Experiencia en Cine X
Yo nunca había estado en un sitio como ese y me sorprendió lo oscura que estaba la sala y lo alto del volumen, el acomodador nos condujo hasta unas butacas y nos sentamos, al principio no podía ver nada pero poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y pude ver dónde me había metido
Estaba atravesando una etapa en que mesentía muy insatisfecha en todos los sentidos, también sexualmente. Poraquel tiempo conocí a Juan.
El Sr Juan, como tenía que llamarle, era cliente del despacho de abogados donde trabajo, me usó y abusó de mi como se le antojaba y todo el tiempo que me tuvo a su servicio tuve que hacer algunas cosas que nunca hubiera imaginado poder llegar a hacer y lo peor de todo es que cuanto más pervertido y humillante era lo que me obligaba a hacer más excitada y cachonda me ponía, al límite de suplicarle que me diera más y más.
Una cosa que hizo conmigo y me dejó bien marcada es la que voy a relatar a continuación.
Un día llegó al despacho a eso de las doce de la mañana, estuvo con mi jefe en su oficina como una hora y al salir mi jefe me dijo que acompañara al Sr Juan a realizar unas gestiones y que me tomara el resto de la tarde libre. Yo lo hice encantada, primero me llevó a comer, después me llevó a comprarme unos zapatos maravillosos de tacón alto, también fuimos a un sex shop donde compró un perfume para mi y después a una cafetería donde me dijo que lo siguiente que haríamos sería ir a un cine x de esas que son de sesión continua y solo ponen películas porno, ahora ya no quedan salas de esas pero en aquel tiempo había varias.
Yo estuve de acuerdo, pero antes de ir me dijo que iríamos al coche que estaba en un parking para dejar las bolsas de las compras y algo de la ropa que llevaba puesta. Era invierno y llevaba una falda tubo de color negra, una chaqueta de sastre blanca, medias de color carne con un liguero para sujetarlas de color rosa pálido y un conjunto de sujetador y braguita de encaje de color blanco y un abrigo gris marengo largo de paño.
Cuando llegamos al coche me dijo que iba a estrenar los zapatos que me había comprado, que me los pusiera, me los cambié por los que llevaba y estaba espectacular porque me realzaba mucho la figura, también me dijo que me quitara la falda, quise protestar pero la mirada que vi en sus ojos me hizo desistir, después de todo la chaqueta sastre era lo suficiente larga para que no se me viera nada, a no ser que me agachara lo más mínimo porque me tapaba lo justo; también me ordenó quitarme las bragas y el sujetador. Así vestida con la chaqueta sastre color blanco, mis zapatos nuevos, las medias y los ligueros y el abrigo nos fuimos al cine x.
Yo nunca había estado en un sitio como ese y me sorprendió lo oscura que estaba la sala y lo alto del volumen, el acomodador nos condujo hasta unas butacas y nos sentamos, al principio no podía ver nada pero poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y pude ver dónde me había metido, no había mucha gente, más bien poca y solo se veían cabezas solitarias una aquí otra allá, y así en todo el patio de butacas, después de unos diez minutos aproximadamente me sorprendió la cantidad de movimiento que había, la gente, todos hombres se cambiaban de sitio constantemente, algunos vinieron lo bastante cerca de nosotros como para observarnos y ver qué hacía allí una pareja como nosotros, cosa poco habitual.
