Exilio. Parte 3 y última. Vicio en Londres

Sauneo y vicio interracial en Londres

Trilogía Exilio. Parte III. Puro vicio en Londres. Relato gay

Durante unas vacaciones en mi exilio, no sabía qué hacer en la semana que me habían dado de asueto, de modo que, ni corto ni perezoso y tras varios días de vaguear en casa sin saber qué hacer, reservé un vuelo baratito (de un día para otro, tuve mucha suerte) y un hotelito guay en el centro de Londres y para allá que me fui a disfrutar de todo el vicio gay que ofrece la capital de Inglaterra.

Tenía planeada, evidentemente, alguna excursión por alguna sauna, la cual estuvo muy bien como contaré luego, además de algún bar de cruising (cosa que al final no hice) pero lo mejor fue un trío con dos estadounidenses de color que estaban allí por negocios.

Sólo iba a pasar dos noches en Londres, la del domingo y la del lunes volviendo a mi lugar de residencia el tercer día por la mañana y a trabajar el día siguiente.

Tras llegar el domingo sobre las 12 a la estación de Victoria, cogí un taxi y en 15 minutos me planté en la puerta del hotel, muy cuco y pijete pero para dos días quería darme el gustazo, y que estaba a 400 metros de la plaza de Piccadilly y por consiguiente del Soho, lugar por el que me encantaba moverme debido a la cantidad de bares para ligar y clubes de streaptease que hay.

Nada más registrarme y ya en la intimidad de mi habitación, tumbado en la cama, me conecté a Grindr y comencé a ver perfiles de tíos alrededor y contacté con una crossdresser muy femenina que me puso el caramelito en la boca y a punto estuve de dejar todo tal cual lo había dejado al entrar en la habitación de ir a su casa a degustar sus habilidades orales en mi rabo y en mi culo, pero al final dejé de responderle cuando se puso un poco pesada y decidí ducharme tranquilamente y mirar desde el iPhone, tumbado en la cama, las mejores saunas de la ciudad.

Tras estar un rato leyendo críticas y sacando más o menos las rutas para ir, cosa inútil puesto que luego iría en taxi, me decidí por una llamada Pleasuredrome. Me embriagaron sus fotos y vídeos en la web y las críticas  que había leído en foros y blogs. Ponían a caldo a una conocida franquicia de saunas de la ciudad, y Pleasuredrome no pertenecía a este grupo, además de, por las fotos, parecer más moderna, más rollo spa urbano que es lo que me gusta a mí, así que estaba decidido. Y era domingo, o sea, que iba a estar a rebosar. Menuda tarde me esperaba…

Salí del hotel y me dispuse a pasear un rato hasta que fuera una hora prudente para comer y disfrutar de una tarde calentita (hacía un frío que pelaba) en la sauna. Me zambullí por Oxford Street, Piccadilly Circus y el Soho, tomando un par de pintas en cualquier bar que encontraba y entrando a los establecimientos de apuestas (jugué 20 libras a la ruleta y gané 500, así que pensaba darme una comilona mucho mejor de lo que esperaba, de reyes vamos, antes de aventurarme en la sauna jejeje).

También vi, por el Soho, locales de streaptease y uno, que es bisex y con 500 libras más de la cuenta, no iba a desaprovechar la oportunidad de tener un par de zorritas poniéndome malo mientras se contoneaban para mí en privado. Pero esa iba a ser más tarde, ahora me apremiaba muchísimo más la necesidad de tener en mi boca cuantos más rabos mejor…

