Experiencia sexual en Santander

Encuentro maravilloso y casual entre un hombre de 56 años y un muchacho de 18.

AVENTURA SEXUAL EN SANTANDER

Aunque nunca he acabado de entender porqué ciertos jóvenes de entre 18 y 30 años sienten auténtica atracción hacia personas mayores, (hombres como yo con una edad próxima a los 60 años), he tenido que rendirme ante la evidencia de esa atracción, ya que yo mismo he comprobado esos sentimientos en personas con las que me he relacionado. Gente joven, de esa edad, (desde los 18 hasta bien pasados los 30 años), que me han hecho sentir esas sensaciones de afecto o ternura y, ¿por qué no decirlo?, un cierto atractivo sexual, (aunque no me atrevo a decir que sea pasión), porque a veces me la han trasmitido esos mismos jóvenes.

Podría contar muchas anécdotas que he vivido con chicos y chicas muy jóvenes, pero en este relato voy a centrarme en una experiencia que he vivido muy recientemente, durante unas cortas vacaciones por el Norte de España.

Yo soy viudo desde hace más de cinco años. Mis hijos ya están independizados y estoy pre-jubilado. Tengo una buena pensión y puedo permitirme viajar de vez en cuando. Así que decidí pasar unos días en Santander. También debo añadir que, de manera esporádica, he mantenido relaciones sexuales con hombres. Siempre han sido casos puntuales y, casi siempre, se me han propuesto. Y no es que yo tenga un encanto especial, pero supongo que algo verán en mi, especialmente los más jóvenes, ya que, como en el caso que nos ocupa, suelen ser ellos quienes me buscan.

En el restaurante, donde habitualmente almorzaba y cenaba en Santander, trabajaba como camarero un muchacho que me colmaba de atenciones. Se llamaba, (se llama) Raúl y, desde el primer momento se desvivía en atenciones hacia mi. Tan pronto como yo aparecía en el local se me acercaba a saludarme. Y aunque mi mesa no estuviese atendida por él, me ofrecía café o una copita a su cargo. El resto de camareros nunca tuvo esos detalle, pero él si.

Era un muchacho encantador que aparentaba unos 24 ó 25 años, (luego supe que era más joven) y parecía bastante interesado en agradarme. Aunque yo estuviese en la mesa más apartada, él siempre venía a saludarme. Y esto me agradaba muchísimo, pues yo estaba solo en aquella ciudad y me parecía que no estaba de más conocer amigos. Aunque, justo es decirlo, este muchacho me interesó en todos los sentidos desde el primer momento. Me imaginaba abrazándolo en mi cama, haciendo el amor con él y manteniendo todo tipo de experiencias sexuales.

Pero, sobre todo, me inspiraba una gran ternura. Era un muchacho menudo y delgadito. Muy guapo, rubio y con los ojos azules. Un verdadero encanto de muchacho… Y no me era ajeno que él también se interesaba por mi, aunque había una enorme diferencia de edad y me costaba entender que aquellas atenciones fuesen algo más que simple amistad.

Desde el primer momento, al escucharle, pude comprobar que su acento era del Sur. Así que le pregunté que de dónde era. El me dijo que era de un pueblecito de Jaén y poco a poco comenzamos a intimar. El me contó que se hallaba allí temporalmente, ya que su novia trabajaba en otro local cercano y pronto volverían a su tierra para luego irse los dos a la vendimia.

Cuando tuvimos más confianza le pregunté por cuestiones más íntimas; por su edad, sus estudios, sus aspiraciones… etc. El me dijo que tenía apenas 18 años… ¡¡Dios mío!!, yo pensaba que tendría al menos 24 años… ¡¡Menudo bombón!! y lo tenía allí mismo…, a mi alcance… Aunque yo no podía ni imaginar que él pudiera venirse conmigo a la cama. Era como un sueño imposible

Un día me dijo que se le había acabado el contrato pero que seguiría en la localidad aún durante algunos días y que vendría por el restaurante para despedirse de mi. Intercambiamos nuestros números de teléfono y, al día siguiente le llamé por si quería venir a la playa conmigo. El me dijo que si y quedamos en un lugar determinado donde me estaba esperando.

Le propuse ir a una playa nudista y apartada que yo conocía y él se extrañó un poco al principio, pero yo le expliqué que no era obligado bañarse desnudo y acabó aceptando la idea. Así que nos dirigimos a una "calita" un poco apartada, donde suelen ir muchos naturistas a bañarse como Dios los trajo al mundo.

Por aquella tranquila y recóndita cala, solían aparecer algunas parejas. Pero sobre todo, hombres solos. Algunos eran ciclistas que bajaban a bañarse y refrescarse para luego continuar en su carrera. Recuerdo que solía bañarse allí un hombre de unos 35 años que me gustaba mucho. Tenía una polla enorme y creo que iba a aquella cala solo por exhibirse. Claro que él podía hacerlo, porque aquello que le colgaba era descomunal. Aún dormida tenia una gran verga.