Yo me sentía bastante tensa y para complicar más las cosas Juan me ordenó que fuera al baño y que me pusiera el perfume que había comprado en el sex shop en partes específicas de mi cuerpo que eran en el interior de los muslos, alrededor del ombligo, en el canalillo de mis tetas, en el cuello y en las muñecas. Me sentía muy avergonzada yendo así vestida como iba, solo con la chaqueta sastre pues el abrigo me lo había tenido que quitar al entrar al cine, en dirección a los aseos entre tanto hombre que estaban a la caza de no sé qué aunque era difícil de imaginar. No tenía más remedio, así que me armé de valor y lo hice, podía sentir como me miraba todo el mundo, supongo que no se podían creer lo que estaban viendo, algunos incluso me chistaron, roja de vergüenza conseguí llegar a los lavabos y justo el de señoras estaba cerrado con llave, y el de caballeros estaba demasiado concurrido, busque a alguien un acomodador para que me abriera la puerta del aseo de señoras cosa que hizo pero todo eso me puso en evidencia delante de todo el mundo que me pudo ver bien a gusto llegando incluso a tocarse mientras me la enseñaban y me señalaban. Entré al aseo y cerré la puerta aliviada, solo tenía que ponerme el perfume y volver con Juan, al menos él me protegería. Al abrir el perfume miré la etiqueta, perfume de feromonas alto poder de atracción; madre mía pensé y esto qué es. Aun así me puse el perfume donde el Sr Juan me había indicado y volví a la sala.
En la sala no podía ver donde estábamos sentados no encontraba a Juan y otra vez dando la nota y esparciendo además ese perfume por todo el cine, bajé hasta casi la pantalla revisando todas las filas de butacas y nada no le veía, volví a subir, y tampoco, algunos me llamaban invitándome a sentarme con ellos lo que producía más susto y vergüenza en mí. Por fin, llegó el acomodador y me dijo que el caballero con quien había venido le había pedido le condujera hasta él, di un suspiro de alivio y también las gracias. El acomodador me llevó hasta donde Juan estaba sentado justo en el otro lado del patio de butacas y durante el trayecto tuve la impresión de que el acomodador me alumbraba más a mí y a mi cuerpo que al pasillo.
Al sentarme al lado de Juan, encima va y me dice que porqué había tardado tanto. Le quise contar pero me dijo que me callara y mirara la película. No llevaba ni dos minutos allí sentada cuando un hombre mayor, sucio y con pinta de vicioso se sienta en la butaca contigua a la mía y sin dejar de mirarme a la cara y a las piernas se desabrocha el pantalón y se saca la polla, y empieza a masturbarse allí mismo, se lo digo a Juan y para mi sorpresa me dice que descruce las piernas, ¿cómo? Pensé… y al momento descrucé las piernas para la satisfacción del tipo desconocido de mi derecha que seguía haciéndose la paja de su vida por la expresión de sus ojos, en esas estaba cuando escucho ruido de gente justo en la fila de detrás de dónde nos encontrábamos Juan y yo, no quería ni mirar de lo tensa que estaba pero debían de ser al menos dos tíos más. Juan se giró hacia mí y empezó a acariciar mis piernas al tiempo que me susurraba en el oído que abriera bien las piernas y descruzara los brazos, cosa que hice a regañadientes. Y allí estaba yo rodeada de desconocidos, medio desnuda y completamente despatarrada con un viejo a mi derecha que se la estaba meneando a gusto y otros dos detrás que me daban con la polla en el cuello y en el pelo mientras se masturbaban y en quien yo confiaba, el Sr Juan, para que aquello no hubiera llegado a ocurrir nunca era quien me empujaba a ellos. Y lo extraño de todo es que yo estaba cada vez más cachonda y más empapada. El tipo de mi derecha agarró mi mano y la llevó a su polla obligándome a que le masturbara, yo ya no ponía resistencia. El Sr Juan me había metido la mano hasta el fondo de mi empapado chocho mostrándolo a todos los presentes que se arremolinaban alrededor de donde estábamos como moscas a la miel, para colmo Juan se levantó diciendo que iba al lavabo dejándome allí sola en esa situación, rápidamente otro tipo igual de sucio que el viejo que tenía a mi derecha y con cara de vicioso como el primero ocupó la butaca que Juan había dejado vacía, se sacó la polla y me obligó a masturbarle también, mientras que los que tenia detrás me agarraban la cabeza de un lado al otro para meterme la polla en la boca y restregarse las vergas por mi cara. No sé cuándo fue pero los dos botones de mi chaqueta sastre estaban desabrochados con lo que mis pechos lucían en todo su esplendor y todo mi cuerpo estaba siendo manoseado por montones de manos de desconocidos que me hacían daño y me daban asco y aun así no paraba de correrme una y otra vez, se hablaban entre ellos diciendo cosas como, “está empapada la tía” “mira, mira, compruébalo” “joder, qué buena está esta zorra” y también para tomar la vez “venga hombre termina ya que estamos esperando” y cosas así y de vez en cuando notaba otra descarga de semen en mi cuerpo, otras en mi cara, en mis piernas, en mis tetas, donde les pillara allí me iba su lefa caliente hasta que llegó Juan y me sacó de allí. “Venga ya está bien, nos vamos” decía Juan, y los tipos le felicitaban unos y les daban las gracias otros. Yo iba toda pringada de caujarones de lefa y me daba asco a mí misma.
