Experiencia (01)

Desde mi iniciación, hasta hoy, les iré contando mis experiencias sexuales... que no son pocas.

Introito

La verdad es que nadie puede hablar con propiedad de algo que no conoce a fondo.

Es imposible decir nada acerca de algo que no se ha experimentado a fondo, practicándolo hasta llegar a perfeccionarlo en todos sus aspectos, hasta los mas pequeños detalles.

Y si hay algo que yo he llegado a perfeccionar, y por ello hablar con total autoridad, es lo referente a los temas de la masturbación y el exhibicionismo.

No crean que es fácil contar mis experiencias.

No es fácil. Pero no lo es por vergüenza, sino porque cada vez que las recuerdo, la exitación y el deseo vuelven a mi cuerpo, y me cuesta un enorme esfuerzo seguir escribiendo en lugar de entregarme a la autosatisfacción mas intensa que puedan imaginar, pues no exite para mi nada mas exitante en el mundo, que las imágenes de mi misma entregada al placer en solitario, o a la exibición de mi placer ante desprevenidos observadores ocasionales que no pueden hacer nada mas que desearme mientras me observan y disimulan que me estan viendo.

No me masturbo porque sea una mujer fea, ya que no solo tengo muy bonitos rasgos faciales sino también un excelente cuerpo; ni por falta de ofertas de hombres, ya que con mis 28 años, sigo soltera luego de haber rechazado no menos de tres pedidos de matrimonio y cientos de propuestas de relaciones temporales realizadas por muy guapos y exitosos profesionales, algunos de ellos colegas míos (soy una médica especialista, y pese a mi corta edad he llegado a la jefatura de uno de los sectores mas importantes del hospital central de mi ciudad), sino porque he llegado a tal perfección que nada puede darme tanto placer como el que obtengo cuando me dedico a mi cuerpo, recorriendo cada uno de sus rincones, descubriendo nuevas sensaciones con cada nueva forma de estimularlos (y puedo decir que para cada uno de ellos conozco cientos de estímulos diferentes, a cada cual mas delicioso), y mucho mas si al hacerlo, soy observada por alguien que queda fascinado por lo que ve, a la vez que siente que no puede compartirlo con otros y se siente inhibido a la vez que atrapado.

No piensen por esto que no mantengo relaciones sexuales con otras personas. Claro que lo hago, y disfruto tanto una buena encamada con un hombre bien puesto, como con una bella mujer.

Y para que me crean, voy a contarles de a poco, las diferentes experiencias de las que les hablo, y que no solo recuerdo a la perfección, sino que además puedo revivir cuando quiero, pues tengo un inmenso archivo de cintas de video, casi desde mis primeras veces, simples e ingenuas, hasta las mas recientes, refinadas y elaboradas, y si les interesa, hasta puedo enviarles (por un precio razonable), copias de las cintas de mis relatos que mas les entusiasmen.

Un comienzo

Para empezar, les voy a contar que empecé temprano, promediando la escuela primaria.

Me enviaban a una escuela de monjas, en la que permanecíamos desde las primeras horas de la mañana hasta bien entrada la tarde, y allí tomábamos todas nuestras comidas salvo el desayuno.

Tantas horas en los mismos lugares con las mismas chicas, las mismas profesoras y profesores, haciendo todos los días casi lo mismo, al principio no era nada importante, pero a medida que iba pasando el tiempo, se acumulaban mas y mas tensiones, que de pronto tomaban los mas insólitos caminos para salir.

La primera vez, fue a los 10 años, en las vísperas de unos exámenes.

Llevaba ya una hora estudiando en la biblioteca, cuando escuché unos murmullos algo insistentes acompañados de risitas ahogadas, y observé que eran producidos por tres de mis compañeras que estaban ya en la secundaria, que sentadas a varias filas de distancia en otra mesa frente mío, se dedicaban a un juego extraño (al menos para mi).

Daba la impresión que pensaban que no eran vistas ni oídas por nadie, ya que mientras simulaban estudiar de un gran libro que tenían sobre la mesa, por debajo de ella sus manos estaban muy atareadas en otros menesteres. Las tres se habían quitado sus braguitas, y con las polleras levantadas, tenían sus culitos desnudos directamente sobre la madera de las sillas, y las manos de cada una realizaban diversos movimientos en la entrepierna y los muslos de la que estaba mas próxima. La del medio recibía las caricias de las de los lados, y ella a su vez las tocaba a las otras dos. Como había cierta distancia, no distinguía bien que era lo que hacían, pero luego de un rato, después que la del medio entre suspiros contenidos y cerrando los ojos estiraba las piernas y trataba de dominar algunos movimientos que parecían convulsiones, cambiaban de lugar y la del medio pasaba a uno de los lados dejando en el medio a una de las que estaban a sus lados.