Pero sigamos con mi relato. Llegamos a la playa y yo me desnudé. Él, un poco cohibido al principio hizo lo mismo. Aunque observé que tardaba un poco en quitarse el bañador, y es que estaba bastante excitado y no quería que yo se lo notara. Finalmente se desnudó por completo y pude ver claramente sus encantos. Tenía una preciosa verga, morcillota, que hacia pensar que sería bastante grandota cuando estuviese en todo su esplendor. Yo, por mi parte, procuraba mantener tranquila mi vergota, pues no quería asustarlo.

Nos habíamos instalado un poco alejados y en un lugar muy discreto. Nos tumbamos boca abajo y nos propusimos tomar el sol un buen rato. Al cabo de media hora le propuse bañarnos y él acepto. Mientras nos adentrábamos en el agua noté como su miembro viril iba en aumento, por lo que, rápidamente se zambulló en el agua y yo hice lo mismo. Jugamos un poco bajo el agua, de la manera más inocente, pero nuestras miradas se encontraron bajo el agua y esos juegos fueron a más… El agarró mi verga, que ya estaba durísima, y comenzó a chuparla bajo el mar… Yo estaba super caliente y mi polla iba a estallar. Le dije que parara, pues no quería venirme todavía. Entonces le hice lo mismo y agarré su polla bajo el agua y comencé a succionar suavemente. Yo notaba como palpitaba aquel falo maravilloso y succionaba una y otra vez… Finalmente él se corrió y a los pocos minutos salimos del agua.

Raúl no decía nada. Parecía como avergonzado. Y yo también permanecía en silencio… Y estuvimos así durante un rato. Finalmente, al cabo de media hora le propuse regresar y él aceptó.

Ya de regreso, lo invité a almorzar, pero él me dijo que tenía compromiso con la familia de la novia, por lo que le propuse quedar para el día siguiente… Pero aquella misma tarde, él me telefoneó y me dijo si podía ir a mi hotel. Yo acepté encantado y salí a esperarlo a una cafetería muy cercana, donde me aguardaba. Nos dirigimos al hotel y entramos en mi habitación. El permanecía inmóvil, (hay que recordar que apenas tenía 18 años) y esperaba que yo tomara la iniciativa. Comencé a acariciarlo y a besarlo, mientras notaba cómo su pene se crecía bajo el pantalón. Con mucha ternura le quité la camisa, dejando su torso completamente al desnudo. Un pecho precioso, de un chico joven y hermoso, apenas bronceado y con muy poco vello. Sus pezones estaban tiesos y comencé a mordisquearlos. Él no dejaba de buscar mi polla por encima del pantalón y comenzó a quitarme el cinturón y a desnudarme. Rápidamente nos desnudamos, nos duchamos juntos y nos metimos en la cama. Me parecía imposible tenerlo allí conmigo… Yo que me había masturbado varias veces pensando en él desde que lo vi por primera vez en el restaurante, lo tenía allí, abrazado a mi, besándome, amándome… chupándome la polla

Recorrí todo su cuerpo con mi lengua, comenzando por su boca, su cuello, su pecho, bajando por su ombligo para detenerme en su polla. Ésta le estaba babeando, pues estaba muy excitado y por su capullo sonrosado y terso, comenzó a salir el líquido pre-seminal que a mi tanto me excita.

El hacía lo mismo con mi pene. Comenzó a succionarlo, metiéndoselo todo en la boca. Se volvía loco, mirándolo constantemente, como asombrado. Cuando realmente su polla nada tenía que envidiar a la mía

En un momento determinado yo le propuse si quería que le penetrase, pero él declinó esta "invitación", alegando que aún era virgen y que podía hacerle mucho daño. Aún así, en varias ocasiones él mismo la colocó a las puertas de tu hoyito, pero cuando intentaba clavarse decía que le dolía. Así que "pasamos" de la penetración.

Pasamos así varias horas y nos corrimos juntos, (el tres veces, yo sólo dos). Primero me llenó el pecho de su leche rica, en una eyaculación sin precedentes. Al menos yo nunca había visto botar así a nadie. Pero es que este muchacho era una maravilla. Él no tenía ninguna experiencia con hombres, pero me dijo que se fijó en mí, en el primer momento que entré en el local donde trabajaba. Me dijo que siempre había tenido fantasías con hombres como yo, recios, con barba… y eso mismo me estaba sucediendo a mí. Había deseado durante mucho tiempo disfrutar con un muchacho como éste. El era un poco más bajito que yo y era delgadito, pero era increíble y tenía una verga descomunal. Quiso que le llenase la cara con mi leche y así lo hice, corriéndome en su boca y sobre su rostro. Aún hoy, varias semanas después, me sigo empalmando y me masturbo pensando en él.

Dos noches mas tarde, casi al final de mi estancia en la localidad, vino a despedirse de mí, pues regresaba a Jaén. Me dijo que jamás se olvidaría de mi, y que había disfrutado mucho conmigo, pero me insistió en que yo le olvidara y borrase su teléfono, pues quería mucho a su novia y se quería casar con ella. Así lo hice y se que jamás volveré a saber más de él.

No es un relato inventado. Esto me ha ocurrido a mí en una hermosa localidad del Norte de España, en agosto de 2009.