Alrededor de las 13:30 y tras caminar un buen rato, decidí tomarme un buen chuletón con aros de cebolla y patatas fritas en un famoso asador que era parte de otra franquicia, ya que caminando vi tres o cuatro, sólo por el centro. Los británicos son notorios por comer mal, pero la carne la tienen estupenda, di buena cuenta de ello. Tras una tarta de chocolate y un café en el Starbucks de al lado, y un buen gintonic, estaba que no podía más, tanto de lo cachondo que iba como de la comilona jajaja. Los asiduos al vicio ya conocéis esa sensación, cuando estás a punto de entrar en una sauna o un bar de cruising, sabiendo que vas a poder hacer todas las cosas que de normal no puedes en casa… de modo que paré un taxi y le dije la dirección de la sauna, y tras 20 minutos y 10 libras de carrera, me encontraba bajo un puente, donde curiosamente está la entrada de la sauna, la cual no tenía nada que ver con las saunas en España, donde la mayoría están situadas en calles poco concurridas o incluso callejones, por donde los novatos tienen que pasar a veces más de una vez para cerciorarse que es ahí donde tenían pensado ir ya que muchas veces no hay ni carteles o si los hay son pequeñitos… Nada de eso había en esta, pues aunque no era el centro ni mucho menos, sí que estaba en una zona muy urbanizada y también había una boca de metro justo al lado, por lo que continuamente había un reguero de gente pasando por la entrada, pero vamos, eso no me importó lo más mínimo ya que nadie me conocía.

A las 15:30 entraba y acto seguido pagué las 20 libras de rigor (ya lo sé, el precio era escandalosamente caro, pero era lo que había), 17 + 3 por las sandalias (me pareció super extraño que hubiera que pagar por alquilar las sandalias, cosa que nunca había visto en España) pero cualquier se aventuraba a pasar allí horas completamente descalzo, así que ande yo caliente…

Me encanta el ratito de desnudarme y prepararme para la aventura y la caza, es como un ritual. Y aquí fue más morboso de lo habitual ya que era domingo, por lo que estaba mucho más concurrida que de costumbre, y eso que era Londres, posiblemente la capital del mundo. El ritual consiste en ir desnudándote y metiendo la ropa en tu taquilla mientras vas observando (y te observan) a la cantidad de tíos que andan por el vestuario, que han entrado después de ti o que entran desde la sauna a por cualquier cosa. Ya vas viendo a alguien que te atrae, y si le atraes también, es cuestión de mirarse, sonreírse y ya sabes que en cuanto os encontréis en la sauna va a arder Troya…

Con mi toalla enrollada y la pulserita con la llave enrollada en mi tobillo, resoplé, sonreí para mí mismo pensando que me lo iba a pasar de vicio y me dispuse a conocer todo sobre la mejor sauna de Londres…

Y era una pasada, distribuida a lo largo de dos pisos, en el de abajo tenía dos saunas secas y dos de vapor, enormes todas, más dos jacuzzis, uno grandísimo (20 personas, con lo cual era más bien una mini piscina) y otro más pequeñito para 8. También tenía la planta de abajo una cafetería muy cuca. Y también habían cabinas, claro. La parte de arriba estaba ocupada por muchas más cabinas y por una sala que hacía doble función: cine y orgías. Todo estaba decorado con mucho gusto y con un evidente enfoque hacia el morbo. Me encantaba y todo el sitio era un continuo trasiego de gente entrando, saliendo y gimiendo… y al estar en Londres, vi de todo: blancos jóvenes, maduros, negros (mi debilidad junto con los maduritos), asiáticos… estaba como un niño pequeño el Día de Reyes, tantas tentaciones y sin saber por donde empezar…

Decidí, antes de lanzarme a comer pollas de toda clase y condición, darme un pequeño y relajante baño, por lo que decidí meterme al jacuzzi grande, donde habían en ese momento 8 tíos, la mayoría jóvenes y sin atraerme, pero me apetecía el relax. Hubo más de un intento, bajo el agua, de incitarme al vicio, pero pasé, cerrando los ojos y apartando manos por doquier. Pero había un negro que me atrajo, sentado junto a mí en el agua, sería más o menos de mi edad y por lo que pude palpar tenía un rabo como mínimo muy grueso (lo que más me atrae de las pollas es su grosor más que su longitud). No me apartó la mano cuando le sobé, de modo que decidí que ya era hora de comerme el comerme el primer rabo de la tarde. Pero no iban a ser cuatro las pollas que iba a comerme, ya que el negrito, tras comerme la boca bien comida en el agua, me dijo que había venido con tres amigos que estaban en la cafetería (podía ver, desde el agua, a los tres negros en la barra de la cafetería mirándonos a mí y a su amigo y sonriendo mientras se sobaban los paquetes…) y que una de las fantasías que tenían era follarme la boca entre los cuatro y que si luego yo quería que alguno me follase no había problema, pero un buen vicio de bocas era lo que principalmente buscaban. Les dije que estaría encantado de cumplir su fantasía, ya que una de las mías era comerme un buen puñado de rabos negros, ya que en España no abundan (así se lo dije). Se rió y salimos del agua de la mano. Fuimos al bar, me presentó a sus amigos (todos en buena forma y con buenos rabos, ya que me dejaron palparlos allí delante de todo el mundo). Pedimos unos chupitos de tequila para celebrar lo que estábamos a punto de hacer y yo aparte me pedí otro gintonic, iba a necesitar estar entonado para lo que estos cabrones estaban pensando hacerme…

