Experiencia cuckold - Se follan a mi esposa

¿Quieres conocer un auténtico relato de cuckold? Mi esposa es una auténtica hotwife. Os contaré una experiencia que vivimos donde 3 chavales se follaron a mi mujer. Yo atado, con cinturón de castidad, viendo con la follaban y me humillaban.

Para aquellos que les gusten las experiencias cuckold y aprecien ser buenos cornudos, este relato les gustará.

Mi nombre es David, de 35 años, de buen ver, normalito...

Mi mujer, Sofía, de 31 años, rubia, ojos claros, cuerpazo... es un bellezón.

Llevamos casados 8 años y tenemos un hijo de 4 años. De cara a los demás somos un matrimonio normal, pero ocultamos un secreto... nuestras aficiones sexuales.

Todo empezó poco a poco, probando cosas de bondage y sumisión, haciendo tiros... hasta que descubrimos el cuckold.

La experiencia de ver a tu mujer disfrutando del sexo al máximo con otros hombres es algo increíble.

Ya habíamos probado antes estas experiencias, pero hoy voy a contar una en concreto, mi mejor experiencia cuckold hasta el momento.

Era un fin de semana especial. El niño se quedaba todo el fin de semana con los abuelos, y queríamos aprovechar.

Unos días antes mi mujer puso un anuncio en una página de contactos, explicando que eramos un matrimonio cuckold y que buscabamos un grupo para sexo, concretamente, 3 chicos o más, ese era uno de los requisitos. Pudo además varias fotos de ella completamente explícitas.

No tardaron en llegar interesados. Mi mujer se escribió con dos o tres, y en concreto uno le gustó. Eran tres amigos jóvenes y les interesaba la idea.

Cuando me quise dar cuenta,, mi mujer ya estaba hablando con ellos por whatsapp. Después de la cena y de acostar al niño, estando en el sofá, me dijo, que mirara. Había creado un grupo llamado "gangbang fin de semana" y estaba hablando con los 3 chicos.

Se habían pasado fotos, ella había enviado un buen repertorio de fotos desnuda.

Ella notando que yo me iba poniendo muy cachondo con lo que le decían por whatsapp sobre las fotos, se fue lanzando. Les decía:

-Busco que me folleís a tope. Quiero gargantas profundas, que me folleis el culo, me ateis y me folleis sin piedad... Me encanta humillar a mi marido.

Yo muy cachondo y ella cada vez más lanzada con lo que les pedía.

Total, llegó el día.

Habíamos quedado en una cafetería. Nos preparamos bien antes. Mi mujer se depiló, se arregló...

Ya cuando íbamos a salir, la ví bien. Llevaba un top, enseñando toda la tripa, una falda cortísima, unas medias de rejilla ancha que no llegaban hasta la falda de lo corta que era, y unos taconazos. Todo de color negro.

Me dijo: -A donde vas? Tienes que poner esto.

Sacó un cinturón de castidad masculino que ya habíamos usado antes. Hecho de metal, con rejilla para el pene y candado.

Llegamos a la cafetería. Los 3 chavales ya estaban allí sentados en la terraza hablando.

Cuando llegamos y vieron a mi mujer se quedaron sorprendidos. Mi mujer parecía una prostituta de las que buscan en la calle. Iba muy provocativa.

Eran 3 chicos jóvenes, de unos 25 años como máximo. Se les veía deportistas, y estaban bastante fibrados, no como yo que soy muy delgado.

A mi me dejaron un poco de lado, hablaban con mi mujer que no hacía más que provocarlos y coquetear con ellos. Ellos reían, hablaban con ella, le tocaban la pierna, la cintura...

Si se dirigían a mí era sólo para decirme cosas como -Madre mía como está tu mujer. o -Menuda follada le vamos dar a tu esposa.

Yo sólo podía ver como los 3 tonteaban, babeaban y tocaban a mi mujer delante de mí, como si yo no estuviera o no les importara.

Decidieron que basta de risas y de conocerse, que fueramos ya al asunto.

Fuimos a nuestra casa que estaba cerca (los habíamos citado cerca de casa por eso).

Al subir arriba, fuimos directos a nuestra habitación. Allí estaba nuestra cama de matrimonio y una silla.

Mi mujer dijo: - Un minuto que prepare a mi marido y me follais a tope.

Ella me bajó los pantalones, dejando ver el cinturón de castidad, lo que provocó las risas de los chavales.

Me sentó en la silla y me esposó manos y pies la silla. También me puso una mordaza en la boca de las que son una pelota con una correa para atar detrás de la cabeza.

Los chicos me miraban riéndose a la vez que sorprendidos.

Una vez quedé preparado, mi mujer dijo que adelante.

Los 3 se abalanzaron sobre ella, tocándole el pecho, el culo, morreándola...

Tardaron poco en desnudarla.

Nada más le quitaron la falda y vieron debajo del tanga de hilo la joya anal que llevaba mi esposa (un plug anal con un cristal en el final), empezaron a decir cosas como -Menuda puta! -Le vamos a destrozar el culo!