Cambiaron varias veces de lugare, y llegué a contar que cada una había pasado por el medio no menos de cuatro veces, y vada vez pasaba algo parecido, con movimientos y expresiones que se notaba que trataban de controlar, pero les era imposible

Todo aquello me llenó de intriga, pues no entendí demasiado lo que sucedía, así que decidí averiguar de que se trataba, y de regreso a casa, en el transporte escolar, me acerqué a las tres chicas en cuestión, que iban sentadas en el último asiento, y les pregunté directamente que había sido todo aquello, a lo que ellas, al principio se me rieron y me dijeron que no era nada, pero luego, ante mi insistencia, me dijeron que me explicarían con lujo de detalles y me ofrecieron participar de sus "reuniones de estudio".

Allí empecé a aprender, sin saber que había iniciado a la vez mi vida sexual y mi etapa lésbica, la cual disfruté muchísimo, pero que no llegó a colmar todas mis expectativas (pero esto es tema de otro relato).

La cuestión es que quedamos en visitarnos en la casa de una de ellas, una espaciosa casa con gran parque, pileta de natación y casa de huéspedes, al día siguiente que era el primero de las cortas vacaciomes que precedían a los exámenes.

Al día siguiente, por la mañana, nos encontramos en la casa, y los padres de mi nueva amiga (a los que les dijeron que yo había ido para que me ayudaran con una materia que me daba mucha dificultad) decidieron que para que pudiésemos estudiar sin ser molestadas, nos instaláramos en la casa de huéspedes, y que a la hora de comer nos avisarían por teléfono.

Nos instalamos, y no demoraron ni un momento en comenzar "mi instrucción".

Con el pretexto de ponerse los trajes de baño, ellas se desnudaron por completo y me instaron a hacer lo mismo, a lo que accedí no sin vergüenza y pudor.

No había terminado de quitarme la ropa, que entre las tres, muy alborotadas me abrazaron y comenzaron a acariciarme todo el cuerpo, pero especialmente mis incipientes teticas (que apenas comenzaban a tomar forma), las nalgas, la raja del culo y mi palomita.

Me daba bastante pudor, pero al poco tiempo, las sensaciones mas extrañas, desconocidas y placenteras, me hicieron perder el pudor primero, mis inhibiciones luego, y finalmente mi virginidad.

A medida que sus manos me inundaban de caricias, yo empecé a tomar conciencia de partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que existían, y de pronto, supe que los pezoncitos y aureolas apenas dibujados podían endurecerse y aumentar su sensibilidad, cuando las bocas de dos de ellas tomaron posesión de los míos.

También aprendí que mi sexo tenía labios mayores, que son los mas gruesos, por fuera, y menores o ninfas, mas delicados y sensibles, por dentro, al notar que los dedos y la boca de otra los recorrían abriéndolos suavemente, acariciando, lamiendo y chupando, hasta que supe que esa parte mas redondita, arriba, que se podía poner mas durita, aumentar de tamaño y darme sensaciones nuevas, era el clítoris. También supe que con todas esas caricias, en mi palomita se podían producir jugos que no solo lubricaban, sino que por su aroma y sabor pueden resultar muy atractivos a una boca ansiosa y amante.

Y de pronto aprendí que esos movimientos casi convulsivos que había observado el día anteriror, eran terriblemente placenteros, y que se llamaban "orgasmo", y que no solo eran en las piernas, sino que se sienten profundamente en el vientre, en el sexo, en el culo, en la nuca, y lo mas importante, muy adentro de tu cerebro.

Cuando yo comencé a tocarlas a ellas, me detuvieron porque al no saber hacerlo, no les daba placer sino malestar, pero comenzaron a enseñarme, y al tocar, besar lamer y chupar sus bocas, sus palomitas, sus teticas nacientes pero bastante mas desarrolladas que las mías y sus culitos, también experimenté placer.

Cuando nos llamaron para comer, casi habíamos perdido la noción del tiempo y estábamos mareadas, agotadas, satisfechas y muy felices, y yo maravillada de ese nuevo mundo de sensaciones.

Después de aquello, las reuniones en la biblioteca del colegio pasaron a ser solo una de las maneras de experimentar el sexo, pues a solas me dediqué a explorar mi cuerpo, sentirlo por mi misma en cualquier lugar y momento, de las maneras mas insólitas, lo cual les iré contando poco a poco, pero como adelanto les diré que desde entonces, y de una manera creciente a medida que iba haciéndome mayor, por las noches, para poder dormirme sin problemas, necesito acostarme separando mucho mis piernas, acariciar suavemente mis muslos, luego las ingles, mis dedos deben pasar por mi palomita, separando los labios mayores, acariciándolos por dentro, luego acariciar los labios menores, hasta sentir buena lubricación, y luego juguetear y acariciar mi clítoris hasta alcanzar al menos un par de orgasmos, luego de lo cual, deben entrar en ella, buscando el punto G, y estimular allí hasta obtener mas orgasmos, y el sueño llega solo después de tres o cuatro mas.

¿Primera vez?

Pero lo mas importante para el desarrollo de mi personalidad y de mis apetencias sexuales de hoy, comenzó algún tiempo después, cuando por primera vez tuve mi primera experiencia sin que nadie mas me tocara, pero bajo la (disimuladamente) atenta mirada de un profesor.