Tuvimos suerte, ya que una de las dos saunas secas estaba completamente vacía, de modo que allí nos metimos. Tampoco hacía un calor excesivo, así que nada más entrar y cerrar con pestillo (era otra particularidad de las saunas de Londres, al menos de esa donde fui yo y de esa sauna seca en particular: tenía pestillo, qué le vamos a hacer jajaja. Supongo que sería por si se llenaba demasiado para cerrar e impedir que entrara más gente y no estar así apelotonados todos). Nada más entrar se me puso durísima al instante cuando se quitaron todos las toallas y me dieron un buen bofetón ordenándome ponerme de rodillas, cosa que hice como una buena putita. Primero se pusieron todos alrededor mío y tuve ocasión de degustar y saborear todas y cada una de esas preciosidades gordas y negras como el tizón, a veces hasta dos al mismo tiempo mientras masturbaba a otro. Me escupían en la cara y en la boca, además de más bofetadas, tanto en la cara como en el culo, y un buen trabajo de pezones, mientras me decían lo guarra que era y que qué suerte habían tenido, ya que ninguno de los tíos con los que lo habían intentado esa tarde aguantaba la violencia y el lenguaje soez como yo…y yo, jajaja, pues bueno, estaba en la gloria…

Seguidamente se pusieron en fila. “Venga zorra, ahora te vamos a follar la boca uno detrás de otro, a ver cómo te portas”. Cuando uno se cansaba de violarme la boca se ponía detrás de mí, cogiéndome de la cabeza y el cuello y dirigiendo la siguiente follada. Me costaba muchísimo respirar y a punto estuve de vomitar, pero el morbo era terrible. Cuando no me quedaban pollas que chupar porque todos estaban a mi espalda, me ordenaron darme la vuelta y ahora me obligaron a ocuparme de sus culos, uno por uno, cosa que hice encantado porque uno de mis fetiches son los besos negros, y más negros que esos no había jajaja, tanto recibirlos como darlos…me esmeré en dejar sus ojetes bien relucientes y entonces se volvieron a poner a mi alrededor y empezaron a pajearse hasta que tres de ellos me echaron toda la leche por la cara, pero el último, que era el que había conocido en el jacuzzi, tenía otros planes… ”llevo sin correrme una semana así que no voy a desperdiciar mi lefa en tu cara como estos cabrones, yo te la voy a echar en la boca y quiero que me morrees antes de tragártela, entendido?”...”Claro que sí, dame algo de lefa de tu rabo negro cabrón jejeje” le dije azotándole el culo y sacando la lengua para recibir su néctar…sentí 5 descargas calentitas de leche, la cual pasó de mi boca a la suya 3 veces, antes de obligarme a tragármela bien ensalivadita…lo cual hice con una sonrisa en la boca…quedaron satisfechos con su putita y nos quedamos charlando sentados en los bancos de la sauna, y para compensarme, me hicieron un buen mamadón entre los cuatro. Ninguno de los cuatro la comía demasiado bien (curiosamente, la mejor mamada que me han hecho en la vida me la hizo un negro, esta vez cubano y no ingleses como estos, en una sauna de Valencia), pero el morbo de tener a cuatro machos dándome placer en mi polla, mis huevos, mi culo y mis pezones al mismo tiempo hizo que no tardara demasiado en correrme, cosa que hice sobre el que me había hecho beber su corrida también, para cerrar el círculo jejeje. Para finalizar la sesión nos dimos un buen morreo a 5 lenguas y ya cada uno nos fuimos por nuestro lado, yo a seguir buscando diversión y ellos a tomar otra copa a la cafetería.