Mi esposa me miraba y decía mirándome a los ojos: -Si porfavor, quiero me reventeis, quiero ser vuestra puta.

Ellos iban con más magreos, teniendo a mi esposa desnuda completamente, emparedada entre los, que iban poco a poco quitándose las camisetas y desabrochándo sus pantalones.

No faltaban comentarios como -Madre mía, qué morbo follarte delante de tu marido. -Vamos a reventar a tu esposa. etc.

Mi esposa abrió un cajón de la mesita y dijo -Tengo jueguetes.

Allí teníamos consoladores de silicona, vibradores, lubricante, esposas...

Uno al ver las esposas las sacó y esposó a mi mujer las manos a su espalda.

La agacharon haciéndola arrodillarse, se sacaron las pollas y comenzaron a follarle la boca.

Diciendo que era una puta y una zorra, iban aumentando la intensidad, metiendo las pollas hasta el fondo de la garganta. Yo sólo podía ver a mi esposa rodeada con 3 chavales, con una polla cada vez en la boca y hasta el fondo.

Escuchaba sus arcadas y la de veces que casi vomitaba al tener unas pollas así de grandes metidas hasta el fondo. Ya con el maquillaje corrido de las lágrimas, mientras uno y otro le follaban la boca, uno de ellos se agachó con un consolador de silicona bastante grande en la mano, le sacó el plug de la joyita del culo, lubrico y le metió el consolador hasta el fondo de su culo.

Mi esposa gemía y ponía caras de dolor a cada embestida del consolador en su culo mientras le follaban la boca hasta la garganta.

Levantaron a mi mujer, y estando de pie con las manos esposadas a la espalda, iban girándola para meterle las pollas en el culo con fuerza mientras la llamaban puta.

Uno se tumbó en la cama y dijo que la trajeran. La subieron al chico tumbado para que cabalgara, pero nada más se colocó y metió la polla del chico en el coño, otro fue por detrás para metersela en el culo.

Mientras le hacían doble penetración y el que estaba detrás en el culo iba rotando con el otro chico que quedaba libre, se reían de mi y decían que mi esposa era una puta y que la iban a reventar.

Cuando el que estaba debajo se cansó, la movió para salir de debajo.

En la cama teníamos listas unas cuerdas, cuatro cuerdas con mordaza para atar pies y manos que estaban en cada esquina de la cama. Uno las vió y dijo de atarla.

Le abrieron las esposas y la ataron a la cama. Estaba atada en cruz, con una mano en cada esquina de la cama y un pie en cada esquina de abajo.

Uno de ellos puso un cojín bajo su cintura para levantarle el culo.

Le follaron por el culo en esa posición entre los tres, rotando cada vez uno.

Embestían con mucha fuerza. Mi mujer entre gemidos, con el maquillaje corrido y con un chico montándola muy fuerte detrás de ella me miraba y me decía cosas como -Esto si que son hombres, no como tu. -Estoy disfrutando como una perra, estas pollas si que valen

Ellos reían y aprovechaban el tener una mujer atada y dispuesta a recibir esas embestidas en el culo.

Uno de ellos se levantó para ceder el turno al otro y al levantarse, se fue directo a la cara de mi esposa y se corrió en su boca. Los otros dos hicieron igual, follaron un poco su culo y fueron a su boca para correrse.

Al acabar el último la soltaron. Ella fue directamente hacia mí, me bajó la mordaza la boca y comenzó a darme un morreo con todo el semen de los chicos en la boca.

Ellos ponían cara de asombro.

Tras morrearme y hacer limpiar toda la lef de su boca, me decía: Ufff, que polvazo, volveré a quedar con estos chicos, ellos si que saben follar, no como tu.

Ellos se vistieron y ella desnuda los acompañó hasta la puerta.

Volvió hacia mí y me dijo, ahora te toca a ti sentir.

Me soltó de la silla y me ató a la cama boca abajo, igual que lo estaba ella.

Sacó algo del cajón. No podía verlo, pero intuía que sería un cinturón con consolador y que lo que iba a hacer era meterlo en mi culo.

Así fue, noté que lubricó un poco mi culo, se acercó a mi oreja y me dijo: - Ahora te toca a ti sentir lo que me han hecho.

Metió el consolador en mi culo con fuerza. Sentí un gran dolor.

Mientras lo metía y sacaba con fuerza me decía: -Eres un maricón. -Un día buscará a maricones para que te follen a tí.

Yo ya no podía aguantar más. Estaba muy excitado y me dolía la polla al tener una erección dentro del cinturón de castidad, así que de repente, mientras me embestía el culo, sentí como me corría dentro del cinturón de castidad masculino.

Ella sacó el consolador de mi culo, me soltó, nos quedamos un rato en la cama y nos duchamos.

Ya había terminado la experiencia, ahora volvíamos a ser un matrimonio normal. Vimos la tele, nos tomamos una cerveza... pero eso sí, con una sonrisa y una satisfacción bestial.