Estábamos en clase de francés, y el profesor (uno de los pocos hombres que entraban al colegio, y que era tan amanerado que casi todas pensaban que era gay) me miraba de una manera que solo podía ser posible en un hombre que solo simulaba su condición de gay, pero que ante situaciones de verdadera sensualidad, no podía sino ser absolutamente hombre.

Ese día me había despertado sintiéndome muy extraña, y una fuerza superior a mi razón manejaba mis actos, y por ello, no me puse ropa interior, de manera que bajo mi camisa y corbata, mis pechitos crecientes, estaban completamente libres, y bajo mi falda tableada, los finos pelitos que empezaban a aparecer en mi pubis adornaban la libertad de mi palomita de una manera tan seductora que tuve que hacer un esfuerzo en mi habitación para no tumbarme en mi cama y entregarme a frenéticas caricias.

La cuestión es que mientras el profe hablaba, yo, poco a poco iba separando mis muslos y subiendo mi pollerita, hasta que sentí que bajo mi pupitre tenía todos mis encantos púberes totalmente desnudos y también visibles, cosa que el profe no tardó en notar, y en lugar de reprenderme, me dirigió una mirada profunda, escrutadora, a la vez que en un acto cómplice simuló ante el resto del curso no haber visto nada, lo que me estimuló mucho y me animó a actuar mas audazmente, y mientras que con mi mano dercha simulaba tomar notas, con mi mano izquierda comencé a jugueterar con mi sexo, pero no solo para mi, para sentir los placeres que sentía al tocarme, sino para el, para que me viera, para que me deseara, para que disfrutara de mis encantos jóvenes.

De modo que cada vez que el hablaba a la clase desde el frente, no dejaba de mirarme como embobado por el espectáculo que yo le daba, que no era poco por cierto, pues a cada mirada suya yo separaba los labios vaginales, frotaba mi clítoris estremeciéndome con cada roce, y cada tanto, dejaba que mis dedos se deslizran dentro mío buscando algo mas, algo que si bien todavía no conocía, sabía que debía estar allí dentro, pues "me llamaba a gritos" desde mi interior, y en ese juego transcurrió casi toda la hora, pero casi al final, cuando el se sentó en su escritorio, desde el cual tenía un panorama total y perfecto de mi mano jugueteando en mi sexo, ya no me pude contener mas, y tomando mi clítoris entre mis dedos índice y pulgar, comencé a hacerlo rodar entre ellos, y luego a masajearlo suavemente de arriba a bajo, con ayuda de la intensa lubricación que salía de mi misma, y al mismo tiempo que el secaba el sudor de su frente (causado sin dudas por la excitación que le causaba ver mi persistente juego erótico), yo empecé a sentir las mas intensas sensaciones jamás imaginadas hasta entonces, y me resultó imposible controlar el movimiento de mis piernas que se extendieron hacia delante, mientras mi cabeza se hechaba hacia atrás, mis ojos entreabiertos no percibían la luz porque se habían vuelto hacia arriba con toda la fuerza, a la vez que un gemido incontrolable se escapaba de mi garganta al experimentar un orgasmo tan poderoso que hasta varias de mis compañeras (me contaron luego) no pudieron evitar risas de complicidad y nervios (y la envidia) pues también ellas, al darse cuenta de lo que yo hacía, también metieron sus manos bajo la bombachita. Luego de esto, quedé como adormecida, agotada, y cuando me recuperé, en el aula ya no quedábamos mas que el profe y yo, y el, a mi lado, me hablaba suavemente, tratando de reanimarme, entre preocupado y exitado, pero mas exitado que preocupado, pues su mano derecha reposaba sobre mi desnudo muslo izquierdo como por casualidad, mientras sus dedos temerosamente rozaban los labios de mi sexo, y no se animaba a pararse por temor a que yo viera hasta que punto su excitación había respondido a la mía y trataba de evitar que yo notara lo que ya había percibido, y era esa tremenda erección que tenía, mientras que desde mi entrepierna desnuda y mojada y de mi mano izquierda manaba un dulcísimo y penetrante aroma a sexo de mujer inundando todo el salón de una manera escandalosa (y deliciosa por cierto) y que el profe aspiraba con fruición, pero disimuladamente.

Ese día nacieron en mi mis dos mas profundas, placenteras y satisfactorias costumbres, gracias a las cuales gozo y disfruto el sexo con migo misma, y que son la masturbación y el exhibicionismo, que si se conjugan, son para mi el paroxismo del gozo y de los deleites.

De mas está decir que el profe no dijo ni una palabra a las monjas del colegio (¿que iba a decir?¿qué había estado tocando el sexo de una de sus alumnas en el aula misma?) y desde aquel día se convirtió en mi esclavo y amante, además de ser mi primer profesor de sexo heterosexual por lo quw mis compañeras no solo me elevaron al nivel de ídolo, sino que desde aquel día, se disputaban unas a otras mi compañía y mis favores, lo cual me dio no pocos momentos de sabrosos juegos sexuales en compañía de una o varias de ellas, según el caso.

Desde ese día me definí como bisexual y una masturbadora extrema, lo que he ido perfeccionando constantemente y que pretendo contarles en sucesivos relatos.