Eso fue lo más destacado de aquella sesión de sauna londinense, el resto fueron más mamadas (tanto hechas como recibidas) en las diferentes instalaciones de la sauna y un par de corridas más en mi boca, que tragué con sumo gusto, y yo pues no me corrí más veces, y gracias porque me esperaba una buena noche de folleteo más tarde…

Ya de noche, me fui a tomar más gintonics al local de streaptease que os comenté antes, donde por 80 libras tuve a dos muñequitas inglesas bailando para mí durante media hora  donde me pusieron a mil y pude tocarlas todo lo que quise. Pena que no se dejen hacer nada más. También en el Soho había bastantes bares de gays (no de sexo pero sí de cruising light, es decir, sitios normales donde conocer y si eso ya se va a otro lado a seguir la faena). Decidí entrar en uno que había leído en Internet que era frecuentado por maduros de todo tipo, llamado Old Compton Bar, y decorado con estilo clásico, era cierto que tenía unos especímenes de cuidado, y las copas no eran baratas: el sitio destilaba clase y estilo, además de hombres maduros trajeados (la mayoría, según me dijo el camarero, en viaje de trabajo). Cuando ya me estaba tomando un buen gintonic en una mesa y miraba a todo el mundo (allí funcionaba así, no era cruising propiamente dicho pero funcionaba mucho el tema de las miradas para tantear) se me acercó un negro trajeado, muy atractivo, de unos 45 años a preguntarme si la otra silla de mi mesa estaba ocupada, ya que estaba con un amigo y sólo había una mesa en su silla y el local estaba repleto. Le dije que no, que podía cogerla, aunque él me sugirió unirme a ellos y así no me aburría. Uno es perro viejo en estas cosas y enseguida lo tomé como una invitación a folleteo, cosa que acepté encantado porque me encantaba el negrito, musculado y morboso…

Fui con mi copa y mi silla hacia la mesa donde se encontraban mi nuevo amigo y otro, negro como él y otro Adonis físicamente. Me dijeron que eran americanos, ambos casados y que estaban allí por negocios, que eran inversores, y que habían llegado hace un rato y que no habían querido perder el tiempo en el hotel por lo que habían salido con lo puesto de caza. Enseguida les dije que me daban mucho morbo y en unos minutos estábamos de camino a su hotel, uno de los mejores de la ciudad, al menos para ejecutivos. Ya en la habitación y tras desnudarnos completamente y meternos en el jacuzzi que tenían en el baño, decidimos darnos un homenaje y pedir una botella de champán y tres puros habanos. Degustamos todo con hedonista pasión mientras nos chupábamos las pollas y luego les dije que había estado toda la tarde en una sauna y que mi culo requería atención, que no había conseguido que me lo follaran, y ellos accedieron gustosos. Me dieron caña, turnándose y a pelo, hasta que me preñaron como a una buena zorra. Cada uno se esmeró en sacar, con su boca, la lefa del otro de mi culo, compartiéndola entre ellos dos. Fue bastante salvaje y luego me dejaron follarme los dos culos, que estuve alternando con los dos culos bien abiertos y dilatados para mí, pero uno sólo se llevó el premio gordo de la corrida, pero la acabó compartiendo con el otro cuando la sacó de mi ojete con su lengua… Nos dimos el teléfono para quedar al día siguiente, pero ese día ya lo dediqué a hacer turismo, ya había tenido bastante…

Espero que os haya gustado y disculpas por este relato, bastante más acelerado que de costumbre en mí, pero quería publicarlo y no encontraba ni encuentro el tiempo necesario para explayarme como debía. Si os apetece comentar el relato, tanto para bien como para mal, sois completamente libres, y si alguien quiere más detalles de lo que hice en Londres de lo que expongo aquí, o simplemente quiere contactar conmigo, aquí dejo mi email: [email protected]

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