Experiencia crucial (II)

Cambios producidos en la vida de un hombre por una experiencia con una profesional...

Creo que este es el momento adecuado para continuar describiendo un proceso de cambio profundo que ya iniciara con una confesión titulada " Experiencia Crucial ".

Los lectores interesados en conocer el proceso en su totalidad haría bien en referirse a dicho relato.

En cuanto a lo que pasó con Susi, mi masajista, les diré que poco a poco y con una inocencia casi "profesional", fue obligándome a descubrir nuevas formas de placer inicialmente inaceptables para mí, tal como las caricias anales y las participaciones de terceros con nosotros.

En unos 8 o 9 meses ya había logrado despertar a tal punto mi sensibilidad anal, que se hizo rutina el que, después de poseerla yo, ella me penetrara con un consolador.

Esta rutina poco a poco fue haciéndose más variada, llegando incluso ella a hacerme vestir sus prendas interiores antes de penetrarme. Realmente comprendí que no podía resistir sus insinuaciones, ya que yo siempre terminaba haciendo todo lo que ella indicaba.

Al cabo de más o menos un año, nuestras intimidades pasaron a ser compartidas con su novio, un chico que tenía unos cuatro años menos que ella, y que le gustaba el sexo y la bebida, que también la disfrutábamos ella y yo.

Susi también había "domado" a su novio, a quien hacía vestir su transparente ropa interior antes de poseerlo con frenesí. Por esta razón, en nuestras reuniones íntimas ella alternativamente lo penetraba a él o a mí, mientras el que quedaba "libre" se daba el placer de mirar y excitarse.

A esta altura, mi relación con Susi ya había dejado de ser un vínculo "profesional" de cliente a prostituta. En nuestras noches de orgías había ya algo más que la locura del sexo. Parecía haber un sentimiento bastante fuerte. Quizás por eso ocurrió lo que ocurrió, por eso quizás dejé que ella tomara el rol activo en nuestra vida íntima.

Tal vez una de las experiencias decisivas en ese tiempo fue la ocurrida una noche – el cumpleaños de Susi – que celebramos yo, ella y su novio Rodolfo.

Cuando hubimos bebido lo suficiente para entonarnos, comenzamos nuestro ritual, yo poseyéndola primero a ella, bajo la deseosa mirada de Rodolfo, sobre una mullida alfombra en la sala. Luego de terminado este primer paso, Susi comenzó con la "transformación". Unos pocos movimientos de sus manos fueron suficientes para enfundarme en sus insinuantes ropas interiores, un conjunto negro con un diminuto y femenino bikini que resaltaba ajustado sobre mi piel blanca, dibujando sus sensuales líneas sobre mi cuerpo musculoso.

Me puso boca abajo y comenzó su excitante juego de caricias y palabras, en las cuales ella se describía a sí misma como "el macho" y me decía repetidas veces que yo era "su hembra". No tardó en excitarme enormemente, tras lo cual ágilmente fue a vestir su atributo de macho: un erecto pene ajustado a su cuerpo mediante cinturón y cintas laterales.

Tendiéndose sobre mí, retomó sus caricias mientras yo seguía bebiendo el vino generoso que daba luz verde a todo lo que viniera a través de los sentidos.

La acción había superexcitado a Rodolfo, quien se había desnudado y, desde un rincón de la alfombra, también bebía el vino mientras se acariciaba el pene con mucha lascivia.

En un determinado momento, Susi me levanta las caderas y coloca un voluminoso almohadón bajo mi vientre, haciendo que mis nalgas – sensualmente semi-cubiertas con el transparente y ajustado bikini negro - se eleven como si estuviera de cuatro, y besándome tiernamente me dice al oído: "ahora vas a ser mío".

Siento que sus manos comienzan a deslizar encima de mis muslos la delicada prenda que cubría mi gruta del placer, bajándola hasta la mitad de mis muslos. Cuando comprendí que mi senda anal ya estaba a disposición de Susi, sentí sus manos untándome con aromático aceite, y de pronto un ataque entre mis nalgas. Percibí que no era el consolador de Susi sino un pene caliente. Sentí la carne cálida presionando directamente en mi ano, que se abrió para recibir la penetración de Rodolfo.

No pude, y tal vez no quise, resistirme, aunque estaba perfectamente conciente de lo que estaba pasando. La experimentada Susi, tendida a mi lado mientras disfrutaba del espectáculo, me repetía al oído: "ahora sos mi hembra, sos una hembra, y te está cogiendo un macho, tu macho", mientras yo sentía en mi interior los movimientos acompasados del pene de Rodolfo.

No habrían pasado cuatro minutos cuando Rodolfo me abrazó fuertemente deslizando sus brazos y manos sobre mi estómago, que presionaba fuertemente hacia arriba como para hacer más profunda la penetración de su pene en mi culo, a medida que su orgasmo se acercaba.

Como en ese tiempo no existía aún el fantasma del SIDA, por lo menos en mi país, Rodolfo me había penetrado sin preservativo. En el momento del paroxismo, sentí los chorros de semen caliente saliendo de su pija, inundándome en lo más íntimo de mi ser. En el momento de su larga eyaculación, con su erecta pija llegándome hasta el fondo del culo, sentí por primera vez que yo realmente tenía una especie de necesidad de llenar un vacío en mí mismo, algo así como un hueco que naturalmente necesitaba ser llenado, colmado, y que Rodolfo estaba satisfaciendo esa necesidad de mi cuerpo llenándome con su pija y su semen. Después pensé que algo así debe sentir una mujer que necesita la penetración del hombre.

Algo increíble para mí fue la gran descarga física y emocional que sentí en ese momento en mis entrañas, tal como si fuera un orgasmo anal que me llenaba de satisfacción. Me sentí automáticamente llevado a volver mi rostro hacia el macho que me estaba haciendo feliz, y busqué sus labios con pasión. Lo besé y él no me rechazó sino que respondió con dulzura y pasión el movimiento de mi lengua en su boca. No pude evitar decirle: "te amo Rodolfito".

Creo que eso me hizo comprender definitivamente que había alcanzado una nueva faceta de mi experiencia sexual, no quedándome duda alguna de que me había convertido en bisexual.

Respecto a esta experiencia y a la "necesidad de llenar un vacío dentro de mí mismo", agradecería alguna opinión femenina. Me gustaría saber si una mujer realmente siente lo que yo he sentido en esta última experiencia.

Pueden escribirme a luvalsan@latinmail.com

Responderé todos los mails.