Buen estreno a tus zapatos les has dado zorra, me decía Juan, cada vez que te pongas esos zapatos vas a recordar este momento, ya verás. Ya fuera del patio de butacas me condujo a un cuarto, llamó y le abrieron desde dentro, era el acomodador, o el dueño, el que proyectaba la película o ambas cosas a la vez. Pedazo espectáculo que nos ha dado tu zorra Juan, le dijo. Si, esta perra es muy obediente y le encanta, mira tócala ya verás que esta empapada, le dijo Juan. El tipo, sin pedir ninguna clase de permiso, me metió la mano y la sacó chorreando de mis jugos. A ver perra saluda al Sr Morales, me dijo Juan. “Hola Sr Morales, un placer conocerle”, ni me miró el cabrón, solo dijo “ponte de rodillas perra”, cosa que hice inmediatamente, se desabrochó la bragueta y se saca un pollón xxxl dios bendito que tranca gastaba ese buen señor. “Chupa cerda hasta que se ponga dura como una piedra”, yo empecé a succionar aquel miembro con la esperanza que se corriera rápido y me dejara en paz, pero no fue así estuve chupando el vergón del señor más de diez minutos mientras él y Juan charlaban de lo buena zorra que era y de que me habían dejado bien embadurnada, y en esas estaban cuando Juan le pregunta al Sr Morales, “¿por dónde vas a querer usar a esta perra en celo Pedro?” “Creo que la voy a joder bien el ojete del culo, después de todo es lo que menos han tocado esos cabrones de la sala” “joder como la han dejado a esta guarra; Juan cada día te superas más”.
Y dicho y hecho, el tipo me hizo inclinarme en una mesa grande que tenía allí, apartó unos rollos de película y me la encajo sin contemplaciones en el ojete, me hizo tanto daño ese cabrón, y eso que estaba bien lubricada pero era demasiado grande y gorda para mi estrecho agujero trasero, que empecé a berrear y a gritar como una posesa, “mira, chilla como las cerdas en matanza” decía el muy cabrón a Juan y éste le animaba “dale fuerte Pedrito que ya le pondremos un tapón para que no se le caigan los mojones, jajajaja”. Joder encima se cachondeaban de mi y lo peor es que me gustaba estaba disfrutando como un verdadera cerda perra en celo.
“A ver niño, ven y métele la polla en la boca a esta guarra que de los gritos que está dando se va a enterar todo el cine y medio barrio, joder”, y ahí viene un jovenzuelo con la cara llena de granos de acné juvenil que debía ser hijo del Sr Morales, se desabrocha la bragueta y se saca un pollón del veintidós, y sin decir ni media me la encaja hasta la garganta. Empecé a dar arcadas con los pollazos del niño y cuando se corrieron los dos estaba destrozada, creo que en algún momento debí de perder el sentido. “Deja que se lave y se arregle un poco antes de llevarla a casa”, le decía el Sr Morales a Juan, “es una buena zorra y tienes que cuidarla”. “Está bien”, dijo Juan. En esas que entra una señora mayor, era la taquillera y me estuvo ayudando a recomponerme un poco, en veinte minutos mi aspecto había cambiado y parecía fresca como una flor, aunque la procesión iba por dentro.