el ano de Sofía… estaba alucinado por ese culo, el primero de su vida, pero necesitaba su nariz para respirar, pues ella no se movió para nada que no fuera ayudar a su clítoris a hacer contacto con los labios de Juan, que sentía la dureza del piso en su cabeza.

Sofía por su lado se sentía dichosa, pues al prácticamente echarse sobre la cara de Juan, la pija del macho se le clavó bien adentro, al fondo de la garganta, y soñaba con recibir allá mismo el chorro de leche

Cuando Juan sintió que Sofía le metió ambas manos por debajo de sus nalgas, comprendió que ella no soltaría su verga hasta recibir la carga de semen que se venía, así que mojó sus dedos para introducirlos nuevamente, y le insertó juntos el índice y el medio en el ano, arrancándole gemidos de placer y dolor... y dedicó su mejor esfuerzo a chupar y lamer el clítoris, apretándolo suavemente entre sus labios y lamiendo la punta, así como hacía ella con su verga….

Sofía pensó que se ahogaría cuando llegó el chorro de leche, pero se limitó a tragar todo, todo… metiéndose la verga más adentro aún… presionando con su lengua a lo largo de esa deliciosa y dura pija, chupando todo lo que salía… un chorro, y otro, y el tercero…. y ella apretaba las nalgas de Juan, para poder así meterla más adentro y sacándola lo suficiente para poder tragar lo que se iba depositando, sin perder ni una sola gota, chupándola y lamiéndola hasta dejarla completamente limpia…. entretanto, resoplaba por la nariz con el gozo indescriptible que sentía cuando llegó a su segundo orgasmo, que fue la respuesta al primer chorro de semen… y contraía todo lo que podía sus músculos…. sintiendo el gran trabajo que hacía Juan con su clítoris, y extasiada con el increíble placer que le causaba sentir esos dos gruesos dedos de hombre profanando su recto y sometiendo su ano a una dilatación que ella no creyó que pudiera lograr.

Así que Juan, en cuanto ya no pudo aguantar más y empezó a vaciarse en esa bella y deliciosa boca de dientes blancos y perfectos, sintió la inmediata respuesta de su hembra, en la cantidad de secreción que empezó a soltar, y en los clarísimos apretones que sentía en sus dedos, cuando ella contraía su ano…. y se dedicó a chuparle la concha, enfocado en no perder ni una sola gota, y cuando le pareció que ya lo había tragado todo, le sacó suavemente los dedos del ano, y se los chupó metódicamente, uno por uno, enteros, para poder tragarse cuanto sabor y olor pueda, entonces Sofía hizo el ademán de levantarse, pero él se lo impidió y sólo se lo permitió cuando hubo chupado y lamido ese delicioso culo por completo.

Sofía se puso de pie y empezó a vestirse lentamente, mirando a Juan a los ojos. Este no podía mirarla de frente… una vez pasada la excitación, entró le lleno la pregunta en su cerebro: "y ahora que?" y se le venía la imagen de Elisa.

Empezando a su vez a vestirse, Juan dejó escapar un suspiro:

  • Me puedes alcanzar mi teléfono? – preguntó Juan bajando la voz lo más que podía, cuidándose de no ser escuchado por nadie.

  • Toma – dijo ella dándoselo en la mano – estás asustado, verdad?

Y se rió mostrando sus bellos dientes:

  • No conoces a las mujeres, Juan. Ve a casa tranquilo y háblame cuando tengas el proyecto.

Se le acercó y le dio un largo y delicioso beso, se sacudió la cabellera y salió. Juan se lavó un poco y salió detrás de ella y sin mirar a nadie se dirigió hasta la oficina de Sofía donde la secretaria le entregó un sobre con la documentación que había pedido…. agradeció y se fue a casa.

Durante todo el trayecto pensaba en una excusa y de pronto recordó "Mierda!!!! No encendí el ·&(&%·!"·% celular" . Lo encendió y revisó que no había ningún mensaje en su casilla... y el aparato no sonó hasta que llegó a su casa, donde ya estaba Elisa esperándolo... Juan trataba de encontrar algo para decirle y estaba por empezar a balbucear cuando ella lo interrumpió:

  • No sé cual de las pendejas de tu oficina contestó tu celular, y se ha gastado una broma muy pesada conmigo. Por favor, no vuelvas a dejarlo por ahí y ya no hagas ni digas nada más, que quede así… cabronas

Juan no podía creer… se acercó a su mujer y le dio un beso, que ella correspondió dulcemente… " No Sofía… de verdad no las conozco…"