Exhibicionismo con la casera de mi novia

Una casera cuarentona más salida que el pico de una plancha me pilla desnudo en la cocina.

Que le había cogido el gusto al exhibicionismo era innegable. Que había quemado algunas relaciones por esto mismo también era evidente, pero hay amistades que terminan desapareciendo, así que, ¿por qué no aprovecharlas al máximo mientras duran? Lo que voy a contar aquí no lo sabe mi ex y solo lo sabe mi mejor amigo. Pero como Lorena me dejó no tiene sentido que esta historia se quede únicamente conocida en un pequeño círculo de gente porque es genial.

Tuve una novia que en su día compartió con su casera, una mujer divorciada e un marido con mucho dinero que se vio obligada a alquilar dos de sus habitaciones para llegar a fin de mes.

Lorena tuvo que mudarse por su el casero anterior echó a las tres chicas que estaban compartiendo piso porque quería el piso para su hijo, y les dijo que en un mes tenían que estar fuera. Todo el que haya vivido de alquiler sabrá que buscar piso es una putada, y ya con solo un mes para qué más…

Lorena recabó en un piso enorme en plena Gran Vía donde compartía piso con un chico que se llamaba Guillermo y la casera, Cecilia. Cuando digo enorme hablo de que era una casa de 150 m 2 con 3 baños, un salón inmenso y una terraza enorme.

Cecilia no estaba nada mal para tener 50 años y parecía que estaba intentando recuperar el tiempo perdido con su marido.

Era morena, media melena que no le llegaba al cuello, bastante alta, con las tetas operadas y muy buen culo (todos los días ibas al gimnasio). Tenía la piel hecha polvo de tomar tanto el sol, por lo que las arrugas de su cara eran más marcadas de lo que debería.

Eso sí, tenía unas piernas fuertes que en los taconazos y vestidos que se enfundaba le quedaban de lujo. Y para cualquier fetichista esos pies eran canela en rama...

El primer día que me conoció ya me dijo que Lorena tenía suerte de tener un novio tan guapo como yo. Ya empecé a fantasear con despertarme desnudo y toparme con ella por “accidente” por casa cuando me quedase allí a dormir.

Mi ex me dijo que solía compararme a mí con muchos chicos que veía en la tele y no para de recalcar la suerte que tenía de haber encontrado un “tiarrón” como yo.

Tengo 6 años más que Lorena y por aquel entonces ella tenía 21 y yo 27.

Cuando llegó mayo Guille se volvió con su familia. No tenía dinero para pagar un alquiler y ayudar a su padre que se había quedado en paro, así que muchos fines de semana estábamos solamente los tres.

Lo vi claro, no había posibilidad de encontrarme a nadie que no fuera Cecilia por el piso en alguno de mis paseítos exhibicionsitas al baño. Y así lo hice. El primer fin de semana que salimos de fiesta y nos quedamos en casa Cecilia le escribió a Lorena diciendo que ella también había salido con unas amigas y que no echase la llave.

Lorena se durmió enseguida a causa de la borrachera y yo me obligué a estarme despierto. La excitación de lo que iba a hacer también ayudaba a no dormirme.

Escuché el ascensor y fui a la cocina a ponerme  un vaso de agua con una semierección. Me iba a pillar “por mi descuido”.

Para hacerlo más creíble me puse los auriculares del móvil y me fui a la cocina. Me puse de lado para que pudiera ver tanto mi redondo culo como mi rabo a medio gas. Morcillón.

Y así fue, ahí estaba fingiendo escribir en el móvil mientras bebía cuando vi por el rabillo del ojo que Cecilia entraba en la cocina.

Entró y no dijo nada. Se apoyó en el marco de la puerta y solo miró. Yo fingía no haberla visto y al estar el suelo frío mi erección no iba a más, pero no bajaba.

Entonces al rato me giré como fingiendo encaminarme al cuarto y fingí susto. Cecilia me estaba mirando el rabo y cuando me tuvo de frente ya me miró a los ojos sonriendo.

Fingí vergüenza y taparme pudorosamente.

  • Ay, perdón. No te he oído.

  • No passa nada… No me voy a escandalizar, eeeeh. Que he visto a muchos chicos… hombres desnudos.

Iba muy borracha y si algo tenía aprendido es que la concepción del tiempo y la proximidad cuando estás borracho cambia radicalmente. Así que me quité la mano del móvil del rabo y lo dejé al descubierto. Automáticamente sus ojos se  fueron para mi miembro.

  • Así mejor, dónde va a parar.

  • ¿Cómo estás?

  • … ¿eh? Bien, creo, jeje...

-Cecilia que estoy aquí arriba.

Ni me miraba a la cara.

  • Ya, pero tu… Rabo está ahí abajo y vas desnudo... Qué grande, ¿no?

  • Hombre gracias, pero los habrás visto más grandes. Una mujer que está tan buena habrá atraído a muchísimos hombres.

  • No tantos como yo quisiera…

Ya se me había levantado.

  • Se te está poniendo dura eeeeeh.

  • Uy, perdón… Deben ser los nervios de la situación.

  • Reláaajate que no pasa nadaaaa. Bueno, no, no te relajes que se bajará, jejeje…

  • Bueno, me voy a dormir, buenas noches.

  • ¿No te he incomodado verdaaaaad? Lo siento… Es que estoy muy borracha… No he ligado nada… Solo se me han acercado viejos y gordos…

  • Qué va, no me incomodas nada, corazón.

  • Ayy… Menos mal…

Otra vez volvió su atención a mi ya erecto rabo.

  • Qué grande… Ojalá uno así para mí…

  • Fijo que encuentras, te mantienes muy bien.

  • Y las hijas de puta de mis amigas que han ligado… Oye, ¿te puedo pedir un favor? No te enfades, eeh. Es que quiero darles envidia… ¿Puedo hacerte una foto desnudo para que se piensen que voy a follar?

  • No, Cecilia… Que se me puede reconocer…

Me aproveché de la situación. La idea de que tuviera fotos de mí desnudo en su móvil me excitaba muchísimo... Pero eso podría significar problemones con Lorena… Y aunque llevábamos solo siete meses la cosa iba bastante bien.

Cecilia se quedó pensativa con cara de niña a la que le han dicho que no puede comerse la galleta mirándome de arriba abajo con una cara de borracha del copón.

  • Pero si quieres puedes hacerme una foto donde no se me vea la cara, o si quieres te puedes hacer un selfi al lado de mi desnudo donde no se me vea el rostro.

  • ¡Síiiiiiiiii! ¡Qué buena idea! Joderrrr, listo y macizo… No es tonta Lorena, no…

Volvió a mirarme el rabo.

  • No, no… Madre mía, muy lista es, jejejeje… Vale, ven.

Me puse a su lado y me cogió por la cintura a base bien. Como si estuviéramos posando para hacer una foto. Hizo varias desde arriba sin sacarme la cara. Pero no estaba muy convencida.

  • Estás muy muy bueno… Pero quiero que se aprecie ese pollón que tienes ahí abajo.

  • No sé… ¿Y si te agachas?

  • Muy-buena-idea.

Pese a la cogorza que llevaba se puso de rodillas de frente como en postura de ir a hacerme una mamada con bastante agilidad.

  • Perdón, es la costumbre, jajajaja. Es que no me sé agachar de otra forma delante de un hombre desnudo, jaaaaaa… Y menos con semejante pollóooooon. Podrías sacarme un ojo, jajaja...

Se colocó de lado de manera que la polla le quedase delante de la cara a modo de bigote. Solo que la tenía tan dura que le quedaba en diagonal.

Se tomó un par de fotos con el rabo tapándole la cara, y sin decir nada lo agarró con una mano, me descapulló el rabo, se lo puso al lado de la cara y con el otro puso el símbolo de la victoria.

Yo no protesté porque estaba excitadísimo y me estaba encantando todo esto.

Tenía el glande rojo e hinchado. La verdad que pocas veces la había tenido tan dura.

También se lo pegó a la cara poniendo morritos, con cara de sorpresa… Se pasó mi polla por toda la cara.

Se la puso como se ponen los piratas los cuchillos entre los dientes. Tampoco protesté porque me hizo bastante gracia. Yo iba perjudicado y cuando vas un poco borracho pues te ríes más fácilmente.

Y en honor a la verdad, la foto molaba un huevo.

  • Quéeee dura la tienes. Si muerdo me rompo los dientes, jaaaa.

Y volvió a hacer gesto de morderla mientras decía "ñañañaña". Qué placer… Pero me sentía culpable por la deriva que estaba tomando esto. Obviamente no iba a follar con ella ni loco, pero esto era un nuevo éxito en mi carrera exhibicionista.

Se hizo otra foto esta vez de lado con la polla en su cara dándole un beso con los ojos cerrados. Después hizo otra con la lengua fuera lamiéndola. Entonces volvió a lamer desde abajo y se la metió en la boca. Ahí ya no estaba haciendo fotos y tenía los ojos cerrados.

Le dejé mamar un poco. Lo hacía despacio pero muy bien. Estuvo así como tres minutos y a ese paso me iba a correr en nada...

  • Cecilia, para, que tengo novia.

Me eché hacia adetrás y con mis manos le alejé la cabeza porque no me hacía ni caso. Al final se la sacó de la boca y me miró.

  • Hostia es verdaaaaad… Perdón, es que me pierden las pollas gordas (y le dio un beso a mi rabo).

  • Enséñame las fotos que has hecho.

+Voy.

Se puso torpemente de pie y, para mi sorpresa, sin soltarme la polla. Mientras me las enseñaba me masturbaba muy lentamente. Yo me dejé hacer fingiendo “no enterarme” (que ya ves tú, cómo cojones vas a no enterarte de que te están tocando el rabo…).

  • Esta me encanta… Esta noo. Esta la voy a borraaar.

  • Eh, oye, antes de borrar mándamelas.

  • Vale. Pero como se las enseñes a alguien te la corto eeeeeh.

E intensificó ahí su agarre apretando bien el rabo y bajo su mano para acariciarme los testículos.

  • Vaale, vale. Esto no se lo enseño a nadie, no jodas. Menuda putada te haría.

Y le di un beso en la sien.

Se me quedó mirando como atontada y yo miraba su móvil ignorando que me estaba mirando fijamente, seguramente para buscarme la boca. Mientras sujetaba su móvil y mi rabo elegí las fotos del móvil y me las mandé a mí. Ella cogió la foto mordiendo mi rabo y la mandó a un grupo que se llamaba “PERRAS DELUXE”. Mientras hacía todo esto me la seguía sobando con bastante conocmiento. Se notaba la experiencia.

  • Jaaaaaaaa. Mira, Claudia está escribiendo.

La tal Claudia le escribió “jajajaja, ¿y ese pedazo de rabo de dónde lo has sacado so puta?”. Luego una tal Eli Gym le puso “madre mía, comparte”. Y por último un tal Javibi escribió “uf… qué hambre, nena. Si no puedes con ella mándamela a mí”. Estuvo escribiéndoles sin soltarme el rabo. Me masturbaba acariciándome la cabeza del pene, frotándome el tronco, hacía un anillo con sus dedos, lo cerraba en la base y lo arrastraba hacia afuera... Qué bien masturaba, copón.

  • Bueno, me voy a dormir ya.

  • Vaaaaa, soso. Con lo a gusto que estás aquí eeeeeh.

  • Ya, pero que me tengo que ir a dormir.

Se quedó mirándome el rabo.

  • Qué grande. Con eso me destrozas. Si es que normal que no me quepa bien en la boca....

  • Si no te importa soltármela… Que como se despierte Lorena.

  • Hossstia, Lorena. Qué majica que es... Sí, sí. Vete… Pero no te equivoques de habitación o te violo eeeeeeh, jajajaja.

Volví al cuarto con unas ganas de follar tremendas y empecé a meterle mano a Lorena muy despacio mientras le arrimaba mi erección de caballo.

  • Joder… ¿Ya estás así?

  • Es que tengo ganas de metértela.

  • Mmmmh… Pero con cuidadito que la tienes muy grande y no me ha dado tiempo a mojarme mucho...

Me dejé la puerta abierta para que si a Cecilia le daba por asomarse viese el espectáculo… Y vaya si lo hizo.

Cuando puse a Lorena a cuatro patas Cecilia estaba mirando con una mano dentro de las bragas y la boca entre abierta. Cuando me fui a correr se la saqué, me corrí en la espalda y miré hacia la puerta, donde Cecilia, apoyada en la pared, admiraba el espectáculo e incrementó el ritmo tapándose la boca para ahogar su orgasmo.

Desde aquel día Cecilia siempre me tocaba el culo cuando Lorena no se daba cuenta, y yo a ella. A mi ex la trataba todavía mejor y le insistía en que yo me podía quedar los días que hicieran falta que había mucho espacio bla bla bla.

Nunca se cansó de verme desnudo, y alguna vez al pasar a su lado me acariciaba el rabo o el culo.

Ojalá hubiera estado soltero ese día para violarla como un puto poseso... Del chantaje que me hizo más adelante lo dejaré para otro relato en otra categoría.